07; you know who you are?
🌷𓏲࣪ ִֶָ﹫៹ lost in the labyrinth of my mind
Había pasado exactamente una semana desde que visitó la casa de sus padres, desde que, inconscientemente, soltara las dos palabras que había estado escondiendo por tanto tiempo. Se sintió una tonta, intento evadir a Chappell como si fuese una plaga, algo que no debería ser tocado.
Por que después de todo, no debía de atraerla.
La invitación de sus amigos había sido un grito de auxilio en medio del caos que se había convertido en la vida de Emma. Una salida sin preocupaciones, sin compromisos, sin cámaras. Un pequeño escape a la rutina que siempre la atrapaba. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, Emma sabía que no podía escapar de sus propios pensamientos.
Necesitaba un respiro, una excusa para alejarse de todo lo que le rondaba la cabeza. Había pasado unos días tratando de seguir adelante con su rutina, ensayos, grabaciones, y más grabaciones, pero la sensación de que algo no encajaba seguía persiguiéndola.
Chappell se encontraba constantemente en su mente, y la idea de que sus sentimientos hacia ella fueran más que simples amistades la incomodaba más de lo que deseaba admitir.
Así que, cuando su grupo de amigos le sugirió una salida para despejarse, no dudó ni un segundo en aceptar. Había prometido que no dejaría que las emociones la dominaran, que no perdería el control. Después de todo, siempre había sido una persona capaz de manejar las cosas, ¿verdad?
Al llegar al bar, Emma fue recibida por un coro de risas y abrazos. Estaba tan acostumbrada a las luces y el foco de atención que, cuando la rodearon sus amigos, un grupo de caras conocidas que siempre la hacían sentir a gusto, un respiro de alivio la invadió. Este era su territorio: entre amigos, en un lugar sin expectativas. Un lugar donde ella podía relajarse. O eso quería creer.
La noche comenzó de manera liviana. La risa y la música del bar creaban un ambiente cálido. Todos estaban allí, disfrutando de la compañía, sin pensar en las complejidades de la vida.
—¡Emma! —gritó Renee, mientras se acercaba rápidamente para abrazarla—. ¡Te estábamos esperando! Ya casi habíamos acabado con las papas fritas, ¿en donde estabas?
Emma sonrió al escucharla. Renee siempre tenía esa manera de animar la sala, de convertir lo cotidiano en algo especial.
—Lo siento, lo siento, eh estado ocupada ¿Cómo estás?
Antes de que la chica pudiera responder, alguien más intervino.
—¡Es Emma Maxwell! ¡La súper estrella ! —dijo Milo desde el otro lado de la mesa, en tono de broma, sus palabras ya se arrastraban.
Emma giró los ojos con una sonrisa divertida, acostumbrada a esos comentarios, pero cuando vio que era Milo, el rostro de ella se iluminó.
—¡Milo! No me hables así. ¡No soy una estrella!
—¡Claro que sí lo eres! —respondió él con tono exagerado, haciendo que todos los demás se rieran.
—Solo que en vez de una película, vives en un constante reality show. Mira, mira, ahí va una selfie perfecta para las redes sociales. ¡Haz tu mejor pose! — Gracie se unió.
Con una risa, Emma se acomodó en la mesa y comenzó a interactuar con el grupo, buscando la manera de desconectarse de las preguntas que se formaban en su cabeza. "¿Qué haría si Chappell estuviera aquí?", pensó por un segundo. Esa pregunta, que ya había intentado apartar, se deslizaba como una sombra en su mente.
Pero el primer golpe de realidad llegó cuando, al poco tiempo de llegar, cuando vio a Chappell entrar por la puerta.
Una oleada de nervios recorrió su cuerpo. No podía evitarlo. Con su energía magnética, se dirigió al grupo, y todos se levantaron para saludarla. Emma se quedó congelada en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido por un segundo.
"¿Por qué está aquí? ¿Qué hago ahora?"
Emma intentó no mostrar su incomodidad, forzando una sonrisa, pero los latidos de su corazón parecían atronar en su pecho.
"No puedes pensar en eso. Solo actúa normal,"se repitió una y otra vez.
Chappell la saludó con su típico brillo en los ojos, como si nada hubiera cambiado en el transcurso de los últimos días.
—¡Emma! —dijo con una sonrisa, abrazándola con esa familiaridad que siempre la había desconcertado.
