El joven demonio con curiosidad bajó cada uno de los escalones, fue a la cocina, al baño, al estudio, hasta el jardín, y no había rastro de ella más que sus cosas y maquillaje en su habitación, lugar donde Tamayo también se arreglaba para esos eventos.

—Eres tan identica a... —hizo una pausa absorto y negó con la cabeza—. Estoy pensando demasiado.

Frustrado volvió a su oscura habitación. Se sentó en la silla de su escritorio, tomó una hoja al azar de todas las que tenía regadas y comenzó a rayar de lado a lado.

Su vida era simple.

—¡Chachamaru, baja de aquí!

El gato con las patas mojadas manchó las hojas donde anteriormente Yushiro hizo un boceto.

—¿Qué acabas dd hacer?

El gato salió corriendo del estudio mientras un ruido proveniente de la puerta principal se escuchaba, Yushiro cuidadosamente salió a revisar y ahí la observó, en la entrada, parada justo a lado de la puerta, con el cabello bien recogido, los labios rosados y esos ojos redondos profundamente delineados.

—Regresé ¿no tarde mucho tiempo, verdad? —le sonríe.

—¿Por qué tan rápido? Solo ha pasado una hora desde que comenzó.

—No es lo que esperaba.

—¿Pasó algo?

-¿Con qué?

-No, ¿por qué?

—Solo preguntaba.

—¿Ahora está interesado en saber de mí? —la Kamado sonrió ladinamente y caminó hasta las escaleras—. El lugar es bonito.

La Kamado subió las escaleras y a lado de él le preguntó:

—¿Necesita algo? ¿Quiere algo de cenar?

Yushiro pensativo giró levemente el rostro, encontrándose con la mirada de ella. Instantáneamente Nezuko se giró. Los ojos felinos e indiferentes de ese hombre son aterradores.

—No, no necesito nada —dijo de forma neutral.

—De acuerdo.

La azabache fue tranquilamente hasta su habitación, abrió la puerta y la cerró lentamente. Al estar dentro corrió a la cama y soltó un quejido desesperado entre sus labios y la almohada.

—¡¿Por qué con él?! Mi corazón se agita demasiado...