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Pasaron un par de días luego de la "pijamada" que habían tenido en el departamento del Omega. YoonGi aún seguía preguntándose si el menor se había dado cuenta del problema que había sucedido en sus pantalones la mañana siguiente. Había sido algo bastante inevitable, contando que su celo estaba bastante cerca y la cercanía que había mantenido toda la noche con el menor de ambos. Su Alfa estaba cada vez más necesitado de algo, quería marcar la piel del Omega, llenarle de su aroma y dejar en claro que todo de él le pertenecía.

La estadía en la universidad había sido más calmada, los exámenes aún estaban lejos y al parecer la pelinegra había encontrado a un Alfa de intercambio lo suficientemente atractivo como para olvidar un par de días a YoonGi. Pero no todo siempre es luz y felicidad. 

Fue un martes por almuerzo, donde el Alfa caminaba tranquilamente a la cafetería cuando vió a uno de sus amigos junto a su Omega. Demasiado pegado a este. Una de sus cejas se alzó con incredulidad, Hoseok había sido uno de los primeros en conocer a Jimin, por lo tanto tenía sentido que ambos fueran "cercanos". Aún así aquello no era excusa para estar tan cerca del menor. 

Al llegar a su mesa, pudo encontrarse con un Jimin bastante sonrojado, pero no era uno de esos hermosos sonrojos que él causaba. Más bien, sus labios estaban fuertemente cerrados y sus manitos temblaban, estaba claramente incómodo. Mientras que el Alfa a su lado sonreía con descaro, ¿Qué le habra dicho? 

Sin poder retener sus impulsos, el pelinegro dejó la bandeja sobre la mesa y puso una de sus manos en el pecho de su "amigo" empujándolo hasta mantenerlo bien apartado del pelirosa. Hubiera sido otro, el Alfa no hubiera dudado en romper su nariz. Nadie podría acercarse tanto a su cachorro. Menos cuando este no estaba de acuerdo, Dios, toda su hermosa carita expresaba incomodidad.

— Hola Hoseok, ¿Necesitas algo? — preguntó con falsa amabilidad en su voz, su otra mano había viajado a la del pequeño Omega, regalándole caricias suaves casi en un "Estoy yo aquí, tranquilo".

— ¿Cuál es tu problema, Min? — su voz sonó irritada, sus ojos tornándose de un ligero dorado, estaba molesto.

— Eso me pregunto yo, cual es tu problema ¿nunca te enseñaron lo que era el espacio personal?

— Juras que es tuyo, pero mientras no lleve marca en su cuello cualquier Alfa puede cortejarlo.

El Alfa menor tuvo que retener un gruñido, le molestaba que hablara de Jimin como un objeto, aún más que pusiera en duda el que el Omega era su pareja. Su mano apretó la camiseta del contrario, levantándolo de su asiento hasta hacerlo quedar parado a un lado de la mesa.

— Vete — ordenó soltando su agarre mirándole con un rojo intenso en sus ojos. Su voz salió profunda y ronca, haciendo que inconscientemente las piernas de Jimin se cerrasen.

Hoseok pudo darle una última mirada al Omega, el cual tenía su cabecita gacha, antes de retirarse del comedor. No había contado con tantos pares de ojos mirándole hasta aquel momento. Por otro lado, YoonGi se sentó en la silla que antes había ocupado el pelirrojo, su pecho se tensó en disgusto al percibir el aroma de otro Alfa tan cerca de su cachorro. Buscó con su ahora yo oscura mirada los ojitos de Omega, mientras su mano seguía acariciando la ajena. 

— Bebé, ¿Todo bien? — usó una voz más suave que antes, apartando un par de rulitos que caían por el rostro del menor.

— G-gracias Yoon — murmuró el Omega, girando su rostro para dejar un dulce beso sobre los finos labios de su Alfa el cual encantado correspondió.

La gran mano del mayor viajó a su mentón, guiando el beso como siempre lo hacía, con dulzura y delicadeza, haciendo que el corazoncito del menor se acelerara y su aroma se endulzara aún más. Un suave suspiro escapó de los labios más abultados y carnosos, demostrando tanta comodidad al tener cerca a Alfa correcto.

YoonGi no quiso preguntar sobre qué le había dicho el Alfa mayor, más bien le dejó comer asegurándose de que el Omega comiera todo lo que había en su bandeja. Después de las clases, lo llevó a su departamento usando la motocicleta que hace unos días había comprado. Se despidieron con un beso corto pero dulce prometiendo verse el próximo día en la universidad y quizás la tarde libre usarla para una tercera cita. 

El Omega se encontraba en su segunda clase, cuando puedo sentir su cuerpo poco a poco entrar en calor. Maldijo en voz baja, notando su rostro enrojecerse y a su compañera de banco mirarle con rostro sorprendido. Estaba entrando en celo, mucho más antes de cuando debería haberlo hecho. Antes de que sus feromonas y su aroma se dispersaran por la sala, tomó su chaqueta y salió apresuradamente de la sala, dejando su mochila y cuadernos en el banquillo. Después tendría tiempo de sacarlos, en esos momentos necesitaba con urgencia ir a uno de los baños más cercanos.

Al llegar a uno de ellos y encerrarse en un cubículo cayó en cuenta de que su teléfono había quedado dentro de su mochila y de que alguien más estaba entrando al baño. Se sentó en el cubículo y cubrió su abdomen y regazo con la chaqueta, rogando por quien hubiera entrado fuera un Omega o Beta y no un Alfa, no podría controlar sus feromonas, menos cuando el lubricante había comenzado a producirse y humedecer sus pantalones.

— ¿Jimin? — una voz ronca y áspera pudo escuchar, mientras su puerta era golpeada.

Esa no era la voz de su Alfa, no era YoonGi quién preguntaba por él.

— ¿H-hobi? — preguntó con voz bajita, esperanzado con que el mayor le consiguiera unos supresores o simplemente llamara a YoonGi, tan incrédulo.

— Jimin, abre la puerta — nuevamente su voz se hizo presente, le causaba una sensación de molestia. Su Omega se sentía asqueado con el aroma que el Alfa estaba desprendiendo.

Su abdomen dio una de las primeras punzadas, podía asegurar que su aroma ya se había esparcido por todo el baño, sus feromonas eran mucho más dulces y fuertes. Una de las cosas que odiaba por su sangre de omega tan pura eran sus celos. Tenía cólicos por al menos las tres primeras horas, su aroma se volvía dulce a tal punto de asquear a otros Omegas y atraer a cualquier Alfa.Su interior producía tanto lubricante innecesario, innecesario porque nunca pasaba sus celos acompañado de alguien. Su voz se iba al día siguiente y era su Omega interior quien dominaba su cuerpo por los próximos tres días. Quedando en un estado de total sumisión y necesidad. 

Un golpe brusco y fuerte le sacó de sus pensamientos, la cerradura había amenazado con romperse antes el fuerte golpe que había dado el Alfa al otro lado de la puerta. Se sintió asustado, ahora entendía que el Alfa haría cualquier cosa menos llamar a YoonGi. Porque en ese momento el pelirrojo no estaba ahí como su amigo, como aquel caballeroso Alfa que había conocido el primer día en la universidad. Él estaba totalmente cegado por el dulce aroma del Omega, sin capacidad de salir de aquel trance. 

Lo único que pudo hacer fue apretar sus piernas con fuerza y pedirle a su Omega que llamara como sea a su Alfa. No había vínculo, pero después de tantos días Jimin había descubierto que YoonGi era su Alfa, su pareja destinada y podía sentir de alguna u otra forma el que necesitaba su ayuda. Al menos eso esperaba.

3/3

- Peach

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