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—Se están tardando— susurro Hosook mirando a través de la ventana principal de la sala después de haber movido con delicadeza la cortina beige que la cubría.
Su madre, quien la veía sentada desde un sillón negro a unos metros de ella con un gorro de fiesta, se fue silenciosamente al patio trasero con su celular en manos.
— Está bien— se reafirmó a sí misma la pelirroja jugando con el silbato azul que tenía entre sus manos.
Con nerviosismo mordió su labio y se giró para buscar a su madre con la mirada.
«¿Dónde demonios se metió?» se preguntó al no divisar luego de unos minutos.
—Tal vez fue a descansar— se sento en el sillón negro dejando que sus palabras se perdieran en el silencio de su hogar.
Los minutos pasaban y la chiquilla no podía dejar de sentir cómo su ansiedad aumentaba junto al terriblemente ruidoso pensamiento de que nadie vendría.
«Tal vez solo me están jugando una broma» pensó sintiéndose un poco más aliviada.
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