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Tomioka observa a Obanai comer su helado de chocolate, sorprendiendose de lo lindo que se ve degustando el sabor de la crema.
Era tierno, aunque ambos seguían en silencio. Iguro bastante contento, en su mundo, fantaseando en más ideas para mejorar la cita, con muchas ganas de llegar a casa para...
Bueno, cualquier cosa que hagan será muy bien recibida, a este punto hasta la idea de solo sentarse a conversar era excelente.
Obanai sonríe con ternura cuando ve a Tomioka, bastante tranquilo comiendo su helado e Iguro no pudo evitar pensar en que son tal para cual, ¡Giyū se fue por un helado de vainilla dulce! Es decir, lo opuesto de su elección.
¡Eso quiere decir que son polos opuestos!
Y es bien sabido que ambos lados son muy atrayentes entre si.
El joven estaba tan enamorado que le pareció la cita más romántica en la que ha estado antes.
En cambio, Tomioka seguía con la mirada evitativa, o al menos no quiere observar a Obanai mientras este lo esté mirando, podría hacerlo sentir incómodo.
Quiso abrir la boca para decir algo, pero su cerebro no le ayudó a romper el hielo, y es entonces que prefirió comer en silencio. Llenando, sin querer, sus mejillas con la crema.
Era lo común con Giyū, no importa lo que entrara a su boca, siempre debía llenarse un poco de eso.
—Tomioka.
—¿Mmh?
Obanai parpadeó incrédulo, viendo como las mejillas de Giyū estaban regordetas por las galletas, a los costados pequeñas manchas blancas de crema helada, pero más allá de eso, los ojos azules sobre él brillando.
¡No puede ser! ¡¿Por qué tiene que verse tan tierno?! Los pensamientos de Obanai solo podían resumirse en cientos de halagos hacia el mayor.
—T-Tienes un poco de cosa allí.
Dejó la cucharilla dentro de su helado y Obanai se señaló la mejilla para indicarle que tenía la cara sucia, y al ver como Giyū se sonrojaba lo hizo sonreír.
—Oh, sí, desde pequeño soy un desastre comiendo.
Admite riendo, la risa más hermosa que Iguro había escuchado hasta ahora, y su enamoramiento solo pudo incrementar cuando Tomioka sacó su lengua para limpiarse una parte de su boca, no preocupándose demasiado.
—No te preocupes, cuando terminemos voy a...
Las palabras del hombre se congelan cuando se da cuenta de lo cerca que está Iguro, inclinado sobre la mesa para llegar hasta él, seguramente con la intención de limpiarlo.
—I-Iguro.
Obanai ni siquiera se dió cuenta de sus acciones, a veces solo se deja llevar por el momento y la falta de vergüenza.
—Como quisiera...
Tomioka se lame los labios y suelta otro suspiro nervioso por el menor.
—Como quisiera que limpies mi crema así...
Antes de que Giyū pudiera comprender lo dicho, Obanai lame la comisura de su labio, limpiando la gran mancha de helado.
Tomioka siente que su garganta se encoge, Obanai piensa que ha hecho la cosa más romántica de su vida.
Y así, Iguro se aleja y vuelve a su helado, sonriendo con victoria mientras saborea el sabor a vainilla.
—Uh, es muy dulce.
Obanai se queja, esperando una respuesta de Giyū, pero no obtiene nada. Tomioka parece tan nervioso y hecho de piedra que por un momento se preocupó.
El azabache mayor se sintió igual de nervioso que la primera vez.
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