Al pasar las semanas Pinkie agradecía que nadie le haya pedido organizar otra fiesta... pero seguro tenía que ver con que ya nadie confiaba en ella para organizar otra fiesta.

Pensaba que ya jamás podría volver a organizar una...

Llegó a la escuela soñolienta, se había dormido tarde por estar haciendo un trabajo.

—¡Hola Pinkie Pie! Vaya, te ves... cansada.

—Gracias Dash, tú tampoco te ves mal. —abrió su casillero.

—En fin, quería pedirte que organices mi fiesta de cumpleaños, ya sabes que a mi me gustan que sean lo mejor y se que tú lograrás eso. —sonrió.

—Si claro, el lunes sin falta. —dijo bostezando mientras sacaba un libro de su casillero.

—¿Entonces si lo harás?—preguntó emocionada.

—Sí... claro. —bostezo recargandose en los demás casilleros.

—¡Que bien! Le diré a las demás, ¡gracias Pinkie!—dijo con una sonrisa antes de irse.

—Para eso están las... amigas. —dijo para si misma cerrando los ojos, pero los abrió de un momento a otro—.  ¡Espera! ¡¿qué?!... ¡no puedo organizar la fiesta de Rainbow Dash porque también la voy a decepcionar! Agh, te odio Pinkie del pasado por no hacer el trabajo antes.

[...]

Pinkie estuvo pensando todo el día en como decirle a Rainbow Dash que no podía organizar su fiesta.

La encontró caminando por el pasillo, corrió rápidamente con ella.

—¡Rainbow Dash!

—¡Pinkie! Justo a quien quería ver.

—¿Enserio? ¿porqué?

—¡Tú serás quien planee mi fiesta! Así que hay mucho que hacer.

—Si, sobre eso yo...

—Escucha, hoy nos reuniremos para hablar de eso, ¿okey?

—Pero-.

—No te preocupes, todo será grandioso.

—¡Rainbow Dash! ¡no puedo hacerlo! ¡no puedo organizar tu fiesta!—exclamó callandola.

—¡¿Qué?! ¡¿porqué!?

—¡Porque te quiero y por eso no quisiera arruinar tu fiesta de cumpleaños!

—¿Es por lo de la fiesta de Scootaloo? Porque ella ya me dijo que no había problema, que tuviste tus razones para no ir.

—¡Eso y por las otras fiestas que he organizado! Lo siento Dashie, encontraras a alguien mejor que no lo arruinara todo para tu fiesta. —dijo dando media vuelta y comenzando a caminar.

—¡Pero Pinkie!... Agh, ¿y ahora qué?