03 | El club de los cinco
El viernes llega antes de lo que me espero y con él concluye mi primera semana de clases del nuevo curso. Ha resultado mejor de lo que me esperaba. Estamos con Jena y Elijah en todas las asignaturas y no me equivocaba cuando decía que parecían majos. Lorie y ella han hecho buenas migas. Nos han contado que vienen de Seattle y que su objetivo es hacer los dos últimos años de la carrera en Londres.
En ningún momento han mencionado a ese tal Ralen y me genera cierta curiosidad.
También intercambiamos números de teléfono y hasta Jena creó un grupo de whatsapp para la cena «El club de los cinco». Cuando vi el título dije que no tenía mucho sentido pues sólo somos cuatro, pero ella adora esa película, así que tampoco iba a cargarme su ilusión. ¡Quizás ese Ralen se termine uniendo!
—¿Estás lista? —pregunta Lorie junto a la puerta de nuestra habitación.
Echo un vistazo a sus pies y dejo escapar una carcajada cuando me topo con una mochila. ¿Acaso cree que vamos de excursión?
—¿Es necesario todo eso? —Señalo su «equipaje»—. Vamos a una cena, Lorie, no a pasar el fin de semana.
Se encoje de hombros.
—Me gusta ser previsora.
Medito durante varios segundos y me replanteo que a lo mejor tiene razón. Jena nos ofreció pasar la noche en su piso si se hacía tarde, yo no le di mucha importancia, pero ya veo que Lorie sí. Imitando su decisión, tomo mi mochila de la universidad y la vacío dejando el único cuaderno y el estuche sobre el escritorio. Después meto un pijama y un pequeño neceser con cosas de higiene básicas. Lorie carraspea desde la puerta.
—¿Va a terminar algún día la señorita?
Ignoro su pregunta. Me cuelgo la mochila y al salir de la habitación, le golpeo levemente el hombro. No veo su reacción, pero puedo asegura que se está riendo. Escucho como Lorie echa la llave y poco segundos después se halla a mi lado. Desprende felicidad, aunque es raro no verla entusiasmada. Me pregunto si hasta que vuele una mosca le genera esa alegría.
Admiro esa capacidad de mi amiga.
—¿Qué te tiene tan contenta? —Lorie niega con la cabeza—. Oh... ¿No me digas que te mueres por conocer al chico misterioso? —bromeo.
Me gano un golpe en el hombro, aunque puede que haya dado en el clavo.
—No sé de qué hablas. —Acelera el paso, dejándome atrás.
Si no la conociera, mi cabeza se inclinaría a pensar que se ha molestado por mi comentario, pero después de un par de años, sabemos bastante la una de la otra. No soy la única en hacer ese tipo de comentarios, es más, el primer día de clase cuando conocimos a los hermanos Steed, ella estuvo insistiendo sobre mí y Elijah. Creo que es mi turno de divertirme un poco. Aumento el ritmo hasta colocarme de nuevo a su lado.
—Admítelo, Lorraine.
—¡Oh! Cállate.
Cuando los comentarios son contra ella ya no le hacen tanta gracia, pero no es la única con ganas de fastidiar un poco. El resto del camino lo pasamos hablando de cosas triviales, y de la videollamada que tengo programada con Margaret este domingo. Nos mandamos mensajes por whatsapp y algún que otro audio, pero me apetece tener una conversación como si estuviéramos en la misma habitación.
Londres sería más interesante con ella.
Llevo dos años aquí y por unas cosas y otras no ha podido venir a hacerme una visita. Ni yo he vuelto a pisar Moonlight desde que me fui. Siento que, si el calor del hogar me abraza, seré incapaz de regresar a mi rutina, aparte de que sufriría. No estoy preparada para ver a Nina y despedirme de ella a los pocos días. Aunque duela, me conformo con la información que me cuenta mamá y Marga.
Hay días en que me es imposible no echarla de menos.
Como veinte minutos después de abandonar la residencia, nos encontramos frente a la puerta de los hermanos Steed. Lorie se coloca detrás de la oreja, un mechón que se le ha escapado a causa del aire que hace en la calle. Estoy a punto de meterme con ella, cuando la puerta se abre. Una sonriente Jena nos recibe con un caluroso abrazo. Es algo que he descubierto de ella durante esta semana. Su cercanía hacia el resto es un poco chocante para mí.
Siempre he preferido mantener las distancias.
Lorie entra primero y yo sigo sus pasos. Jena nos guía hasta el salón. El apartamento parece bastante acogedor. No hay mucha decoración, pero el estilo minimalista es agradable. No me gustan las casas llenas de cuadros y adornos, siento que es demasiado agobiante. En el sofá se encuentra Elijah junto a otro chico. No le había visto nunca y por lo que entiendo, estoy segura de que se trata de Ralen.
Jena carraspea para llamar su atención. Ambos chicos apartan la vista del televisor y la dirigen a nosotras. Al igual que su hermana, Elijan nos recibe con una sonrisa, pero su compañero deja escapar un gruñido. Veo como suelta el mando de la play sobre la mesa de café y se levanta del sofá. ¿Eso significa que le hemos caído mal?
—No tienes por qué irte, Ralen —le asegura Jena.
Niega con la cabeza como si la propuesta no entrara en sus planes.
En ningún momento me espero la reacción de mi compañera de cuarto. Con una gran sonrisa se encamina hasta él y extiende la mano en señal de saludo. Por los gestos de Ralen creo que el resultado no va a ser el esperado.
—Hola, soy Lorie.
Ralen le recorre con la mirada y después se da la vuelta.
—¡Me voy a mi cuarto! —exclama perdiéndose al fondo del pasillo.
Sé que a Lorie no le ha gustado en absoluto el trato. Sus ojos se hallan fijos en la dirección por la cual ha desaparecido Ralen. Tras varios segundos de silencio, en los que nadie se atreve a pronunciar ninguna palabra, la voz de Elijan suena en el salón.
—¿Pedimos unas pizzas?
—¿Siempre es tan...?
—¿Gilipollas? —Termina Jena la frase. Elijah le lanza una mirada de advertencia—. Estoy con Lorie en esto. Ralen debería relajarse un poco, además, le vendría bien hacer nuevas amistades.
Observo la escena con atención y aunque estoy de acuerdo con las dos chicas, no soy la persona más adecuada para opinar. Mi primer año en Londres fue un desastre: en clase siempre me mantenía al margen del resto de mis compañeros, no me apuntaba las quedadas que organizaban los de mi clase y mi único apoyo fue Lorie. Sentía que no formaba parte de ese mundo.
No conozco a Ralen, pero creo que tenemos muchas cosas en común.
Él es solitario. Vive en su propio mundo al igual que yo.
Me dejo llevar por mi instinto y deseo no arrepentirme después de las palabras que estoy a punto de soltar por mi boca.
—Dejadme ir a hablar con él.
Todos en el piso me miran con la boca abierta, señal de que mi propuesta les ha sorprendido. No les culpo, porque jamás me habría imaginado decir algo así. Por un instante estoy rompiendo mi plan de «mantener las distancias», y sé que no me voy a equivocar. Sé lo que estar solo en un lugar lejos de casa, y lo importante de tener a alguien para ti.
Nunca sabes cuándo las cosas se complicarán.
Lorie se acerca hasta a mí y deposita su mano sobre mi frente.
—¿Te encuentras bien, Siena?
Le golpeo con suavidad el brazo.
—¡Idiota! —Voy a preguntar su número de habitación, pero Elijah se adelanta.
—La última a la izquierda —Comienzo a andar cuando su voz me detiene casi al principio del pasillo—. Ten un poco de paciencia. Ralen es... complicado.
Asiento y después me encamino hacia su habitación. Cuando llego a su puerta, permanezco varios segundos sin hacer nada. Me da miedo llamar y que me ignore. O peor, que me cierre la puerta en las narices, creo que eso sería más humillante. Por otro lado, no puedo pasarme la noche aquí de pie como una estatua. Cojo un poco de aire y golpeo un par de veces sobre la madera. Las manos me sudan, así que las froto sobre mis pantalones para eliminar cualquier rastro de nerviosismo.
—¿Puedo pasar? —pregunto tratando que no me tiemble la voz.
No me asusta Ralen, pero he estado muchas veces en su misma situación. Soy de encerrarme mucho en mi cuarto, sentarme a escribir durante horas hasta perder la noción del tiempo. Todos tenemos un lugar seguro en el mundo, esas cuatro paredes donde puedo ser yo misma sin importar lo que suceda a mi alrededor son el mío.
La puerta se abre despacio y al otro lado me topo con un Ralen que me observa curioso. ¿Por qué una desconocida estaría ahí? Me apuesto lo que sea a que justo eso pasa por su cabeza. Busco en mi mente las palabras exactas para formular mi siguiente frase, pero él es más rápido.
—¿Qué quieres? —Niega con la cabeza sin dejarme tiempo a responder—. Mira... Ni siquiera deberías estar aquí.
—Pero...
Otra vez, él vuelve a tomar la palabra.
—No somos amigos... Es más, ni sé cómo te llamas...
—Siena —le interrumpo—. Me llamo Siena. Supongo que ya no somos tan desconocidos, ¿no? —Muestro mi mejor sonrisa esperando que sirva de algo.
