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04; i wish you were sober

🌷𓏲࣪ ִֶָ﹫៹ but you like him better i wish i were heather




—Hola — la rubia giró la cabeza cuando una voz masculina habló detrás de ella.

Thomas le sonrió mientras alzaba su mano en forma de saludo, dirigiéndose hacia la silla frente a ella, quitándose su chaqueta que estaba levemente mojada por la lluvia.

—¿Cómo estás? — preguntó después de tomar asiento. —me encanta este lugar.

Maxwell dejó que sus ojos viajaran a cada rincón de la habitación, el color beige de las paredes levemente cubiertas de posters viejos, el tocadiscos cerca de la barra que se encontraba llena de postres en exhibición y el gran ventanal frente a ellos te daba una sensación de nostalgia que sin duda cualquier persona amaría.

Asintió antes de responder:—Bien, gracias por preguntar.

—Increíble, estás bellísima— la alabó mirándola de arriba y abajo— ¿es una ocasión especial?

Emma soltó una pequeña risa.

—Es mi disculpa por dejarte solo en el club — respondió divertida.

El chico bajó la mirada tratando de ocultar el rosa en sus mejillas, la rubia alzó una ceja.

—Entonces... ¿qué harás después? — cuestionó en un intento de romper el silencio.

Emma sonrió con falso interés mientras escuchaba a Thomas hablar sobre su día. No es que el chico no fuera interesante, de hecho lo era, sin embargo aún no captaba su atención.

De alguna retorcida manera creyó que si salía con él olvidaría el beso de la noche anterior, después de todo Thomas era igual que la chica, tenía el cabello castaño claro, una sonrisa amigable y un extraño sentido del humor. Si había logrado encantarse con ella, no sería demasiado difícil hacerlo con él ¿no?

No estaba del todo equivocada, Thomas tenia una personalidad muy similar a la de un golden retrieved, algo que de alguna forma la hacía divertirse.

—¿No pedirás nada? — preguntó en cuanto el mesero dejó su bebida frente a ella.

—¿Ves esto? — señaló su cuerpo de arriba hacia abajo con una de sus manos— es un templo.

—Oh. — lo miró con incomodidad.

—Estoy bromeando— soltó una leve risa — ¿qué me recomiendas?

Emma sonrió antes de quitarle el menú, fingiendo concentración mientras leía.

—Déjame ver...— susurró arrugando sus cejas— el te chai, definitivamente.

—¿Estás segura?

—No, pero Renee lo bebe todo el tiempo, así que supongo que es bueno— bromeó viendo al chico asentir.

—¿Ella es como tu mejor amiga, verdad? — la miró con cautela.

—Si, ¿por qué? — cuestionó confundida.

—Creo que no le agradó — contestó con nervios.

—No te lo tomes personal, ella es así — habló suavemente, tranquilizándolo — cree que estás interesado en mi o algo así. — finalizó con diversión.

Thomas soltó una pequeña carcajada antes de bajar la mirada, concentrándose en la bebida frente a él. Emma no pasó desapercibida el tono rosa que adoptaron sus mejillas, optando por no tomarle importancia.

La tarde pasó rápidamente, dejándose llevar por las historias que el chico le contaba, hablando sobre si misma solo cuando era necesario en un intento de no abrumarlo. Sorprendiéndose cuando él la miraba con atención mientras explicaba algunas de sus películas favoritas.

Por un momento se había olvidado de sus antiguos sentimientos. Tomo eso como una victoria.

—Deberíamos hacerlo otro día — dijo con una sonrisa, ganándose una mirada confusa— salir juntos, como amigos, claro — aclaró.

—Mhm — murmuró.

Salió de su silla con lentitud, colocándose su cardigan, Thomas siguió su ejemplo, caminando detrás de ella hasta la puerta, adelantándose para abrirla y darle paso primero a la chica.

—¿Quieres que te acompañe a tu apartamento? — preguntó con timidez.

Emma se abrazó a si misma, el frío clima de la noche traspasaba su cardigan, negó mirándole.

—No es necesario, Gracie debería de estar aquí pronto— explicó brevemente— pero, gracias.

—Bien.

