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10 | Tiempo juntos

Parpadeo ante el documento que muestra mi móvil. Debo estar soñando, porque junto a mi nombre y el título «Primer examen de Ciencias planetarias» aparece reflejado un siete y medio. No soy consciente de que llevo embobada varios minutos hasta que recibo un codazo por parte de Lorie.

—¿Qué tal?

Me giro y veo que está sonriendo. Eso significa que también ha ido bien para ella. No estaba segura de aprobar, pero ni soñando creí que sacaría tan buena nota. Me levantaría ahora mismo de la silla y buscaría a Gilliam por todo el campus para plantarle un beso. Aunque enseguida descarto la idea cuando la imagen cruza por mi cabeza. Ugh.

—Siete y medio —pronuncio sin creérmelo y vuelvo a mirar el documento, deseando que la nota siga ahí.

Tengo esa manía desde que comencé a estudiar. Lorie se ríe cada vez que reviso mil veces los documentos con las notas. Deslizo la barra hasta que doy con el apellido Steed. Me genera mucha curiosidad saber su calificación. La sorpresa se refleja en mi cara cuando al lado del nombre de Jena veo un nueve. Un maldito nueve. ¿Cómo lo ha hecho? Su hermano no se queda atrás, porque tiene ocho con siete. Bloqueo el móvil y miro a mi amiga.

—¿Tú qué tal?

Todavía quedan un par de minutos para que comience la clase.

—Seis con siete. Lo esperaba más bajo, pero es un aprobado —Se encoge de hombros—. Y lo más importante —añade—, nos quitamos este temario para navidades.

Suspiro aliviada. Sin duda es lo mejor de todo, incluso un cinco me habría sabido a gloria con tal de no volver a tocar esta parte de la asignatura. Quiero responder cuando el señor Collins entra en el aula. Carga su maletín que no pierde de vista en ningún momento. Aún recuerdo el año pasado en mitad de un simulacro de incendio. Todos abandonando la clase con tan sólo el abrigo porque «Chicos, coged lo importante», pero él tuvo que salir del aula con el maletín, porque cuidado no se vayan a quemar los apuntes.

Hoy su cara muestra todo lo contrario a la definición de felicidad. El ambiente se inunda de un silencio pesado, que se rompe de inmediato cuando el profesor murmura las siguientes palabras.

—He programado un trabajo para dentro de un par de semanas —Los murmullos de todos viajan por las cuatro paredes—. ¡No se alboroten!

Porque sí, a parte de la manía de no alejarse nunca de su maletín, también nos habla de usted. Entiendo que va acorde a su edad, pero no deja de causarme gracia. Lo vuelve todo más formal... más serio. Aunque su manera de dirigirse pasa a un segundo plano cuando proceso sus palabras.

Volteo hasta mirar a mi amiga y pregunto en un susurro:

—¿He oído bien?

Asiente, resignada. Le hace la misma gracia que a mí y al resto de compañeros. Tardo más de lo que espero en encajar las piezas. En dos semanas es Halloween. ¿De verdad ha sido tan cabrón de mandarnos un trabajo para esa fecha sabiendo que tenemos la agenda libre de exámenes?

—Nos ha jodido el finde —se queja Lorie a mi lado.

Me consuela saber que si el trabajo es por parejas, podré hacerlo con mi amiga. Al menos se hará todo más llevadero.

—Aún no he terminado de hablar —Vuelve a alzar la voz, acallando los murmullos—. En el campus virtual de la materia podrán encontrar la asignación de parejas para el trabajo.

Mierda.

Pensé que tendríamos la oportunidad de elegir nosotros. Eso reduce la probabilidad de que me toque con mi amiga casi al mínimo. No me da tiempo a entrar en la página de la asignatura para descargar el documento, porque la voz de Lorie me detiene.

—Oh, oh. —Son sus únicas palabras.

¿Qué narices quiere decir con eso?

—Dime que no me ha tocado con Jolie —pido.

Busco por toda la clase su cabellera castaña y doy con ella unas filas por delante nuestra. Prefiero raparme la cabeza antes que hacer un trabajo con esa chica. Desde el primer año la tiene tomada conmigo y aún no sé por qué. Lorie dice que es porque en varias ocasiones he sacado mejor nota que ella, pero eso me parece una completa tontería. ¿Quién odia a otra persona por una cosa así?

Niega con la cabeza.

—No te va a gustar. —Sonríe mientras extiende su móvil hasta mí.

—Si no se trata de Jolie es... —comienzo a decir, pero ahogo las palabras en mi boca en el momento que leo el nombre junto al mío.

Elijah.

Bloqueo el móvil y se lo devuelvo a Lorie de inmediato. Quizá me he confundido y he leído mal, ¿no? Puede pasar. Me recuesto sobre el asiento y apoyo mi cabeza contra la pared. Un suspiro escapa de mis labios.

