Capítulo 5
—¿Estamos seguros de esto? —cuestionó Wakasa mientras miraba la pizzería, cruzándose de brazos. A él no le agradaba mucho la idea.
—¡Por supuesto que sí! —exclamó Jin, abrazándose a su novio con mucha energía. Ella, a diferencia de Wakasa, observaba el lugar con un brillo en sus orbes dorados. Tras unos segundos clavó su vista sobre Shinichiro.
El azabache tenía una leve sonrisa mientras terminaba de fumarse la última calada de su cigarro. Lanzó la coletilla al suelo y la pisoteó. Durante unos segundos examinó cada rincón de aquel viejo local.
La Pizzería Kraken no era muy conocida ni muy concurrida, eso se notaba en su fachada. Puerta vieja con letrero de papel indicando que estaba abierto. Un gran ventanal que se cogía casi toda la pared del local, lo que no era vidrio estaba pintado de verde. Desde afuera se podía ver que en el interior las sillas eran como en esas típicas cafeterías estadounidenses, sillones de tela rodeando las mesas de madera.
Shinichiro se encontraba absorto en la vista hasta que alguien pasó su mano por sus hombros y lo empujó ligeramente hacia adelante. Aquello lo devolvió a la realidad.
—Vamos, jefe. Muero de hambre —dijo Zeno, envuelto en altas risas. Esbozó una gran sonrisa y luego se incorporó para tomar de la mano a su novia.
Shinichiro miró por el rabillo del ojo a su subordinado. Zeno perteneció a los Black Dragons, era de confianza para el alto mando en aquel entonces, por lo tanto el tipo se había tomado atribuciones. Cuando él había sugerido ir a almorzar algo, Zeno se había apuntado solo.
La verdad Shinichiro pasaba olímpicamente de su presencia. No le importaba que estuviera o no ahí. Él solo podía pensar en una cosa.
Los cinco comenzaron a caminar hacia el interior. Wakasa fue quien abrió la puerta, lo que provocó que una campanilla sonara anunciando la llegada de clientes. El chico esperó hasta que el último de sus compañeros pasara para dejar la puerta e incorporarse con ellos.
—¡Bienveni-
Fue Uta quien se dirigió a recibirlos. Traía un uniforme de camarera negro, ajustado a su cuerpo de la cintura hacia arriba y abierto ligeramente hacia abajo, le llegaba cinco centímetros por encima de la rodilla. Tenía unas medias pantis largas negras y unos tenis desgastados blancos. Su cabello estaba recogido en un moño alto. Tenía una pequeña libreta entre sus manos y el bolígrafo guardado en el delantal de su vestido.
La rubia traía una gran sonrisa, con la que fue a recibir a sus invitados. Era su trabajo hacerlo con entusiasmo, pero no pudo. Su sonrisa se desvaneció por completo cuando sus ojos chocaron con los de Zeno. Se quedó estática, con la boca y los ojos abiertos.
Todos intentaron entender que sucedía. Uta se había quedado en blanco y no comprendían el por qué. Se miraron unos a otros incómodos. Shinichiro creyó por un momento que era su culpa, pero comprendió que no era el caso cuando vio a Zeno esbozar una sonrisa traviesa y dar un paso hacia la rubia.
—Ha pasado tiempo, Uta —saludó, alzando una de sus manos. Clavó sus ojos café sobre la figura tan apetecible de la chica.
—Bienvenidos —completó la protagonista, devolviendo su sonrisa. Esta vez tenía los orbes apagados—. ¿Desean una mesa de cinco?
Ante aquella cuestión, los todavía incómodos clientes se quedaron en silencio. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Al final fue Jin quien tomó la iniciativa.
—Sí, por favor —respondió, dibujando una sincera y gran sonrisa.
—Síganme por favor —solicitó Uta, comenzando a caminar por el local casi vacío. Los guió hasta una de las mesas más grandes de la pizzería y los invitó a sentarse con un gesto de mano y una sonrisa.
Jin, Wakasa y Shinichiro tomaron asiento en un lado, uno al lado del otro. Al frente se encontraban Zeno y su novia. Ya más agusto, todos miraron a Uta.
—¿Qué van a ordenar? —preguntó la camarera, sacando el bolígrafo de su bolsillo. Apretó la parte de atrás y sacó la punta. Luego se dispuso a anotar en la liberta el pedido de los chicos.
