Capítulo 9
CAPÍTULO 9
Aquella tarde, Caroline discutía con Michael en el despacho de su padre, pues su familia estaba en el salón y no quería que escucharan sobre aquello...
- ¿Cómo es que tienes que irte? – Preguntaba la chica enfadada, haciendo que su prometido odiase marcharse de su lado, pero no podía quedarse, debía buscar inversores para su revista.
- La revista está teniendo problemas financieros, necesito encontrar inversores, hay dos inversores interesados, pero tengo que ir a Nueva York – Le comentaba el hombre, haciendo que la joven entrase en razón, pero parecía estar mucho más molesta que antes – Te prometo que volveré en cuanto pueda, es más te llamaré todos los días – le aseguraba el muchacho con sinceridad – Además, no estarás sola esta vez, tus hermanas están aquí.
Antes de que la joven pudiese seguir desafiándole con sus palabras, Josh entró en la habitación seguido de sus cinco pupilos, haciendo que Caroline quedase totalmente descubierta frente a Joseph...
- Valla chicos, estabais aquí – Se disculpó el hombre, mientras hacía una señal a los jóvenes para que entrasen en el estudio – Necesito disponer de mi estudio. Así que, si no os importa...
- No te preocupes papá, ya hemos terminado – Respondió la muchacha enfadada, saliendo de la habitación, antes de que Michael pudiese detenerla.
- No te preocupes, se le pasará – Le reconfortó el señor Hasting a su futuro nuero. Mientras posaba su mano sobre su hombro – Y ahora si no te importa, tengo una segunda ronda que preparar. Bien, id colocándoos alrededor de la mesa por favor – les indicaba Josh a sus discípulos, después de que su nuero hubiese abandonado la estancia.
- Eh, ¿quién es el tipo que estaba con la hija del señor Hasting? – Preguntaba Joseph a su compañero, al mismo que le había cedido aquella hoja la primera vez, mientras el resto de alumnos se acomodaba en sus sillas alrededor de la mesa.
- ¿te refieres a Michael Jones? – Preguntaba otro chico tras ellos, que se había rezagado y acababa de entrar tras ellos por la puerta. Joseph miró a este con cara de pocos amigos, pues no le gustaba que se metiesen en sus conversaciones privadas – Es el dueño de una de las más reconocidas revistas de arte del país, de la revista "Art is my passion" – Añadía el muchacho, orgulloso de ser el único que conocía aquella información.
- ¿Me estáis escuchando los de ahí atrás? – Se hacía notar el señor Hasting – He dicho que cada uno de vosotros dispondrá de un lienzo, necesito que trabajéis durante los próximos 15 días en una pintura, algo que os inspire la siguiente música que voy a poneros. – Proseguía mientras señalaba hacia el fondo del estudio, donde disponía de un viejo reproductor de vinilos. Cómo ya sabréis el arte no sólo engloba a la pintura, también a la música, la escultura, la literatura... cualquier tipo de actividad realizada por el hombre que requiera de la imaginación, de presentar en un lienzo, en un pentagrama, en un trozo de papel o en un trozo de barro cualquier mundo imaginario que tengamos en nuestro interior. En el arte, todo es posible. – Concluía mientras hacía una seña para que se levantasen y agarrasen los lienzos – Podéis utilizar mis pinturas, o bien podéis traer las vuestras propias, necesito que vengáis aquí todos los días hasta que cumpla el plazo, ese mismo día, ese martes, deberéis entregarme vuestras creaciones estén terminadas o no. Y ahora, como veo, que algunos no traéis el material, y ya que no disponemos de material suficiente para todos, os dejaré marchar, pero debéis estar aquí mañana a las cuatro de la tarde.
Todos se levantaron ordenadamente y se dispusieron a salir por la puerta. Mientras Joseph volvía su mirada hacia su compañero nuevamente
- Eh tú - le llamó – Aún no se tu nombre – se disculpó admirando la cara del muchacho.
- Me llamo Marco, vengo de Italia. Y ¿tú? – Respondía el chico bastante calmado y alegre de haber hecho un nuevo amigo.