—Mierda —digo, aunque más alto de lo debido y justo en un instante donde la clase está en completo silencio.

—Señorita... —habla el señor Collins clavando sus ojos en mí. No tiene pinta de estar muy contento.

Vale, se me ha escuchado.

—Moore. —Trago saliva.

—¿Qué son esas maneras de hablar? —Se cruza de brazos.

Siento las miradas de todos mis compañeros sobre mí y no sé dónde meterme. Doy vueltas en mi cabeza en busca de una excusa que se sostenga, pero ninguna vale. Todo me pasa por hablar cuando no debo.

—Es que...

Lorie me interrumpe y me dan ganas de plantarle un beso por salvarme el cuello.

—Había una avispa, señor. Mi amiga es alérgica. ¿Sabe que entre cuatro y cinco personas mueren al año en España a causa de la picadura de una avispa? Es un riesgo bastante mierda si nos ponemos a analizarlo... Perdón, bajo. Un riesgo bajo —corrige.

Collins no se cree mucho esa explicación, pero decide olvidar el tema y continuar con las pautas para realizar el trabajo. Mi mente se halla en otro lado como para prestar atención, además, seguro que sube el documento al campus, así que podré consultarlo más tarde.

Durante el resto de la clase soy incapaz de mantener la concentración. ¿Dónde queda lo de sacar a Elijah de mi corazón? Me va a costar ponerlo en práctica si hemos sido asignados para trabajar en equipo. El mundo se empeña en estar en mi contra, de eso no tengo dudas. En cambio, Lorie se divierte mucho con la situación. No deja de lanzarme miradas tipo «La vida te da una segunda oportunidad».

Bien, pues entrego el ticket de cambio y que se la lleve.

Al menos me consuela saber que es la última clase del día. Después podré pasarme la tarde entera en la cama. Hoy no tengo mucho ánimo para estudiar, así que tampoco me voy a obligar. Esto fue algo que hice en mi primer año en la universidad. Había días donde me pasaba horas sentada frente a los apuntes sin enterarme de nada. Costó semanas comprender que era tiempo perdido. A veces es sano desconectar.

Cuando el timbre suena, dando por finalizada la clase, recojo a toda prisa mis cosas y las guardo en mi mochila. No quiero toparme con Elijah.

—Te espero fuera —hablo a Lorie, que está tecleando en su móvil. Balbucea un «Vale»—. No tardes —le advierto.

Ni siquiera le doy tiempo a responder porque abandono el aula como si estar dentro me asfixiara. Por un momento dudo en si acercarme a la mesa del señor Collins para preguntarle si tengo la opción de cambiar de compañero, pero tras el pequeño espectáculo de antes, sé cuál será su respuesta. Un rotundo no.

El frío londinense me recibe nada más salir a la calle. Aunque todavía es otoño, nos acompaña un día repleto de nubes y con bastante pinta de llover. Lorie tarda más de lo que espero y por un segundo creo que va a venir acompañada por los hermanos Steed, pero alivio inunda mi rostro al ver que camina sola hacia mí.

—Me he comido una bronca por tu culpa —me recrimina.

—¿Y yo qué he hecho?

Por esta vez se lo paso, señorita Leblanc, pero la próxima me entregará un trabajo extra sobre un tema específico del temario —repite las que parecen ser las palabras del señor Collins.

No puedo evitar reírme. La risa deriva en un codazo en mis costillas. Admito que el momento ha sido espectacular. ¿De dónde ha sacado esa información sobre las muertes? Es más, ¿por qué ocupa su cabeza con datos de ese tipo?

—Quien ríe la última, ríe mejor —Avanza varios pasos, dejándome atrás—. Espero que disfrutes mucho de tu tiempo con Elijah. —Se da la vuelta para guiñarme un ojo.

Cabrona.

Acelero el ritmo hasta colocarme a su lado, antes de echar un vistazo atrás y asegurarme de que los hermanos Steed no vienen tras nosotras. Vía libre.

—Sabes... —empiezo a decir—. Estoy pensando en revender la entrada sobrante del planetario, porque aguantarte a ti... Pff.

—Claro que sí —dice sin hacerme mucho caso porque al igual que antes, se halla tecleando en su móvil.

Me entran ganas de preguntarle con quién habla, pero aprovecho su momento de evasión para pensar. En la nota y en lo feliz que estoy por ello. En el maldito trabajo del señor Collins que nos ha fastidiado la fiesta de Halloween —que ni siquiera habíamos planeado—, pero sobretodo en el tiempo que tendré que pasar junto a Elijah. Está claro que no vamos a hacer el trabajo en su piso. Ni de coña paso tiempo a solas con él. Le propondré quedar en la biblioteca y espero que no rechace esa oferta.

Cuanta más gente, mejor.