Zeno rodeó de la cintura a su novia y la jaló hacia sí, obligándola a recostar su cabeza sobre su hombro. A la chica se le escapó una risita traviesa y le besó el cuello.
Uta contempló la escena y se obligó a sí misma a mantener la compostura. Clavó la punta del bolígrafo sobre una de las hojas con tanta fuerza que le hizo un hueco, pero no fue bruscamente, había sido sin pensarlo.
Shinichiro alzó una ceja sin comprender. Era el único que vio la reacción de Uta.
—¿Tú que quieres, Waka-chan? —cuestionó Jin, tomando la carta entre sus manos. La abrió para ella y para su novio.
—Una Napolitana está bien —contestó sin interés el aludido. Colocó su codo sobre la mesa y dejó descansar su barbilla sobre su mano.
—¡Dos Napolitanas por aquí! —exclamó energética Jin, alzando su mano como si estuviera en la escuela primaria. Luego cerró la carta y se la extendió a Zeno y compañía.
—Yo también quiero una Napolitana —añadió Shinichiro, sin dejar de mirar a la incómoda Uta. Había algo que le molestaba.
Shinichiro estaba consciente de que Uta lo había rechazado en varias ocasiones. Ella dejó bastante claro que no quería nada con él. Pero eso no era justificación suficiente para que no lo hubiera mirado ni una sola vez desde que entró a la pizzería. ¿Qué estaba pasando?
«¿Qué te tiene así, Uta?» pensó, recostándose sobre la tela, de brazos cruzados. No podía quitarle los ojos de encima porque, a pesar de estar tan afligida, se veía tan hermosa.
—¿Tú que me recomiendas, Uta-chan? —cuestionó Zeno, inclinándose sobre el asiento hasta apoyar sus brazos sobre la mesa.
—Nuestra especialidad son las Hawaianas, pero... —intentó decir ella, dispuesta a no dejarse intimidar por la presencia de ese hombre ahí.
—No me gusta la piña —completó Zeno, elevando las comisuras de sus labios a su máximo explendor. No se movió ni un centímetro cuando sintió a su novia rodearlo en un abrazo—. Es un detalle de tu parte recordarlo.
Uta solo esbozó una ligera sonrisa en respuesta y se dispuso a anotar el pedido ya que se había decidido por parte de Jin, Wakasa y Shinichiro.
—Cariño, estoy segura de que querrás una Cuatro Quesos —susurró la chica en el oído de Zeno.
—Tienes razón, bebé —concordó él, mirando a su novia con un brillo jocoso en sus ojos—. Entonces que sean dos Cuatro Quesos.
—¿Les ofrezco algo para beber?
—Por ahora agua —dijo Shinichiro en nombre de todo el grupo.
—Enseguida están. Gracias por elegirnos —declaró la rubia con una sonrisa. Hizo una ligera reverencia y se dirigió a la cocina.
Al cerrar la puerta en su espalda, Uta dejó escapar todo el aire que estaba conteniendo sin saberlo. Sintió su pecho subir y bajar intranquilo. Tenía un mal presentimiento.
Arrancó la hoja con la orden y se la entregó a Dimitri, el sheff italiano que había viajado a Japón hacía muchos años para hacer famosas sus pizzas. Le sonrió ligeramente y se dispuso a irse, pero la mano de él se lo impidió.
—¿Te sucede algo, pequeña? —le preguntó el canoso hombre, sobándose su gran bigote.
—No es nada. Estoy perfectamente. Gracias por preocuparse, Dimitri —contestó la joven, negando con la cabeza.
Mientras más importancia le diera al asunto peor sería. Uta debía dejar las cosas fluir y ver qué pasaba. No podía ser tan negativa con la presencia de Zeno ahí.
Era bien cierto que ellos habían dejado su relación en el pasado de forma tormentosa tras una infidelidad, pero eso no tenía nada que ver con esto. Él simplemente había venido a una pizzería a almorzar algo.
Debía dejar de ser tan paranoica.
Cuando se liberó del viejo Dimitri. Uta se apresuró a salir de la cocina. Tomó de la barra una gran bandeja, trepó cinco vasos y una jarra de agua. Colocó la bandeja sobre su hombro, la sujetó con sus manos y, con grana habilidad, comenzó a caminar rumbo a la mesa de Jin.