- Yo soy Joseph, vengo de Viena. – Respondió este, estrechando la mano de su compañero.
- Y yo Will, vengo de Canadá – Añadió aquel chico irritante de nuevo, haciendo que los dos amigos mirasen hacia él, malhumorados, pues estaban cansados de que aquel chico metomentodo se metiese en sus conversaciones.
Apenas unos minutos más tarde, Caroline hablaba con su triste hermana Candice, la cual añoraba demasiado a su esposo, pues se había pasado los últimos días de reunión en reunión y apenas había tenido tiempo para llamarla...
- No te preocupes, si te ha dicho que estará aquí para el cumpleaños de papá, estará – la tranquilizaba su hermana, ambas se encontraban en el jardín y el sol había comenzado a ocultarse.
- ¿Cómo puedes tener tanta confianza en qué lo hará? – preguntaba su hermana entristecida, mientras derramaba una lágrima.
- Es Myung Wol, el siempre cumple su palabra – respondía mientras le acercaba a su hermana su propio pañuelo para que secase sus lágrimas. – Eres preciosa, siempre te he admirado por tu forma de ser, por pelear por lo que quieres, enfrentándote a cualquier cosa...- comenzaba la muchacha de nuevo, recordando como su hermana se había enfrentado a su madre para que aceptase su matrimonio con el que ahora era su esposo.
- Tan sólo le demostré a mamá que ya no era una niña, eso es lo que tú debes hacer, demuéstrale que eres mayor para tomar tus propias decisiones – Manifestaba su hermana adivinando lo que esta estaba pensando. Pero al mirar el rostro triste de su hermana cambió su táctica - ¿Sabes algo? Cuando estabas en el instituto y papá te enseñó a pintar, mamá se enfadó bastante con él, porque no quería que tú te dedicaras a eso. – Reconoció dejando a la muchacha totalmente sorprendida con aquello, pues no sabía que su madre le había recriminado sobre aquello a su padre, tan sólo pensó que su padre se había cansado de enseñarle. – Y desde entonces, él se ha sentido frustrado... ¿sabes por qué papá está buscando un aprendiz? – preguntó admirando como la joven negaba con la cabeza, con ojos abiertos como platos, pues necesitaba saber aquello que su hermana le contaba – El necesita compartir su saber, necesita delegar todo lo que sabe, todo lo que ha aprendido... Sé que a él le hubiese gustado que fueras tú, pero a causa de la negativa de mamá en este asunto, el decidió buscar a alguien más. – Caroline tragó saliva, comprendiendo entonces la frustración de su padre, la razón de porque no quería permanecer demasiado tiempo con ella en la misma habitación, se sentía cohibido a causa de su esposa.
- Me encantaba pintar... - Comenzaba la muchacha con lágrimas en los ojos, mientras recordaba el hermoso sentimiento que sentía cuando podía plasmar la belleza en un lienzo – Era la única forma de sentirme libre. – Reconoció finalmente, pues en los últimos días se había sentido bastante controlada por su madre, y recién ahora comprendía, que siempre lo había estado, su madre siempre había tomado las decisiones por ella, sin importarle lo que sentía realmente.
- ¡Chicas! – las llamó Bárbara, haciendo que estas la mirasen asustadas, ya que las había cogido por sorpresa - ¿Qué hacéis ahí todavía? Como si no lo supiera... las dos llorando por las esquinas – Admitía, negando con la cabeza – No, no voy a permitirlo, subid a cambiaros que nos vamos de fiesta – Anunció mientras zarandeaba a sus hermanas para que se preparasen para salir.
- ¿De fiesta a dónde? – Preguntaba Caroline, sabiendo que la respuesta de su madre al saber sobre aquello sería un rotundo no – Mamá no me dejará ir – Aclaró admirando como su hermana mediana ponía los ojos en blanco.
- ¿En serio? ¿Pero qué edad tienes? ¿Aun no dejaste de usar los pañales y el chupete? – Preguntaba su la muchacha con ironía moviendo la cabeza y los brazos de forma exagerada – En ese caso bebita Caroline tendremos que ponerle el pijama y darle el biberón, ni modo no podremos llevarla con nosotras.
