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Capítulo 20

CAPÍTULO 20

Aquella mañana Caroline se encontraba en su habitación tirada sobre la cama algo enfadada consigo misma y con su padre, pues el hombre le había comunicado hace tan sólo unas horas que se marcharía con su amigo Jose Luis a varias de sus exposiciones y que daría un respiro a Joseph para que se airease y pudiese quedar con alguna chica, incluso le había pedido a ella que le hiciese de guía si él así lo requería. Apretó los labios y se dio la vuelta tapándose con la sábana, notando como alguien entraba en la habitación, se trataba de Candice, su hermana...

- ¿Aún en la cama? – Preguntaba la muchacha preocupada de que su hermana pudiese estar enferma, ya que esta solía levantarse la primera en aquella casa – Por cierto, ¿dónde te metiste ayer? Myung Wol estuvo buscándote para bailar contigo – Le regañaba, haciendo que su hermana apartase las sábanas y mirase hacia ella con el cabello enmarañado – Tienes un aspecto horrible, hermanita.

- ¿Por qué todo el mundo se empeña en ordenarme cosas? ¿la gente no comprende que yo tengo cosas que hacer? ¿acaso no soy como ellos? – Preguntaba a diestro y siniestro bastante enfadada, haciendo que la muchacha la mirase sin comprender – Papá estará fuera todo el día y va a darle el día libre a Joseph – Aclaró haciendo que su hermana la mirase comprendiendo a lo que se refería, pero por alguna razón, pensaba que la joven sentía algo por aquel muchacho, tan sólo era una intuición de hermana – Me parece perfecto que lo haga, pero... ¿por qué tengo que ser yo la que lo guíe por el pueblo? – Preguntaba enfadada, mientras su hermana la miraba con tranquilidad

- ¿Qué es exactamente lo que te molesta? ¿Qué papá le haya dado el día libre o que quede con otras chicas? – preguntó, haciendo que su hermana la mirase, pues era justo eso lo que le molestaba en lo más profundo de su corazón, aunque no quería reconocerlo

- ¿Por qué me molestaría que quedase con otras chicas? Yo estoy prometida con Michael – Le espetó esta sin dejar que su hermana viese cuanto le importaba aquel muchacho, pero su hermana era demasiado astuta como para no darse cuenta

- No sé, dímelo tú. ¿por qué te molestaría si vas a casarte con otro hombre?

- Es lo que digo, no me molesta en absoluto – Reconocía la joven, creyendo lograr lo que había planeado, pero su hermana la miró divertida haciendo que esta la mirase sin comprender

- Es extraño que digas eso, porque tú no has mencionado que el fuese a quedar con otras chicas, es algo que he intuido yo, sin embargo al parecer es algo que tu también crees, lo que me hace pensar que quizás es eso justo lo que te molesta – Aclaraba la joven, haciendo que su hermana la mirase contrariada, pues tenía razón, ella había descubierto cual era su preocupación

A penas unos minutos después, Joseph se encontraba en el jardín esperando a Caroline, pues su mentor le había sugerido visitar el pueblo junto a la muchacha, era algo que no le apetecía después de lo ocurrido en los últimos días, no había vuelto a hablar con ella después de la fiesta, y cada vez que la veía esta siempre huía de él. Levantó la mirada percatándose de su presencia y sonrió tímidamente, haciendo que esta sonriese cortésmente hacia él también.

Candice miraba por la ventana preocupada, admirando como su hermana se alejaba en el coche junto a Joseph hacia el pueblo, mientras su esposo se dirigía a ella sin comprender aquella reacción...

- ¿qué ocurre? – Preguntaba el muchacho, abrazando a su mujer por detrás y sintiendo como ella agarraba sus manos aceptando el abrazo – Estás mimosa esta mañana – Reconociendo haciendo que esta sonriese

- Estoy preocupada por mi hermana – Aclaró la muchacha haciendo que su esposo la mirase sin comprender, pues no veía nada de malo en lo que estaba haciendo – temo que le pase lo mismo que a mí o incluso peor, ella es demasiado cabezota.

- ¿Qué es lo que te da miedo exactamente – Inquirió su esposo mientras besaba su cabeza para calmarla, intentando transmitirle paz y apoyo con este gesto

- Temo que se case con el hombre equivocado, que se enamore y tome el camino incorrecto – Admitió, haciendo que su esposo la mirase aún más preocupado, pues aquellas palabras hacía que recordarse cuando ellos se habían conocido años atrás, ella había estado en la misma situación, y temía que ella se arrepintiese de haberse casado con él – Me gustaría que ella confiase un poco más en mí, así yo podría aconsejarle, contarle mi propia experiencia sobre el amor.

Bárbara nadaba en la piscina, mientras Collins leía el periódico tirado sobre la tumbona, haciendo que su esposa le mirase contrariada y comenzase a salpicarle con agua para que se percatase de su presencia, pero lejos de hacerlo, el tan sólo prosiguió leyendo

- ¿Por qué no vienes al agua conmigo? – preguntaba la muchacha haciendo que su esposo la mirase por primera vez desde que se había metido en el agua

- No tengo ropa de baño – Admitió el hombre mientras su mujer salía del agua y se dirigía hacia él

- ¿Cuándo te ha importado eso? – Preguntó mientras tiraba de él hacia la piscina, tirándolo con gafas de sol incluidas, haciendo que el muchacho le mirase enfadado

- ¿Estás loca? – Le espetaba, tras sacar la cabeza del agua, admirando como su mujer se tiraba al agua, postrándose junto a él

- Por ti – Exclamó mientras le besaba, haciendo que él la besase con más ganas, era eso justo lo que le gustaba de ella, que tenía su propia personalidad.

Caroline paseaba por el paseo del pueblo, junto al río, al lado de Josep, admirando como el joven hacía fotos del paisaje. Parecía realmente complacido de haber salido a visitar el pueblo. La verdad era que Eddenton era un pueblo realmente precioso, ubicado en el condado de Chowan en el estado estadounidense de Carolina del Norte. Éste es único gracias a su arquitectura histórica y su envidiable bahía, algunos solían llamarlo 'el pequeño pueblo más hermoso del sur'. Y sus visitantes han podido notar que es un lugar histórico pues conserva casas coloniales y cercas de plantaciones, el pueblo había sido respetado, construyendo los grandes resorts y mansiones como la suya en las afueras del pueblo.

- Es realmente precioso ¿verdad? – Preguntó la muchacha acercándose a él, admirando como el muchacho le ofrecía la cámara fotográfica para que ella le tomase una foto. Esta agarró la cámara fotográfica, observando cómo se situaba sobre la barandilla del paseo sosteniendo sobre su mano sus gafas de sol, posando sobre ella su cabeza y sonreía con ilusión frente a ella. La joven sonrió al verle tan entusiasta y le hizo fotos observando cómo este posaba.

- Tu turno – Aclaró, dirigiéndose hacia ella , tomando la cámara fotográfica para hacerle entonces una seña para que se pusiese en su lugar. Ésta sonrió agradecida caminando hacia la baranda. Sonrió con sinceridad mientras el tomaba la primera foto, bastante tímida, pero pronto parecía confiada junto a él, porque comenzó a poner poses divertidas con sus brazos, haciendo que este sonriese sin parar de tomar fotos de ella.

- Iré a comprar unos refrescos – Aclaró la muchacha tras largo rato posando para él, admirando un kiosco tras ellos, mientras él miraba hacia ella sentándose entonces en el bordillo del puente junto a la baranda.

Joseph miraba hacia ella maravillado, admirando como ella sonreía hacia él y levantaba en alto unas coca-colas y volvía la mirada hacia el tendero para pagarlas. El muchacho sacó de su bolsa un cuaderno y un bolígrafo y comenzó a mirar hacia ella para dibujarla poco a poco en el papel, sus gafas de sol estaban sobre su rubio cabello sedoso y ella mantenía una alegre expresión en su rostro, podía escucharla sonreír en su cabeza, aunque no lo estuviese haciendo realmente. Caroline caminaba hacia él, haciendo que este guardase el cuaderno y el bolígrafo en su mochila y mirase hacia ella agradecido, admirando como ella le cedía el refresco.

- ¿Qué dibujabas? – Preguntó mientras bajaba sus gafas de sol protegiendo sus ojos, admirando como él también lo hacía.

- Nada importante – Admitía mientras abría su refresco y vertía el contenido en su seca garganta, percatándose de que ella se sentaba a su lado y hacía lo mismo que él, sonrió hacia ella mientras posaba la botella sobre el muro y miraba hacia una chica que se dirigía hacia ellos.

- Perdona... - comenzaba la muchacha, haciendo que Caroline mirase hacia ella sin comprender que querría – Eres Joseph Mur ¿verdad? – preguntaba la muchacha mirando hacia él totalmente ilusionada, el muchacho asintió mirando hacia el papel y el rotulador que esta sostenía en su mano - ¿Puedes...? – comenzó admirando como el muchacho agarraba el papel y el rotulador y comenzaba a dibujar una pequeña caricatura de la muchacha con la intención de dedicarla después, mientras Caroline miraba hacia ellos totalmente sorprendida, pues no esperaba que él fuese tan reconocido mundialmente – Soy gran fan de tus obras, me encantan sobre todo las caricaturas con ese toque de humor que les das – Aclaraba la muchacha admirando como el muchacho la dibujaba en el papel – Me llamo Andrea – Admitía, mientras Joseph le dedicaba el dibujo que acababa de hacerle, para luego sonreírle y cederle el trozo de papel y el rotulador – Muchas gracias – Exclamaba la muchacha con el folio entre sus brazos, abrazándolo como su mayor tesoro en el mundo.

- No sabía que fueras tan reconocido... - comenzó Caroline, cuando la muchacha se hubo marchado, dando otro sorbo a su refresco, admirando como él sonreía.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí – Admitió él, levantándose del muro y comenzando a caminar, haciendo que ella también lo hiciese - ¿A dónde vamos ahora?

- Perdona – dijo otra voz tras ellos, haciendo que el muchacho se girase de nuevo, y admirase frente a él a unas cuantas chicas con papeles y cámaras fotográficas en sus manos, éste sonrió, pues le parecía divertido que en aquel pueblo la gente también le conociese. Agarró agradecido los folios y cuadernos que las chicas les ofrecían y comenzó a dibujarlas y a hacerles una breve dedicación a cada una de ellas, otras tan sólo querían un recuerdo junto al muchacho, pues además de ser un pedazo de artista de la cabeza a los pies, era además muy apuesto. Joseph sonrió al darse cuenta de que muchas les hacían fotos con el móvil y miró hacia Caroline para que esta le echase un cable.

- ¿También pintas? – preguntaba una de las muchachas hacia Caroline, haciendo que esta las mirase sin comprender

- Por supuesto – Admitió Joseph mientras tiraba de ella acercándola a él – Es la hija del famoso Josh Hasting – Aclaró, haciendo que las chicas murmurasen entre ellas bastante agitadas y comenzaran a hacerles fotos a ambos

- Eres malvado...- decía la chica, un tiempo después, mientras caminaban por las estrechas calles del pueblo, haciendo que el muchacho sonriese divertido.

- ¿Entramos? – preguntó al ver un original restaurante de comida típica llamado "Watermans Grill", haciéndole una señal a la joven para que entrase al bar.

Caroline y Joseph entraron al local, y se dirigieron hacia la barra, se sentaron el uno al lado del otro mientras pedían la carta al camarero, podían escuchar una lenta y alegre cancioncilla resonando en el fondo, el muchacho sonrió admirando como ella pedía la comida al camarero, se sentía como una persona normal junto a ella, como si ella también lo fuese, como si la idea de que ella fuese a casarse con otro hombre no importase.

- Mirándote desde aquí, luces como una chica normal – Admitió el hombre, haciendo que ella le mirase cuando hubo terminado de pedir al camarero. Sonrió pues aquel alago era en realidad algo importante para él – me alegro de que tu padre me haya dado el día libre, así puedo pasarlo en tu compañía – Aclaraba admirando como ella le miraba con sinceridad, tragando saliva, pues acababa de sentir que su garganta se había quedado seca. Agarró el vaso de vino que el camarero acababa de traerle y lo bebió de un sorbo, haciendo que este la mirase divertido – Sabes que puedes tenerlo todo ¿verdad? – Preguntó haciendo que ella le mirase sin comprender a lo que se refería – Puedes tenernos a los dos – Admitió, mientras la joven le miraba comprendiendo sus palabras. El acababa de reconocer que no le importaba que se casase con otro hombre, que estaría ahí para ella, que nunca se alejaría de su lado.

- Sería un poco egoísta por mi parte aferrarme a ambos – Respondió, haciendo que este sonriese divertido, pues sabía a lo que se refería.

- Yo nunca te exigiré nada, que no quieras hacer – Aclaraba, mientras ella observaba como el camarero traía sus patatas con queso y las ponía sobre la mesa


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