Al llegar les sonrió nuevamente. Empezó a colocar los vasos sobre los correspondientes lados. Los chicos hablaban amenamente y ella agradecía eso porque así podía limitarse a hacer su trabajo. Comenzó a llenar de agua los recipientes. Al concluir con el lado de Shinichiro comenzó con el de Zeno. Se inclinó para culminar con la novia de su ex.
En ese momento la chica, que traía una sonrisa torcida, aprovechó la distracción de los demás y le pegó con el pie a una de las patas de la mesa, lo que provocó que todo se removiera.
A Uta la tomó desprevenida el asunto y, entre que estaba apoyada en la mesa, el hecho de que el vaso se movió y ella también, todo llevó a que vertiera el agua sobre la madera, la cual llegó hasta los muslos de la novia de Zeno.
—¡Ahhhh! —gritó horrorizada la chica. Movió sus manos histéricamente por el frío y el hielo.
—¿Estás bien, bebé? —preguntó Zeno, orgulloso.
Shinichiro, Jin y Wakasa, quienes se encontraban charlando, se vieron obligados a poner su vista sobre la pareja. No se habían perdido del todo la escena, pero para ellos también había sido una sorpresa.
—¡Lo siento mucho! —sinceró apenada Uta. Colocó la jarra de agua sobre la mesa, se llevó ambas manos a la boca y miró en varias direcciones nerviosa. Luego sacó de uno de los bolsillos de su delantal un pañuelo y se lo extendió a la afectada— Aquí tienes. Pido disculpas sinceramente.
—No te preocupes. No es como si quisieras hacerlo, ¿verdad? —comentó Zeno, tomando el pañuelo con una sonrisa jocosa. Se volteó y comenzó a limpiar a su novia.
Uta tragó en seco. Ella conocía aquella expresión a la perfección. Lo mejor que podía hacer era retirarse. Aprovechó que todos se encontraban mirando cómo Zeno se encargaba de su novia y se marchó lentamente.
Se escondió hasta que las pizzas estuvieron listas y no tuvo más remedio que volver a esa mesa. No quería hacerlo pero, si todo salía bien, pronto se irían de una vez. Llevó los tres primeros pedidos y luego trajo los otros dos, porque no le cambian todos en la bandeja.
Se encontraba colocando la última pizza sobre la mesa cuando Zeno, que se había levantado para ir al baño, regresó. El chico le chocó el hombro intensionalmente, provocando que Uta soltara la pizza bruscamente.
El plato casi se cae de la mesa y, si no llega a ser por la ayuda de Wakasa, que se puso en pie rápidamente y lo sostuvo, hubiera tenido el mismo destino que el vaso de agua: las piernas de la novia de Zeno.
Jin suspiró aliviada, Wakasa alzó una ceja y Shinichiro frunció el ceño. Los dos varones ya tenían una vaga idea de que estaba pasando ahí.
—Lo sien-
—Esto ya es demasiado —escupió la chica, abrazándose a su pareja cuando este se sentó por completo a su lado. Se escondió detrás de él, cómo si Uta diera miedo—. Intenté ser amable porque Zeno me dijo que su ex no era ninguna amenaza para mí, pero veo que no te caigo bien.
—¿Qué? —murmuró la rubia, abriendo sus ojos de par en par.
—No te hagas la inocente. Estás celosa de mi bebé Nanako —tajó Zeno, transformando su semblante divertido en uno serio—. Sabes que terminamos hace mucho y que no hay forma de que volvamos. ¿Por qué te portas así?
Uta agachó la cabeza. No les daría la satisfacción de montar una escena en la pizzería. No iban a echarla de su trabajo por un par de estúpidos.
—Lo siento mucho.
—¿Qué?—-cuestionó incrédula Jin—. Zeno, no creo que Uta sea ese tipo de chi-
—¿No es obvio, Jin-san? —preguntó en respuesta Nanako, haciendo un puchero—. No sé si es celos o resentimiento por algo que pasó en el pasado, pero es obvio que no le gusto a Uta-san.
«¿Algo que pasó en el pasado? Te follaste a mi novio en mi cama» pensó Uta, apretando sus manos en la tela de su vestido. Agachó aún más su cabeza, al punto de que solo veía el suelo. Apretó sus dientes y cerró sus ojos bruscamente.
