CAPÍTULO 3

En la mansión Hasting, la servidumbre recogía el jardín, pues el evento había terminado, y todos los invitados se habían marchado.

En el interior de la casa, tres hermanas hablaban animadamente en el salón, mientras sus esposos y prometido bebían whisky en el estudio del señor Hasting junto a este.

- Creo que tu esposo no tiene nada que envidiarle a ese pintor – comentaba Caroline hacia su hermana Candice, haciendo que esta la mirase con cara agradecida.

- En realidad tienes razón, aún sigue siendo tan atractivo como el primer día que me pretendió – Reía esta, recordando lo apuesto que era su marido.

- Cuéntanos otra vez, ¿cómo le conociste? – insistió su hermana menor, haciendo que Barbara pusiese los ojos en blanco, estaba harta de escuchar las historias de su hermana una y otra vez.

- Lo conocí en uno de esos eventos a los que mamá me obligaba a ir sobre colecciones de arte, recuerdo que estaba realmente perfecto con esas gafas de sol, al aire libre, en aquel hermoso parque en Viena. – Comenzaba la muchacha recordando a su apuesto hombre entre la multitud en aquella gala benéfica a la que había asistido por insistencia de su madre.

- Sin duda aún estás completamente enamorada de él – observaba su hermana mientras daba un sorbo a su copa de vino y reía ilusionada.

- Como el primer día, a pesar del tiempo, el sigue siendo el mismo hombre del que me enamoré, y sigue tratándome como una reina. – respondía su hermana con un brillo especial en los ojos – Creo que aquella vez, fue la primera vez que me sentí agradecida de que mamá me obligase a ir a uno de esos eventos.

- Recuerdo que días después, mamá se puso como loca al enterarse de que habías roto tu compromiso con Philip – comentaba su hermana divertida, recordando la cara que había puesto su madre, cuando se había enterado de que su hija se había enamorado de un asiático.

- Sí, mamá siempre ha querido controlarlo todo, controlar nuestras vidas, y tú siempre has sido la única que te has dejado... - añadía su hermana, admirando como el rostro de la chica cambiase.

- Tienes razón, ella siempre ha sido la pequeña, mamá siempre la ha mimado más. – decía en aquel momento su hermana mediana. Pero al notar aquella tensión en el ambiente, cambió de tema – Bueno, y... ¿no queréis escuchar como conocí yo a mi Colin? – Ambas hermanas la miraron divertidas mientras dejaban escapar algunas risotadas, haciendo que esta la mirase contrariada - ¿Qué pasa? ¿Acaso no os gusta escuchar la historia?

- Nos encanta escuchar como Colin se quedó enganchado en tu taxi y casi muere intentando pedirte que abrieses la puerta para liberarlo – decía Candice sin poder evitar que más risas saliesen por su garganta. Su hermana la miró con cara de pocos amigos.

- Esa es la parte divertida, yo hablaba de la parte romántica – les espetaba la muchacha contrariada por que su vida fuese tan cómica para sus hermanas.

- Está bien, cuéntanosla. – añadió Caroline, preocupada de que su hermana se disgustara con ellas de nuevo.

- Acababa de dejar el museo, donde había visto la última exposición de papá en aquel año, alcancé a un taxi del que acababa de bajar un apuesto caballero inglés – Comenzaba la muchacha ilusionada, mientras recordaba cómo había pasado todo aquello que contaba.

- Y zás, era Colins – la interrumpió su hermana divertida, admirando como su hermana la miraba con mala cara. – Vale, cuéntalo tú.

- Me introduje en el taxi, pues tenía prisa y no me percaté de que él había enganchado su chaqueta en la puerta. Cuando el taxi paró y abrió la puerta, cuando lo miré directamente supe que era el hombre de mi vida.

- Estás echa toda una romántica, y pensar que antes eras una rompecorazones. – le espetaba su hermana divertida, admirando como ésta la miraba con tranquilidad.

- Cuando encuentras a esa persona, tu vida cambia completamente, tu visión del mundo... - Respondía la muchacha, intentando aconsejar a su hermana, de que quizás algún día también podría experimentar aquel sentimiento.

- Ya la he encontrado, Michael será un buen esposo para mí – le espetaba su hermana totalmente tranquila y con confianza.

- No hablo de eso, Michael es alguien que mamá eligió para ti, ni siquiera le amas, tan sólo te casas con él porque es lo que mamá quiere - decía mientras observaba como su hermana la miraba en desacuerdo – Yo te hablo de estar enamorada, de sentir como se te para el corazón cada vez que esa persona te mira.

Por el contrario, en el estudio, la conversación entre hombres, estaba tomando un giro totalmente distinto...

- Quizás deberías viajar, ver paisajes, ciudades... - comenzaba Colins admirando como su suegro lo miraba apenado – quizás cambiar de aires te inspire para que vuelvas a pintar.

- No lo creo – le contradecía el otro muchacho, haciendo que ambos mirasen hacia él – Creo que el sentimiento está en tu interior, tan sólo debes aprender a despertarlo. No importa dónde estés, si el sentimiento está contigo tu mente puede viajar a los lugares más remotos y plasmar en el lienzo lo que te sugieran.

Josh lo miró agradecido, siempre era un placer hablar con el esposo de su hija mayor, pues siempre tenía algunas palabras especiales para él, demasiado profundas para que nadie más pudiese entenderlas, pero llenas de sabiduría y sentimiento.

- La semana próxima tendré la selección, elegiré a uno de tantos chicos para que sea mi aprendiz, quizás en ese momento, al disponer de una mente joven, de otros puntos de vista, ese sentimiento dormido despierte – Dijo el hombre, sonriendo con esperanza hacia sus yernos. – Bueno, cambiemos de tema – añadió al ver que aquella conversación no tenía nada más que ofrecerles - ¿Cuánto tiempo os quedaréis?

- Nos quedaremos dos meses, queremos estar aquí para la rehabilitación y además tenemos un cumpleaños al que acudir – Respondía Colins, haciendo que su suegro lo mirase agradecido, pues tener apoyo masculino era lo que necesitaba en aquel momento, pues solía pensar que su hija y su esposa no podían entenderle en aquellos asuntos.

- Esa es una excelente noticia.

CONTINUARÁ...