Con duda se aceró a ella, mirándola brevemente en busca de la aprobación de su siguiente movimiento, cuando Emma asintió, sus brazos la envolvieron en un abrazo. El aroma de su colonia inundó sus pulmones, dejó un pequeño beso en su mejilla antes de separarse.

—Nos vemos.

Vio al chico alejarse en la dirección contraria a ella, con una amplia sonrisa.
















—¿Entonces, tú y Thomas? ¿Eh? — Gracie preguntó con burla.

—Somos amigos —rodó los ojos.

Como era habitual cada viernes, la pelinegra se encontraba en su apartamento haciendo un maratón de películas. Emma amaba tener a sus amigos cerca, porque de alguna manera, la alejaban del espiral que habitaba en su mente.

—Si, claro — murmuró, una sonrisa divertida salió de sus labios. —Te veías muy cómoda en esa cita. — insistió.

—No fue una cita — respondió con fastidio —¿Qué película veremos? — cambió el tema rápidamente.

—Estaba pensando en but im cheerleader ¿que te parece?

—Mhm — balbuceó.

—¿La buscas mientras hago palomitas? — cuestionó levantándose del sofá.

Sin esperar una respuesta salió de la habitación. Emma se dedicó a buscar la película, rodó los ojos con fastidio cuando su teléfono comenzó a vibrar, sin despegar la mirada de la pantalla lo buscó a tientas, el nombre de Thomas brillando al ser encendido, dudó unos segundos, pero prefirió apagarlo e ignorarlo.

Se sintió culpable, pero le había prometido a su amiga pasar toda la noche con ella y no iba a romper esa promesa por responderle a un chico con el que había hablado solo dos veces, y si era sincera, tampoco estaba interesada en hacerlo.

Gracie volvió rápidamente, tomo asiento a su lado envolviéndose en una suave frazada, la película comenzando unos segundos después.

—Megan es un poco como tú — soltó, llevándose un puñado de palomitas a la boca.

Emma volteó la mirada para verla, dudando sobre si responderle o no. Se mordió la lengua para evitar dejar salir una broma al respecto, sabiendo que si decía algo sobre el tema terminaría contando todo lo sucedido.

Treinta minutos después se dio cuenta que Gracie tenía razón, aunque quizás ella se refería a su apariencia física, el trasfondo del personaje le había recordado mucho a ella en los últimos días.

Había salido con Thomas en primer lugar, para olvidarse de la chica que vivía en sus pensamientos, hablaba con chicos en internet por la misma razón; quitar esos pensamientos pecaminosos de su mente.

Una extraña sensación se instaló en su estómago, la misma sensación de hace unas semanas cuando despertó en esa habitación desconocida.

—Olivia Rodrigo quiere que sea telonera en su nuevo tour — Gracie rompió el silencio, sacándola de sus pensamientos.

Emma se giro completamente, con las piernas cruzadas sobre el sofa situó una pequeña almohada en su regazo, la observó con curiosidad.

—¡Eso es genial! ¿Qué le dijiste? —exclamó con intriga.

—Quería preguntarte si te parecía bien, ya sabes, después de todo lo ocurrido hace un año — explicó brevemente.

La rubia llevó una de sus manos a la pierna de la chica, su pulgar acarició su piel suavemente en círculos.

—Claro que si, tonta — bromeó e hizo una pausa antes de continuar — debes dejar de hacer eso.

—¿Qué cosa? — giró la cabeza para verla, confusa.

—Preguntar si todos están bien con una decisión que debes tomar tú — dijo casualmente.

—No hago eso— arrugó sus cejas.

—Lo haces — murmuró sonriendo, alzo su mano derecha y con el dedo índice pinchó la mejilla de la chica.

Gracie la miró fingiendo un gesto serio, Emma tomo esa acción para volver a hacerlo, esta vez soltando un leve pup. Gracie soltó un bufido divertido antes de reírse, la rubia se unió a ella.

—Ya — dijo aún riendo — ¿me vas a decir que pasó en tu no cita? — insistió.

—¿Por qué tanta insistencia? — rodó los ojos.

—¿No puedo preguntar? — contraatacó de forma divertida.

—Gracie — le dedicó una mirada severa.

—¡Bien! — exclamó— puede que por error haya leído tu cuaderno de escritura— habló de forma rápida.

