Capítulo único
La brisa fresca peinaba sutilmente las hebras verdosas de Midoriya Izuku al compás de sus pasos suaves, aquellos que trazaban un camino indeciso en el bosque Dressel.
El cantaron de las aves lo animaban a tararear una melodía de la cual simplemente eran canciones aleatorias sin importancia. El clima húmedo y el olor a tierra mojada lo recibió ante el rocío que impregnaba la yerba.
Izuku levantó la mirada hacia el cielo sin querer fijarse donde caminaba, ya que conocía el camino a su destino de memoria, y al hacerlo admiro con una sonrisa amplia el extenso cielo que tranquilamente pasaban nubes sin rumbo. Las nubes que observaba a detalle eran esponjosas, blancas y si intentas buscar detrás de ellas, encontrarás huellas que se llevó el mismo viento.
El peliverde extendió sus brazos hacia arriba para así soltar un bostezo suave, la cual trajo como consecuencia que sus ojos grandes y color verde se cristalizaron debido a la pereza que lo invadió de repente, todo aquello sin dejar de andar, y saltar algunas ramas, además de patear pequeñas rocas en el proceso.
Ya cuando llegó a su destino fue que se dejó caer sobre un gran tronco hueco, el mismo que se encontraba viejo y lleno de maleza. La misma que, si Izuku ponía la demasiada atención, podría apreciar claramente un grupo de hormigas andando en fila recta. Además de ello, visualizó otro pequeño grupo de insectos que llevaban con lentitud una hoja a la mitad.
Sin querer molestar a los insectos, se echó a un lado posicionando ambas palmas a sus costados para así seguir mirando el cielo con una tranquilidad que lo envolvía con recelo.
Aquella que estaba dispuesto a disfrutar sin quejarse en lo absoluto.
Era fin de semana e Izuku como siempre visitaba a su madre, Inko Midoriya, después de una semana extenuante y larga en la UA. Hacía unos cuantos meses que reside junto a sus compañeros de clases en la academia, la misma que no le permitía salir de sus instituciones por seguridad. Debido a los acontecimientos pasados que llevaron a que la UA fuese atacada, trayendo consigo desconfianza de parte de la población civil y los familiares de los estudiantes.
Momentos difíciles vendrán para todos aquellos que conforman la imagen de la prestigiosa academia de héroes. Izuku esperaba que las malas vibras del mismo se la llevara el viento con el tiempo, tal cual como las nubes.
Fue inevitable para el peliverde el querer comparar en su cabeza dichas masas visibles con lo que sucedía actualmente fuera de las paredes verdosas que conformaba el lugar. Pero, no era momento para pensar en ello ya que él fue allí con el propósito de relajarse.
Y sin haber pasado más de cinco minutos, lo logró.
Como siempre, el bosque Dressel era su lugar preferido para escaparse de todos sus problemas y preocupaciones.
Desvió su mirada al gran roble que estaba ubicado a sus espaldas, el mismo que le otorgaba comodidad y protección ante los rayos del sol que con el transcurso del tiempo comenzaba a molestarlo. Al voltearse completamente llevando consigo sus pies al lado contrario del tronco fue que pudo estar frente al árbol que al analizarlo tranquilamente, llegó a la conclusión que sin dudas aquella madera al igual que las hojas verdosas conceden una imagen de moral, la cual para él simbolizaba la fuerza física.
Al detallar sus raíces, que trazaban un camino ondulado sin preámbulos sobre el tronco grueso que lo conformaba llegó inmediatamente a su mente, quizás, que en él sobresalen héroes por su fuerza, honradez y fidelidad otorgando al mundo una inquebrantable paz. Aquellos eran atributos propios de un roble.
Pero, al visualizar unas líneas distintas a las demás fue que soltó un suspiro melancólico. Y con suma pereza decide levantarse para así aproximarse hacia el mismo.
Cuando Izuku estuvo cerca del árbol, levantó la mirada hacia las hojas que destellaban debido a la luz del sol que chocaba directamente con su verdosa cabeza. Estando la misma en sincronía con el viento que de repente azotó en el momento preciso que bajo la mirada nuevamente al frente.
Sin apartar la mirada e ignorando el movimiento violento que despeinaba -si más se podía.-, su melena naturalmente alborotada, con su mano derecha llena de cicatrices, acarició efímeramente el contorno del dibujo incrustado en la madera.
Las yemas de sus dedos rozaron con cierto miedo el mismo, como si con cada toque le diera golpes constantes y sin compasión a su dolorido corazón.
Otro suspiro escapó de sus labios secos, y una mueca entristecida mostró.
El ambiente tranquilo cambia a uno que le daba cierto pesar. De cierta forma él era consciente que había evitado el bosque desde hace varios años por el motivo del cual ahora lo atormentaba, pero llegó a pensar que lo había superado.