Shinichiro frunció aún más su ceño al contemplar a la rubia así.
—Eso es una tontería. Uta es súper buena. Ella no guardaría resentimiento contra nadie —siseó convencida Jin.
—Jin-san, Uta ha estado haciendo cosas contra mi Nanako desde que llegamos —inrrumpió Zeno, abrazando del hombro a su novia—. Fue la última a la que le sirvió el agua, no conforme con eso le echó el agua encima y ahora quiere repetir lo mismo con la pizza.
—Eso es... —intentó excusar Jin.
—Lo siento mucho —interrumpió Uta, todavía desde su posición. Solo quería que aquello se acabara.
-Mi alquiler depende de ese trabajo. Trabajo para pagar mis gastos. No puedo darme el lujo de estar ausente ni una hora.
Shinichiro recordó aquellas líneas por parte de Uta y su comportamiento tuvo sentido.
—Deja de disculparte como si fueras una perra mentiro-
La voz de Zeno se cortó cuando él brusco sonido que provocó Shinichiro dando un fuerte golpe con su puño sobre la mesa hizo eco en el local. Todas las miradas se clavaron sobre el azabache, incluída la de Uta.
Shinichiro se encontraba de pie. Había golpeado con tal fuerza la madera que le dejó abolladuras. Tenía un semblante sombrío, los ojos apagados, el rostro serio.
Wakasa esbozó una ligera sonrisa tras aquello y miró hacia el exterior de la ventana. Le podía dejar todo a su amigo.
—¿Shin? —inquirió Jin, alzando su mano para tocar a su amigo.
—Ustedes dos... —Miró a Zeno y Nanako de forma muerta, pero con un atisbo de amenaza en su semblante—. Fuera de mi vista.
—Pero, jefe...
—He dicho que fuera de mi vista, de este local, de mi maldita vida y de la de las personas que me importan —tajó, con un deje venenoso—. No quiero gente podrida a mi alrededor.
Zeno y Nanako tragaron en seco, asustados. Se quedaron estáticos, incapaces de moverse. Estaban temblando.
—¡Ahora!
Tras aquello, la pareja tuvo que ponerse en pie velozmente y comenzar a correr lejos de ahí.
Uta todavía no se creía lo que veía. Intentaba procesar toda la situación cuando divisó a Shinichiro colocar sobre la mesa el dinero suficiente para pagar su pizza y la de Zeno y Nanako, luego comenzó a caminar al exterior. Por un momento se debatió qué hacer.
—A Shin le gusta dar un paseo en moto cuando algo lo irrita lo suficiente para matar a una persona. Lo calma —informó Jin, advirtiendo sin palabras a su amiga que él se iba.
Uta tomó eso como otro pequeño empujón por parte de Jin y comenzó a correr hacia el exterior. Miró a ambos lados y lo encontró dirigiéndose a su moto bien aparcada.
—¡Espera! —le gritó, corriendo hasta colocarse a su lado. Se apoyó en sus rodillas, tratando de recuperar el aire.
Shinichiro se volteó a verla bastante sorprendido.
—Uta...
—Ten —dijo ella, sacando de su bolsillo una tarjeta de descuento de la pizzería. Dibujó una pequeña pero sincera sonrisa y se la extendió—. Regresa siempre que quieras.
Shinichiro tomó la tarjeta algo incrédulo. La vislumbró, encandilado con aquella dulce sonrisa. Se consideró dichoso y afortunado por ser la razón de ella.
La rubia comenzó a retroceder marcha atrás, sin borrar la sonrisa.
—Gracias —susurró lo último, haciendo un gesto con su mano de despedida. Luego, sin esperar una respuesta por parte del chico, comenzó a correr nuevamente hacia el interior de la pizzería.
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Palabras del autor:
Ay papus, quiero un Shinichiro. Fin de mi reporte, Juaquin.
Bueno, Uta tiene una maestría en salir con capullos, por eso su desconfianza para con el mundo. Ténganle paciencia porfis. Va a actuar algunas veces para sacar de quicio.
Si te está gustando la historia vota y comenta para que llegue a más personas ~(˘▽˘~)(~˘▽˘)~
Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿
~Sora.
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