VIII
🔮
—no lo sé, creo que me veo a mí en ti.— Taehyung dijo mirando sus labios y después sus ojos.
Jungkook lamió sus labios un segundo y siguió besándolo. ¿por qué no podía parar de hacerlo?
Pero tuvieron que detenerse porque toda la habitación tambaleó haciéndolos caer de la cama, al parecer habían chocado con algo. Enseguida Taehyung se levantó y corrió a crujía donde se dió cuenta que habían llegado a una parte muy baja del lago en el que estaban y el barco tocaba suelo.
—creo que es lo más lejos que nos llevará el barco.— GianShi dijo sonriendo culpablemente.
—¿tu crees?— Taehyung preguntó sin una pizca de molestia. —bien, se quedarán tres a cuidar mi Esmeralda y los demás seguiremos a pie, seleccionó a sus tres tripulantes, bajando con él Jungkook, el Comodoro, GianShi y otro tripulante más de nombre YugKey.
Todos se habían preparado con abrigos pues el frío era bastante y tenían que caminar por el agua helada que aún les llegaba a las rodillas, se sentía tensión en el aire.
—¿no podemos ir por la tierra en vez de agua?— señalando la jungla de un costado a ellos dijo el Comodoro temblando.
—no, la jungla es de habitantes oscuros nada amigables, están muertos y no dudarán un segundo en habitar su piel.— Taehyung explicó caminando.
—¿no es seguro?— Jungkook preguntó también temblando.
—lo estás mientras estés en el agua.— le respondió mirándolo brevemente.
A lo lejos observaron una casa dentro del lago, sin tocar la orilla de la tierra, parecía una casa distante pero conforme daban un paso parecía que la casa también se acercaba a ellos.
—Taehyung, ¿qué hacemos aquí?— Jungkook se acercó a cuestionarle casi al oído.
—Eris, Diosa del agua.— Taehyung respondió y en segundos llegaron a las escaleras de la entrada, sólo subió Taehyung. Y antes de que tocara con su mano la puerta enseguida abrió una mujer alta, delgada, con cabellos negros como la noche y piel blanca como la leche, ojos de color agua como el lago, azul reluciente. —Capitán.— saludó de agradable humor y un tono de voz precioso.
Taehyung se acercó y le dió un beso en los labios.
Jungkook sólo pasó saliva, se veía tenebroso el ambiente pero ella parecía ser diferente.
Ella se rió angelicalmente. —siempre es un placer verte, adelante.— se quitó de la entrada dejándolo pasar.
—traje a alguien que necesita verte.— Taehyung se quitó de enfrente dejándola ver a los demás.
—oh eres tan falto de modales, hubieras mencionado que tenía que estar para la ocasión porque a la realeza me haz traído.— sonrió agradablemente mirando a Jungkook quien se incomodó de la mirada.
—todos, adelante.— ella los dejó entrar.
Pasaron detrás de Taehyung y dentro de aquella casa llena de relojes, ramas y artilugios de todo tipo el frío se había desvanecido, quitándose los abrigos enseguida.
El comodoro se sentía incómodo así que eligió una esquina sobre una escalera para quedarse y Jungkook se quedó cerca de la puerta, quieto.
—bienvenido Jeon Jungkook, no es mentira que tienes unos ojos preciosos.— Ella enseguida puso té y dijo mirándolo de reojo.
Taehyung se puso a mover cosas que veía por ahí.
—creo que tal vez Taehyung exageraba al decir eso pues los tuyos son muchísimo más impresionantes.— Jungkook dijo cruzando las manos, nervioso.
—¿quién dijo que lo mencionó Taehyung?— ella se giró con una sonrisa.
Jungkook y Taehyung se miraron unos segundos y regresó su vista a ella.
—me lo dijo el mar, hace unos días cuando nadaste en el la bahía de los deseos, abriste tus ojos bajo el agua y fue precioso honestamente.— ella sonrió y empezó a servir sólo tres tazas de té le extendió una a Jungkook y le indicó beber.
—gracias.— Jungkook trataba de lucir tranquilo aunque la situación en sí era desconcertante pero al ver que Taehyung tomó una taza y con confianza bebió, él hizo lo mismo.
Ella extendió su mano a Taehyung. —por cierto.— sin quitarle la mirada al Príncipe.
Kim enseguida le dió las monedas que tomó de la bahía.
Ella las tomó, las miró y se acercó a quitarle la taza a Jungkook de las manos metiendo la moneda en ella y enseguida parecía deshacerse, convirtió la bebida en arena en tan sólo un par de segundos.
Jungkook y el Comodoro se observaron mutuamente asombrados.
—tranquilos, sé que la vida en el reino es insípida pero aquí sabemos divertirnos.— ella de gran humor volteó a la mesa la taza de Jungkook, dejando la arena en un montón, con su mano le indicó sentarse frente a ella.
Él lo hizo y ella se sentó frente a él.
Ella le extendió la mano a Jungkook, quien le dió la mano sin saber.
—no querido, dámelo.— señaló su cuello.
Jeon abrió un poco su camisa y sacó su relicario, dudando para dárselo.
—confía, te lo devolveré, ya he visto uno como ese.— Ella bromeó y soltó una pequeña risa al final.
Jungkook miró a Taehyung y él asintió.
Se lo dió y ella lo dejó sobre la arena, en segundos flotó sobre ella y se abrió dando una luz qué hacía que toda la habitación se oscureciera. La luz empezó a moverse creando figuras, enseguida se vio la silueta de una mujer que en segundos empezó a convertirse en dos personas, claramente era Jungkook con una dama, estaban sujetados de las manos.
GianShi observó a Taehyung quien no despegaba su mirada de la luz.
Jungkook suspiró cuando las siluetas se dieron un beso, después la silueta de él sacaba un relicario y lo colocaba en el cuello de la chica.
El Comodoro se levantó de donde estaba y se acercó a ver con más claridad lo que la luz reflejaba.
Después la silueta de ella subía a un barco y Jungkook la observaba alejarse y alejarse, la silueta del príncipe cayó de rodillas llorando, sufriendo.
El príncipe al verse a sí mismo así sacó una pequeña lágrima que rodó fugazmente por su mejilla.
Taehyung lo miró a él.
Después la silueta de Jungkook abrió los brazos y aparecía la silueta empapada de la mujer entre sus brazos, muerta. Entonces la marea se la llevó nuevamente al mar y Jungkook corrió al agua tratando de ir tras ella.
—quieres ir por ella al mar de los muertos.— ella susurró mientras veían la silueta de Jungkook ahogarse más y más para alcanzarla.
Entonces todo se detuvo pues el Comodoro había tomado el relicario en su mano, cerrándolo. —¿Margareth?— preguntó en reproche.
Jungkook estaba aturdido por lo visto recientemente, no respondió.
—no hay ningún tesoro, nos ha engañado.— El comodoro empezó a gritarle.
—no se grit-.— ella comenzó a hablar pero Jungkook también gritó poniéndose de pie.
—tú sabías que la llevaban a su muerte.— enojado, perdiendo la calma.
—yo sirvo al rey, usted aún no tiene el poder de tomar decisiones y regresaré con o sin usted a decirle la verdad al rey.— el Comodoro aventó a la mesa el relicario y tomó su abrigo, se lo colocó, caminó hacia la puerta y salió.
Sólo alcanzó a escuchar el seguro de un arma quitarse pues antes de que pudiese girarse a ver, una bala había atravesado su pecho haciéndolo caer al lago inmediatamente muerto; a manos de Jungkook.
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