—¡Chappell! —respondió Emma, tratando de sonar más entusiasta de lo que realmente se sentía. Intentó ignorar esa chispa que siempre veía en los ojos de Chappell, como si solo ella pudiera verla.
El grupo se acomodó alrededor de una mesa grande, y la conversación comenzó a fluir de forma natural. La dinámica era relajada, como siempre. Renee comenzó a contar una de sus historias exageradas, haciendo que todos se rieran. Pero Emma, en su intento de sentirse "normal", no podía dejar de notar cómo sus pensamientos se escapaban hacia Chappell cada vez que la miraba.
"Basta. No puedes seguir con esto," se dijo a sí misma."Tienes que dejar de pensar en ella de esa manera." Pero era difícil. Muy difícil.
—Bien, ¿quién va a hacer el ridículo primero? —preguntó Renee, mirando alrededor con una sonrisa traviesa. —Las apuestas están abiertas.
Thomas, quien había llegado con Milo, levantó la mano rápidamente.
—Yo. Soy el más idiota de todos.
—¿Ah, sí? —Emma levantó una ceja con una sonrisa juguetona. —¿Seguro que quieres competir conmigo? Yo soy una experta en hacer el ridículo.
Los amigos estallaron en carcajadas, y antes de que Emma pudiera pensar en lo que decía, Gracie ya estaba sacando su teléfono.
—¡Perfecto! Vamos a empezar con un karaoke! —exclamó con entusiasmo, como si no hubiera nada más divertido que ver a sus amigos soltarse y cantar como si nadie estuviera mirando.
Emma intentó evadir cualquier pensamiento oscuro y se unió a la propuesta. Nadie mencionó nada sobre trabajo o la presión que siempre la rodeaba. Solo eran amigos disfrutando de una noche sin preocupaciones.
Cuando la música comenzó, la primera víctima fue Thomas, quien, con una exagerada cara de concentración, intentó cantar una canción de los 90s que todos conocían. La letra era un desastre, pero su descoordinación y el intento de bailar mientras cantaba hicieron que todos estallaran en risas.
Emma se sintió aliviada al ver cómo la gente disfrutaba de la situación, sin necesidad de una actuación o un guion.
—¡Esto es lo que necesitaba! —rió Emma mientras observaba el desastre del chico en el escenario improvisado.
Alguien la empujó suavemente hacia el micrófono.
—¡Es tu turno, Emma! —gritó Renee con entusiasmo, animando a todo el grupo.
Emma levantó las manos en señal de derrota.
—¡No! ¡Ni loca! ¡No quiero hacer el ridículo!
Pero todos insistieron, y en un momento de rendición, Emma subió al escenario con una risa nerviosa. Tomó el micrófono y, sin saber muy bien qué hacer, eligió una canción popular de pop. "No será tan difícil", pensó, a pesar de que sabía que cantar frente a un grupo de amigos siempre podía ser incómodo.
Cuando la intro de Style de Taylor Swift comenzó a sonar, Emma comenzó a cantar, primero con timidez, pero luego, poco a poco, se fue soltando. Las risas y el apoyo de sus amigos hicieron que todo fuera más fácil, y, por un breve momento, olvidó lo que la rondaba en la cabeza.
"Esto es solo diversión", se dijo a sí misma. "No tengo que pensar en nada más."
Lo que no esperaba era que, mientras cantaba, sus ojos se cruzaran por un segundo con los de Chappell, quien estaba en la barra. Esa mirada cálida y cómplice fue suficiente para que Emma sintiera un pequeño tirón en el pecho. Una sensación de algo que no podía describir, era extremadamente raro pero a la vez tan hermoso, que trató de ignorar, pero que ya no podía disimular.
"No... no puede ser. Solo soy yo, dejándome llevar."
La canción terminó y, entre los aplausos de sus amigos, Emma bajó del escenario rápidamente, buscando distraerse con una cerveza que de alguna manera ya había llegado a su mano.
—¡Esto es lo que necesitaba! —exclamó Renee, abrazándola.
Emma forzó una sonrisa, intentando no dejar que sus pensamientos la invadieran.
—Fue solo una canción. Pero sí... fue divertido.
