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Tomioka simplemente prefirió no pensar en ese fin de semana donde se dejó llevar por sus deseos.
Quería mantener la cabeza ocupada en otras actividades , es por eso que al salir de la universidad decidió pasar al Super mercado para hacer sus compras, durando más de lo acostumbrado para ganar tiempo y no estar solo en casa.
Caminó por los pasillos metiendo en el carrito todo lo que necesitaba hasta que justo cuando iba a tomar los cereales se quedó en pausa, recordando el primer comentario de Obanai y después el resto vino de golpe.
Con incomodidad suspiró y decidió tomar aún así la caja de cereales, pero ya no con la misma felicidad que lo había hecho anteriormente.
Hizo un gesto con los hombros con intención de relajarse pero no tuvo mayor consuelo, ahora su mente era invadida por preguntas tontas y muchas dudas que tenía.
Aún así, cuando giró al pasillo donde habían productos de higiene personal pudo ignorarlos un poco, caminando y buscando lo que necesite.
Se detiene en la repisa repleta de champús, busca con la mirada el que esta acostumbrado a usar y al verlo lo toma, se gira en dirección al carrito pero se detiene al observar a Obanai al frente de él, aparentemente haciendo lo mismo que él.
—Tomioka, hola. Qué coincidencia verte por aquí.
La voz de Iguro es sincera, Tomioka lo mira apenado y no sabe muy bien como contestar correctamente.
—Ho-Hola, sí, es una... Gran coincidencia.
Juega un poco con el frasco de champú entre sus manos, tal vez esperando algunas palabras de Iguro pero no recibe nada. Lo mira una última vez y decide seguir con lo suyo.
Aunque claro, justo cuando movió un poco su carrito Iguro tuvo una duda.
—Ey, Tomioka.
—¿Qué pasa, Iguro?
—¿El champú que llevas allí es Pantene, no es así?
Giyū parpadea, se gira para ver a Iguro y después baja la mirada para confirmar el nombre del producto.
—Sí, es Pantene.
—¿Te gusta su tratamiento?
Tomioka pensó un segundo, dependiendo de lo que diría podría significar una frase que lo haga sentir extraño el resto del día, sin embargo, por su propia sanidad mental no quiso ser paranoico.
Están hablando de champús, es imposible que tenga una insinuacion sobre eso.
—Me deja el cabello bien, ¿Supongo que sí...?
—Es bueno saberlo.
—¿Por qué?
Cuando en Obanai se pudo un brillo perverso en sus ojos, Giyū supo enseguida que estaba perdido.
Con sutileza se acercó a Tomioka, sus manos tocaron con suavidad los músculos del mayor por encima de la ropa.
—Porque te chuparía el pene como tratamiento Pantene; desde la raíz hasta la punta.
Y por primera vez, el que salió corriendo de la vergüenza fue Tomioka.
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