Izuku tenía cierta esperanza de disfrutarlo sin que los recuerdos lo atormentaran. Los mismos que él se niega a soltar o a olvidar.
Chocó su cabeza contra el roble, apoyando su frente cerca de las marcas viejas pero significativas para él y al visualizarlo de cerca fue que cerró de inmediato los ojos con el inocente motivo de no querer mirarlo por más tiempo.
Por un momento Izuku deseo que todo aquello que alguna vez lo hizo feliz en el pasado, desapareciera.
Pero el pecoso no contaba que aquel deseo se cumpliría sin que él pudiera evitarlo.
El sonido de varias maquinarias reemplazaron el habitual silencio que rodeaba el extenso arbolado. Los grupo de aves que estaban por la zona -debido al ruido ajeno-, escaparon rápidamente lejos mientras que varios autos empezaban a acoplarse en el lugar para así rodear toda zona que lo conformará por completo.
Izuku se alejó lentamente del roble observando con el ceño levemente fruncido al grupo de personas que invadía el lugar con tanto alboroto. Estaba confundido al reconocer la vestimenta de algunos hombres, ¿Qué hacían allí aquellos trabajadores de construcción?
— ¡Muy bien, muévanse!
Los hombres con chalecos amarillos, y grises se dispersaron en el sitio, algunos pasaron a su lado ignorando su presencia.
Izuku tragó saliva y se acercó discretamente al que parecía ser el jefe.— D-Disculpe...
— No, no, allí coloquen una señal para organizar aquella zona.— exclamó el hombre castaño de barba corta con planes en mano, intentando señalar a la izquierda con sus dedos, le indicó al grupo de hombres de chaleco grises sin titubeos.— Coloquen las herramientas donde se les explicó, imbéciles.
— ¡Disculpe! ¿Puedo preguntar...?
— Niño debes de irte de aquí.
No fue muy amable al presentarse.
— ¡Maldición! ¿¡Qué les pasa, chicos!? ¿Acaso debo hacerlo todo yo mismo? Rayos...— comentó para así dirigirse hacia el mismo grupo, pero al ver que Izuku no se movía volvió a dirigirse a él con una interrogante latente.— ¿Qué esperas para irte?
Literalmente estaba siendo echado del bosque.
— Oiga eso no suena muy amable de su parte.— la mirada del señor lo hizo dudar de si escogió las palabras adecuadas, pero Izuku ignorando aquello continuó.— No puede sacarme de aquí, tengo mis derechos.
La risa del castaño lo confundió aún más.— ¿Estás hablando en serio?
Izuku se cruzó de brazos sin mostrar alguna intención de irse. El encargado se encogió de hombros indiferente.
— Como quieras, puedes quedarte.— La expresión de Izuku se suavizó.—, Sólo hasta que las máquinas lleguen aquí, luego tendrás que irte.
— ¿Qué?
— Chico, estás parado en una zona de construcción. ¿No estás enterado?
El pecoso negó de inmediato al no poder articular alguna palabra debido a la impresión, ¿Qué significaba todo esto?
— Asombroso, aún no han puesto las señales.— se quejó el hombre mirando a alguien específicamente detrás de él.— Puedes decirle adiós a tus árboles, mocoso, los vamos a tirar.
¿Qué?
Continuó desinteresado.— Va haber un centro comercial aquí.
¿Realmente estaba sucediendo?
— Iku, ponle marcas a aquel gran árbol, este también se va abajo.
¿De verdad esto...?
Y cuando Izuku finalmente pudo salir de su breve estado de confusión, fue que visualizó como uno de los hombres del lugar trazó con un spray de pintura de color amarillo sobre el mismo dibujo que momento atrás, estaba mirando y tocando. El sujeto cuando se apartó dejó en evidencia una gran equis gigante que abarcaba toda la extensión del roble.
Izuku necesitaba ayuda, y rápido.
.
.
.
El uso de quirk en zonas civiles sin autorización no estaba permitido por el gobierno, pero eso no le importó a Izuku en lo más mínimo mientras corría entre la zona departamental de la ciudad de Musutafu con el porcentaje del one for all menos del cinco por ciento en uso. Los rayos verde neón y rojizas eran visibles en su cuerpo al mismo tiempo que se transportaba con una velocidad indescriptible.
Se detuvo abruptamente, dejando una marca negra en la acera gris bajo sus característicos zapatos rojos.
Con la respiración agitada camino despacio hacía la vivienda y sin pensarlo mucho, toca el timbre de la entrada. Izuku ante la impaciencia y el cansancio que le pagaba factura poco a poco, esta vez tocó la puerta de madera, una, dos hasta tres veces sin querer detenerse.
Hasta que la puerta fue abierta de golpe, y el ceño fruncido de Bakugo Katsuki fue lo primero que lo recibió.
