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02 | Buena suerte

La universidad de Astronomía aparece ante mí. Es un lugar bonito, con diversas flores que acompañan el camino que conduce a la puerta de entrada. Lo que más me gusta de ella, es la escultura de bronce del sistema solar presidiendo a la mitad del bulevar. Para cruzar al otro lado, hay que bordearla.

—¿El año pasado había tanta gente?

La voz de Lorie me trae de vuelta a la realidad. Observo a mi alrededor y me topo con varios grupos de personas charlando en el césped. Aún faltan unos minutos para entrar a clase y seguro están aprovechando sus últimos instantes de libertad. Por un momento, tengo ganas de darme la vuelta. Es absurdo que me sienta así cuando llevo dos años en esta universidad.

Creo que no importa el tiempo que pase, este lugar nunca será mi hogar.

Al menos, me cuesta sentirlo así.

—Puede ser —murmuro encogiéndome de hombros—. ¿Entramos?

Avanzo un paso por delante de Lorie, cuando ella me toma del brazo, obligando a que me detenga. Sus ojos me dicen que no vaya por ese camino. Con ella soy una persona muy transparente. Mi humor decayó un poco cuando atravesamos el portón de hierro, y ahora, a escasos metros del edificio, ha caído más.

—Cambia esa cara, Siena. Hablamos sobre enfrentar este año de otra manera.

En realidad, nunca he asegurado eso, pero si no tomo otro rumbo en mi vida, los dos años que me quedan en Londres, se me harán muy cuesta arriba. Volver a Moonlight es mi prioridad, pero antes debo terminar la carrera aquí. Después acariciaré la libertad que me produce estar en casa. Tal vez Lorie empieza a tener un poco de razón sobre mi actitud. ¿Qué consigo lamentándome?

—Está bien —Ruedo los ojos—, pero dame tiempo.

Mi comentario le basta, porque tuerce el gesto en una sonrisa.

—Con eso me conformo. Además, a lo mejor la vida te depara algo bueno este curso. ¡Nunca se sabe, mon amie!

Río ante su forma de dirigirse a mí. Sus abuelos maternos son franceses, y aunque ella apenas habla francés, le gusta emplear ciertas palabras. En varias ocasiones hemos comentado ir algún fin de semana a Francia, pero por unas razones u otras, al final nunca se ha llevado a cabo. De verdad que admiro su entusiasmo por empezar el curso, sólo que para mí no es tan sencillo. Lorie adora la Astronomía, es feliz en con esta carrera, y ojalá pudiera decir lo mismo. Con el paso de los años me he ido dado cuenta de que, aunque las estrellas forman parte de mí, no es lo que quiero para mi futuro.

No me gusta arrepentirme de las decisiones que tomo, supongo que siempre puedo aprender algo de ellas, pero si fuera capaz de retroceder en el tiempo, quizá me habría sentado a analizar con más calma mi futuro en la universidad.

Los pasillos nos dan la bienvenida repletos de estudiantes. Lorie y yo tenemos la primera clase en el aula 15, que se encuentra en la primera planta. Sé que el día de hoy será el más ligero, pues los profesores se dedican a explicar con detalle cómo se desarrollarán sus asignaturas durante el curso. Bueno, salvo si el profesor es el señor Morris. Ni siquiera tuve tiempo de copiar nada en su primer día, creo que entré en shock de la impresión que me causó.

—Siena —escucho mi voz, y alzo la cabeza. Lorie me mira, animándome a entrar en clase—. Hoy vives en las nubes.

Sigo sus pasos y juntas nos encaminamos dentro del aula. Echamos un vistazo por todo el salón. La primera fila está casi completa, y me sorprende. Nunca me ha gustado ocupar esos sitios. Tal vez tengo un mal recuerdo de una profesora del instituto, que hablaba con tanta energía cuando daba clase, que incluso llegaba a expulsar gotas de saliva. Un recuerdo asqueroso.

—¿Vamos al fondo? —pregunto.

Lorie parece no haberme escuchado.

—Lorie —vuelvo a insistir.

Ella se gira, y pone una sonrisa en su cara.

—¿Qué decías?

—Que si nos sentamos al fondo. ¿Te importa?

Asiente. Luego me dice a mí que ando en las nubes. ¿Qué ha llamado su atención? Tengo curiosidad por saber, pero ella se adelanta en cuanto llegamos a nuestros asientos. Deja caer su mochila en el suelo, y se sienta. Imito sus movimientos y poso mi mirada en ella. Parece pensativa.

—Es tu año de buena suerte. —Abre la pala de la silla, y apoya los brazos sobre ella.

—¿Por qué va a ser mi año de buena suerte? —No tengo ni la más remota idea de a qué se refiere.

Alza la cabeza y señala a un chico, unas filas por delante de nosotras. Está de espaldas, así que no puedo ver de quién se trata, pero por la sonrisa que me está lanzando Lorie, ella sí parece tener idea de su identidad. Tengo miedo de preguntar.

—El chico de los ojos verdes —susurra.

Se supone que iba a ser un año tranquilo. Nada de relaciones. Nada de problemas. Tan sólo estudiar, terminar mi tercer año en la universidad y contar los meses que me quedan para volver a casa. La presencia del chico de la cafetería lo complica todo. A Lorie le resulta divertida la situación, al menos eso demuestra la expresión que pone.

—Hay una chica sentada a su lado. ¿Crees que será su novia?

Se ha metido un chicle en la boca, porque me llega todo el olor a fresa. El timbre está a punto de sonar, y por una vez deseo que lo haga. Así mi amiga dejará a un lado su interés repentino por el chico nuevo.

—Ni idea —Rebusco en mi mochila. Tomo un cuaderno y un boli, dejándolo sobre la pala de madera—. Pero no me importa en absoluto.

Lorie me dedica una mirada de «No te lo crees ni tú». En realidad, no tengo ningún interés en él, aunque ella piense que sí. Mi vida está muy bien así. Disfruto de mi soledad y a pesar de que una pequeña parte dentro de mí anhela esa conexión especial con otra persona, no es algo que se me pase por la cabeza en este momento. Sé lo que supone tener el corazón roto, no voy a sumar eso a la lista de Mis dos últimos años en Londres.

—Al acabar la clase nos presentamos.

Quiero rechistar al comentario de Lorie, pero justo la puerta se abre y entra la profesora de nuestra primera asignatura de la mañana «Ciencias planetarias». La clase se sume en un profundo silencio y yo me encojo en la silla. Tiene toda la pinta de tratarse de otro señor Morris. Lorie me golpea la rodilla con la suya.

—Estamos muertas. —Desliza su dedo índice por la garganta.

Me obligo a reprimir una carcajada.

—¿Tan mala es?

—Como un agujero negro. Es imposible escapar de ella. He oído que sus exámenes son... peculiares.

El resto de la clase me la paso tomando apuntes a la velocidad del rayo. Apenas me ha dado tiempo de escuchar el método de evaluación porque la señorita Gilliam se ha puesto a explicar el temario como si le fuera la vida en ello. ¡Es el primer día! Se agradece un poco de consideración. Lorie en cambio se ha pasado la última hora dibujando en su cuaderno. Ni una nota ha tomado. Espero que luego no me pida mis apuntes, porque no se los pienso dejar.

—Tss —llamo su atención—. ¿No piensas anotar nada?

Ella aparta un momento la mirada de su cuaderno y niega con la cabeza.

—Tengo apuntes de otros años y están bastante bien.

¿Y yo me he pasado toda la hora copiando, dejándome la muñeca en el proceso? Quiero golpear mucho a mi amiga en estos momentos, pero no me da tiempo porque en cuanto suena el timbre marcando el final de la clase, ella mete a toda prisa su cuaderno en la mochila y se levanta de la silla, alejándose de mí. Me pregunto a dónde va, sólo que mis sospechas se aclaran cuando observo la escena que sucede unas filas delante de mí.

Está hablando con los nuevos estudiantes. Me encojo en mi sitio antes de tomar mis cosas y salir de clase sin que Lorie se dé cuenta de mi presencia. Todo va bien hasta que escucho su voz cuando estoy a punto de abandonar el aula.

—¡Siena! —me llama—. No te escapes de mí. —Su risa retumba en mis oídos.

Voy a matar a mi amiga en cuanto lleguemos a la residencia. Oh bueno... ¿Sería muy mala si tirara por la ventana todas sus pinturas? No haría eso ni de coña, sé lo que significa el dibujo para Lorie. Al igual que escribir para mí es una vía de escape, para ella es el arte. Me giro y con la cabeza gacha, camino hasta ellos. Escucho un carraspeo.

—Hola —habla el chico de ojos verdes—. Soy Elijah. —Se acerca para darme dos besos.

Tardo varios segundos en reaccionar a su saludo.

—Siena —susurro, y cuando comprendo lo idiota que parezco, vuelvo a decir—: Soy Siena.

La chica que se halla a su lado, le aparta con un leve empujón y se abraza a mí. Su cercanía me sorprende un poco, pero no me alejo. Cuando deshace el abrazo me dedica una sonrisa como si nos conociéramos desde hace tiempo. Escucho a Lorie aguantar una risa a causa de la situación que está presenciando. Mis expresiones le divierten.

—Me llamo Jena, aunque todos me llaman Jen —Gira su cabeza hacia el lado donde se encuentra el chico de ojos verdes—. Soy la hermana de este bombón.

Elijah le golpea el brazo y yo parpadeo varias veces sin saber dónde meterme. Todo es culpa de Lorie, por querer entablar nuevas relaciones. Cada vez me parece menos descabellado el plan de deshacerme de todas sus pinturas. Se lo está ganando a pulso. Carraspeo para cambiar de tema.

—Bueno... Nosotras deberíamos irnos a la siguiente clase. ¿No es así Lorie?

Esta alza una ceja y sonríe.

—¿Tenéis «Astrofísica Estelar»? —pregunta Jena.

La sorpresa vuelve a inundar mi rostro, porque su curiosidad en relación a nuestro horario y la mención de esa asignatura sólo puede significar una cosa: ellos también tienen esa materia. Lo que me lleva a que vamos a compartir clase. No quiero mirar a Lorie porque sé que está sonriendo, mientras imagina todo lo que pasa por mi cabeza. Que Elijah y su hermana vayan a las mismas clases que nosotras no era mi plan para este curso.

—Sí —contesta Lorie con una gran sonrisa. En mi mente se repite una frase «Que no lo diga, por favor»—. Podéis sentaros con nosotras —añade.

Lo ha dicho.

—¿Os parece bien? —Esta vez Elijah lanza la pregunta y no aparta sus ojos de los míos, esperando una repuesta de mi parte.

Tras pensarlo varios segundos, al final hablo:

—Sin problema.

Pero es mentira. Sí puede ser un problema. Elijah parece un chico majo, al menos a simple vista y no quiero complicar las cosas. Aunque por otro lado me siento un poco idiota pensando en eso. No nos conocemos, así que no debo pensar en lo que pueda pasar en un futuro. Además, Jena me ha dado una buena impresión. Creo que me vendrá bien dejar entrar a un par de personas más en mi vida. Tal vez me puedan aportar algo bueno.

—Ahora que está todo aclarado, vamos a la próxima clase. ¡Astrofísica nos espera! —exclama Lorie tomándome del brazo.

—Una cosa —La voz de Jena nos detiene. Ya sólo quedamos nosotros cuatro dentro del aula y la próxima clase está a punto de empezar—. ¿Os apetecer venir el viernes a nuestro piso? Podemos hacer una especie de cena para conocernos un poco más.

No me da tiempo a contestar, porque Lorie se me adelanta:

—¡Obvio que sí! —Me mira un segundo como preguntándome si estoy de acuerdo con el plan—. ¿Verdad que te apuntas, Siena?

Sus ojos se clavan fijos en los míos. Es consciente de que estoy meditando la respuesta. No entiendo el entusiasmo de mi amiga por entablar una amistad con estos hermanos. Ni siquiera me paro a pensar en las siguientes palabras que escapan de mi boca.

—Podéis contar conmigo.

Lorie sonríe orgullosa.

—¡Genial! ­—exclama Jena, y justo después comenzamos a abandonar el aula.

Cuando cruzamos la puerta camino al aula 11, no pasa desaperciba la conversación que mantienen los hermanos. Están hablando sobre la cena del viernes en su piso y un nombre se cuela en mi cabeza.

—¿Crees que le va a molestar la reunión? —pregunta Elijah.

—Ya conoces a Ralen —No la veo, pero seguro que se ha encogido de hombros, como si la repuesta fuera muy clara—. Seguro que se mete en su cuarto con los cascos. Prefiere mantenerse siempre al margen.

¿Quién demonios es Ralen?

¡Hola!

Espero que no me guardéis rencor, pero estas últimas semanas han sido un poco plof para mí en relación a la escritura, a parte de que tengo asuntos personales que me roban tiempo, por eso no publico capítulo tan seguido. Pasará, don't worry.

¿Os ha gustado?

¿Qué os ha parecido Jena? ¿Y Elijah? Os aseguro que estos dos hermanos van a dar muchos momentos divertidos.

¿También sentís curiosidad por conocer a Ralen?

Nos leemos pronto con más 💙


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