No me doy cuenta de que hemos llegado a la residencia hasta que no veo el rótulo de "St. North Star" en el portón de entrada. Tras cruzarlo, la primera persona que aparece ante nuestros ojos es Hilda. Es una mujer menuda, que siempre lleva su pelo canoso en un moño. Aunque tiene apariencia angelical es todo lo contrario. Recuerdo un día de mi segundo año en Londres. Lorie y yo salimos a tomar algo y llegamos dos minutos más tarde del cierre de la residencia. Dos. Hilda quiso dejarnos en la puerta porque según ella la puntualidad es muy importante.

Al final la convencimos, pero, ¿y si nos hubiera dejado en la calle?

Desde ese día nos mira mal.

—Ignórala —susurro a mi amiga cuando pasamos delante de ella.

Lorie se encoge de hombros.

—No me puede importar menos.

Ambas nos echamos a reír y nos ganamos una mirada fulminante por parte de Hilda, pero minutos después nos encontramos en nuestro cuarto, lejos de ella. Nada más entrar, me deshago del abrigo y tiro la mochila junto a mi escritorio. Tal y como planeé, esta tarde no pienso hacer nada. Sólo que antes de poner en práctica el plan, toca bajar a comer. El problema de acabar tarde las clases es que el menú es un poco mierda, porque siempre desaparecen los postres que más me gustan.

Veo a Lorie sacar sus apuntes de la mochila y colocarlo sobre el escritorio. ¿Acaso ella tiene intención de estudiar?

—Será coña que vas a hacer cosas de la uni, ¿no?

Ella voltea y cuando alza una ceja, obtengo la respuesta.

—¿Tan mal de la cabeza crees que estoy? Además, tengo un dibujo pendiente. —Alza en el aire su cuaderno de arte.

Observo la hora en mi móvil y me digo que ya tendré tiempo de descansar más adelante, además, me crujen las tripas y me duele la cabeza. Pasar tantas horas en la universidad es una mierda. Me incorporo hasta sentarme en el borde. Lorie ya ha terminado de colocar su escritorio para la sesión de dibujo.

—¿Comemos? —pregunta cuando ve que estoy esperando.

Asiento.

Echamos la llave de la habitación y tras dar un par de pasos, mi móvil vibra en mi mano. Asumo que se trata de Margaret para contarme alguna cosa sorprendente que le ha ocurrido. Cuando estábamos en el instituto eran habituales sus mensajes de ese tipo. Se me borra la sonrisa cuando leo el remitente.

No proviene de Marga, sino de Elijah.

Dejo de caminar y me quedo anclada casi a unos metros de mi habitación. Lorie no tarda mucho en descubrir que no sigo a su lado. Voltea y cuando ve mi cara, me mira con preocupación. Inmediatamente se acerca.

—¿Pasa algo? —Percibo confusión en su tono de voz.

—Elijah —pronuncio, apretando el móvil.

Si lo rompo, el mensaje desaparecerá, ¿no? Vale, me siento idiota por querer cargarme mi propio móvil. El simple pensamiento me hace reír, lo que incrementa la confusión de mi amiga, que se pregunta por qué he pasado de la sorpresa a la risa en segundos. Va a creer que estoy loca.

—Siena, ¿estás bien? —pregunta, dudosa.

Asiento.

—Es sólo... —hablo—. Elijah me ha mandado un mensaje y tengo miedo de leerlo.

La confusión y preocupación dan paso a una sonrisa pícara. Lo de Lorie es alucinante. Es mencionar al chico de ojos verdes y su actitud cambia.

—Léelo —pide.

—¿Qué? ¡Ni de coña!

Me arrebata el móvil y toma mi dedo índice para desbloquearlo sin tener tiempo de reaccionar. Segundos después dice en voz alta:

Nos ha tocado como pareja para el trabajo de Collins. Vamos a pasar mucho tiempo juntos, Siena —Creo que ha terminado, pero añade—. Ah, y ha puesto un emoji. Mmm... —Revisa el mensaje—. Es un guiño.

En mi cabeza sólo se repiten dos palabras: Tiempo juntos.

¡Hola!

He vuelto a las actualizaciones semanales (a ver cuánto dura). Por lo pronto, el domingo que viene también habrá capítulo.

¿Os ha gustado?

Admito que el momento de la avispa es muy random, pero se me ocurrió y tuve que plasmarlo en la historia. ¿También adoráis a Lorie por ello?

Bueno... Parece que Siena y Elijah van a tener que compartir tiempo juntos 😏. ¿Qué pasará con ellos?

La novela va a dar un giro que no os esperáis, aviso. El drama no ha hecho más que empezar 😌. CAPÍTULO 14, ahí lo dejo.

Muchas gracias por leer, hay gente nueva que está llegando al perfil y me hace muy feliz.

¡Os leo en comentarios! 🌠💙


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