Toda la adrenalina y determinación que poseía el peliverde se esfumó en un instante al tener al rubio ceniza frente suyo. En su momento sus manos empezaron a sudar por los nervios. La mente de Izuku se puso en blanco, sin saber cómo proseguir luego de haber corrido en menos de diez minutos desde el bosque Dressel hasta allí.
En primer lugar, ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué fue a Kacchan al primero que busqué?
— ¿Qué mierda quieres, Deku?
— K-Kacchan... Y-Yo... V-Vine...
Katsuki chasqueó la lengua fastidiado.— Sabes lo mucho que odio que tartamudees bastardo, ¡Habla de una puta vez!.—gritó irritado pero al no ver respuesta cercana, estaba dispuesto a cerrarle la puerta en la cara a Izuku.— Tengo cosas mejores que-
— ¡Derrumbaran los árboles del bosque Dressel!— exclamó Izuku desesperado, casi al borde de las lágrimas.— ¡Construirán allí un centro comercial!
Y un silencio los rodeó inmediatamente luego de que Izuku se hiciera escuchar, a base de gritos.
Era la primera vez en tanto tiempo que el peliverde observaba otro sentimiento en la expresión del rubio ceniza además del enojo o indiferencia que habituaba en él, y era entendible.
Todos los niños necesitaban un lugar para ser felices y vivir una infancia plena. Para Bakugo Katsuki y Midoriya Izuku ese lugar era el bosque Dressel. Estaba a cinco cuadras caminando de sus respectivos hogares y para ellos, era un mundo que les pertenecía desde la edad temprana de los tres años antes de que el de mirada rubí manifestara su quirk.
Habían crecido allí juntos, jugando y cazando escarabajos en las tardes de verano. Era el lugar donde habían pasado muchos momentos felices, y donde habían pactado su promesa.
Aquella que Izuku estaba seguro que, el contrario no recordaba en lo absoluto, y si lo hacía era evidente que lo ignoraba.
El peliverde fue sacado de sus pensamientos luego de sentir un tirón de su camisa hacía adelante. Katsuki en un movimiento brusco y rudo logró con facilidad que Izuku entrara rápidamente dentro de la vivienda de los Bakugo para así después de estar dentro, ser cerrado de golpe la puerta detrás de él.
Una mano se estampo a un costado de su rostro pecoso e inevitablemente soltó un jadeo de sorpresa al mirar hacia el frente, y encontrarse con el rostro de Katsuki cerca del suyo.
¡Muy cerca! ¡Muy cerca!
Izuku no sabía qué decir o qué hacer al visualizar la expresión neutral del rubio ceniza, y debido a eso, si daba un movimiento en falso, estaba totalmente seguro que explotaría sin alguna oportunidad de decir sus últimas palabras.
Estaba muerto de una u otra forma, ¿verdad?
— Quiero una explicación.
La mirada rubí lo ponía en modo gelatina, y sus manos cosquillaron al querer tocar el cuerpo frente de él. Sentía al contrario tan cerca y tan lejano a la vez que...
¡Ordena tus prioridades, Izuku!
— Y yo quiero mi espacio para respirar K-Kacchan...
El peliverde soltó un suspiro de alivio al ser liberado. Pero, solo fueron unos segundos de alivio porque se percató de la mirada insistente de su acompañante sobre él. Y luego de que Izuku se tranquilizara, prosiguió a explicar lo acontecido hace varias horas a Katsuki, quien por muy extraño que parezca escuchaba atentamente hasta el final.
Cuando finalmente terminó, Izuku tuvo miedo del aura oscura que rodeaba al chico.
— ¡Bruja!
— ¿¡Qué quieres, imbécil!?
Aquel intercambio por muy extraño que parezca, logró tranquilizar momentáneamente el pobre corazón de pollo del pecoso, muchas emociones por un día lo podrían matar algún día.
Katsuki a pasos fuertes se aproximó hacia la cocina furioso, de dónde provino la voz de la madre del rubio ceniza. Izuku le siguió el paso en silencio, y cuando estuvo en la entrada de la misma se detuvo con nervios de punta.
¿Era un buen momento para saludar a los padres de mi crush, amor imposible y primer amor?
— ¡Explícame esa mierda de que el bosque Dressel será derrumbado! ¡¿Lo sabías, verdad?!
— ¿Ah? Por supuesto, ¿Cuál es el problema?
— ¿¡Cuál es el problema!? ¡Te diré cual es el puto problema, maldita vieja! ¡El bosque Dressel es de mi propiedad! ¡No pueden destruirlo, joder!
— ¿Y tú cuando compraste el terreno que no avisaste? — preguntó con sarcasmo Mitsuki, tomando tranquilamente de su café pero luego de desviar un poco la mirada de su hijo fue que notó la presencia de Izuku.— ¡Izu-chan! ¡¿Desde cuándo estás ahí?! Dios mío, que vergüenza.— murmuró lo último levantándose inconscientemente por la sorpresa, para así aproximarse hacía el peliverde quién es rodeado por los brazos de la mujer como bienvenida.
