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Capítulo 10


CAPÍTULO 10

Joseph lucía unos vaqueros algo gastados y una negra camisa entre abierta, Marco llevaba una blanca y unos vaqueros negros, su cabello peinado hacia delante para hacerle un atractivo flequillo, miraba con sus preciosos ojos azules hacia el otro lado de la fiesta, donde un muchacho se divertía bebiendo cerveza...

- ¿Ese no es Will? – Preguntó hacia su compañero, haciendo que este dejase de prestar atención a las muchachas de la barra y mirase hacia el otro lado de la habitación – El metomentodo – Aclaró, admirando como el muchacho sonreía para luego caminar con chulería hacia aquel metiche.

- Will compañero ¿Qué te trae por aquí? – Preguntaba éste con ironía, haciendo que el chico les mirase y sonriese al percatarse de que sus compañeros de competición estaban junto a él.

- Joseph, Marco... Pero ¡mira que picarones! – Reconoció, ofreciéndoles unas birras y uniéndose a ellos. Lo que hizo que Joseph le mirase contrariado, recién ahora se había percatado de que quizás hubiese sido una mejor idea no saludarlo. - ¿Qué os trae a la fiesta de mi amigo Armando?

- ¿Lo conoces? – Preguntó Marco atónito.

- Por supuesto, la mitad de los cuadros de su casa de Colombia son míos – reconoció este con aires de superioridad, haciendo que Marco lo mirase divertido, pues sabía exactamente que mentía.

- ¿En serio? No sabía yo que tu nombre completo era Giancarlo Vergara – Le retó haciendo que este se percatase de que aquel muchacho conocía realmente a Armando.

- Vale, era un farol. Tan sólo conozco al tío que trae las cervezas, el me ha colado aquí – Reconoció de la mala gana, haciendo que Joseph se sintiese extrañamente bien de que se humillase frente a ellos.

Caroline, Candice, Bárbara y Collins llegaban a la fiesta, en aquel momento Bárbara y Collins fueron a saludar al responsable de la fiesta, mientras Caroline miraba hacia el escenario, donde un grupo de rock tocaban su música demasiado alto, y entonces lo vio...

- Mierda – Se quejó, volteando la cabeza hacia su hermana, intentando huir. Su hermana la miró sin comprender y entonces ella continuó explicándole su comportamiento – Él está aquí – añadió, pero al no ver ninguna señal de alarma volvió a hablar – El pintor.

- ¿En serio? Quiero saludarle – Comenzó su hermana despreocupada mientras se dirigía hacia el otro lado de la habitación, dejando a su hermana totalmente sola, deseando que la tierra la tragase, al verse desprotegida, corrió hacia el otro lado de la habitación donde una parejita se metía mano descaradamente y se mantuvo allí.

- Joseph – le llamó, haciendo que el muchacho se diese la vuelta hacia ella quedando totalmente sorprendido al ver sus pintas, pero por alguna razón no podía reconocerla – Soy yo, Candice – aclaró, pero el muchacho no parecía haberla recordado todavía, y ella se percató de que en realidad aquella noche no le había dicho su nombre. – ¿recuerdas el baile dónde saliste elegido como candidato del señor Hasting? ¿Recuerdas a la chica que bailó contigo aquella noche? Pues soy su hermana.

- Valla, no te había reconocido con esas ropas – Aclaró saludándola abiertamente - ¿quieres una cerveza? – dijo mientras le hacía unas señas a la camarera para que llegase hacia ellos.

- Vale – respondió la chica algo tímida, pues era la primera vez en mucho tiempo, que volvía a frecuentar aquel tipo de fiestas – Mi hermana está... - decía mientras volvía la mirada, pero entonces se percató de que se había escabullido – ... por aquí, en alguna parte.

- Entonces la encontraré – Dijo mientras le ofrecía la cerveza, y luego chocaba la suya con la de ella, brindando de esa forma.

- Veo que ya habéis hecho amigos – Decía una voz tras ellos, se trataba de Bárbara – Marco, estás aquí – Reconoció la joven, haciendo que todos los presentes mirasen hacia él

- Si, ¿dónde más podría estar? – Respondió este mientras sentía la mirada de su amigo, pues comenzaba a sentir que este no le había contado toda la verdad sobre su vida.

- ¿os conocéis? – preguntó Candice, haciendo la pregunta que todos se morían por formular.

- Por supuesto, lo hemos visto cientos de veces, es el sobrino de Armando – Aclaró Collins, pero tan pronto como lo hizo se dio cuenta de que había sido una mala idea, pues sentía que el joven había estado guardando en secreto sobre su familia, seguramente sería por modestia.

- ¿por qué no me lo dijiste? – preguntó Joseph dubitativo, por un momento se sentía engañado.

- No quería que os acercarais a mí sólo por ser hijo de un famoso pintor – Explicó, haciendo que su amigo comprendiese su posición

- Por cierto, Candice ¿dónde has dejado el móvil? – preguntó Collins preocupado, haciendo que esta se percatase de que había olvidado su teléfono en el coche. – Myung Wol estuvo llamándote

- Lo dejé en el coche... - comenzó apenada, pues se había pasado los últimos días queriendo hablar con él, y justo ahora que él la llamaba ella... - un momento ¿cómo sabes que Myung Wol estuvo llamándome?

- Porque me llamó a mí – se defendía el hombre, mientras daba un sorbo a su vaso con whisky

Joseph se había escabullido de aquella reunión y ahora buscaba por la fiesta a aquella hermosa muchacha que le había cautivado, pero por alguna razón, parecía estar muy bien escondida.

