Una vez despierto
Mirando desde afuera la mansión. Lucien una vez despierto, distinguió un par de perros endemoniados asechando en la niebla -Sean demonios o no, los perros... dan miedo- Y le entro un escalofrío que lo hizo abrazarse. Él y el parasito vieron un poco más y se alejaron con gran confidencia. Paso por el único lugar, que era el de la estatua de Satán y subió hacia allí. Arriba, unas manos que reposaban en la escalera, se retiraron suavemente. Al ver al intruso acercarse.
Lucien no vio aquellas manos ni a su dueño. Andaba preocupado mirando la estatua, preguntándose si podría saltársele encima. Si podría o no quitarle la vida en un momento - Va a ser vergonzoso si al final no tiene vida - se dijo Lucien después de haber pasado la estatua. Una vez allá arriba se le presentaron cuatro puertas y justamente entro, en la que tenia grabada un soldado. Dentro de esa puerta rondaba una encadenada criatura ciega, furiosa como si le hubieran quitado la paz tras el azote de la puerta. Con sus garras de metal dio a la carga y si el chofer no la hubiese evitado no solo la puerta se habría destrozado en aquella embestida. Ignorando a la bestia primitiva, Lucien decidió avanzar para encontrar una posible salida.
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