El pecoso correspondió el abrazo a medias, porque la mirada fiera de Katsuki en su persona lo ponía sumamente intranquilo.— H-Hola señora Mitsuki, un placer...
— ¿Quieres una taza de café, té o jugo? Pide lo que quieras, cariño— La rubia ceniza le sonrió amorosamente a Izuku, ignorando que en cualquier momento su único hijo explotaría la casa con su quirk.
— Uhum... C-Creo que-
Dios, ¿voy al grano o sería muy descortés de mi parte?
— Maldita sea, ¿Acaso tengo que lanzar una bomba para que me presten atención?
— Hijo, no juegas allí desde que eras niño.— comentó el padre de la familia con una expresión apacible intentando aparentar el nerviosismo que saldría si su hijo seguía dirigiendo aquella aura oscura hacia él. Pero, Masaru debía de apaciguar las aguas violentas como suele hacer. El sudor corrió en su frente al ver el ceño fruncido de Katsuki marcarse aún más.— Empezarán hasta la semana próxima...
— Lávate las manos, y sirve los platos que tenemos un invitado.
— ¡No me digas que hacer, bruja!
— Katsuki, hazle caso a tu madre.
.
.
.
Izuku no sabe cómo terminó con el estómago lleno y en la habitación de Katsuki.
Mientras veía como el rubio ceniza caminaba de un lado al otro murmurando un sin fin de maldiciones. Por otro lado el pecoso lo observaba atento al mismo tiempo que estaba degustando de un postre que amablemente la madre del contrario compró para él.
Al menos el peliverde tenía ganada a la suegra, no todo en su vida era tan malo. Ahora solo faltaba ganarse al futuro novio. El orden de los factores no altera el producto.
Izuku asiente estando de acuerdo con la voz que, quizás, provenía de su cabeza.
— Muy bien nerd, ¿Cuál es el plan?
— ¿Cómo?
— ¿Tienes un plan, verdad? Por algo viniste hasta aquí.
— Si te soy sincero Kacchan...— Izuku colocó a un costado de forma lenta el envase de plástico de helado.— No tengo un plan.
Se sintió un deja vú al ser rodeados por el silencio.
— ¡¿ENTONCES POR QUÉ CARAJOS VINISTE SIN TENER UN MALDITO PLAN?!
— ¿¡DEBÍA DE TENER UN PLAN PARA VENIR!?.— exclamó con la misma intensidad el pecoso entre muchos nervios y confusión, sintiéndose verdaderamente patético en aquel momento.
— Deku bastardo...
— Okey, okey. E-En estos momentos debemos estar así.— cruzó dos dedos de sus manos.— si queremos salvar al bosque Dressel debemos estar unidos, Kacchan. Porque dos mentes piensan mejor que una.
— Una mierda, ¿Sabes que debemos de hacer?
Izuku ladeó la cabeza curioso.— ¿Qué?
— Quemaremos sus máquinas, problema resuelto.
El peliverde estaba seguro que esa idea era muy estúpida, incluso pensó que el chico diría algo más ingenioso que eso. Pero luego de pensar un poco, Izuku llegó a una conclusión.
— Llamaré a Ochako-san.
— ¿Qué carajos dices?
No le hizo caso, sacó de su bolsillo su celular e inmediatamente marcó el número de la castaña. El tintineo de la llamada en espera hizo que inconscientemente se mordiera las uñas. Luego de haber transcurrido unos segundos más, la llamada fue atendida.
— ¿Deku-kun?
— ¡Ochako-san!.— contestó Izuku con algunas lágrimas de alivio, Katsuki rodó los ojos para así desplomarse en su cama con fastidio.— Necesitamos tu ayuda.
— ¡Por supuesto! Yo, un momento... ¿Necesitamos?
Izuku recordó que no había puesto la llamada en altavoz. Y luego de configurar la misma, prosiguió a explicarle la situación en la que se encontraba a su mejor amiga al mismo tiempo que de vez en cuando Katsuki comentaba insultos de vez en cuando. Los cuales fueron ignorados por los contrarios.
— ¿Y B-Bien?
— Les diré qué hacer.— expresó con un timbre de voz que reflejaba seriedad y decisión. Izuku estaba saltando de alegría por tenerla de su lado.
Un puerto en una tormenta.
— ¿Esto es una democracia o no?.— sin saber que tanto Izuku como Katsuki afirmaron por su lado en silencio.— ¡Exijan sus derechos!
Bien, buen consejo.
— ¿De qué manera, cara redonda?.— preguntó Katsuki incorporándose de su cama, interesado en su respuesta.
— Muy simple Bakugo-kun, existe una junta de planeación cada domingo en la noche en el centro de la ciudad. El papá de Tsuyu-chan es miembro allí, pueden ir y explicar su caso.— De repente se escucha un ruido en seco desde la otra vía telefónica.— Deben de exigir y ser escuchados. Deben de luchar por sus intereses, ¡Y deben de empezar a actuar! ¡Deku-kun, nosotros somos el pueblo!