Se sintió mejor al ver a sus amigos tan contentos, pero algo seguía persistente en su mente. Las risas y la broma del karaoke la ayudaron a desviar su atención por un rato, pero sabía que no podía seguir ignorando lo que sentía. Sin embargo, en ese momento, intentó aferrarse a esa sensación de ligereza, de dejarse llevar por la noche.
Después de unos minutos, Milo había ganado la apuesta, riendo, en un intento de reponer fuerzas se deslizaron en la mesa. Mientras la conversación se desplazaba hacia el tema del amor y las relaciones, y Gracie hablaba sobre lo tonto que fue el último chico con el que salio. Thomas, se acercó a ella con una sonrisa torcida.
—¿Qué tal? —preguntó con tono juguetón, observándola con una mirada que Emma reconoció como una especie de coqueteo sutil, pero que ella había ignorado muchas veces antes.
—Estupendo...—respondió Emma con sarcasmo, intentando dar una respuesta casual, pero los nervios seguían siendo un obstáculo.
El chico se inclinó ligeramente hacia ella, bajando la voz, como si quisiera hacerle una pregunta confidencial.
—¿Sabes? No sé cómo logras manejar toda esta fama. Yo ya estaría demasiado abrumado.
Emma se echó a reír, intentando ignorar el calor que sentía al tenerlo tan cerca.
—No es tan difícil. Solo es cuestión de acostumbrarse.
La mirada de Thomas se suavizó y, en lugar de seguir hablando de la fama, se inclinó un poco más hacia ella.
—Bueno, en todo caso, me gustaría ayudarte a relajarte un poco más. Creo que te mereces un descanso de todo esto, ¿no?
Emma se tensó. Sabía lo que estaba insinuando. Thomas siempre había sido un chico amable nunca hacía cruzado el límite, pero había algo en su tono de voz, en la forma en que la miraba, que la hacía sentir incómoda.
"No, no. No quiero esto. No ahora," pensó. Pero algo dentro de ella la impulsó a dar una respuesta.
—Supongo que un descanso no vendría mal —respondió, sonriendo de forma un poco forzada.
Sabía que esa era la respuesta que esperaba escuchar, y lo peor de todo es que, aunque no lo quisiera admitir, estaba comenzando a disfrutar de la atención.
Thomas, al notar la respuesta positiva, sonrió de forma más amplia, y comenzó a bromear con ella de forma más directa. Emma no estaba segura de por qué lo estaba permitiendo. Quizás era el impulso de querer distraerse de lo que sentía por Chappell, o tal vez quería convencerse de que aún podía experimentar esas interacciones con chicos sin que nada fuera raro.
Desde el otro lado, Chappell estaba sentada en la mesa, observando la escena con una sonrisa tímida. Emma sintió que la miraba, y fue como si el tiempo se detuviera por un segundo.
"¿Por qué lo estás haciendo, Emma?" pensó. "¿Por qué estás aceptando esto?" Pero antes de que pudiera dar respuesta a sus pensamientos, Thomas la tocó suavemente en el brazo, sacándola de su trance.
—Entonces, ¿te gustaría salir conmigo esta semana? —preguntó Thomas, dejando entrever un brillo en sus ojos.
Emma, a pesar de la incomodidad, asintió con una sonrisa, sintiendo que su mente le gritaba que tenía que hacerlo. "Es solo un desahogo," se dijo. "Solo una forma de olvidar."
Chappell, quien había estado observando en silencio, sonrió amablemente y volvió a participar en la conversación, riéndose sobre algo que Milo dijo, pero Emma no pudo evitar sentir que algo se había roto dentro de ella. A pesar de su esfuerzo por buscar distracción, el sentimiento que tenía por Chappell seguía ahí, más fuerte que nunca, y ahora, con Thomas coqueteando con ella, todo parecía aún más confuso.
Por un momento, Emma deseó poder volver atrás, detenerse antes de que todo esto comenzara. Pero ya estaba demasiado involucrada, y la idea de enfrentarse a lo que realmente sentía parecía más aterradora que nunca.
Decidió hacer lo que últimamente hacía todas las noches, despejarse, dejar de preocuparse tanto y simplemente disfrutar. Era una pequeña rutina que había adaptado en los últimos días, salía a bares, se embriagaba y terminaba coqueteando con algún otro chico. No estaba orgullosa
de su comportamiento, y sabia que si sus amigos lo descubrían, terminaría en una pelea.
