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Capítulo 21


CAPITULO 21

Ambos chicos se habían marchado a otro bar, esta vez a uno de rock, y ahora charlaban animadamente sobre la pintura y el pasado de la joven, mientras tomaban unas cervezas. Joseph acababa de dar un sorbo a la suya para luego mirar hacia ella divertido

- Apuesto a que tu padre te subió a una silla para que llegasen al lienzo – comentaba el muchacho, tras haber escuchado la historia que la chica le contaba sobre ella misma intentando pintar al igual que su padre cuando tenía tres años de edad

- No, fue mucho más atento, preparó unas escaleras con algunos libros para que pudiese subir y llegar al lienzo cada vez que me apeteciese pintar – Exclamaba haciendo que el muchacho riese con ganas junto a ella. La muchacha miró hacia él perdiendo su risa en aquel momento, observando como él también lo hacía, mirándolo con tranquilidad, pues acababa de sentir una especie de conexión entre ellos y podía percibir como él la miraba con un brillo en sus ojos.

En aquel momento, el sonido de su celular la hizo salir de su trance, mirando hacia la pantalla sin poder reconocer el número que la llamaba, tras ponerlo en su oreja escuchó petrificada a la otra persona que le hablaba por el celular...

"Caroline, estamos en el hospital, tu padre ha tenido una recaída, no tengo el teléfono de nadie más, por favor ven cuanto antes"

La muchacha dejó caer el teléfono de su oreja y miró hacia el joven, implorándole ayuda, con ojos totalmente demacrados, comenzando a llorar en aquel justo instante, haciendo que éste le mirase preocupado

- ¿Qué ocurre? – preguntaba el hombre cogiendo su rostro entre sus manos, totalmente preocupado porque algo malo pudiese haber sucedido

- Mi padre está en el hospital – Aclaraba la joven con lágrimas en los ojos y bastante alicaída, haciendo que él dejase unos cuantos dólares sobre la barra y agarrase la mano de ella saliendo por la puerta.

- Todo irá bien, te prometo que tu padre saldrá de esta, confía en mí – prometía, mientras la muchacha seguía derramando una lágrima tras otra.

Casi media hora más tarde, Caroline se encontraba en la sala de espera junto a Jose Luis y Joseph, estaba totalmente demacrada, y su rimel se había corrido hacia abajo. Aún esperaban noticias del doctor, y estaba totalmente descontrolada, tenía miedo de que su padre pudiese morir. En aquel momento miró hacia Joseph que agarraba su hombro para darle confort

- Tranquilízate amor – susurró sobre su oído mientras la abrazaba, haciendo que esta se olvidase de su padre por un momento para mirarle a él – Todo saldrá bien, te lo prometo – Aclaraba mientras agarraba su cabeza y la posaba sobre su pecho, para reconfortarla, para darle apoyo. Pero ella se sentía nerviosa al estar tan cerca de él, acababa de darse cuenta de que ahora podía escuchar su corazón. Aunque irremediablemente aquella sensación no duraría demasiado, pues Michael acababa de entrar por la puerta junto a Candice, Myung Wol, Bárbara y Collins, y miraba hacia ellos totalmente fuera de sí.

- Apártate de ella – ordenó haciendo que éste levantase la cabeza hacia él, mientras la joven miraba a ambos hombres preocupada por lo que podría pasar. Se alejó de él por temor a que Michael pudiese hacerle algo, admirando entonces como éste tiraba de ella hacia él – Si vuelves a acercarte a mi prometida, te mataré – amenazaba mientras la joven estaba totalmente fuera de sí por aquella situación.

- Estamos en un hospital – Comentaba Candice, haciendo que todos la mirasen – haced el favor de comportaros, hay gente enferma aquí.

- Joseph... -comenzó Myung Wol, que comprendía que la mejor solución para evitar el conflicto era alejar al problema de allí – será mejor que vuelvas a casa, y dejes que la familia se quede aquí – Aclaraba, haciendo que Caroline mirase hacia él para luego volver la vista hacia Joseph, pues por alguna razón no quería que se fuese, quería que se quedase junto a ella dándole fuerzas para seguir luchando por su padre.

- Entiendo – Admitió el muchacho, mientras dedicaba una mirada de despedida hacia la joven para luego volver la cabeza hacia Michael y dedicarle a este una de puro odio.