Vaya, no creí que Ochako-san fuese una partidaria al respecto.
— No suena a una mala idea...— murmuró Katsuki entre dientes pensativo, con eso era suficiente para estar de acuerdo.
— ¡Tienes razón, Ochako-san! ¿Te nos unes?
— Uy lo siento Deku-kun, tengo una cita... ¡Les deseo suerte!
Y la llamada fue cortada, dejando a Izuku con las palabras en la boca.
.
.
.
El timbre indicando la hora de descanso resonó en todo el lugar, y con ello presente, todos los estudiantes de la clase 1A salían del aula dispuestos a comer algo en la cafetería.
Izuku se encontraba recostado en su asiento agotado y frustrado. Porqué el plan inicial de presentar su caso en la junta que les mencionó la castaña fue un rotundo fracaso. Y para colmar los males, ni siquiera tuvieron oportunidad de explicarse debido que el rubio ceniza ante la nula respuesta terminó insultando al presidente de la misma.
Ocasionando su expulsión del lugar, y además, una advertencia de no pisar lo que queda de su vida en aquel lugar.
El peliverde se incorporó lentamente y se apoyó de su mejilla en silencio mientras tocaba de forma sincronizada sus dedos en la mesa intentando pensar.
¿Por qué no podía formar algún plan viable como suele hacer? ¿Acaso ya perdió su toque?
Negó rápidamente. Debe de llegar a una solución y rápido, porque sólo les quedaba esta semana para salvar el bosque.
— Midoriya.
— ¡T-Todoroki-kun!.— saludó Izuku disimulando su sorpresa, tan perdido en sus pensamientos estaba que no se había percatado de que el bicolor llevaba rato moviendo su mano enfrente suyo.— ¿Necesitas algo?
El bicolor negó suavemente con los ojos cerrados para así enfocarse únicamente en él al abrir los mismos.— Durante toda la hora de la clase de inglés estuviste muy distraído...
— ¿En s-serio?
— ¿Todo está bien?
— Bueno, yo...
— ¡Deku-kun!.— Ochako apareció y tomó una silla para después colocarse frente a ambos chicos.— ¿Pudiste exigir tus derechos en la junta del fin de semana?
— ¿Exigir tus derechos?.— preguntó de vuelta Todoroki confundido.
— ¡Chicos! ¡No podemos quedarnos aquí!.— apareció Iida Tenya moviendo sus brazos de forma robótica, regañando a los tres.— Es hora del almuerzo, si no nos movemos perderemos nuestro turno para comer.
— Iida-kun tiene razón, ¡Vamos, y en el camino me cuentas cómo te fue!
Izuku soltó un suspiro de resignación para así levantarse y caminar junto a sus amigos hacía la sección dónde se ubicaba la cafetería de la UA. La misma estaba llena de estudiantes en varias mesas del lugar y había una cola inmensa para pedir el almuerzo del día.
En medio de la espera de qué llegará su turno para recoger su comida correspondiente, le dio tiempo a Izuku para que explicará a detalle todo lo sucedido el fin de semana, incluido el simple hecho fantástico que pudo estar en la habitación de Bakugo Katsuki por más de dos horas sin que le explotara la cabeza.
Claro, eso no evitó que al final lo sacará a patadas al terminar su supuesto plan que salvaría el bosque.
Finalmente con bandeja en mano los cuatro se dirigieron a su respectivo asiento habitual. Izuku mientras comía terminaba de relatar su historia hasta que sin haberse dado cuenta se acabó su comida y así como acabó, de igual forma su relato finalizó.
— No pensé que eso les sucedería... maldito gobierno corrupto.— murmuró lo último con cierto rencor.
Los tres chicos observaron a la única chica presente del grupo, y ella al percibir aquella atención se metió una papa frita a la boca para disimular su vergüenza. En aquel momento una peliverde llegó y se sentó junto a la castaña sin preámbulo, cansada se dejó caer en su asiento.
— ¿De qué me perdí, kero?
— ¡Tsuyu-chan! ¡La junta resultó ser un fracaso! Ni siquiera les dejaron presentar el caso...
Izuku levantó una ceja intrigado. ¿Podría está vez ahorrarse las explicaciones? El pecoso necesitaba agua, y al desviar su mirada a la botella de agua la tomó de inmediato.
— ¿Midoriya-chan registró su caso tres días antes?
Ante aquella pregunta Izuku escupió el agua que estaba tomando, y debido a eso empezó a toser mientras que Todoroki e Iida le daban palmadas en la espalda para aliviarlo un poco. El peliverde al recuperarse miró con los ojos abiertos a la contraria.
— ¿Debía registrarlo tres días antes...?
— Claro, solo se presentan los casos ya archivados y que tienen cita anticipada.
