01
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—Ni con todas las fórmulas del mundo podría despejarte de mi mente —murmuró Danielle a la nada.
¿Cómo se había enamorado de Haerin? El detonante fue ver esa sonrisa maravillosa en forma de gomita.
Justo ahora se encontraba acostada en su cama aburrida, hace unos minutos había enviado un mensaje a Hyein, pero no le respondía y la castaña lo atribuía a que de seguro su amiga estaba formulando una nueva idea para el proyecto de este año.
Minutos más tarde, cmo su amiga no le respondió, Danielle encendió el televisor, para su buena suerte estaban pasando su serie favorita ' The BigBan theory'
Estuvo mirando el televisor cerca de una hora y no fue hasta que su estómago le pidió comida, que la castaña, como toda joven independiente de otra ciudad, salió a comprar un ramen.
Camino unas dos cuadras hasta el eleven, había algo frío, cuando llegó al local saludó al chico de la caja, era un viejo amigo, Minho se llama.
Fue en dirección de las pastas, vio el estante de ramen, nt3a de llegar a tomar su marca favorita, vio a una chica con demasiados abrigos que no alcanzaba los ramen con queso picante, como toda alma con deseos de ayudar, Danielle se los alcanzo y luego se lo dio.
—Haerin —habló con sorpresa Danielle.
—Este... hola, gracias y adiós. —La pelinegra se quería meter debajo de una piedra, de seguro el destino le estaba jugando una broma —¿si me das permiso?
Si Haerin se movía a la derecha, Danielle le impedía el paso, eran como dos niñas jugando.
—¡Yah Danielle! mi papá me va a regañar —le reclamó con falsa molestia.
—Está bien, me rindo —se hizo a un lado —buenas noches.
Haerin pasó rumbo a la caja y fue cuando la castaña la llamó.
—Espera —la pelinegra se detuvo.
—Si no existiera la gravedad, yo igual caería ante ti.
A Haerin se le colorearon las mejillas de color rojizo y eso que aún no había comido el ramen picante. Danielle sonrió al lograr su cometido, había hecho sonrojar a la chica por primera vez, bueno, ella creía que era la primera vez.
—Muy bueno, sí, ajá —fingió Haerin desinterés al piropo.
—Hace demasiado frío, mira hasta mis cachetes están rojitos —se señaló a sí misma, tratando de desviar el tema.
—No creo que haya sido el frío —Danielle alzó sus cejas a modo de celebración.
—¿por qué me dices estas cosas? —cuestionó Haerin.
—¿No es obvio? me gustas — eso hizo que la pelinegra saliera corriendo de la tienda sin ningún ramen picante, pues si se hubiera quedado más tiempo, Danielle habría visto la enorme sonrisa que se formó en su rostro.
La castaña chasqueo la lengua, quizá Hyein tenía razón, debía darle su espacio, puede que en verdad la esté asustando.
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