Ralen se cruza de brazos y no dice nada durante los siguientes segundos, tan sólo se dedica a estudiar mis intenciones, es como si tratara de hallar algo oculto. Una estrategia. No sé cómo sentirme ante su análisis, hasta me estoy replanteando en venir a su habitación. Elijah ya me advirtió que era complicado.
—¿Qué pretendes, Siena?
—¿Disculpa?
—¿Por qué has venido hasta aquí? ¿Por qué te molestas en entablar una conversación conmigo?
Sus preguntas me irritan un poco, pero logro guardar la calma. He venido de buenas maneras y no quiero que se estropee.
—He estado en tu situación, ¿sabes? —Él me mira sin comprender—. Mudarse a una ciudad diferente, lejos de tu hogar, es difícil. Yo también fui un día la nueva y al igual que tú siempre me gustaba estar al margen de todo, aún lo estoy, pero dejar que Lorie entrara en mi vida fue una de las mejores decisiones que tomé. Todo se vuelve más... fácil. Saber que puedes contar con esa persona cuando las cosas se pongan feas... No sé, es liberador.
No aparto en ningún momento la vista de Ralen. No tengo ni la más remota idea de si la chapa que le acabo de soltar ha servido para algo o va a terminar por cerrarme la puerta en las narices. Si ocurriera lo segundo me sentiría un poco mal.
—¿Has terminado? —pregunta descruzando los brazos y agarrando el borde de la puerta.
Parpadeo varias veces, porque otra vez la suerte no está de mi parte. Asiento, y antes de que pueda pronunciar alguna palabra, me hallo sola en el pasillo. Tardo un par de segundos en reaccionar y me maldigo mentalmente por haber hecho el intento de acercar posturas con él. Ralen es demasiado complicado. Y frustrante a la vez. Una muralla infranqueable con la que te chocas una y otra vez.
—Ha sido una estupidez —susurro sin miedo a que me oiga.
Acto después, me giro para volver al salón. No voy a quedarme esperando a que se digne a hablar conmigo. Mi nivel de paciencia es escasa, además, al menos lo he intentado, tampoco puedo forzarle a que comparta tiempo con nosotros si no le apetece. Los chicos me miran cuando aparezco. Saben lo que ha ocurrido por las expresiones de mi cara, sumando que Ralen no se halla a mi lado.
—Me mentiste. —Apunto a Elijah con un dedo.
Él deja escapar una carcajada.
—Te dije que era complicado. —Se encoge de hombros eliminando toda responsabilidad.
—No es complicado —me quejo mientras me dejo caer sobre el sofá—. Es demasiado complicado.
Lorie se sienta a mi lado y asiente con la cabeza, como confirmando lo que he dicho. Puedo ver que se halla algo molesta por la reacción de Ralen cuando fue a saludarle. No le gusto nada que la ignorara y de diera la vuelta mientras ella se quedaba de pie observando como se perdía al fondo del pasillo.
—Y un idiota —Dirige la vista a los hermanos Steed—. Lo siento porque es vuestro amigo.
Veo como Jena ocupa el último hueco del sofá, mientras que Elijah opta por quedarse de pie, con el móvil en la mano esperando a que decidamos la pizza que queremos, ya que mi plan de convencer a Ralen para unirse a los cuatro se interpuso.
—Las dos tienen razón —murmura Jena con cierta tristeza—. Siempre quiere estar alejado de todos, encerrado en su mundo como si...
Un carraspeo procedente de su hermano le interrumpe.
—¿Por qué has hecho...? —comienza a preguntar, pero en cuanto gira la cabeza siguiendo la dirección de la mirada de Elijah, calla—. ¿Ralen?
Lorie y yo nos damos la vuelta al instante. No me molesto en observar las caras de los demás, porque mi atención se centra en el nuevo intruso. Miles de preguntas rondan por mi cabeza en cuanto mis ojos se topan con los de Ralen. Lo último que me esperaba es su reacción. Las comisuras de sus labios se alzan despacio para terminar dibujando una sonrisa.
Al final Jena tenía razón y si va a haber un «Club de los cinco».
Agradezco a Lorie por haberme animado a venir, tal vez mi penúltimo año en Londres sea bastante diferente a los anteriores.
¡Hola!
¿Qué tal ha ido la semana? La situación que vivimos actualmente me tiene un poco angustiada y tan sólo deseo que todo acabe cuanto antes. Espero que estéis bien, al igual que vuestras familias 💗
¿Qué os ha parecido el capítulo?
¿Sois del #TeamElijah o #TeamRalen?
¿Cómo lleváis lo de ser nuevxs en un sitio? Yo admito que lo llevo fatal 😅
¿Qué va a pasar con este quinteto en el futuro? ¿Alguna teoría?
¡Nos leemos pronto con más! 🌘💞
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