Gracias a aquella nueva información añadida a su base de datos, volteó a ver con ojos acusadores a la castaña. La cual estaba silbando e ignorando la misma aparentando no haber escuchado nada.
El pecoso se lamentó, y se llevó ambas manos a la cara sin saber qué hacer.
Tenía hasta el fin de semana para evitar aquella tragedia.
Mientras sus amigos intercambiaban algunas palabras ajenas a él. Desvió su mirada verdosa hacia la mesa donde siempre estaban los amigos del rubio ceniza. Y al fijarse efectivamente estaban allí, siendo tan escandalosos como siempre al mismo tiempo que molestaban al de quirk explosivo, quien sin dudarlo les gritaba e insultaba fastidiado.
Nuevamente el timbre resonó, era hora de regresar a clases.
Izuku sin dudarlo se levantó de su sitio y caminó rápidamente hacía la mesa contraria que se encontraba a veinte pasos de distancia del suyo. Con cada paso que daba el peliverde, más nervios y sudor se hacía paso en sus manos e Izuku estaba seguro que si tuviera el quirk de Katsuki ya hubiera explotado hace mucho.
Todos los estudiantes se iban retirando del lugar, pero él en vez de darse la vuelta para así dirigirse a la salida, iba directo hacía la boca del lobo.
El mismo que apenas estuvo frente al grupo, le observaba fijamente, y aquello hizo que tragara en seco.
— ¡Oh, Midobro! ¿Todo bien?.— preguntó Kirishima, como siempre tan amable y sonriente.— Ya nos dirigíamos al salón y si necesitas los apuntes que me prestaste hace algunos días puedo-
— En realidad Kirishima-kun, ¿Puedo hablar con Kacchan? ¿A-A solas?
Las miradas de los cuatro chicos que conformaban el grupo de Katsuki voltearon a verlo al unísono. El rubio ceniza mostró una mueca disgustado.
— ¡Por supuesto, Midoriya! Te dejaremos con Kacchan~ — expresó divertido Kaminari, para después rodear en un abrazo de hombros a Kirishima y a Sero. Siendo arrastrados los dos por el rubio en camino a su siguiente clase.— a solas~
— ¡Nos vemos en el salón!— exclamó Mina igualmente con una sonrisa y mirada con un significado más allá de la compresión del peliverde.
Ya cuando los cuatro chicos los dejaron solos, lo que quedó allí entre ellos fue un silencio tan familiar que ya no era de extrañarse.
— B-Bueno Kacchan—Izuku decidió tomar la iniciativa.—, ¡Se me ocurrieron algunas formas para evitar la construcción del centro comercial! ¡Podríamos echarles arena a sus tanques de gasolina!
El silencio fue su única respuesta.
— ¿También patearlos...? o invadir sus oficinas y quitarles sus planos...
El silencio se mantuvo persistente, como única respuesta.
— ¡Hagamos lo que dijiste! Quememos sus-
— Deku. Ya basta.— respondió fríamente el rubio ceniza de forma pausada.— Olvida ese maldito terreno baldío, es una pérdida de tiempo.
Izuku abrió los ojos como platos. Las palabras de Katsuki eran tan venenosas que sentía una verdad sin adornos. Siendo el mismo lanzado a su cara sin mucho espectáculo.
— En algunos años más lo olvidaremos... ¿Qué más da?
El rubio ceniza importándole poco el estado de desconcierto en que había dejado a Izuku, pasó a su lado sin esperar respuesta alguna para así marcharse rápidamente. Mientras tanto, el peliverde intentaba procesar todo lo sucedido en cuestión de segundos.
Finalmente Izuku volteó para poder observar como la espalda ancha de Katsuki se alejaba de él.
Con que, ¿Es tan fácil olvidar para ti, verdad?
.
.
.
El sonido de los grillos ambientaba sin falta la noche fría en que se encontraba sumergido el bosque Dressel.
Así como los insectos sonaban, las ramas secas de igual forma crujían ante el impacto de algunos pasos aproximándose mientras que los arbustos del lugar eran echados a un lado por una mano conocida, la cual temblaba con el pasar del tiempo transcurrido allí.
Izuku al situarse frente al gran roble que fue testigo de su infancia, pudo observar algunas letreros de precaución y cintas de colores negros y amarillos recorriendo la zona.
La linterna que traía consigo la movió hacía un costado, encontrándose con algunas máquinas cargadoras y miniexcavadoras. Nuevamente fijó la linterna hacía el roble, y tembló de impotencia.
Izuku había ido a decirle adiós al bosque Dressel.
Cuando el peliverde estaba listo para acercarse, fue que una luz detrás suyo lo hizo voltearse de inmediato. Ante el impacto del mismo se cubrió los ojos intentando adaptarse y al querer fijarse en la figura nueva fue que la reconoció al instante.
— Nerd.
— Kacchan...
Sin ningún intercambio más, Katsuki se posicionó a su costado en silencio e Izuku se mantuvo callado en lo que situaba su mirada en las hojas del árbol.
Ambos permanecieron algunos minutos más otorgándose una compañía mutua que muy pocas veces se ve. El peliverde intentaba ignorar aquel cálido sentir que se hacía paso en su pecho, sin querer ilusionarse a lo que significaba con todas sus fuerzas.
Hasta que la linterna del contrario señaló con la luz artificial el trazado arruinado por la pintura amarilla, el dibujo mostraba las iniciales de Bakugo Katsuki e Izuku Midoriya con unos garabatos, como un avión mal dibujado y un dinosaurio un poco deformado, las mismas líneas que conformaban aquello daba a reflejar lo que alguna vez se pactó bajo aquel roble.
Izuku sintió algunas lágrimas colarse en sus ojos debido a la emoción del recuerdo, si se quedaba observando más tiempo el lugar, estaba seguro que podía verse a sí mismo y a su amigo de la infancia corriendo mientras atrapaban luciérnagas en las noches de verano, otras excavando o construyendo refugios que el clima derrumbaría sin reparo alguno y otros escenarios dónde estaban sentados uno al lado del otro, con algún cómic de héroes en sus manos mientras aspiraban a ser como aquellos personajes increíbles de la televisión.
Cuando eres un niño, puedes ser un poco de todo, artista, científico, atleta, estudiante... Pero algunas veces parece como si crecer fuese un proceso de ir renunciando a esas cosas una por una.
Y me preguntó a veces, Kacchan, debo renunciarlas a todas o...
— ¿Recuerdas cuando lo hicimos, Kacchan?
— Mmmp...
— Fue el día en que me caí en el charco de lodo cerca del río, fue en el verano a unos días antes de ingresar por primera vez al jardín de niños, y tenía mucho miedo de ir...— Izuku tragó saliva, intentando encontrar las palabras correctas, continuó.— Pero, cuando-
— ¿Qué piensas hacer con esas putas cadenas?
— ¿Eh?
Katsuki señaló detrás de él, y efectivamente habían unas cadenas esparcidas, después de todo llevaba arrastrándolas desde que llegó a la zona.
— Ah, eso.
— ¿Qué planeabas hacer, eh?
— ¿Me creerías si te dijera que planeaba atarme con ellas al árbol y así evitar que lo derrumben?.— preguntó Izuku con una sonrisa media torcida, intentando aparentar que lo que acaba de salir de su boca no era una completa estupidez.
— Eres un estúpido, maldito Deku bastardo.— expresó Katsuki rodando los ojos mientras se cruzaba de brazos e Izuku bajo los hombros dándole la razón en silencio.— En primer lugar, eso no va a funcionar imbécil... Pueden cortar esa maldita cadena con una segueta o con cualquier quirk de algún puto trabajador compatible y te pueden denunciar por invasión a propiedad no autorizada.— De igual forma Izuku asintió, no encontraba fallas en su lógica.—En segundo lugar, te meterás en problemas como sueles hacer... Y en tercer lugar, olvídalo ¿quieres?
Silencio.
Soltó un bufido, continuó.— ¿Por qué mierda te importa tanto? Joder, Ya te dije que en algún momento...
— No.
— ¿Qué has dicho?
— ¡No soy como tú, idiota!.— exclamó Izuku al borde de la impotencia, tanto así que finalmente las lágrimas descendían por sus mejillas pecosas sin él poder evitarlo.
La mirada de Katsuki se endureció.— ¿Ah?
— No soy como tú, que olvida, que es capaz de abandonar por su estúpido orgullo...— continuó, mientras las lágrimas cristalinas que trazaban un camino efímero se le sumaban más y más.— Me esfuerzo ¿Sabes?... Me esfuerzo para que ya no sigas enojado conmigo, y volvamos a ser lo que fuimos antes, porque ya no quiero dejar pasar más tiempo sin que estemos juntos Kacchan...
Al diablo todo, ya no puedo ocultarlo más...
— De verdad que lo i-intento pero...
No podemos regresar a aquellos momentos que fueron los más brillantes en mi vida, las palabras dichas, la promesa de estar siempre juntos...
No seas un llorón Deku, mientras estés conmigo ya no tendrás nada que temer.
Pero el sentimiento verdadero que nos tenemos siempre estará aquí, aquella promesa del meñique siempre estaba presente entre árboles y tierra mojada...
¿L-Lo juras con el meñique, Kacchan? ¿Siempre estarás a mi lado?
Para terminar en algún futuro aquellos malentendidos, enojos y retomar el camino que alguna vez trazamos para los dos.
Estaré siempre a tu lado, es una promesa.
— ¡M-Maldición!.— Izuku se desplomó en el suelo mientras resguardaba su rostro entre sus manos, estaba cansado de todo aquello que le hace sufrir en silencio.
