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𝓡𝓮𝓰𝓻𝓮𝓼𝓪
































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Te necesito

Porque mi vida sin verte no tiene sentido.




















Edward Cullen nunca imaginó estar en una batalla. Jamás imaginó estar casado, y tener un hijo humano a quien proteger. Nunca pensó que su cuerpo correría a través del fuego para encontrar a Bella Swan, e intentar dañarla.

¿En qué momento su vida había cambiado tanto?

Y su mente solo llegó el día que salvó a su esposa de ser asaltada en la carretera del sur de Chile.

Edward no escucha los pensamientos de Bella, pero es capaz de olerla. Y sabe que está cerca de ella. Aumenta su velocidad hasta que logra divisar su figura.

Bella lo espera. Está sola.

A los demás vampiros solo le interesaba reagruparse con los principales de la monarquía. Bella era un simple objeto para ellos.

—Bella... por favor —suplicó Edward Cullen al momento que sus pies se detienen delante de la figura de su ex novia.

—¿Qué quieres?

Edward observó el semblante agresivo de su primera novia. El cuerpo de Bella estaba en posición de ataque. No quedaba nada de la dulce e inocente Isabella Swan.

—Conversar —pidió el gringo dando un paso más hacia ella—. No tienes que hacer nada de esto. Sé que no eres mala, Bella. Te conozco.

Ella negaba con su cabeza dando un paso hacia atrás. Alejándose de la cautivadora presencia de Edward.

—Charlie llora por ti...

—¡No! No hables de mi padre —gritó Bella Swan acortando todo tipo de distancia entre ellos—. No hables de él... por favor.

Edward tenía dos opciones ante la cercanía de Bella a su cuerpo; podía matarla, o besarla. Observó con detención los ojos de su ex novia antes de tomar su decisión. Aquellos ojos que eran dorados, demostrando que no era parte del clan de los Vulturis. Aún quedaba bondad en ella. Bella se negaba a matar humanos.

Edward sonrió. Aquella misma sonrisa que provoca que latiera con rapidez el corazón de la chica Swan.

Y aquel gesto tuvo su efecto.

La chica Swan suavizó su semblante. Su mirada recayó en los ojos dorados de Edward. En aquel rostro perfecto. Tan duro como la piedra, y a la vez tan bello como el mismo dios Apolo. Para Bella, Edward era arte.

—¿Por qué? —Era la única pregunta de Bella Swan—. ¿Qué tiene ella, que no tenga yo?

Las manos del gringo se alzaron para tomar entre ellas el rostro duro de Bella Swan. Le entristecía el comportamiento de su primera novia, pero en una parte oscura de su mente sabía que él la había llevado a ese extremo. Él era el culpable del compartimiento de ella.

Él y solo él, era culpable de todo.

—Lo siento —murmuró Edward Cullen acercando sus labios a los de ella—. Perdóname por todas mis faltas, todas mis fallas. Debes creer que nunca quise provocarte algún mal.

—Lo sé —murmuró Bella Swan cerrando los ojos cuando apenas unos centímetros separaban sus labios a los de Edward—, pero lo hiciste de igual forma.

—Lo sé. —Edward llevó una de sus manos acariciar la mejilla de Swan—. Déjame remediarlo.   

Isabella Swan abrió sus ojos; no por la sorpresa de las palabras de Edward, sino con la intención de estudiarlo. Quería creerle, pero algo dentro de ella le decía que era una trampa. Edward amaba a Katherine, aunque aquello le doliera, era verdad. Tan solo debía observar como él la miraba.  

—Mientes.

—Jamás.

Edward Cullen acortó la distancia entre ellos, de alguna u otra forma quería distraerla. Debía detener el propósito de Bella, aunque aquello fuera posar sus labios en lo de ella. Pero le fue extrañamente familiar. Los labios de ellos se movieron con suavidad. Sus aliento se mezclaron, y disfrutaron de aquel dulce beso. Edward no se apartó. Y trato de recordar en primer lugar, lo que le había enamorado de ella. No mentía. La beso con el sentimiento del pasado, con el amor que logro sentir por ella.

Edward...

Edward...

Moriré...

La voz era de su esposa.

Edward Cullen finalizó el beso de manera abrupta. Su esposa estaba en peligro... su voz era débil.   

—Bella por favor, por el amor que  tuvimos algún día, vete. No ayudes a los Vulturis.

Edward no esperó alguna respuesta por parte de su primera novia. No tenía tiempo. Su esposa no tenía tiempo. Y con toda la fuerza que aún le quedaba, corrió por el bosque a salvar a su amada. 

Edward jamás imaginó su vida de aquella forma, jamás imaginó ver la imagen que vio cuando su cuerpo llegó al lugar donde estaba su esposa.














Pero regresa

Para llenar el vacío que dejaste al irte

Regresa aunque sea para despedirte

No dejes que muera sin decirte adiós.

















Nota de la autora:

No se vayan aun, capitulo doble.














Canción: Regresa - Chico Trujillo.

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