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Capítulo 15


CAPÍTULO 15

La mansión Hasting estaba totalmente decorada, en todos los aspectos que una casa podría estarlo, como si se tratase de una vieja mansión medieval, había una enorme mesa con un mantel de color rojo aterciopelado rodeando toda la sala, donde se podían apreciar miles de aperitivos, en el centro de la sala los invitados bailaban con sus largos y propios vestidos extravagantes y con la máscara en sus caras, unos las llevan más cortas y otros más largas. Al otro lado la orquesta y una hermosa joven se hallaban, pues canciones de opera con gran honor tocaban. Los camareros y mayordomos, ofrecían a todo el que quería una copa de vino o champagne.

El invitado de honor era un famoso coleccionista de Venecia, al que la señora Hasting entretenía hablándole de sus recientes conquistas en el mundo del arte. El hombre lucía un propio traje en acorde al tema de la fiesta y una máscara de media cara con algunas plumas recolgando. La señora de la casa lucía un largo y pomposo vestido de color ocre, con estampados aterciopelados en negro, sobre su cara cubriéndola, una enorme máscara con plumas rojas y detalles en piedras preciosas.

Candice, se hallaba junto a la barra, detrás del espacio donde la orquesta tocaba, junto a su esposo Myung Wol. La muchacha llevaba un hermoso vestido blanco y con detalles en marrón, su máscara era del mismo color del vestido y con algunas plumas adornándolo, su cabello estaba cogido en un moño con trenzas y sobre este una diadema de flores blancas lo adornaba. Su marido lucía un traje negro con rallas grises y sobre su cara una simple máscara que sólo le cubría media cara. Ambos hablaban animadamente sobre lo hermosa y bella que había quedado la fiesta que su hermana había preparado, y bebían en armonía.

Bárbara bailaba en la pista junto a su esposo y otras veinte personas, pues el baile que tenía lugar esta vez, era un baile de época a conjunto. La joven vestía aquel bello traje azul marino con plumas y detalles en negro en el escote, que su hermana había elegido para ella. Sobre su cara, su máscara, que esta vez era una máscara negra y pomposa que le cogía la mitad de la cara, el otro lado estaba al descubierto, por tanto era fácil saber de quién se trataba. Collins lucía un caro traje negro con corbata, y sobre su cara una máscara negra en tonos rojizos.

Caroline entraba por el salón admirando maravillada su gran obra de arte, miraba hacia la pista de baile donde todos bailaban aquella alegre cancioncilla conjunta, volvió la vista hacia la orquesta que tocaba con ganas e ilusión, admiró como su hermana y su cuñado bailaban divertidos y sonrió con placer, miró hacia su madre que charlaba con el invitado de honor, el señor Bianchi. La joven lucía un largo vestido negro con detalles en croché rojo y plumas de este mismo color, su máscara era de mano y de color rojo, su cabello estaba rizado y suelto.

Josh Hasting se encontraba en la puerta principal de la mansión junto a sus dos pupilos que acaban de llegar. El hombre llevaba un traje negro impoluto y sobre su rostro una máscara simple y dorada que le tapaba toda la cara. El primer de los muchachos, Joseph, lucía un traje gris de rayas blancas y una máscara mediana en color negro y brillante que le cubría gran parte de la cara. El segundo chico, Marco, llevaba un traje negro y su máscara era de color rojo.

- Estoy deseando ver vuestros trabajos, pero como ya sabéis el juez de esta noche, será el señor Bianchi – Aseguró mientras les hacía una señal a los muchachos para que entrasen en la casa.

Caroline miraba hacia su padre y los dos muchachos que acaban de aparecer por la puerta y en aquel momento hablaban con el señor Bianchi, no podía percibir con claridad cuál de los dos era él. Joseph sonrió ante el comentario que el invitado de honor acababa de hacer sobre su máscara y miró con disimulo hacia el otro lado de la sala donde notó la mirada de aquella joven.

Yasmina, unos minutos más tarde, traía los cuadros de los muchachos y los ponía sobre las paredes de la casa, en los lugares que habían elegido para ello. Acto seguido los invitados miraban hacia ellos apreciando el arte de los muchachos, el señor Bianchi también lo hizo, con bastante grandeza.

La muchacha miraba hacia los cuadros sin poder apreciarlos con claridad, pues la gente que había delante de ella le impedía el paso, cuando sintió que una persona carraspeaba a sus espaldas, se dio la vuelta despacio, observando entonces a un hombre con máscara, no podía reconocerlo. El muchacho tan sólo le tendió el brazo para que le siguiese hasta la pista de baile, donde de nuevo volvía a sonar una canción conjunta.

 Caroline y aquel hombre, al igual que el resto de las personas que allí se hallaban comenzaron a bailar complacidos, aquella bonita melodía. La joven levantó la mirada en un par de ocasiones topándose con aquellos ojos, que era lo único que podía reconocer, aunque la verdad era que no recordaba quien era, notó que la sonrisa de aquel muchacho se ensanchaba cada vez que lo hacía, el parecía saber muy bien quien era ella. La canción terminó haciendo que la joven mirase hacia él sorprendida al darse cuenta de que había sujetado su mano y ahora se acercaba hacia ella para bailar la próxima canción, le miró contrariada, pero este se acercó a su oreja tranquilo...

- Estás muy bella esta noche – Susurró haciendo que la muchacha sintiese un leve escalofrío en la nuca, pues acababa de darse cuenta de que era él. Agarró su hombro comenzando a dejarse llevar por la música en sus brazos, tragó saliva al sentir su respiración frente a ella, tan cerca de su rostro, miró hacia sus ojos y observó sorprendida como el sonreía – Es una pena que tu prometido no pueda disfrutar de ti – Admitió, dejando a la muchacha totalmente boquiabierta, pues no sabía que él sabía acerca de su boda – Lo haré yo en su lugar, aunque sólo sea por esta noche – Concluía, por un momento la muchacha sintió que su voz había cambiado, parecía un poco melancólica – Caroline... - la llamó, tras largo rato en silencio, por un momento la joven tuvo la sensación de que su nombre en sus labios sonaba mucho mejor que en los de cualquier otro – Si finalmente, no salgo vencedor, me marcharé de la ciudad – Aclaró haciendo que la muchacha se volviese hacia él, percatándose entonces que su rostro estaba demasiado cerca – Puede que este sea nuestro último baile juntos – Anunció el muchacho, haciendo entonces que la joven dejase de bailar y mirase hacia él preocupada, acababa de comprender su melancolía. Levantó la mano agarrando la máscara de el muchacho y tirando de ella hacia arriba, despojando de esta forma al joven de ella. Éste la miró contrariado, observando como ella bajaba su máscara y le miraba con sinceridad, para luego sonreír.

- Si este va a ser nuestro último encuentro, quiero ver tu rostro y quiero que veas el mío – Aclaró la chica, haciendo que él la mirase agradecido.

- ¿sabes? Me gustaría haberte conocido en otras circunstancias... - Comenzó el muchacho, abriendo su corazón como pocas veces hacía, pero por alguna razón con ella se sentía cómodo de hacerlo.

- ¿De qué hubiese servido? – Preguntó notando como él volvía la mirada hacia ella sin comprender sus palabras – Yo seguiría estando con alguien más. – Aclaró con melancolía, sin percatarse de que lo hacía. Haciendo que él se diese cuenta de que ella en realidad no amaba a su futuro esposo.

- Entonces ... Si te pidiese que escaparas conmigo, ¿lo harías? – Preguntó haciendo que la muchacha la mirase sorprendida por sus palabras.

- Ni siquiera te conozco... - se quejó la muchacha bajando la mirada avergonzada, notando entonces como él sujetaba su barbilla y le obligaba a que volviese a mirar a sus ojos

- No te he preguntado eso – le espetó el muchacho, que acababa de cerciorarse de que era mucho más bella de lo que pensaba. Se había dado cuenta de que aquella extraña mujer le interesaba mucho más de lo que creía.

- ¿Me permite? – Preguntó una voz tras ellos, haciendo que ambos miraran al hombre que los había interrumpido – Me gustaría bailar con mi prometida – Aclaró, haciendo que Joseph lo mirase totalmente preocupado de que hubiese escuchado la conversación y la proposición que le había planteado a la que pronto sería su mujer

- Michael – Exclamó la muchacha sin poder creer lo que sus ojos veían - ¿Has vuelto?

El joven ni siquiera respondió la pregunta, tan sólo observó como el hombre que bailaba con su amada se la cedía y agarró a esta con fuerza, mientras bailaba una lenta cancioncilla que sonaba.

- ¿Quién era él? – Inquiría el joven, tras largo rato en silencio, haciendo que la muchacha lo mirase preocupada de que su prometido hubiese escuchado algo.

- Es Joseph Mur, uno de los pupilos de papá – Aclaró la mujer, colocándose nuevamente su máscara y bajaba la mirada avergonzada, pues temía que el descubriese lo que sentía por aquel pintor.

- No vuelvas a acercarte a él – Prohibió, mientras la joven le miraba sin comprender – No me gusta la forma en la que él te mira

Caroline le miró para tranquilizarle, bajando su máscara para mirarle con más sinceridad.

- Tú eres el hombre con el que voy a casarme, no él – Aseguraba la muchacha para luego dedicarle una tímida sonrisa, besándole después.

- Lo sé, pero tú no conoces a esta clase de tipos – Incidía haciendo que la chica le mirase contrariada – Tú no conoces demasiado del mundo exterior, apenas has salido de aquí... - Ante aquel comentario, la chica le miró melancólica, él tenía razón, ella no había ido a ninguna parte – eh, no quería ponerte triste... Te quiero – Aseguró para luego besarla apasionadamente, haciendo que Joseph mirase hacia ellos con rabia.

- Joseph – le llamó su amigo Marco tras él, miró hacia el joven, esperando escuchar ese esperado "te lo dije" pero en su lugar el muchacho le dio una noticia de la que no había sido partícipe todavía – Me alegro de que hayas sido tú te lo mereces, enhorabuena. – Exclamaba abrazándolo fuertemente, haciendo que este se resistiese y le mirase sin comprender a qué se refería aquel chico.

- ¿Qué pretendes? ¿eres gay? – Preguntaba este asustado, apartándose de él haciendo que el joven le mirase divertido.

- Eres tú el elegido, has pasado la prueba, eres el nuevo discípulo del señor Hasting – Anunció, haciendo que este ensanchara su sonrisa en una felicidad plena y se abrazase a su compañero radiante – Sabía que podías conseguirlo.

- Lo siento – Comenzó, dándose cuenta entonces de que si él había ganado, su compañero no conseguiría su sueño

- No te preocupes por mí, soy hijo de un pintor influyente, seguro que tendré otra oportunidad – Le decía intentando hacer sentir mejor a su compañero.


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