Capítulo 14
Caroline se encontraba en el establo, junto a su caballo favorito Philipo, llevaba el cabello cogido en dos coletas, una a cada lado de la cabeza. Lucía una vieja camiseta de su padre y unos pantalones blancos y cortos. Ladeaba la cabeza de un lado a otro mientras cantaba en voz baja la canción que escuchaba en su mp4 y peinaba el cabello del animal.
- Ah, estás aquí... - exclamó su hermana descubriéndola en el establo, haciendo que esta se quitase los auriculares asustada – pero ¿qué llevas puesto? – se escandalizó la muchacha al ver las ropas de la joven – Ve a cambiarte esa camiseta al menos, papá te está esperando en el jardín, junto a la piscina.
La muchacha dejó el cepillo del cabello sobre la mesa y caminó con desgana hacia la puerta del servicio, pues no podía entrar por la puerta principal con aquellas pintas, entró en su habitación, agarró uno de sus viejos jeans, esos que solía ponerse en el instituto y una camiseta gris, y bajó hacia el jardín sin darse cuenta de que llevaba aún aquellas coletas.
Al ver a su padre junto a la piscina, acompañado de sus dos pupilos resopló, pues no le apetecía nada volver a sentir la presencia del pintor, ya había tenido demasiados problemas con su madre, como para agregarle uno más.
- Caroline ¿qué son esas pintas? – Preguntaba su padre mientras Joseph disimulaba la risa con una tos seca, pero la muchacha le miraba desafiante, pues se había dado cuenta de lo que hacía. Tiró de las gomillas hacia abajo y alborotó su cabello mientras miraba a su padre en señal de instrucciones, pues era de esperar que le había llamado porque quería pedirle algo – Ve al despacho y trae las pinturas que dejé sobre la mesa. – Dijo, observando cómo la muchacha se daba la vuelta hacia el estudio. – Bien, ¿por dónde iba? Ah, Joseph, muéstrame tus bocetos.
El muchacho sacó de su maletín un cuaderno, y se lo facilitó a su maestro. El hombre lo agarró complacido, abriendo el cuaderno y admirando maravillado los hermosos dibujos que aquel muchacho había realizado. Fue pasando las páginas delicadamente y lentamente, hasta llegar al final, donde había un pergamino doblado. Josh agarró el pergamino y lo desdobló, ante un preocupado Joseph que acababa de percatarse de que aquel dibujo no era suyo, era el que ella había dibujado en la isla.
- Este dibujo... ¿es otra versión de tu obra "brisa sobre el cielo"? – Preguntaba el hombre mientras lo admiraba maravillado, pues había reflejado muy bien el sentimiento que provocaba la brisa en el rostro humano, lo había representado como una esponjosa nube de terciopelo – Si es así, deberías de haberme presentado esta en su lugar, sin lugar a dudas hubieses sido el elegido – Admitió, haciendo que ambos muchachos lo mirasen sorprendidos al notar la sinceridad de sus palabras.
- En realidad, señor... - Comenzó el muchacho con la intención de confesarle al hombre que no era el creador de aquella obra de arte. El señor Hasting, levantó una ceja contrariado y miró hacia él. Éste tragó saliva dubitativo, pues admitir que él no lo había dibujado quizás le costase el puesto – ese dibujo no es mío – Aclaró, admirando como el hombre le miraba contrariado.
- Comprendo, fue uno de tus compañeros quien lo hizo ¿verdad? – Preguntó algo enfadado, pues si sus sospechas eran ciertas, había elegido a los muchachos equivocados.
- En realidad no, señor – Contestó de nuevo Joseph, haciendo que su maestro comenzase a impacientarse.
- ¿no vas a soltar prenda? ¿quién hizo el maldito dibujo? – Preguntó dejando que la ira lo dominase, ante sus atónitos pupilos.
- Su hija, señor – Respondió, haciendo que el hombre lo mirase sorprendido, pues acababa de comprender que la muchacha tenía mucho más potencial del que había imaginado.
- Aquí están las pinturas – Decía la muchacha llegando hacia ellos, y admirando como este la miraba preocupado de que hubiese escuchado la conversación que acababa de mantener con los muchachos- ¿Qué pasa? – Preguntó al notar la mirada de su padre - ¿no son estos los que querías? – Preguntó preocupada, pues quizás había cogido los dibujos erróneos.
- Siéntate – le espetó, haciendo que la chica le mirase sin comprender – Coge un cuaderno y dibuja – ante aquellas palabras miró a su padre sin entender su comportamiento, pues él sabía muy bien cuáles eran las reglas estipuladas por su madre, en aquella casa- ¿es que no me has oído?
La muchacha, cogió una silla, se sentó junto a los pupilos de su padre, agarró un cuaderno y un lápiz y le miró. El quería que dibujase, pero en aquel momento no había ningún sentimiento que pudiese plasmar, tan solo había frustración por no poder entender aquella situación. Se levantó haciendo que Josh la mirase, dejó la libreta y el lápiz sobre la mesa y espetó...
- ¡No puedo! – Decía, para luego salir corriendo en dirección a la mansión, dejando al hombre totalmente desconcertado, pues no entendía cómo aquel pupilo había conseguido que ella pudiese hacer un dibujo como aquel.
Caroline entró en la casa, dando un fuerte portazo, con la intención de subir escaleras arriba, pero su madre se encontraba bajando por estas y la reprendió gravemente por su comportamiento...
- ¿Se puede saber qué comportamiento es este para una jovencita de tu alcurnia? – Preguntaba su madre contrariada, admirando como la muchacha levantaba la vista hacia ella, parecía estar bastante avergonzada.
- Lo siento, no volverá a ocurrir – Contestaba, bajando la mirada hacia el suelo, admirando como la mujer cambiaba su semblante en ese momento.
- ¿Has preparado ya las mesas para el baile de máscaras? – Preguntaba, haciendo que la chica volviese a recordar sus tareas en la mansión, pues ella era siempre la encargada de preparar los eventos de sus padres en aquella casa, era su única ocupación, la única que no molestaba a su madre.
- Aún ando decidiendo sobre la orquesta – Respondió, pues la verdad era que había estado dudando sobre sí elegir una orquesta o un grupo de música, que representase el sentimiento del estilo del baile.
- Confío en tu criterio – Añadió su madre, para luego alejarse hacia el salón, dejando a la muchacha totalmente sola.
Mientras tanto en el jardín, junto a la piscina, la reunión continuaba. En aquel momento el señor Hasting, les indicaba cual sería la próxima y definitiva prueba...
"La próxima semana se celebrará en esta casa un baile de máscaras, al honor de nuestro invitado especial, así que necesito que hagáis algo para este día, ya sabéis cual es el tema, para más información, los tenéis en los sobres que os acabo de dar"
Aclaró mientras repartía los sobres, y luego volvía a su asiento.
......................
La semana había pasado realmente rápido, Caroline había trabajado duramente en este evento, había solucionado hasta el más mínimo detalle, y ahora sólo esperaba que todo estuviese listo para la fiesta.
Unas horas antes de que la fiesta tuviese lugar, la muchacha se encontraba en el salón junto a su hermana Bárbara, ambas hablaban sobre los preparativos de la fiesta y sobre los vestidos a llevar...
- Tengo que admitirlo hermanita, has hecho un excelente trabajo escogiendo los vestidos – Comenzaba la muchacha reconociendo el valor de su hermana, ya que recordaba como el día anterior, había quedado maravillada al ver su hermoso vestido azul de plumas y la hermosa máscara a conjunto – Tengo que reconocer que es totalmente mi estilo.
- Me alegro de que te gusten – Respondía esta, sin echar demasiada cuenta a su hermana, ya que sujetaba la lista de cosas que aún quedaban por hacer, e intentaba adivinar cuáles ya estaban hechas.
- ¿Qué es esto? – Preguntó haciendo que la muchacha le prestase atención finalmente, levantando la vista y mirando hacia ella. Caroline observó las lámparas que se hallaban sobre la mesa, aquellas que habían sacado para que fuesen puestas en lugar de las que había. La joven miró hacia ellas alarmada, sujetó una de ellas en alto y miró hacia Yasmina como si hubiese cometido el peor pecado capital del mundo.- ¡No! – Negó rotundamente, mientras ponía la lámpara sobre la mano de la mujer – Te dije las negras, estas son blancas, la idea es que parezca que las luces están flotando, ¿Cómo crees que se verán con estas lámparas? – Le reprochaba dejándose llevar por su intuición. Bárbara miró hacia su hermana mientras negaba con la cabeza divertida, era increíble la pasión que ponía su hermana en cada evento, todo tenía que estar perfecto - ¿Qué estáis haciendo? – Preguntó atónita, mirando hacia el otro lado de la habitación, donde los mayordomos, subidos en una escalera estaban colgando la decoración – No podéis simplemente colgarlos – Proseguía dirigiéndose hacia ellos, como si realmente pensase que nadie sabía hacer nada bien – Tenéis que sujetarlos con grapas, ¿Qué creéis que ocurrirá cuando se caigan sobre los invitados? – Les exigía.
Los mayordomos la miraron con cara de pocos amigos, pues notaban que la joven estaba algo más irritante que de costumbre. Siempre había sido una maniática del orden, pero aquel día estaba mucho más nerviosa que de costumbre.
Mientras tanto, en el pueblo, Joseph trabajaba duramente en su pintura, estaba cansado, por más que intentaba mejorarla no podía hacer nada, aunque seguía poniendo más y más capas de pintura negra sobre el cuadro, pero por alguna razón, hiciese lo que hiciese aquello estaba saliendo verdaderamente mal.
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