Caroline se había deslizado hacia el escenario, se había pasado con la cerveza y se sentía un poco mareada, en aquel momento un muchacho con el pelo punky se dirigió a ella...

- ¿Sabes cantar? – preguntó el muchacho curioso, pues el grupo al que le tocaba salir había fallado y ahora no tenía a nadie más a quien acudir.

- Claro que sé cantar – Respondió la muchacha, recordando como su padre le había hablado sobre las distintas ramas del arte, y la música era una de ellas.

- Entonces canta – dijo mientras la lanzaba al escenario con un micrófono en mano y ponía la música.

Aquello era alucinante pensó la muchacha, que ni siquiera podía apreciar con claridad al público, aquella canción le sonaba mucho, era la canción que solía cantar en el instituto cuando se sentía frustrada, aquella canción siempre le había servido para expulsar todos los problemas y descargar su frustración. Aún recordaba como su madre le había prohibido que escuchase aquella música cuando la había descubierto.

Caroline se hacercó al micrófono y comenzó a cantar aquella cañera canción de rock llamada Born To Run "Don't Look Back in Anger", en aquel momento sus hermanas, su cuñado y hasta el mismísmo Joseph fueron partícipes de su desparpajo encima de un escenario, incluso la vitoreaban.

Una vez más el joven había quedado sorprendido por ella que movía la cabeza al son de la música y cantaba como una verdadera rockera.

La muchacha se sentía joven de nuevo al cantar aquella canción, podía recordar los momentos en los que se sentía libre en los establos limpiando a los caballos y escuchando aquellas canciones hasta reventarse el tímpano. Justo al sonar el último atisbo de canción levantó la cabeza y se percató de que todo el mundo la miraba, pero en vez de sentirse avergonzada, justo como se hubiese sentido estando ebria, sonrió, pues había conseguido aquello que tanto había necesitado, descargar su frustración y sentirse libre nuevamente.

Joseph que se hallaba junto a la mesa de billar, agarraba un palo de billar, se había dejado caer en la pared y miraba hacia ella sonriéndole. Lejos de retirarle la mirada, la muchacha sonrió satisfecha consigo misma y bajó del escenario entre bitores. Momento que éste aprovechó para caminar hacia ella.

- Bueno, has vuelto a sorprenderme, definitivamente, no me esperaba que tuvieras una faceta como esta – reconoció el muchacho haciendo que ella le mirase agradecida, pues se sentía feliz de poder verse como una chica cañera frente a sus ojos – ¿me dejarás invitarte a una copa? – preguntaba el muchacho complacido de que ella estuviese respondiendo a sus ataques de ligue.

- No sé si debo – reconoció, ante aquella cautivadora mirada – pero me gustaría hacerlo – reconoció, haciendo que él se sintiese afortunado de poder disfrutar de su presencia – aunque creo que he bebido demasiado

- Estás preciosa esta noche, Caroline – Añadió, haciendo que esta sonriese con ironía, pues sabía perfectamente que era lo que él pretendía, aunque en ningún momento se mostró en desacuerdo con ello – baila conmigo entonces.

Caroline se pasó el resto de la noche bailando rock con aquel muchacho, la verdad era que se lo estaba pasando en grande, podía sentirse libre, y aquello era algo que no podía sentir a menudo, sonrió de felicidad mientras él la agarraba de su mano y la hacía dar vueltas haciendo que ella bailase sintiendo el ritmo de la música muy dentro.

- ¿sabes una cosa? – susurró a su oído, haciendo que la joven se sintiese sobrecogida al sentir su aliento sobre ella – Al igual que el arte, lo bonito del baile, es cerrar los ojos – proseguía mientras la muchacha cerraba los ojos confiando en él - y dejarte llevar por lo que sientes, por lo que la música te sugiere. – y el pareció darse cuenta de que ella estaba haciéndolo, porque en ese momento prosiguió hablando - ¿puedes sentirlo? – volvió a susurrar mientras acariciaba la yema de sus dedos con suavidad, haciendo que esta sintiese como su corazón se encogía, en aquel momento abrió los ojos, pues se sentía preocupada, por algo que su hermana le había dicho unos días antes "¿te has sentido vulnerable cuando esa persona te ha tocado?" - ¿qué ocurre? ¿te encuentras mal? – preguntó percatándose de que ella le miraba alterada, parecía que algo la había enfadado, pero no podía entender lo que había sido. – Caroline... - la llamó mientras acercaba su cara a la de ella para poder escucharla con claridad.

Caroline miró hacia él, hacia sus ojos, y en ese momento pudo volver a sentirlo, su corazón volvió a encogerse al sentir su mirada sobre sus ojos

- Tranquila, todo está bien – susurró nuevamente, haciendo que en aquel momento la muchacha sintiese su aliento de nuevo, en esta ocasión sobre su boca, ni siquiera podía pensar con claridad, por alguna razón se sentía cautivada ante sus ojos, no podía percibir nada más que no fuese él, por un momento sentía como si no estuviesen en la fiesta, ni siquiera podía escuchar la música, los gritos, la gente, ni siquiera podía pensar en nadie más. Dejo caer un poco su barbilla, entreabriendo el labio inferior, sin poder parar de mirarle, totalmente cautivada por aquellos ojos grises.

Joseph se había quedado, al igual que ella totalmente embelesado por ella, no podía percibir las cosas de la misma forma, ni siquiera escuchaba como su amigo Marco o Will lo llamaban, acababa de percatarse de que ella había abierto la boca y miró hacia ella para luego volver su mirada hacia sus ojos. En aquel momento ella tragaba saliva, pero en ningún momento pareció molesta por la idea de que el desease sus labios.

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