Los sollozos del peliverde predominaban en el ambiente, siendo de vez en cuando opacado por los grillos que soltaban sus chirriantes melodías naturales en el momento y lugar sin detenerse. Katsuki estaba a unos pasos del peliverde, quien se encontraba de rodillas mientras intentaba limpiarse las gotas saladas de su rostro en vano.
Ya que mientras más se limpiaba, más lágrimas salían.
Izuku ignoró el haber escuchado los pasos del contrario acercarse a él de forma pausada, hasta que al sentir su presencia frente suyo fue que se refugió aún más entre sus palmas, negándose a mirarlo.
No quería mostrarse más patético de lo que ya se veía.
Incluso iba a quejarse cuando sus brazos fueron tomados y sus manos apartadas pero sus ojos se abrieron sorpresivamente, y se mantuvo quieto al ver la mirada cargada de sentimiento que le otorgaba el rubio ceniza. Mientras sus miradas se mantenían en contacto, Katsuki apartaba una que otra lágrima de la mejilla pecosa de Izuku.
El peliverde parpadeó decidido a apartarlo cuando de pronto, sus labios fueron apresados por los contrarios en un beso.
El pecoso estaba seguro que sus ojos no podían estar más abiertos debido a aquella acción. Sus labios al principio no corresponden, pero luego de ser pellizcado en el brazo izquierdo fue que inevitablemente abrió la boca y Katsuki sin perder tiempo exploró la cavidad bucal del peliverde sin darle tregua alguna.
Una danza de lenguas inició. Una de la cual Izuku no pudo evitar disfrutar, y ambos al estar sumergidos en el acto se otorgaron caricias efímeras en los brazos al mismo tiempo que en los hombros, mostrándose inexpertos. Pero por otro lado, sin miedo a experimentar el sentimiento que burbujeaba entre ellos.
Al separarse para poder recuperar el aire fue que los unió una línea delgada de saliva, y sus miradas al encontrarse nuevamente cargaban un sentimiento que ambos tenían.
Que ambos corresponden.
Katsuki tomó de la nuca a Izuku para poder juntar sus frentes mientras que sus respiraciones agitadas se mezclaban con el otro, cerraron sus ojos disfrutando el tacto, la brisa gélida ahora no les afectaba en lo absoluto.
— Perdóname, Izuku...
El mencionado abrió los ojos de inmediato y su mirada se cristalizó. Izuku sollozó nuevamente sin estar seguro si el sentimiento que lo envolvía era de tristeza o felicidad.
Katsuki acarició las hebras verdosas de Izuku intentando inútilmente en transmitirle consuelo, continuó.— ¿Sabes, nerd? Aprendí no hace mucho que los recuerdos no se mantienen en los lugares u objetos, siempre estarán aquí.— posicionó su dedo índice en el pecho del pecoso, cerca de su corazón.— los recuerdos se mantienen vigentes aquí, al igual que nuestra promesa.
— K-Kacchan...
Sin más que añadir, Katsuki se incorporó para así alejarse del pecoso. Izuku se sorbo la nariz sin apartar la mirada de la figura del chico, estaba curioso por sus acciones, incluso las anteriores y las actuales.
El rubio ceniza se acercó al gran roble y luego de darle una rápida mirada, fue que se apoyó de su antebrazo para así después esconder su rostro en ella.
— Uno... Dos... Tres...
— ¿Kacchan? ¿Q-Qué estás haciendo?
— Será mejor que te escondas, bastardo... Cinco...
— Kacchan, ¿De verdad tú...?
— Solo contaré hasta veinte, y si te encuentro, te mataré Deku.
Cada ser humano trata el amor y el dolor de diferente manera...
— Seis, siete, ocho...
Izuku mostró su más radiante sonrisa y sin perder más tiempo, corrió lejos de dónde estaba el rubio ceniza dispuesto a esconderse.
Un juego de esconderse y buscarse, ¿Intentas recrear nuestro último juego juntos, Kacchan?
— Diecisiete, dieciocho, diecinueve... ¡Veinte! ¡Ahí te voy, Deku!
Esa noche Kacchan y yo encontramos algo que casi perdíamos...
Encontramos algo mucho más significativo y fuerte, algo que nos volvió a unir. El espíritu de la niñez.
La promesa del recuerdo.
Y unos días después de que Kacchan y yo oficializamos finalmente nuestra relación, fue que talaron el Bosque Dressel.
Algunos años más tarde, se inauguró el centro comercial de la ciudad de Musutafu. Los pobladores que presenciaron el corte de la cinta amarilla que adornaba felizmente la entrada del establecimiento, no pasaron desapercibido unos trazos grabados en el sendero al costado de la entrada principal.
Aquel trazado que formaba visiblemente cuatro iniciales juntas, y al lado de ellas un pequeño corazón.
La cual simbolizaba una nueva promesa, una que estaban dispuestos a mantener por el resto de sus vidas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro