Recuerdos de la infancia
—¡Déjenme en paz! —gritó Jaden, huyendo de los niños que no parecían cansarse nunca—. ¡Nunca les he hecho nada, aléjense de mí!
El más alto y robusto de ellos lo alcanzó, lo jaló del borde de la camiseta, sin ningún tipo de consideración, y lo alzó como si se tratase de un muñeco de trapo.
Jaden lamentó ser tan bajito, deseando crecer tanto que podría pisarlos a todos.
—¿Que no has hecho nada? ¿Acaso no ves esto? —gruñó su atacante, señalando un moretón en su ojo derecho. Jaden tragó saliva. La última vez que él y su grupo habían intentado atacarlo casi perdió el control; estando al borde de transformarse, no pudo hacer más que golpearlo con quizá demasiada fuerza y salir corriendo como el cobarde que era.
Jaden estaba debatiéndose entre volver a golpearlo, arriesgándose a que él y sus amigos le dijeran a su padre, o dejar que le hicieran daño. Estaba a punto de decidirse por la segunda opción cuando la voz de su hermana menor los interrumpió.
—Suelta a mi hermano, Brandon —dijo la niña en un tono que no indicaba nada bueno. Todos en el vecindario la conocían por ser más fuerte que los niños más grandes, y no era extraño verla golpear a quien se atreviese a meterse con Jaden. Prueba de ello eran sus otros dos compinches, reconfortándose mutuamente después de que ella los hubiese apartado del camino, tumbándolos en el proceso.
El niño infló su pecho y dejó caer al más pequeño con poca, si no es que nula, consideración.
—Si no le estaba haciendo nada —murmuró, caminando lejos de ella, tan lejos como pudo.
Lily no les dió más importancia. Tenía suficiente con su hermano, mirándola como si acabase de darle todo el oro del mundo. Una vez que no quedó nadie en la calle, se acercó a su hermano con los brazos cruzados.
—Eres un inútil —le dijo—. Deshonras a la familia con tus acciones, podrías defenderte tú solo, eres quizá más fuerte que yo, pero decides no hacerlo por miedo a ti mismo... eres lamentable, Jun-jie.
Jaden bajó la cabeza. Su hermana solo lo llamaba por su nombre chino cuando se sentía verdaderamente decepcionada, igual que su padre. Algún día le probaría que él era digno del cariño de ambos, de portar el apellido de la familia y de haber nacido como un nefilim.
Y cuando lo hiciese, Lily podría finalmente aprender a perdonar, y su padre podría aceptarlos a los dos, sin necesidad de compararlos.
Fue entonces cuando Jaden se prometió convertirse en un buen hermano mayor, aunque todavía no estaba listo para dañar a otros en el proceso.
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