A penas unos minutos más tarde, Michael abrazaba a Caroline, mientras está en su regazo sentía que aquel cuerpo no era igual de cálido que el de Joseph, pero irremediablemente, ese era el torso que había elegido, así que ahora tan sólo tendría que conformarse.

- Caroline...- susurraba haciendo que la muchacha levantase la cabeza, pero el pego la mano a su cabeza, acariciándola y obligándola a permanecer sobre su pecho – si vuelves a acercarte a ese pintor... - comenzaba, haciendo que la muchacha temiese lo peor - ... lo mataré – terminó haciendo que el miedo de la muchacha se extendiese por cada poro de su cuerpo.

- Está fuera de peligro – anunciaba el doctor que acababa de salir, haciendo que todos, incluida la muchacha, le mirase agradecida – Tan sólo ha sido un susto. Pero a pesar de todo, creo que es mejor que pase la noche en observación, así que regresen a casa a descansar.

Joseph se hallaba sobre un enorme sillón, frente al escritorio, en su habitación pensando en el señor Hasting, en qué pasaría si su mayor ídolo se muriese realmente, recordaba cómo se había sentido en el hospital dándole fuerzas a ella, recordaba como ella se había aferrado a sus brazos, en aquel momento en aquella neblina que lo envolvía no pudo evitar sonreír mientras expulsaba algo de aire por la nariz, en señal de que le divertía bastante aquel sentimiento que había causado en ella. Pero entonces, la imagen de Michael estropeando el momento apareció en su mente, haciendo que este frunciese el ceño con verdadero odio hacia aquel hombre que lo había apartado de ella.

Caroline llegaba a su casa agarrada por su hermana Candice que intentaba darle paz, la cual la condujo hacia su habitación, la desvistió, la ayudó a ponerse el pijama y la recostó en la cama justo como cuando eran crías. La muchacha miró hacia ella penada, pues tras haber aceptado que su padre estaba fuera de peligro, había caído en la cuenta de que Joseph no lo estaría si ella volvía a verle, pues Michael había amenazado con matarle si volvía a hacerlo.

- ¿puedes quedarte a dormir conmigo? – Preguntaba la muchacha, haciendo que su hermana la mirase melancólica mientras asentía con la cabeza, pues acababa de darse cuenta de que lo estaba pasando bastante mal.

- Papá saldrá de esta, ya lo verás – Aclaró la mujer, mientras se metía en la cama y acariciaba la cabeza de su hermana con delicadeza, admirando como ésta derramaba algunas lágrimas sobre la almohada.

- Sé que lo estará – Admitió, mientras miraba a su hermana con melancolía, implorándole ayuda, pues no sabía qué hacer sobre aquella situación – Es por Joseph, por quien temo

- ¿por qué te preocupas tanto por él? – Preguntaba su hermana, temiendo que quizás estuviese enamorada de aquel pintor

- Michael amenazó con matarle si volvía a acercarme a él – Admitió mientras más lagrimas recorrían sus mejillas – y estoy empezando a pensar que.. en realidad, no quiero hacerlo, no quiero alejarme de él – reconocía mientras su hermana la abrazaba para intentar calmarla

- Entonces, si lo tienes tan claro, no te cases con Michael – aconsejaba, mientras daba pequeños golpes en la espalda de su hermana para intentar calmarla.

................................

Había amanecido, los pájaros cantaban aquí y allá, algunos posados sobre el alfeizar de la ventana, dando la bienvenida a tan hermosa mañana, una joven de cabellos dorado aún se resistía a despertar de su sueño, pues un atractivo muchacho de ojos grises acababa de agarrar su mano con ternura y ahora sonreía de felicidad, pero parecía que aquella felicidad no duraría mucho, pues un segundo chico apareció en el bosque, de la nada, y disparó hacia el joven, haciendo así que esta mirase hacia el muchacho que yacía muerto junto a ella.


Joseph caminaba por el pasillo del piso superior, con el pensamiento de dirigirse hacia la planta inferior para desayunar y preguntar por el estado del señor de la casa, atravesó una puerta abierta y miró sin demasiado interés hacia el interior, descubriendo a aquella hermosa muchacha con cabellos dorados, que parecía estar teniendo una horrible pesadilla, pues su rostro estaba bañado en lágrimas. Empujó la puerta con sigilo, abriéndola del todo, y se introdujo en la habitación, caminando hacia ella despacio y con sutileza.

La joven abrió los ojos asustadas y le miró con melancolía, pues acababa de tener un sueño horrible y verle en su habitación hacía que se sintiese miserable por no poder abrazarle, ya que temía demasiado lo que su prometido pudiese hacerle. En aquel momento bajó la mirada con ojos llorosos, admirando como él se sentaba en la cama junto a ella.

- ¿Qué haces? – Preguntó ella alarmada, enervándose entonces, haciendo que él la mirase con semblante tranquilo.

- Caroline... - comenzó sin parar de mirarla en ningún momento, temía que ella pudiese estar en tal estado por su padre, pero en cuanto ella habló comprendió que ese no era el caso.

- ¡Tienes que irte de aquí! – Exclamó la muchacha preocupada de que algo pudiese pasarle si Michael llegaba y lo descubría en el cuarto de ella – Si el te ve aquí te matará – Aclaró, haciendo que el muchacho la mirase más tranquilo para luego sonreír después. Pues no tenía miedo de aquel miserable en absoluto.

- ¿Por qué piensas que le temería? Nunca he dejado que nadie incida en mis decisiones, que me obliguen a hacer algo que no quiero... - Aclaraba - ... y no dejaré que esta vez sea diferente. Apartarme de ti, Caroline, es lo último que haría – Añadió mientras limpiaba la lágrima que acababa de recorrer su mejilla, haciendo que la muchacha le mirase agradecida por aquellas palabras, aunque aún temía estar con él - ¿tu padre está bien? – preguntó haciendo que la chica recordase a su padre.

- Él ha salido de peligro, volverá a casa hoy mismo – Aclaraba la muchacha mientras sonreía con sinceridad hacia el hombre que había calmado su corazón

- En ese caso vístete, hace un día precioso, quiero ir a pintar – Anunció mientras la joven le miraba sin comprender, pues él pretendía que ella fuese con él después de lo que acababa de decirle sobre Michael, él ni siquiera tenía un poco de miedo.

Apenas unos minutos más tarde, Candice entraba en la habitación de su hermana, admirando como esta se acicalaba el cabello, lucía un hermoso vestido azul de mangas de tirantas y un cinturón negro apretando su cintura. La joven peinaba su cabello hacia un lado y lucía bastante ilusionada por algo...

- Valla... ¿a qué se debe ese cambio de humor? – preguntaba su hermana haciendo que la chica mirase hacia ella con una sonrisa en su rostro

- Candice, quiero hacerte una pregunta – Decía mientras dejaba el cepillo del cabello sobre el mueble y miraba a su hermana con seriedad – Si sabes que algo no es correcto, pero aún así quieres hacerlo... ¿cuál podría ser la razón? – preguntó la muchacha mientras su hermana la miraba sin comprender

- Sin más datos no puedo aconsejarte... - respondía su hermana, admirando como la muchacha negaba con la cabeza

- En realidad no es nada importante, voy a dar un paseo por el bosque, volveré a la hora de comer – Comunicaba mientras se dirigía hacia la puerta, saliendo por ella y dirigiéndose hacia el jardín.

Joseph esperaba en el jardín, junto a la piscina, miraba su reloj preocupado, y agarraba en otra mano su maletín. Miró hacia el cielo esperanzado, para luego sonreír al recordar aquella hermosa sonrisa en su mente. Bajó la vista hacia la casa, y observó maravillado como ella con sus delicados cabellos dorados al viento caminaba sonriente hacia él, tragó saliva ante aquella hermosa imagen hacía que tuviese miedo de perderla, por un momento sintió miedo de alejarse de ella, de no poder volver a apreciar aquella sonrisa, de ver aquellos hermosos ojos reflejados en los suyos. Sonrió cuando ella llegó hasta él admirando como la joven levantaba unas coca-colas

- Para inspirarnos – Admitió, mientras agarraba su mano libre, haciendo que el muchacho quedase totalmente sorprendido por aquel echo inesperado, y tiraba de él hacia el bosque.

- Caroline... - la llamó tras largo rato caminando a su lado, parándose en seco, y haciendo que esta se diese la vuelta hacia él, parecía realmente feliz de hallarse en aquel lugar junto a él, y eso hacía que Joseph sintiese la necesidad de escapar con ella – Le envidio – Reconoció, haciendo que la chica le mirase sin comprender a lo que se refería – A Michael – Aclaró haciendo que esta le mirase con melancolía – Daría lo que fuera por poder enamorarme de ti, me apetece mucho

- No digas eso... - respondía la chica con lágrimas en los ojos postrándose frente a él – no me conoces, no sabes nada sobre mí, no te gustaría

- Me gusta lo que veo – Aclaraba mientras agarraba su cabello y lo sujetaba tras su oreja

- Joseph...- le llamó, pues no quería que aquella conversación continuase, tan sólo quería quedarse a su lado aquella mañana, aprovechar el hermoso día soleado junto aquel joven de ojos grises

- Aunque... creo que ya lo estoy – reconoció, haciendo que ella le mirase a los ojos - ¿Cómo no podría estarlo? Eres fuerte, independiente, hermosa y tienes un gran don en la pintura – Apreció, mientras la joven miraba a sus ojos, comprendiendo que en realidad él había comenzado a enamorarse de ella, ante aquella idea le temió, tenía miedo de sentir lo mismo, ella debía casarse con otro hombre, ni siquiera había pensado en la posibilidad de que existiese otro hombre en su vida – Caroline – la muchacha sonrió negando con la cabeza, él tan sólo estaba ligando se aseguró, pues no podría soportar la idea de que aquello fuese cierto, si él realmente la amaba tendría que alejarse de él y en aquel momento no quería hacerlo.

Caroline levantó la mirada hacia él mientras se percataba de sus preciosos ojos grises, su sonrisa desapareció como por arte de magia, en aquel momento no quería separarse de él, no quería irse a ningún lugar, aunque sabía que tendría que hacerlo. Entonces un pensamiento vino a su mente...

"Tonto, ¿por qué envidias a Michael? El no es quien tiene mi corazón" Reconocía en su interior, pues sabía muy bien que no estaba enamorada de su prometido, aunque lo negase mil veces, la verdad era aquella. Y en aquel momento se había dado cuenta de que quizás el dueño de su corazón era aquel hombre.

- Nunca haré nada que te lastime, Caroline Hasting – Aclaró el muchacho tras largo rato en silencio, haciendo que la joven le mirase con una tímida sonrisa – ahora vamos a pintar, se hace tarde

Caroline agarró uno de los cabestrillos y lo abrió, sacó un lienzo de maletín del muchacho y un pincel, caminó despacio hacia el lago para enjuagar el pincel. Joseph agarró su mano haciendo que esta parase en seco

- Tengo agua, puedes enjuagarlo aquí, no quiero que te despeñes – Aclaró haciendo que la chica le mirase divertida mientras sonreía. Agarró la botella de agua que él le ofrecía y derramó un poco sobre su pincel

- Estoy lista – Admitió mirando hacia él en espera de instrucciones.

- Entonces borra esa sonrisa de la cara y cierra los ojos, olvida cualquier sentimiento que sientas ahora mismo – Ordenó mientras la muchacha le miraba con cara de pocos amigos, admirando entonces como el sonreía, haciendo que ella sonriese también – Hoy no vas a imaginar nada, a veces imaginar sin haber sentido antes el sentimiento no sirve de nada, el arte no fluirá por ti – Aclaró haciendo que Caroline mirase hacia él con atención nuevamente – cierra los ojos y dime que sientes ahora.

- ¿por qué no puedo decírtelo con los ojos abiertos? – preguntó ella que no le apetecía quedar al descubierto ante sus ojos, temía que el pudiese besarla.

- Está bien, si crees que puedes hacerlo, mira hacia mí – dijo poniéndose frete a ella nuevamente, haciendo que la joven mirase hacia sus penetrantes ojos grises de nuevo – y dime que sientes

La joven miraba hacia el divertida mientras sonreía con ironía, ¿por qué tendría que sentir algo? ¿qué se suponía exactamente que tenía que sentir? Pero pronto lo supo, pues en cuanto bajó la mirada se percató de sus preciosos labios, aquellos apetecibles labios rosados. Tan pronto como se percató de lo que sentía volvió a mirar a sus ojos mientras tragaba saliva, provocando que el muchacho sonriese picaronamente, observando en aquel justo instante como ella abría ligeramente el labio y volvía a mirar hacia su boca contrariada.

Joseph apartó el rostro y miró hacia abajo apretando sus labios enfadado, pues ella acababa de hacer que olvidase su promesa

- No hagas eso – Rogó hacia ella, haciendo que la joven no comprendiese sus palabras – No vuelvas a mirarme de esa forma, o no podré mantener mi promesa

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