Emma abrió los ojos como platos golpeándola con la almohada que estaba en su regazo. Rezaba intensamente para que no haya visto las letras en donde enfatizaba un pronombre diferente.

—¡Gracie!— repitió.

—¡Fue un error! ¡Lo juro! — alzó una mano, defendiéndose — entonces ¿quién es esa persona de ojos azules y grandes... — Emma la interrumpió al lanzarle la almohada en la cara.

—Nadie — respondió a regañadientes, Gracie alzó una ceja con burla — yo no voy preguntándote por ahí con quien estas durmiendo.

—Voy a fingir que hablas del Dr Doofenshmirtz — murmuró, volviendo su atención a la pantalla.

Emma la miró confundida siguiendo su ejemplo.

Gracie se acomodó en el sofá recostando la cabeza sobre su hombro. La oscuridad de la habitación la consoló durante esa noche, mientras se preguntaba una y otra vez ¿porque a ella? Era una buena chica, su familia era súper religiosa, no podía ser una rara.



















El sábado había llegado demasiado rápido para su gusto, Renee había llegado de imprevisto diciendo algo sobre que la chica con la que estaba hablando le había dicho que no estaba lista para salir, estaba recostada sobre su cama mientras Emma se terminaba de aplicar el maquillaje, Gracie por otra parte se cambiaba en el baño de la habitación.

—¿Por qué tardas tanto? — Renee preguntó aburrida.

—Te recuerdo que si me hubieras llamado antes, habría estado lista hace mucho tiempo— giró la cabeza para verla.

—Para la próxima le diré que me avise con antelación que me va a dejar — rodó los ojos.

—Pero que humor de perro tienes hoy — Gracie murmuró al salir del baño.

—No lo entiendo. Si no estaba lista para salir del clóset ¿porque no me lo dijo antes? — preguntó, una de sus manos acomodó los mechones rubios que caían sobre su rostro.

—Tu más que nadie debería de saberlo — Emma respondió, señalándola con un brillo labial.

—Probablemente le gustabas mucho y creyó que eso era suficiente — la pelinegra alzó los hombros.

—Exacto — Emma la apoyó.

—Ustedes son de mucha ayuda, eh — dijo con sarcasmo dejándose caer sobre la cama.

—Bueno, perdón por no ser algún tipo de gurú del lesbianismo — Gracie bromeó rodando los ojos con diversión. — quizás debas preguntarle a Chappell — añadió.

Emma se tensó al escuchar el nombre, en los últimos días había luchado tanto por olvidarlo, había decidido hablar con Thomas en un intento desesperado y por un momento creyó que eso había funcionado, carraspeó dirigiéndose al armario buscando un par de zapatos.

—Sobre eso... ella vendrá hoy — soltó con vergüenza en cuanto la rubia salió del armario.

—¡Renee! — exclamó, una mezcla de rabia y nervios la habían invadido — no puedes estar invitando a gente así — atacó.

Gracie la miró confundida desde el otro lado de la habitación, sus manos dejaron el rubor sobre la mesa para darse la vuelta. No entendía su repentino cambio de actitud.

—Milo lo hace todo el tiempo— replicó de la misma manera.

—¿Entonces por qué yo nunca puedo traer a mis otros amigos? — preguntó la pelinegra.

—¡Ninguno debería hacerlo! — los zapatos en su mano aterrizaron sobre el colchón en la que posteriormente, se sentó — mi casa, mis reglas— prosiguió con rudeza.

Renee rodó en la cama, se recargó sobre sus codos mientras ponía la cabeza entre sus manos, viendo directamente al perfil de la chica.

Probablemente era la única que había notado el cambio repentino en Emma, no solo sobre esa noche, sino en lo que había pasado del mes. No lo negaba, tenía algunas sospechas y entre ellas, Chappell se veía muy involucrada.

—¿Desde cuándo pones reglas? — cuestionó, el silencio de la rubia la animó a seguir— además, creí que te agradaba. Digo, la última vez desapareciste con ella como diez minutos.

—Mentira, fueron como veinte— Gracie comentó, desde su lugar frente al espejo.

La vergüenza remplazó la rabia de hace algunos minutos, no le avergonzaba que se lo recordaran, quizás si se lo hubieran dicho algunos días antes, lo habría negado rotundamente, pero ahora eso no le daba vergüenza. La avergonzaba el hecho que la habían descubierto.

