06
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La castaña se comía las uñas mientras expresaba su nerviosismo. Caminaba de un lado a otro, y su amiga, Hyein, la miraba con fastidio antes de detenerla.
—¡Ya, Danielle! —la interrumpió.
—. Está bien. —Inhaló y exhaló tranquilamente.
—Deséame suerte.
—Pero tú siempre dices que la suerte es para gente de bajo intelecto, que no comprende que solo son probabilidades del 0 al 100 —respondió la pelirroja.
—Es mi primera cita, Hye.
A veces me a pendejo. —dijo la castaña.
Derrotada, la pelirroja siguió a su amiga. Había ido pedirle que fueran juntas a ver el estreno de la película Oppenheimer, sin saber que Danielle tendría una cita. Fue solo para perder su valioso tiempo.
La castaña llevaba un vestido café h informal, unas zapatillas bajas, una pañoleta y una cámara colgando del cuello. A su parecer era el atuendo perfecto para ir al museo y a su primera cita.
Haerin le había enviado un mensaje para reunirse en el museo y que ya no la pasase a buscar.
(..)
Ya en el museo.
A lo lejos, vio a una chica con un gorro de gato y la identificó rápidamente. Se acercó a ella y le tocó el hombro.
—Hola.
—Hola, Danielle.
—Te abrazaría, pero dice "no tocar las obras de arte" —señaló un pequeño letrero en la entrada del museo.
Un ligero sonrojo apareció en el rostro de la pelinegra. No sabía de dónde ella sacaba esos bonitos piropos.
—Ya compré las entradas —dijo Haerin, sacando a la castaña de su ensoñación.
—. Entremos entonces. La comida la invito yo.
Nerviosa, Haerin tomó la mano de la castaña y dijo.
—Está bien, vamos.
Así, tomados de la mano, las dos jóvenes tuvieron su primera cita. Sus destinos habían esperado pacientemente por ese día.
—Haerin —llamó la castaña cuando estaban en la sección de prehistoria.
— ¿Qué sucede? —la nombrada quitó sus audífonos de la audioguía y la miró expectante.
—Cuando te multen por exceso de belleza, pagaré tu fianza —halagó feliz.
—Dani, no digas eso, me avergüenzo —cubrió su rostro.
La castaña sonrió, mostrando su bonita sonrisa.
¿Acaso la preciosa Haerin le había puesto un apodo?
—Me dijiste Dani —soltó emocionada.
—Yo lo lamento, Danielle .
—No te preocupes, yo te diré Hace. —acarició el pulgar de la pelinegra delicadamente para indicarle que no estuviera nerviosa.
Continuaron avanzando hacia el segundo piso, donde encontraron la exposición de Van Gogh, la favorita de ambas. Atentos a las charlas de los guías, perdieron la noción del tiempo.
Habían pasado aproximadamente dos horas cuando el líder del tour terminó con una cita de Van Gogh.
Aplausos se escucharon en el lugar. Había sido una magnífica exposición de arte, y las dos enamoradas salieron del museo.
—¿A dónde te gustaría ir a comer? —preguntó la castaña mientras se quitaba la liga para soltar un poco su cabello.
—¿Te gustan las hamburguesas?
—Sí, me gustan —respondió Haerin jugando con sus manos tras la espalda.
—¿Qué sucede, Hae? —se atrevió a decirle por el apodo.
—Acércate, ven —le indicó que se agachara un poco, ya que Danielle era unos centímetros más alta en comparación a ella.
Lo siguiente fue que Haerin dejó un pequeño beso en la mejilla de la castaña y habló rápidamente:
—Nos vemos en McDonald's —para luego salir corriendo.
Como una boba enamorada, Danielle puso su mano en la mejilla, su chica era muy tierna para su débil corazón.
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