- Ja, ja, ja, que graciosa – Respondía su hermana en tono sarcástico – Vamos a arreglarnos Candice – Añadió en tono desafiante mientras se dirigía a la casa.
- Bárbara, no seas tan dura con ella – le regañaba su hermana mientras se ponía en pié y caminaba junto a ella hacia la casa - ¿a dónde vamos, por cierto?
- Armando, el amigo colombiano de Collins a alquilado la mansión Roseworld y ha montado una fiesta, acabamos de enterarnos – Decía su hermana con bastantes ganas, parecía estar de buen humor – Ahora, eso sí, os tengo que advertir. No es una fiesta de ricos – Dijo ante una atónita Candice, que sabía muy bien a lo que refería su hermana.
- ¿Estás loca? No podemos llevar a Caroline allí. ¡Si mamá se entera arderemos en la hoguera! – Le espetaba está preocupada, mirando hacia ambos lados para cerciorarse de que su madre no estaba cerca.
- Relax, hermana. Apuesto a que nunca habéis ido a una fiesta de ese estilo. Lo pasaréis en grande. – Le aseguraba ésta, entrando en la casa y dejando a su hermana patidifusa por aquella noticia.
Caroline se vestía con sus mejores vestidos, cuando su hermana Bárbara entró en su habitación sin llamar, haciendo que ésta se tapase sobrecogida...
- ¿Pero qué estás haciendo? ¿no sabes llamar? – Preguntaba mientras su pulso volvía a la normalidad. Observando cómo su hermana cerraba la puerta y se dirigía al armario de la muchacha.
- ¿Pero que es todo esto? – Preguntaba su hermana admirando la ropa de Armani de la muchacha.
- Es mi ropa – Respondía esta con cara de pocos amigos.
- Ya me he dado cuenta de que eres una sosa imperdonable – Le acusaba la muchacha mientras le quitaba los vestidos que esta había agarrado y los colocaba en su lugar
- ¿Perdona? – se quejó de que su hermana tuviese el deshonor de venir a insultarla en su propia habitación.
- Nada de esto sirve – Respondía la muchacha mientras cerraba el armario de golpe y jalaba de ella hacia el exterior de la habitación – Tendremos que ver si tengo algo que te quede.
- Tengo vestidos de 500 dólares ...- comenzaba de nuevo la muchacha, pero su hermana no la escuchaba, abrió la puerta de su habitación y se dirigió hacia su armario.
- Haber que tengo por aquí... - Decía mientras rebuscaba en su armario – ah, aquí está, prueba con esto – Añadió lanzándole unos vaqueros cortos – haciendo que su hermana la mirase horrorizada.
- ¡No pienso ponerme esto! – negó mientras miraba aquella corta prenda, pero su hermana no la escuchaba seguía buscando en su armario y tirándole cosas. Le lanzó una camiseta escotada negra con bordados de florecitas en rojo y una chaqueta de cuero – ¡Estás loca si crees que voy a ponerme esto!
Una media hora más tarde, Collins esperaba en su hermoso descapotable negro, donde Candice, ya montada en el coche tarareaba una cañera cancioncilla que se escuchaba en la radio. La muchacha llevaba unos vaqueros, una camiseta negra con escote y una chupa de cuero roja, su pelo estaba algo aleonado hacia un lado, y llevaba sus inseparables pendientes de argolla. El muchacho lucía unos pantalones vaqueros algo gastados que usaba para eventos como aquellos, una camiseta blanca y una chaqueta negra de lino. Ambos quedaron boquiabiertos, cuando vieron aparecer por la puerta a Caroline, seguida de Bárbara. La sorpresa se la habían llevado al ver a la benjamina del grupo vestida de aquella forma tan cañera, casi parecía una estrella de rock, su hermana mediana sonrió con malicia mientras observaba la cara de disgusto de la joven, que se hallaba frente a ellos con los brazos cruzados.
CONTINUARÁ...
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