—Me ayudo con un pequeño problema— se excusó rápidamente.

Sus manos temblaban mientras terminaba de hacer el nudo en las agujetas de sus nike. Una vez terminó se incorporó abruptamente, alisando su vestido mientras se dirigía a la puerta.

—Ire a esperar a los demás — anunció.

Renee asintió en respuesta dirigiéndole una mirada interrogativa a Gracie, quien solo alzó los hombros, ajena a la actitud fría que les dio la chica.

La verdad era que, una pequeña parte de Emma había aceptado la posibilidad de que le gustaran las chicas, y especialmente Chappell. No podía olvidar el sabor a cereza de sus labios, o lo delicada que eran sus manos.

Se había acostumbrado a salir con hombres cada día, eso le daba un sentimiento de normalidad, se había encasillado tanto en el estereotipo de chica perfecta que al hacer eso sentía que tenía el control de algo.

El timbre sonó quince minutos después, se levantó del sofá para abrir la puerta, vaciló un poco mientras giraba el pomo. Cuando finalmente fue abierta, ahí estaba. Su largo cabello castaño caía sobre su espalda, el vestido rosa que se ceñía a sus curvas era cubierto por una chaqueta de jean. Le sonreía dulcemente, esa sonrisa que hacía que sus rodillas se debilitaran.

—Hola — dijo después de unos segundos— me perdí como dos veces, pero aquí estoy— intentó bromear, queriendo romper el silencio incómodo.

—Suele suceder. Pasa — respondió haciéndose a un lado para que la chica entrara. Cerró la puerta detrás de ella, suspirando— Renee está en mi habitación — informó, mientras señalaba el camino.

Chappell la siguió con cautela, el aire estaba lleno de incomodidad. Dejó que sus ojos viajaran por las paredes del pasillo, observó las fotos enmarcadas sobre la pared, sonrió inconscientemente cuando vio una en especial. Era una niña pequeña, con un disfraz de sirena.

—¿Eres tú? — preguntó, señalando la foto.

Emma se volteó, deteniéndose a su lado.

—Mhm— murmuró— tenía una pequeña obsesión con Ariel. Me encantaba su cabello — explicó brevemente.

—Lo entiendo — soltó una pequeña risa — yo amaba a la chica del traje verde de Kim Possible...

—¡Shego! — exclamó interrumpiéndola, sintió que sus mejillas se calentaban cuando Chappell la miró con una sonrisa divertida — Lo siento.

—No te preocupes — la tranquilizó — así que, ¿Renee estaba llorando? — preguntó cambiando el tema.

Emma la miró confundida, Renee ni siquiera estaba triste, quizás un poco dolida pero no lo suficiente como para llorar.

—Es un poco dramática. Es su manera de decir "esta noche quiero salir y beber" — dijo imitando las exactas palabras que dijo cuando llegó. Una de sus manos movió su cabello hacia atrás.

Chappell se rio de la mala imitación que hizo. El departamento no era tan grande, en menos de unos minutos llegaron a la habitación. Renee seguía en la misma posición, mientras veía algún video en su celular, Gracie a su lado concentrada en lo que la chica del video decía.

Emma carraspeó llamando su atención. —¿Nos vamos ahora? — cuestionó.

Renee levantó la vista encontrándose con la mirada casi suplicante de la chica, era como si estar tan cerca de Chappell le causara conflicto.

—Déjala descansar primero — dijo con diversión, refiriéndose a la recién llegada. — solo voy al baño y podemos irnos — informó poniéndose de pie para dirigirse a la puerta.

El silencio volvió a tornarse extraño. Emma se tendió sobre la cama junto a Gracie, Chappell tomó eso como una señal para ponerse cómoda. Sin embargo su curiosidad ganó, se dirigió al tocador, observando con atención cada detalle.

—¿Qué es esto? — preguntó, sosteniendo un paquete de pegatinas.

—Son decoraciones para la ropa, creo. Las compré en la tienda por un precio muy bueno— Gracie le explicó, desenvolviéndose de la frazada para caminar hacia ella. — siéntate— ordenó, tomando el paquete de su mano.