El bar seguía siendo un hervidero de risas y música, pero Emma no podía concentrarse en nada más que en la incomodidad que sentía. A medida que avanzaba la noche, las risas de sus amigos parecían lejanas, ahogadas por el ritmo acelerado de su corazón. Cada vez que sus ojos se cruzaban con los de Chappell, sentía una mezcla de anhelo y frustración. ¿Cómo podía estar tan cerca de ella y, al mismo tiempo, sentirse tan distante?
"Esto no tiene sentido. Estás aquí para divertirte, Emma. No para pensar en cosas que no puedes controlar," se repetía en su mente.
Thomas, por otro lado, seguía siendo persistente en su intento por llamar su atención. A pesar de que el coqueteo de él no tenía ninguna relevancia para lo que realmente sentía, Emma se dio cuenta de que no estaba rechazando los avances de forma tan tajante como siempre lo había hecho.
¿Qué le estaba pasando? Estaba aceptando la cercanía, la sonrisa. Incluso cuando Thomas apoyaba su mano en la parte baja de su espalda mientras caminaban hacia la pista de baile, Emma no lo apartó. Al contrario, algo dentro de ella disfrutaba de ese toque, aunque su mente gritaba que no debía.
—Vamos, Emma. Te prometo que te vas a divertir —dijo Thomas, guiándola hacia la pista con una sonrisa confiada.
Ella lo miró, medio perdida. El sonido de la música envolvía sus sentidos, y sus piernas parecían moverse solas, siguiendo el ritmo de la música sin pensar en las consecuencias. La pista de baile estaba llena, y, aunque Emma intentaba disfrutar del momento, su mirada seguía volviendo a la mesa donde Chappell estaba sentada, observando la escena.
Por un segundo, pensó que vio una sombra de incomodidad en el rostro de la cantante. Pero cuando sus ojos se encontraron, Chappell solo le dedicó una sonrisa, como si nada fuera extraño, como si la tensión en el aire no existiera.
"¿Me está observando? ¿Por qué me mira así?" El pensamiento comenzó a consumirla, y Emma trató de concentrarse en lo que Thomas le decía.
—Es genial ver que te estás relajando un poco —dijo él, acercándose más mientras comenzaban a moverse al ritmo de la música. —Tienes una forma de bailar que realmente no me esperaba.
Emma no respondió de inmediato. En su lugar, intentó centrar su atención en el movimiento de sus pies, en la música. Pero cada vez que su cuerpo se movía, sentía una sensación extraña de desconexión.
"No debería estar aquí. No debería estar bailando con él. ¿Qué estás haciendo, Emma?" La tensión que había estado construyéndose en su pecho durante toda la noche comenzó a aumentar, y la idea de que algo importante se estaba escapando de sus manos la aterraba.
Thomas seguía hablando, pero Emma apenas lo escuchaba. Se estaba concentrando demasiado en el pequeño espacio entre sus cuerpos. El sudor de su frente, la cercanía de sus rostros. La presión de la mano de Thomas sobre su cadera... pero, en el fondo, todo lo que realmente podía pensar era en la forma en que Chappell había observado ese mismo espacio con una sonrisa que no llegaba a alcanzar sus ojos.
Finalmente, Emma no pudo más. Detuvo su movimiento y dio un paso atrás, tratando de disimular su incomodidad.
—Lo siento, necesito un momento. —dijo, con un tono de voz que sonó más distante de lo que le habría gustado.
El chico la miró, una ligera confusión reflejada en su rostro.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz más suave, como si intentara buscar una respuesta que no entendía.
—Sí, solo... —Emma respiró hondo, mirando hacia el bar. —Necesito un poco de aire.
Sin esperar respuesta, caminó rápidamente hacia la barra, sin siquiera mirar a su alrededor. Sabía que si se quedaba mucho tiempo más en la pista, perdería el control. Y lo peor de todo es que estaba comenzando a disfrutar de la sensación de ser vista, de ser deseada. Algo que nunca había permitido que sucediera, pero que, por alguna razón, hoy le resultaba tan tentador.
Se sentó en el extremo de la barra, con el rostro hacia abajo, el cabello cayendo sobre su frente, ocultando sus ojos de los demás. El sonido del bar le parecía distante, como si todo estuviera ocurriendo a través de un cristal empañado. La bebida que tenía en la mano ya no le importaba.
"¿Qué estás haciendo?"se preguntó."¿Por qué sigues aquí? ¿Por qué no dejas de pensar en Chappell?"
En ese instante, alguien se sentó junto a ella. No hizo falta levantar la mirada para saber quién era. La presencia de Chappell era inconfundible.
—¿Estás bien? —preguntó su voz, suave y llena de preocupación.
Emma levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Chappell, los mismos ojos que tanto había intentado evitar. La cercanía de la cantante, más el alcohol que habitaba en su sistema la hacía sentir que el aire se le escapaba del cuerpo, y por un segundo, Emma no supo qué decir.
—Sí, solo necesito un poco de espacio. —respondió, tratando de sonar indiferente, pero sus palabras se sintieron vacías, incluso para ella misma.
Chappell asintió lentamente, sin parecer molesta ni insistente. Ella entendía el espacio, sabía cuándo darlo. Pero había algo en su mirada, una mezcla de curiosidad y comprensión que Emma no podía ignorar.
—Si necesitas hablar... —dijo Chappell, pero no terminó la frase. En lugar de eso, dejó un pequeño silencio que lo dijo todo.
Emma tragó saliva, luchando contra la sensación de que su mente ya no le pertenecía.
"¿De qué estás huyendo, Emma?" se preguntó una vez más.
En ese momento, la presencia de Chappell no era solo un recordatorio de lo que sentía, sino de lo que había intentado evitar por tanto tiempo. Estaba comenzando a darse cuenta de que el intento de distraerse con Thomas había sido una fachada, un intento vano por alejarse de lo que en realidad deseaba.
La castaña se inclinó un poco hacia ella, casi como si quisiera alcanzar su alma con la mirada.
—Creo que te estás perdiendo, Emma.
Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar esas palabras.
"¿Te está leyendo la mente? ¿Es posible que lo sepa?" Pero no dijo nada. En lugar de eso, forzó una sonrisa.
—Solo estoy cansada, creo. —murmuró, más para sí misma que para la mujer.
La cantante la observó por un momento, como si estuviera buscando algo más en sus ojos.
Finalmente, se levantó, sonriendo levemente.
—Voy a dar una vuelta. Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy.
La rubia se quedó allí, mirando la bebida que había dejado sobre la barra. ¿Por qué todo se sentía tan complicado?
"Todo está bien. Solo es una noche más con amigos," pensaba, pero esas palabras no tenían sentido en su mente. Cada vez que trataba de racionalizar su comportamiento, su corazón la traicionaba. Su mente estaba atrapada en una batalla entre lo que había aprendido a lo largo de su vida y lo que sentía profundamente, algo que no podía entender ni controlar.
Chappell acababa de alejarse, y la sensación de su cercanía seguía flotando en el aire. "¿Por qué me afecta tanto?" Emma se preguntaba, mirando la bebida que tenía en sus manos, el vaso ahora vacío, pero que parecía pesar toneladas. La calidez que había sentido en el toque de Chappell, en sus palabras, era tan real y tan intensa que no podía dejar de pensarlo. ¿Por qué no podía dejar de sentir esa atracción? ¿Por qué, incluso cuando trataba de enfocarse en Thomas, sus pensamientos regresaban constantemente a ella?
Con un suspiro, Emma bajó la cabeza, hundiéndola entre las manos. "Eres tonta. Esto no tiene futuro. No puedes seguir así." Era como si cada vez que tomaba un respiro, Chappell estuviera allí, invadiendo cada rincón de su mente. Se había dicho tantas veces que debía dejar de pensar en ella, que debía alejarse, pero en cada gesto, en cada palabra de la cantante, se sentía más atrapada.
"Ya basta. No eres una persona que haga esto. No eres una chica que se enamore de su amiga," se repetía, como si esas palabras pudieran borrar lo que estaba sintiendo.
La verdad, la realidad que intentaba evitar, era que la atracción por Chappell no era solo un impulso pasajero. No podía seguir negando que algo más había nacido dentro de ella. Algo que ni siquiera podía identificar con precisión. "No sé lo que estoy sintiendo. Pero lo siento... siento algo que me consume."
La angustia que se apoderaba de Emma cada vez que sus ojos se encontraban con los de Chappell no era solo incomodidad, era la agonía de una verdad que no quería ver.
"No puedes estar pensando esto. No puedes ser tan débil." El sonido de la música, las risas de sus amigos, todo eso parecía desvanecerse en el fondo mientras se sumergía más en sus pensamientos. La presencia de Chappell, tan intensa, tan cercana y a la vez tan distante, la volvía loca. No podía dejar de cuestionarse si la cantante sentía lo mismo. Pero eso era impensable, ¿verdad?
"Ella quizá no me ve así. Acordamos ser amigas, nada más. No hay espacio para esto entre nosotras." Pensaba en el acuerdo dicho que ambas habían establecido, el límite invisible que hasta entonces no se había cruzado. "Es solo una confusión. Estás confundida. Tú solo estás buscando algo... algo que no existe." Cada intento de racionalizar sus sentimientos era una lucha interminable, un círculo vicioso que solo la dejaba más perdida.
En ese momento, Thomas regresó a la barra, rompiendo la burbuja que Emma había creado a su alrededor. Se sentó junto a ella, como si nada hubiese sucedido. Emma lo miró rápidamente, forzando una sonrisa. "Actúa normal. No dejes que se note lo que sientes."
—¿Todo bien? —preguntó Thomas, su voz amable, pero con un toque de preocupación.
Emma asintió rápidamente, tratando de disimular su agitación.
—Sí, todo bien. Solo... un poco cansada. —respondió, mientras sus ojos nuevamente se desviaban hacia Chappell, que ahora estaba riendo con otro grupo de personas en la mesa.
La ansiedad se apoderó de Emma. Cada risa de Chappell la hacía sentirse más pequeña, como si estuviera observando algo que no podía tener. "No puedo dejar que esto me controle. No puedo seguir pensando en ella. No ahora." Sin embargo, cada vez que su mirada se encontraba con la de Chappell, una chispa de algo más profundo se encendía dentro de ella, algo que Emma no quería admitir.
Thomas se inclinó hacia ella, acercándose un poco más de lo que la chica había anticipado.
—Sabes, me agrada que sigas aquí, incluso después de lo de antes. Estaba comenzando a pensar que no me aguantarías mucho más —bromeó, y pudo ver en sus ojos la intención clara de coquetear, de tratar de hacerla sonreír, de hacerla olvidar a la otra persona, o al menos, eso pensó.
Emma, sin embargo, no pudo responder de inmediato. El torbellino en su mente era demasiado grande.
"Te está mirando. Chappell te está mirando. ¿Lo notas?" pensó, aunque sus labios no se movían. "Esto no es real. No puedes pensar que ella siente lo mismo."
Pero aunque su mente le gritaba que se alejara, que dejara de mirar, algo en su pecho le decía que no podía ignorar lo que estaba viendo. "Lo que quiero es lo que no puedo tener. Y eso... eso es lo que me hace sentir tan vacía."
Finalmente, Emma se obligó a dar una respuesta, aunque sentía que las palabras salían de su boca como si no fueran suyas.
—Gracias, Thom, pero... no creo que sea el momento para pensar en eso. No ahora.
Él pareció sorprenderse un poco, pero no insistió, dejando el tema a un lado. A cambio, continuó con una conversación trivial, como si nada importante estuviera sucediendo. Mientras tanto, Emma sentía cómo sus pensamientos giraban sin cesar. Su mente estaba llena de dudas, de miedo, de deseo y culpa, todo al mismo tiempo. Lo único claro en su interior era que estaba empezando a aceptar algo que no quería: "Lo que siento por Chappell no es algo que pueda ignorar por mucho tiempo."
La idea de que sus sentimientos fueran una debilidad la aterraba. "No soy la clase de persona que se enamora de sus amigas. No soy esa chica." Pero, por otro lado, "¿Por qué mi corazón no me obedece?"
Chappell, desde la distancia, parecía estar conversando con los demás sin mirar a Emma, pero había algo en su postura, algo en su expresión que hacía que Emma se sintiera más expuesta que nunca. "Está ahí, y tú aquí, tratándote de convencer de que todo está bien. Pero no lo está, ¿verdad?"
El silencio entre Emma y Thomas se hacía pesado, y ella podía sentir cómo se ahogaba en su propia negación. "Voy a tener que enfrentarme a esto algún día. Ya no puedo seguir escondiéndome."
it's me hi
it's happeniiing, solo un poco d lo q emma piensa 🤟
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