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13

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Giyū se sentó en el colchón de Iguro, dándole una pequeña vista al cuarto.

Era una habitación normal, lo que se esperaría de un universitario de su edad.

Un poco de desorden, algunos libros regados en el escritorio, aún así, estaba más limpio que su propia habitación. Pero lo que de verdad lo sorprendió fue la serpiente que anda tan libre por la casa, como si no representara un peligro.

Por prevención, Tomioka se quedó recogido en el colchón evitando hacer movimientos bruscos.

Amor, no le tengas miedo. Kaburamaru es tranquilo.

Dijo Iguro con suavidad, sonriéndole al animal y haciendo un gesto para que se fuera de la habitación, estando ahora completamente solo con Giyū.

—I-Igual me pone nervioso.

Había mentido, la serpiente lo asustaba, pero quién lo tenía con los nervios en alto es Obanai, actuando tan tranquilamente. Cómo si no fuera consiente de lo que harían a continuación.

Tomioka había insinuado cumplir sus deseos, Obanai estaba nervioso pero contento al aceptar. Y Giyū, víctima de sus propias decisiones, no supo cómo negarse y actuar al respecto, a decir verdad, mentiría si dijera que no estaba interesado.

Y ahora que lo observaba, se da cuenta que Sabito no estaba mintiendo. Enserio Obanai era un hombre bastante atractivo.

Tomioka pensó en sus mejores opciones y concluyó que, si ambos querían, podrían hacer algunas cositas.

¿Tal vez besos?, sabe que no ha hecho eso nunca. ¿Su nula experiencia sería una molestia para Iguro? Evita pensar en malos escenarios.

Se llena de valor y las palabras las siente presionar contra su lengua.

—¿Sabes? Ahora que te veo bien, me dí cuenta de algo.

Pero Obanai le gana la palabra y esa petición tan vergonzosa muere antes de ser expulsada.

Tomioka se remueve y evita el contacto con esos hermosos ojos.

—¿Qué cosa?

Tomioka contesta, encogiendose más cuando ve como Obanai se acerca hasta el colchón y se sienta a un lado, sin quitarle los ojos de encima.

Eres el adorno perfecto para mi dormitorio.

A comparación con los anteriores, es hasta divertido, y Tomioka contesta riendo. Ya se está acostumbrando a las coqueterías de Obanai.

Es por eso que se acerca aún más a Iguro, tranquilizando su respiración pero manteniendo la sonrisa para él, Obanai reúne las fuerzas para no apartarse de los nervios.

—Con gusto me quedaría en tu habitación el tiempo que quieras.

Iguro traga saliva de manera audible, reprime la sonrisa de victoria y felicidad que siente cosquillar desde sus entrañas,

—Pero a cambio, ¿me permites besarte?

Obanai casi puede desmayarse en los brazos ajenos, esa manera tan delicada y agradable de tomarlo por las mejillas lo estaba haciendo temblar.

—B-Besame ya.

Llegó un punto donde la lentitud era molesta, Obanai se anticipó a los labios suaves y seductores de Tomioka con emoción, cerrando los ojos con fuerza cuando el aliento ajeno chocó contra su cara.

Se rozaron ambas bocas, un pequeño masaje de labios filtró la valentía de Tomioka, el mayor estuvo a punto de alejarse, pero Iguro terminó por hacer el trabajo. Ni siquiera se dió cuenta de la vacilación en los movimientos de Giyū, piensa que el más alto lo único que quiere es desesperarlo, cosa que no tiene sentido porque ya lo está.

Ahora lo tiene besándolo suavemente, al borde de la desesperación por las ansias de saborear la boca de Giyū con su lengua. Quiere más, es una mala costumbre que tiene a la hora de hacer cosas como esta.

Siempre quiere tomar más y más. Comienza cediendo ante el contrario, actuando como su amante quiere, pero en algún momento Obanai se altera, quiere el control y lo toma de cualquier manera.

Debería hacer eso ahora, ya tiene a Tomioka besándolo, ¡debería desear más de lo que está obteniendo! Pero no hace ningún movimiento fuerte. Su piel y huesos se deshacen en las manos ajenas, Giyū lo besa lento, suave, como si quisiera vivir y recordar este beso como el más romántico del mundo, y Obanai es incapaz de corromperlo.

Obanai estaba muy enamorado como para pensar solo en si mismo, y es que tampoco se siente inconforme. Esos labios tibios lo besan con torpeza, si se esfuerza lo suficiente podría sentir el temblor del cuerpo de Giyū, ¿o tal vez ese temblor sea Iguro sintiéndose nervioso?

Obanai se sentía como tonto, actuando como si este fuese su primer beso y Giyū... vamos, él era muy guapo como para no haber besado a nadie antes.

Esa tarde se grabaría en la mente de Iguro como la mejor de su vida.

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