Capítulo 7
CAPÍTULO 7
Caroline se encontraba junto a los caballos, en la parte posterior del jardín, aquel era el lugar donde solía ir a refugiarse tras haber discutido con su madre cuando era una niña. Y ahora se sentía de la misma forma, estaba contrariada de que su madre dispusiese de su vida a su antojo. Había estado planeando aquel viaje con sus hermanas durante mucho tiempo, y ahora su madre le salía con que debía quedarse para cuidar de su padre. Cada vez que tenía la oportunidad de viajar, de ver mundo, de relacionarse con otros, su madre siempre terminaba estropeándolo, cortándole las alas, como si no aprobase que pudiese realizar planes por sí misma.
Miró hacia arriba esperando ver las estrellas, pero se percató de que los árboles que cubrían aquella zona estaban totalmente cubiertos de luces, haciendo que fuese imposible vislumbrarlas.
Posó su mano sobre la cabeza de su caballo, Filipo, que era de un marrón oscuro y magistral, tan sólo la cola y los cabellos eran negros, y tenía una hermosa manchita de color blanco en la frente. El caballo volvió su cara hacia ella, admirándola, era como si pudiese reconocer a su dueña. Bajó la mano lanzándole entonces una mirada de complicidad a su caballo, por alguna razón, aunque no pudiese hablarle, sentía que el caballo comprendía su sufrimiento, pues había vivido junto a ella todos aquellos años, siempre que había tenido una pelea con su madre había recurrido al caballo para contárselo, y a pesar de las barreras del idioma, sentía que la entendía, que era su único amigo.
- Veo que aprecias los caballos – Dijo una voz tras ella, pero no se volvió, pues sabía exactamente quién era. Se trataba de aquel chico pedante de la fiesta, aquel con el que había bailado hacía tan sólo unos minutos – Es algo más que tenemos en común. – Continuó posándose junto a ella, admirando una vez más la belleza de la joven. - ¿ocurre algo? – preguntó al notar el rostro de la muchacha – Una belleza como vos, no deberíais estar triste – Proseguía en tono galán, haciendo que ella sonriese alagada. – Ven, quiero enseñarte una cosa – Dijo, haciendo que la joven le siguiese por la puerta trasera de la casa.
- ¿Dónde vamos? – Preguntó la joven preocupada, pues aquello no estaba planeado, de nuevo volvía a sentir aquel sentimiento de libertad, se sentía confundida, pero agradecida de poder tomar sus propias decisiones.
- Muéstrame la galería de tu padre – Dijo cuando estuvieron cerca de la sala de celebraciones.
Caroline le miró temerosa, pues temía que su padre pudiese descubrirla en la galería, pero aquel sentimiento se esfumó rápidamente, pues al sentir que podía tomar sus propias decisiones, que podía sentir aquella adrenalina recorriendo cara poro de su cuerpo, se sintió gratificada de poder experimentar algo así por ella misma. En aquel momento, tras agarrar la mano de él, salió al exterior, de nuevo a aquel jardín, haciendo que él la mirase contrariado.
- Conozco un atajo – añadió ella sonriente, mientras rodeaba la piscina y se dirigía a la galería de su padre a través de los ventanales que daban al jardín.
Mientras tanto, en la fiesta, Candice discutía nuevamente con su madre, pues se sentía afligida de que la mujer volviese a destruir los sueños de su hermana pequeña...
- ¿Por qué haces esto, mamá? – Le inquiría su hija, en el pasillo, para que los invitados no pudiesen escucharlas - ¿Acaso Caroline no te ha obedecido siempre en todo? ¿No ha hecho siempre todo lo que le has ordenado? ¿por qué tienes que volver a destruir sus sueños? Ella había puesto todas sus ilusiones en este viaje, y sabes cuánto adora ella el arte. ¿Crees que por que la alejes del arte va a gustarle menos?
- No quiero este mundo para ella. Tu padre ha sufrido demasiado, no quiero que ella se dedique a esto. – le espetaba la mujer preocupada.
- Ella ama pintar, ¿acaso has visto la dedicación con lo que lo hace?
En la otra parte de la casa, en la galería del señor Hasting, Caroline admiraba encantada uno de los primeros cuadros de su padre, se titulaba "invierno en Lisboa", podía apreciar el sentimiento que le provocaban aquellos colores fríos.
- Esta es mi pintura favorita – dijo ante una atónita muchacha, ya que también era la suya – Invierno en Lisboa, uno puede sentir por medio de esta pintura cuan frío será el invierno allí.
- Pero a su vez, puedes notar su calidez, porque esa persona lo está acercando a ti – aclaró la chica, haciendo que él la mirase sorprendido, pues no había esperado que ella pudiese sentir las cosas desde su mismo punto de vista.
- ¿Alguna vez has estado en Lisboa? – Preguntó dejándose llevar por aquella necesidad de saber más sobre aquella chica que era tan parecida a él, pero tan diferente al mismo tiempo - ¿En Dublín? ¿En Viena?
- No, nunca he salido de aquí – Respondía la muchacha con melancolía, pues ya comenzaba a pensar que nunca lo haría, pues todos sus intentos por hacerlo siempre eran derrocados por su madre.
- No temas, te llevaré – añadió él, haciendo que ella le mirase boquiabierta, pues nunca hubiese esperado que el respondiese algo como aquello, sabía que lo hacía para reconfortarla, pues no era posible que fuese cierto, ella nunca podría viajar a ninguna parte con él – Te llevaré a Lisboa, a Paris, a Viena, a España. Puedo enseñarte la belleza que se oculta tras el velo de un lienzo, puedo mostrarte el mundo de una forma que nunca antes has podido percibir.
- Me encantaría poder creerte... - comenzó ella apenada, pues una parte de ella lo deseaba, deseaba poder viajar por todo el mundo, pintando lo que le apeteciese, visitando galerías de arte... pero su madre nunca se lo permitiría.
- Entonces confía en mí, algún día, lo haré – Prometió Joseph, mientras le lanzaba una pícara mirada
- Tú... ¿también pintas? – preguntó curiosa, pues deseaba poder apreciar su arte, después de haberse deleitado con sus palabras.
- ¿Quieres que te lo muestre? Posa para mí – Pidió mientras agarraba un trozo de papel y sacaba el bolígrafo de su chaqueta. Ante este comentario Caroline no pudo evitar sonreír divertida – He logrado que sonrías, creo que eso merece lo que pido.
- El verdadero arte de un artista, está en pintar de memoria, ¿de qué sirve mirar una modelo y resaltar sus detalles? Creo que si puedes pintarla de memoria tendrá más merito que si lo haces de esta forma, aunque olvides algún detalle.
- Estoy de acuerdo contigo. Lo haré entonces – Concluyó, pero al ver el rostro de la chica añadió algo más – Te pintaré de memoria.
Caroline sonrió al notar la sinceridad de sus palabras.
CONTINUARÁ...
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