Chappell asintió dirigiéndose a la silla frente al mueble. Dejó que la chica experimentara en su rostro, colocando los círculos brillantes sobre ella. Emma las miró desde lejos con una sonrisa.

—Este es el rostro de un asesino, Emma — dijo, imitando al personaje de la película. Su mano señaló su rostro mientras bajaba la mirada con drama.

La rubia soltó una carcajada, estirándose antes de llegar frente a ella.

—¿Puedo tomarte una foto? — puso sus mejor ojos de cachorro.

—Te voy a cobrar, eh — advirtió divertida.

—¡Oye! Esta es mi obra maestra— la pelinegra golpeó su hombro.

—Podemos irnos— Renee las interrumpió, — ¿qué te pasó? — cuestionó cuando la miró quitando las piedras de su rostro.

—Cambió de look. ¿Nos vamos ya?

—¡Por favor! — exclamó Gracie, saltando para ponerse de pie y tomar su bolso y su chaqueta que se encontraban en la cómoda de madera a su lado.

Renee copió su acción, caminando hacia Chappell pronto entablando una conversación con ella. Emma las siguió en silencio, Gracie ya había salido del departamento, se sintió fuera de lugar, normalmente era con Rapp con quien hablaba pero parecía que Roan le había quitado toda su atención. Aunque por primera vez, preferiría tener la atención de alguien más sobre ella.

Aprovecho el momento en que ambas le dieron la espalda para respirar hondo, intentando calmarse. El corazón le latia a toda velocidad.

—¡Pido el asiento delantero! — Gracie prácticamente grito en cuanto llegaron al auto.

Emma se abrigó más con su chaqueta, cruzando los brazos sobre su pecho. Chappell se dirigió a la parte trasera, abriendo la puerta.

—Pasa tú primero— murmuró, señalando al interior.

La rubia sintió sus mejillas calentarse, el pequeño gesto que quizás solo fue un gesto de amabilidad había hecho que su pulso se acelerara, nunca nadie hizo algo así por ella.

—Gracias — le susurró, tomando asiento.

Chappell ingresó poco después, dejando un pequeño espacio entre ambas. No la había visto en días y no quería incomodarla.

—Ay no, por favor— Renee dijo en voz baja, su mirada viendo por el espejo retrovisor.

—¿Qué pasa? — Emma la miró confundida, inclinando hacia ella la parte superior de su cuerpo.

—No mires atrás — replicó de la misma forma que antes.

—¿Qué...— el sonido del vidrio de la ventana al ser tocada la interrumpió.

Renee forzó una sonrisa mientras el rostro de Milo aparecía del otro lado de la puerta.

—Hola, Milo — dijo, alzando su mano en forma de saludo. — y Thomas — prosiguió,

—Hola, Emma... y chicas — el nombrado saludo, dedicándole una mirada solo a la rubia.

—¿A dónde iban? — Milo cuestionó, inclinándose y recargándose sobre sus codos en la puerta del auto.

—Salida de chicas — contestó, descaradamente.

—Creí que yo era una de tus chicas— se llevó la mano al pecho, fingiendo dolor.

—Cálmate, reina del drama — rodó los ojos.

—¿Por qué no estoy invitado? — insistió el hombre.

—Es un asunto confidencial— Gracie habló, queriendo ya cortar la conversación.

Milo entrecerró los ojos, dispuesto a seguir preguntando.

—Renee tiene una crisis de lesbianas. Nada que te importe — Emma soltó con un gesto serio. Chappell se esforzó por no dejar salir un resoplido.

—Excelente. Vamos, Thomas —  anunció con una sonrisa.

Se movió a la parte trasera, abriendo la puerta para ingresar. Emma ladeó la cabeza cruzando una mirada con Renee.

—¿Qué haces? ¿Por qué te subes al auto? — preguntó con impaciencia. El espacio era muy pequeño, haciendo que el cuerpo de la chica a su lado estuviera muy cerca de ella.

—Me subo porque vamos a ir por un trago — respondió con obviedad —sube, Thom— sacudió la mano, invitándolo a entrar.

El chico se rascó la nuca con incomodidad, perplejo ante las miradas de las mujeres.

—¡Nosotras! — exclamó señalándose a sí misma y a sus amigas, su paciencia llegando a su límite. — además ya no caben.

—Dios mío — Renee murmuró, tumbado su frente contra el volante. Cediendo ante el chico. 

—Es mejor si te veo después... — comentó el chico. Milo negó.

—Claro que no — miró a su lado, — Emma, siéntate sobre las piernas de Chappell— ordenó.

Cada músculo de su cuerpo se tensó, sintió su rostro caliente de solo pensarlo.

—¿Q-Que? — tartamudeo.

—Que te sientes sobre ella. Rápido, mujer — declaró por segunda vez.

Antes de que Emma pudiera terminar de registrar lo que estaba sucediendo y preguntar por segunda vez, Chappell se acerco mucho más a ella para que Thomas pudiera seguir adelante y sentarse junto a Milo. Roan se acomodó de nuevo y ni siquiera dudó en tirar de la rubia con ella y muy pronto, la chica estaba sentado en su regazo.

Emma no se inmutó cuando el sonido del motor se encendió, se había perdido en el olor a vainilla que emitía la chica. El material de su vestido se adhería a la parte baja de sus muslos que su propio vestido no llegaba a cubrir, el brazo de Chappell envuelto en su cintura, como si estuviera tratando de evitar que se cayera.

—¿Te estoy incomodando? — preguntó al notar lo callada que se había vuelto.

Emma inclinó ligeramente la cabeza, suficiente para ver el perfil de la chica.

—No, no. Solo estoy escuchando la conversación— se rio ligeramente aún con los nervios persistentes.

Chappell asintió en compresión.

—¿Vieron las nuevas fotos de Pedro Pascal? Dudo de mi sexualidad al pensar en él — la voz de Milo resonó en el aire.

Gracie soltó una carcajada, respondiendo algo que ya no llegó a sus oídos. La mano de Roan rozó levemente su muslo, el simple toque hizo que su cuerpo se relajara.

Como si el universo la odiara, el viaje al club tardó más de treinta minutos. Podía soportar la mano en su cintura pero los inocentes toques en su pierna cada que vez que el auto frenaba la llevaron al extremo. Cuando el auto se detuvo frente al club, prácticamente saltó de el.











Chappell la vio desde lejos, había pasado al menos una hora desde que llegaron. Emma se había separado de ellos entrando por su cuenta, reía con un chico nuevo, tocaba su bicep como si fuera lo más interesante que había, veía como sus manos tocaban su cintura, como se acercaba para poder escuchar lo que le decía. Quiso vomitar ante la vista.

Desde el día en que la besó en el baño del restaurante la había ignorado completamente, por un momento lo entendió se estaba descubriendo, pero habían pasado días y aún seguía fingiendo que ella no existía. Siempre que intentaba acercarse, Emma la evitaba como si se tratara de una plaga.

—¿Estás bien? — Thomas le preguntó — si sigues sosteniendo así ese vaso, estoy seguro que lo romperás— trató de bromear.

Chappell quitó la mirada de la pareja para fijarse en el chico, dejando el vaso sobre la mesa.

—Mhm— murmuró volviendo la mirada.

Thomas asintió, sin decir nada, sabía que no le agradaba a la chica, nunca entendió por qué. Dirigió su vista hacia el frente, notando a la pareja cerca de la barra.

—¿Puedo confesarte algo? — cuestionó, Chappell le dio una mirada confusa pero asintió — realmente me gusta, pero ella es ajena al sentimiento. — bajo la mirada a sus manos, avergonzado de admitirlo.

La chica volvió la cabeza para verlo, sin saber que decirle.

—Quizás solo necesita tiempo.

Las mismas palabras que se decía a ella misma salieron de su boca con incomodidad, después de todo no había mucho que decirle al chico que confesaba su amor por la misma persona de la que se estaba enamorando.

—Es difícil esperar mientras la ves besar a un chico diferente cada noche.

—Lo entiendo— admitió.

De alguna forma había logrado empatizar con Thomas, tal vez era porque ambos tenían sentimientos por la misma chica, quizás porque después de todo el castaño solo buscaba la atención de la rubia porque estaba enamorado.

O quizás porque sabía que si ella fuera él, Emma la habría amado desde el inicio.

—¿Tu sales con alguien? — Thomas cambió el tema, notando como los ánimos de la pelirroja habían caído.

Carraspeó antes de responder: —Si. Bueno, es algo casual.

—Las relaciones casuales son una mierda.

Chappell soltó una risita burlona antes de llevarse el vaso a los labios para darle un sorbo. Siguió con la mirada los pasos de Emma, quien ahora tenía la espalda pegada al pecho del hombre, sus caderas se balanceaban al compas de la música.

—Tienes razón— concordó con él. — iré por otra bebida— anunció levantándose del sofá.

El chico asintió como respuesta, viéndola desaparecer entre la multitud.

El viaje a la barra fue definitivamente un caos, con delicadeza sacó una de las sillas frente a la barra, cruzando sus piernas después de sentarse.

—¿Puedo traerte algo? — la barista le preguntó con una sonrisa coqueta.

—Lo mismo de hace rato — respondió, sus dedos metieron un mechón de cabello detrás de su oreja.

—En un segundo.

Fiel a su palabra unos segundos después una bebida se encontraba frente a ella. La barista rápidamente la atrapó en una conversación, tirando comentarios coquetos y pequeños guiños. Emma se había detenido por otra bebida y si las miradas se mataran, la barista seguramente ya se habría ido.

La rubia sintió una extraña sensación en su estómago al verla sonreír con alguien más. Camino hacia Chappell con una sonrisa, mirándola como si fuera la única persona en el club. Roan giró la cabeza al sentir la pesada mirada sobre ella.

—¿Qué haces? — preguntó una vez estuvo a su lado.

—Hablando con Sam — respondió con obviedad.

—Oh — susurró, pensando sus siguientes palabras— ¿me acompañas? — cuestionó dulcemente.

Chappell tragó saliva bajo la mirada angelical de la chica, después de unos segundos asintió. La rubia sostuvo su mano y entrelazó sus dedos, arrastrándola por todo el lugar, sin importarle si alguien las veía.

Cuando cruzaron la puerta de la salida trasera el frío aire de la ciudad la golpeó, observó como un auto negro frente a ellas tenía la puerta abierta, entendió que de alguna manera u otra, Emma llevaría a alguien a casa esa noche. Una parte de su corazón saltó de felicidad al saber que sería ella.

La rubia dejó que Roan ingresara primero, posteriormente entró ella, agradeciéndole al hombre que le sostenía la puerta.

—Te ves bien hoy — comentó mientras su boca se curvaba en una sonrisa.

—Igual tú — expresó, su voz comenzando a tornarse más ronca.

Emma vaciló antes de tomas la mano de la chica, jugando lentamente con sus anillos, el tiempo parecía haberse ralentizado, ambas estaban perdidas en el momento, la mano de Chappell se disparó al muslo expuesto de la contraria, acariciandolo.

Ese toque fue el detonante, de un momento a otro Emma se encontraba en el regazo de la chica, arrastrando sus besos desde su cuello hasta su mandíbula, su labial rojo regándose sobre la piel. Chappell cerró los ojos mientras soltaba un leve jadeo, llevó sus manos a la cintura de la rubia acercándola más.

—Realmente me gustas. — se mordió el labio inferior, mirándola con deseo. — y se supone que no debes hacerlo.

Los ojos de Chappell se abrieron de golpe, los músculos de su mandíbula se tensaron. Las palabras le habían caído como un balde de agua fría.

Emma cerró los ojos acercándose a sus labios, sin embargo Roan puso sus manos en los hombros de la chica, empujándola hacia atrás.

—No— murmuró, bajándola de su regazo como si no pesara nada.

—¿Qué te pasa? — la miró confundida.

Chappell se mantuvo alejada y con voz apagada artículo: — Me gustaría que lo dijeras cuando estás sobria.
















































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emmamaxwell | 10 min ago

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emmamaxwell encuentra las diferencias

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gracieabrams who is this diva 💜
emmamaxwell edward cullen

milomanheim se dice: gracias milo por la foto
emmamaxwell quien te dio permiso para hablar

user1 LAS PUPILAS

reneerapp esta es la piel de un asesino bella 🧛‍♀️

user4 solo quiero ser una de ellas

userxo oigan qn es ella
thomasdale la artista favorita d tu artista favorito

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