18
•~•
Tomioka no tiene ni la más mínima idea de cómo llegaron a su casa.
Hace un momento estaban en el cine, viendo la película, luego Obanai lo besa y comienza a tocar de tal forma que lo hace derretir y, justo ahora, estaban en su cama.
Giyū no tenía otra mejor cosa que hacer que no sea respirar agitado mientras que el cuerpo de Iguro se monta en su regazo, presionando y moliendo para que la pelvis choque contra su trasero.
El mayor estaba nervioso, con el rostro tan rojo como un tomate y sus manos temblando mientras toman con temor y delicadeza la cintura de Iguro.
¿Qué debía hacer?
O mejor dicho.
¿Qué iban a hacer?
Puede ver la perversión en los ojos de Obanai, la manera en la que brillan ambos colores con una necesidad e intensidad hambrienta.
No sabe qué es, pero justo ahora, Iguro tiene un poder sobre Giyū, lo hace sentir intimidado y vulnerable, pero no en el mal sentido.
Estaba asustado, inseguro, pero al mismo tiempo curioso. Se sentía bastante cautivado por Obanai, anhelando lo que el menor tenga para mostrarle.
Aún así, los nervios son traicioneros, por lo que aprieta las manos contra el cuerpo de Obanai y lo detiene, aún manteniendo el contacto visual.
—¿Qué... Qué pasa?
Los labios de Obanai se acercan a su cuello, donde susurra y besa con lentitud, considerando que tal vez va muy rápido. No quiere espantarlo.
Tomioka quiso responder pero sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta, mordiendose los labios por sentir las succiones tan agradables de Obanai contra su cuello.
Podía sentir pequeñas mordidas y lamidas, distingue el interior de la boca de Iguro como húmedo y caliente y es debido a ese pensamiento que puede permitirse soltar gemidos suaves.
A falta de respuesta, pero recibiendo los gemidos, Obanai estuvo bastante feliz y se sintió con la seguridad de seguir subiendo el nivel.
Bajando las manos hasta llegar al borde de la camisa de Tomioka, estando temblando por la emoción que le causan sus propias acciones. Sonríe contra la piel de Giyū y lo sube por completo.
El mayor a penas y pudo responder cuando sus brazos se movieron por si solos, obedeciendo el silencio demandante de Iguro.
Le habían quitado la camisa, Tomioka se apena y quiere taparse, al menos un poquito, pero Iguro lo detiene y su mirada se fija en él, estrictamente en su cuerpo.
—Oh, Dios...
Susurra el menor y su boca parece hacerse agua.
¿En serio? ¿De verdad? ¡¿Por qué Giyū tiene que ser tan guapo y atractivo en cada pequeño aspecto?!
Cada día solo puede confirmar lo mucho que se ha enamorado de este apuesto hombre.
El rostro de Obanai se hunde entre los pectorales de Tomioka y se queda allí un instante.
—En verdad, amor...
Después, gira un poco su mirada y se fija en los brazos de Tomioka.
Cómo lo supuso, tenía unos brazos fuertes.
—... eres un dulce tan bueno, te quiero chupar el relleno...
Y antes de que Giyū pudiera responder, Obanai lo mira con una sonrisa inocente muy contrastante con lo que estaba haciendo.
El menor ladea la cabeza, se le queda observando con dulzura y después habla.
—¿Por qué me miras así? ¿por qué no me tocas?
Es curioso y muy juguetón por como se mueve, queriendose acercar lo más que puede a Giyū, sin necesidad de besarlo.
Quiere escuchar la voz de Tomioka, ha estado muy callado desde que llegaron a la habitación.
Oh, bueno, muy callado desde que comenzaron a ponerse "coquetos".
—Y-Yo...
Tomioka empieza, nervioso, no sabiendo muy bien si debería confesarle a Iguro su inexperiencia.
¿Le molestará que no sepa qué hacer?
Es decir, tiene una idea, más o menos, gracias al libro que le dió Iguro puede decirse que no es un completo ignorante del tema, pero ¿será suficiente para Obanai?
No quiere ser una mala experiencia.
—... no sé que hacer.
Murmura a un costado, con los ojos entrecerrados y evitando la expresión del menor.
—¿E-eh? ¿de qué hablas?
Iguro curva sus cejas curioso y deja de apretar los pectorales de Tomioka, (porque no ha podido quitar sus manos de allí desde hace un gran rato), y sube sus manos hasta el rostro del mayor.
No lo obliga a mirarlo, solo acaricia un poco.
—... n-no he hecho esto antes.
Cómo si fuera posible, Tomioka parece aún más rojo que antes.
—Espera un segundo.
Obanai parece congelarse, parpadea y endereza la cabeza.
—¿Eres virgen?
Pregunta con total incredulidad, con los finos labios en una línea apretada, parece como si no hubiese escuchado bien.
Pero sí que es cierto cuando observa como Giyū asiente consecutivamente, casi asustado, y sus manos dejan de tomar con aquella delicadeza la cintura de Iguro.
—No es-estoy seguro de como complacerte.
Y aunque Giyū solo veía dificultades y desventajas por su nula experiencia, Obanai no pensaba igual.
¿Es virgen? ¡Era tan obvio! ¿Cómo no me dí cuenta?
Cómo siempre, Iguro lo único que vé es perfección y dulzura irradiar de Giyū.
Sonríe nuevamente, un poco más travieso que antes, y vuelve a inclinarse hasta Tomioka, sosteniendo el rostro entre sus manos, besando con suavidad los labios contrarios.
—¿Y cuál es el problema?
Pregunta sobre los labios ajenos, ambos respirando el mismo aire.
—N-No sé qué ha-hacer...
Lo único que consigue Giyū con esa revelación es una risa.
—¿Y eso sería malo por...?
Obanai abraza a Giyū, con mucha fuerza y se hunde en el cuello del mayor, borracho de él.
—Si lo permites, yo puedo enseñarte.
Obanai no espera a que Tomioka conteste, toma sus manos y las pone en su cuerpo, específicamente en el borde de su camisa y alza los brazos.
—¡Vamos, amor! Quítame la ropa.
Giyū duda y traga saliva, estaba ansioso pero complacido de la actitud de Iguro.
Es entonces que, después de un suspiro, decide que hará su mayor esfuerzo en obedecerlo. Aprenderá de lo que el menor tenga para enseñarle.
•~•
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro