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03; your touch brought forth an incandescent glow

🌷𓏲࣪ ִֶָ﹫៹ i'd love if you knew you were on my mind




—Me vas a decir lo que sucede, ahora mismo.

Renee entró por la puerta, alzando la voz mientras veía fijamente la cama a su derecha. Rodó los ojos mientras levantaba la manta que envolvía a la chica.

Había pasado exactamente dos semana desde lo ocurrido, en el transcurso de esos días, Emma había vuelto a su departamento, excusándose con que quería tiempo sola para escribir algunas canciones.

La verdad era que no podía soportar estar cerca de sus padres después de lo que hizo, se sentía asqueada de solo pensar en ello. El toque de la otra mujer había despertado un brillo incandescente en ella, era una llama que no podía apagar, ni siquiera con la lluvia ácida que salía de sus ojos. Había intentado de todo para no pensar en la chica, sin embargo cada cosa fallaba.

—No sucedió nada — espetó después de un gemido de cansancio, se talló los ojos dándole la espalda a la otra mujer.

Su mejor amiga soltó un bufido antes de sentarse en la orilla de la cama, se quedó en silencio durante algunos segundos, la ligera respiración de Emma llegando a sus oídos.

—Tu mamá está preocupada, no la has llamado— habló con voz suave, sus ojos mirando sus mano— me dijo que desde ese día que te recogió en Manhattan, has estado rara.

Emma rodó los ojos, seguía viendo a la pared, sus dedos trazaban las grietas que había.

—Está exagerando. Solo estoy ocupada.

—¿Qué hacías en Manhattan en primer lugar? — preguntó con confusión, girando la cabeza para ver a la otra chica.

Dudo unos segundos sobre que responder, se negó a mirarla.

—Estaba con un chico— la mentira salió de sus labios tan rápido que sintió vergüenza.

Tenía una increíble confianza en Renee, podía decirle cualquier cosa y nunca se sentiría juzgada pero esa vez era diferente, no estaba lista para admitirlo. Y si mentir la hacía sentir bien por un momento, lo haría.

—¿Te lastimó? — soltó con preocupación, llevó una mano al hombro de la contraria intentando verla a la cara. —Puedes decirme lo que sea, ya sabes.

—No, no lo hizo — dijo, se relajó en cuanto sintió el toque — no sucedió nada malo. Tranquila.

Se dio la vuelta sobre su espalda, viendo a la cara a Renee por primera vez en el día, podía notar su rostro lleno de preocupación, le dedicó una media sonrisa tratando de tranquilizarla. No había que usar anteojos para notar las ojeras bajo sus ojos hinchados, resultado de probablemente una noche llorando.

Rapp asintió en respuesta, comprendiendo que no quería hablar, no le respondió nada simplemente se quedó a su lado en silencio.

—Te traeré un té ¿está bien?— cuestionó después de unos minutos, escuchando un débil si, antes de salir de la habitación.

Emma miraba el techo, inmóvil, justo como en la ultima semana su cuerpo estaba lleno de emociones desconocidas. Todas las noches se preguntaba cómo había sucedido ¿tenía que haber notado alguna señal?

No recordaba que eso haya sucedido, si, había notado linda alguna una mujer antes, pero ¿era normal no? Que tuviera un pequeño crush con Regina George a los diez años no significa nada ¿no? Era normal.

Recordaba quién era antes de llegar a la fama, recordaba que nunca se callaba lo que pensaba, sin embargo hubo un punto en donde tuvo que comenzar a guardar todos esos pensamientos, por que "tenía que ser una buena chica" si quería ser amada, por que las buenas chicas nunca hablan sobre otra mujer se esa manera, las chicas buenas solo hacen lo que los demás quieren.

《¿Que idiotez ¿verdad?》

Pero al poco tiempo empezó a creer esos prejuicios al punto de que su carrera dependiera de ello, había salido con varios hombres en su corta vida, cada vez que lo hacía se sentía como un simple juguete. Nunca sintió esa conexión como lo hizo con la chica de esa noche. Y eso la estaba matando.

El chirrido de la puerta al ser abierta la sacó de sus pensamientos, había perdido la noción del tiempo, otra vez. Alzó la mirada, Renee la miraba con una sonrisa tranquilizante, mientras cerraba la puerta con el pie ya que en sus manos habitaban dos tazas color café.

Volvió a su lugar en la cama, Emma se sentó con cuidado para no derramar las tazas que llevaba su amiga , apoyó la espalda en la cabecera posteriormente colocó una almohada sobre sus muslos, aceptando la taza que Renee le ofrecía.

El lugar quedó en silencio, como era habitual, la mera compañía que le proporcionaba era suficiente. Se llevó la bebida a los labios, debatiendo mentalmente sobre hacer esa pregunta que rondaba en su mente. Sus pensamientos ganaron.

—¿Cómo descubriste que te gustaban las chicas?— preguntó con la voz temblando, después de unos minutos.

La chica casi se ahoga con el té ante la pregunta, la miró a la cara, una mirada de confusión en su rostro.

—Me comenzó a parecer muy linda una de mis amigas, — admitió, hizo una breve pausa antes de proseguir — creí que era normal pero entonces sentí la necesidad de estar cerca de ella, de ser yo quien la hiciera sonreír. Deseaba ser su novio, el podía tenerla como yo lo deseaba — finalizó con una pequeña sonrisa. Sus mejillas estaban rojas.

—¿Como se sintió? Quiero decir, cuando lo descubriste.

— Me tomó algo de tiempo aceptarlo, estaba asustada y avergonzada. Descubrir que te gustan las chicas no es lo difícil, lo difícil es aceptarlo — la miró a los ojos notando que Emma le prestaba atención a sus palabras —¿Por qué lo preguntas?

—Es solo curiosidad— bajo la mirada con timidez, sus mejillas tornándose rojas. Renee asintió, volviendo la vista a su taza.

—Milo casi lloraba cuando desapareciste el sábado — dijo con una sonrisa divertida cambiando el tema.

—¿De verdad? — soltó una pequeña carcajada y levantó la vista.

—Mhm — murmuró — dijo que tu papá iba a vetarlo de las reuniones en long beach.

Emma abrió la boca con burla antes de responder; —¿No había dicho que las odiaba?

—Tú padre deja que conduzca su convertible ¿tú qué crees? — articuló en el mismo tono.

—¿Por qué no lo llamas? podemos salir a cenar— cuestionó con timidez — también puedes decirle a Gracie o a tus amigos— añadió mirándola.

—¿Estás segura? Podemos quedarnos aquí y ver una película si lo prefieres— ladeó la cabeza viéndola, la preocupación aún persistente en su mirada.

—Estoy bien, Renee. — la tranquilizó.

La rubia asintió en respuesta, para después salir de la habitación con Emma siguiéndola.

Maxwell vivía en un bonito departamento en el Upper east side, la fachada con estilo victoriano del edificio contrastaba con el maximalista diseño del interior.

Emma vio a Renee llegar a la cocina, dejando las tazas sobre el fregadero, la más baja camino detrás de ella y después con un salto se sentó en la barra de mármol. Miró sus pies moverse hacia adelante y atrás, escuchando el suave golpe de los dedos de su amiga contra la pantalla del teléfono.

—¿Qué te dijeron? — preguntó después de unos minutos, Renee levantó la mirada.

Se acercó a su lado, recargando la parte superior de su cuerpo en la barra, sus codos sosteniendo su peso.

—Gracie saldrá tarde del estudio, pero si irá — comenzó leyendo los mensajes— Milo promete no dejarte sola otra vez — hizo una pausa antes de soltar una pequeña carcajada — y quiere llevar a su nuevo amigo ¿está bien?

Emma asintió en respuesta, regresando la vista a sus pies. El silencio inundó la habitación por tercera vez, no iba a mentir, se sentía incómoda, no lo entendía. Renee notó como la chica se perdía en sus pensamientos de nuevo, no le cuestionó nada, sin embargo sabía que le ocultaba algo, era como una pequeña astilla que lastimaba pero no podías verla.

—¿Tú... eres amiga de la chica de la otra noche? — la pregunta salió en un susurro que si no estuvieran tan cerca no lo habría escuchado.

—Se podría decir ¿por qué? — la miró confundida.

—Curiosidad— soltó, se negó a verla a pesar de que podía sentir su mirada sobre ella — ¿canta todas las noches en ese bar?

—Creo que solo los sábados y domingos, tiene un trabajo extra o algo así — hizo un ademán con la mano, restándole importancia.

—Entiendo — le respondió con simpleza— debería comenzar a arreglarme — agregó, mirando a Renee.

La chica asintió, sabiendo que solía tardar mucho en hacerlo. Emma bajó de un salto de la barra de la cocina.

—Ire a mi departamento por ropa. Volveré lo más rápido posible— explicó brevemente, viendo a la más baja detenerse en el marco que separa la cocina de la otra habitación.

—Está bien.

Se dio la vuelta, dejándola sola.

Se sentía cansada, no, estaba cansada de que su mente trabajara tanto en buscar un significado a lo que sentía. ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo? Lo había hecho antes, después de una noche con algún chico, simplemente lo olvidaba y seguía con su vida.

¿Por qué esta vez era tan diferente?

Suspiro intranquila, dirigiéndose a su habitación, podía sentir el frío de las losetas en sus pies descalzos.

Dos horas después, se encontraba frente al gran espejo que descansaba en la pared. Llevaba un corto vestido blanco, tenía el cabello en una linda pinza de mariposa, su maquillaje perfectamente ajustado borraba cualquier evidencia de sus noches de insomnio.

Se dirigió hacia la sala de estar, sus amigos ya se encontraban allí, vio como Gracie golpeaba a Milo con una almohada, el chico ni siquiera podía levantarse del suelo, sonrió divertida ante la escena.

—¡Alto! — exclamó haciendo que la castaña detuviera sus movimientos— van a dañar mi preciosa almohada— habló con falsa resignación.

Gracie sonrió antes de correr para envolverla en sus brazos.

—¡Te extrañé! Y también a tu almohada de harry styles — pasó sus manos por la espalda de la chica, soltando una risita.

Milo se levantó rápidamente caminando hacia ella. Tenía una mirada intimidante, la cuál se volvía patética en cuanto veías su camiseta de gatos.

—Bueno, suficiente. Es mi turno— jaló a la castaña hacia atrás, quien le dio una mala mirada — te juro que si vuelves a desaparecer así, quemaré esa maldita almohada.

Le reprocho con falso enojo, Emma lo miró con su ceño fruncido antes de escuchar a Renee soltar una carcajada, se unió a ella.

—Bien, señor justicia, es hora de irnos.

Renee caminó hacia la puerta siendo seguida por Milo y posteriormente Gracie, Emma siendo la última en salir. Caminaron por los pasillos del edificio, escuchando los insultos que Abrams le ofrecía al único chico, riéndose de vez en cuando.

Una vez se instalaron en el auto, Renee siendo la conductora y Emma sentada en el asiento del pasajero a su lado, se dirigieron al lugar.

"you belong with me" de Taylor swift se reproducía en la radio del auto, Milo y Gracie cantaban desde el asiento trasero y Emma solo se dedicaba a mirar fijamente por la ventana mientras reprimía una sonrisa.

—¿A donde iremos? Porque llevas conduciendo casi diez minutos y aún no me dicen — el chico cuestionó. Ante el silencio de los tres chicos volvió a preguntar — ¿no me están secuestrando verdad?

—Ni siquiera eres tan guapo— Gracie se burló a su lado.

—Está cara estuvo en la portada de Vogue, cariño — su dedo señaló su rostro con orgullo.

—Te confundieron con un nuevo espécimen — Renee se unió a la conversación.

Milo se tocó el pecho ofendido, mientras Emma simplemente se reía. Por un momento comenzaba a olvidar el laberinto en su mente.

Volvía a ser la misma de antes, al menos por ahora.

—¿Entonces no me van a decir? — cuestionó de nuevo.

—Milo, te van a dar comida gratis ¿qué más quieres?

—Como decía, a donde vayamos está bien — se cruzó de brazos.

Y una vez más solo hubo silencio, a excepción del mismo chico quien se dedicaba a cantar -o más bien, gritar- cada una de las canciones que se reproducían desde su playlist.

Al llegar al restaurante, pudieron divisar a no más de seis personas, lo que agradecieron internamente. Renee se dedicó a tomar el pedido de sus amigos, mientras ellos se dirigieron a una mesa un poco más alejada de las personas para poder estar "tranquilos".

—¿Creí que vendría uno de tus amigos? — Emma  preguntó una vez se sentó frente a él.

—Llegará un poco tarde — respondió haciendo una mueca.

—Nunca me dijeron lo que sucedió la otra noche, me sentí como la hija no deseada — Gracie cambió la conversación.

Los ojos de Milo se dirigieron a ella, se acomodó en el asiento, parecía que había esperado mucho para decirlo.

—Llevamos a esta señorita de aquí a un bar gay — señaló a la rubia, quien rodó los ojos — y ella estaba con este chico que usaba unos horribles pantalones— susurró mientras fingía arcadas. — y ni siquiera bailaba — finalizó con un ademán.

Gracie la miró incrédula, llevó sus codos a la mesa para apoyarse.

—Nah, te paso lo de los pantalones pero ¿que no bailara? Es muy malo.

—Era un buen chico, solo un poco aburrido — la rubia dirigió su mirada a Gracie para defenderlo.

—¿De qué me perdí? — la conversación fue interrumpida cuando Renee llegó, un joven con una botella de vino detrás de ella.

—Le decía a Gracie sobre la otra noche— Milo señaló a la chica con la cabeza, bebiendo de la copa que el joven había dejado. Asintió.

—¿Ustedes han hecho algo nuevo? — Emma preguntó intentando salvar la conversación.

—¡Si! — Renee exclamó — estoy muy segura de que protagonizaré la nueva película de mean girls.

—¡¿De verdad?! —Milo la miraba con emoción.

—Bueno, mi agente lo está discutiendo pero ya sabes, estoy más cerca de un si que un no.

—¿Qué papel harías?

—Regina George — le dio una sonrisa de lado.

—Ahora si puedo decir que tengo un crush en Regina. — las palabras salieron de sus labios con rapidez, haciendo que Gracie la mirara divertida.

—Eso es un poco afrutado.

—No, es solo ver correctamente.

—Lo que digas, Emma.

Pronto el camarero llegó, interrumpiendo la conversación. Al instante, el aroma delicioso de los platillos, la música clásica suave y las charlas ligeras la golpearon. Fue relajante, ayudándola a calmarse de los últimos días de frustración y fatiga.

Sin embargo esa sensación no duró mucho, vio a Renee alzar su mano en forma de saludo, frunció el ceño con confusión volteando la cabeza para ver en esa dirección. Abrió los ojos en sorpresa cuando la vio.

La misma chica de esa noche estaba ahí, dirigiéndose hacia ellos, detrás de ella caminaba Thomas. Quería que la tierra se la tragara.

Sintió una nueva oleada de emociones, y frustración, Emma creyó fielmente en que si no la volvía a ver, pasaría un tiempo antes de olvidarlo todo, pero ahora estaba aquí, fingiendo una gran sonrisa, poniendo fin a cualquier esperanza de fingir demencia.

—¡Chappell! — Renee exclamó en un saludo, dirigiéndose a la mujer. — y Thomas. Hola — bajo la intensidad de su voz.

—¿Thomas era ese amigo que traerías? — se inclinó en la mesa susurrando un grito a Milo.

—Me dejaste solo con él, solo fui amable— le reprochó de la misma manera.

Gracie los miró confundida, se deslizó hacia un lado para darle espacio a la chica de ojos azules, dejando a Emma justo en medio de ambas. Mientras que Thomas se situaba al lado de Milo.

Se sentía como una tonta, era claro que Renee la invitaría, después de todo ella misma había tirado la indirecta. No alzó la mirada en ningún momento, dejó que los demás se presentaran antes de que fuera su turno.

—Te recuerdo ¿eres Claire, no?

Emma salió de sus pensamientos ante la pregunta de Thomas. La mirada de Chappell no se movió ni un solo segundo de la rubia.

—Esa misma. Pueden llamarme, Emma.

El chico asintió pronto entablando una conversación con Milo y Gracie. Renee hablaba animadamente con Chappell, la cual le daba miradas frías.

Se sintió fuera de lugar, Dios ¿por qué no podía ser normal y actuar como si nada hubiera pasado? Se sentía intimidada con la cercanía que tenía, se dio cuenta que Roan era extremadamente dulce, a diferencia de la otra noche. Era como si fueran dos personas diferentes, ya no usaba el cargado maquillaje ni los atuendos exagerados. Y sinceramente, la hacía más magnética.

A pesar de sentir las miradas sobre ella, se negó a devolverlas, manteniendo su distancia, centrándose en la conversación que tenían, aportando pequeños detalles aquí y allá.

Al comenzar la noche estaba emocionada ahora solo rezaba para que terminara, una parte de ella seguía emocionada con tener que verla, otra le gritaba que saliera de allí lo más rápido posible.

—¿Estás bien? — la dulce voz de la mujer a su lado la sacó de sus pensamientos.

Emma se congeló en el lugar, contemplando sus opciones. Deseaba huir desesperadamente.

—Mhm— murmuró, se volvió lentamente hacia Chappell para encontrarse con un par de brillantes ojos azules mirándola.

Volteó nuevamente la cabeza para ver si alguien las había visto, al notar la ausencia de las miradas sobre ellas, se levantó abruptamente de la silla.

—Sígueme — murmuró cerca de la chica, luego se alejó por el pasillo en dirección hacia el baño.

Se aseguró de que no hubiera nadie en el lugar, y esperó a que Chappell llegara. La culpa de sus propias palabras ese día la estaban asfixiando.

Solo unos segundos después la castaña ingresó con timidez, cerró la puerta tras ella, quedándose recargada sobre la misma. Emma la miró expectante.

—Lo siento, no debí haber dicho lo que dije ese día, no debí haber actuado de esa manera— dijo con rapidez, sintiendo que un peso salía de sus hombros.

Chappell la miraba atenta, lo más lejos de ella posible.

—Esta bien, yo también dije algunas cosas hirientes.

—No sabía que hacer, esto es demasiado nuevo para mi — la miró a los ojos, los cuales la miraban con comprensión.

—Mira, no te culpo, — admitió, acercándose con cautela— me dolió pero fue porque golpeaste mi ego — trato de bromear, intentando relajar a la contraria.

Emma le dio una sonrisa de lado y se dio la vuelta para verse en el espejo, llevó sus manos a su bolso sacando un brillo labial, con lentitud se inclinó y comenzó a pasar suavemente el labial por sus labios. Cuando finalizó levantó la mirada, encontrándose con la de Roan, que se encontraba justo detrás de ella.

—¿Alguna vez has pensado en alguien de una forma poco inocente? — preguntó, ahora alzando sus brazos para quitar la pinza en su cabello.

—¿A qué te refieres? — respondió con confusión.

—Ya sabes, durante las noches, cuando sientes tus sábanas en llamas — una ráfaga de confianza había entrado en ella, no se sentía nerviosa como la última vez.

Chappell la miró tratando de descifrar sus palabras, pronto la mirada descarada que la rubia le ofrecía la llevaron a sacar sus propias conclusiones. Sintió sus mejillas tornarse rosas.

—¿Has pensado en mi de esa manera?

Las palabras salieron con tal seguridad, que el color en sus mejillas no encajaba. Le dedicó una media sonrisa mientras se acercaba más a ella, quedando justo a su lado.

Emma no quiso mirarla, la confianza que tenía hace unos segundos comenzaba a desvanecerse, lo único que podía sentir era el calor que irradiaba del otro cuerpo. Quería tocarlo.

—Lo siento— volvió a repetir.

—¿El que sientes? — le habló con cariño, —¿qué pienses en una chica de esa manera?

Negó pero terminó asintiendo. La miró avergonzada.

—Esto... está mal.

—¿Por qué? — agarró su rostro con suavidad, temiendo a que se alejara.

Sus ojos llenos de dudas y cristalizados la miraron al instante, podía sentir su cuerpo tenso bajo su toque.

Bésame, por favor.

¿Qué? — cuestionó.

—Dije, bésame porf...

Chappell no la dejó terminar cuando cerró la distancia entre ellas.

Llevo sus manos a la cintura de la chica acercándola lo más que podía. Emma enredó sus dedos en su largo cabello, jalándolo con intensidad, abriendo su boca bajo la de ella. Roan llevó una de sus manos desde la cintura de la chica hasta su espalda baja, jugueteando con el lazo que había, besándola aún más fuerte, sintiendo el sabor cereza de su brillo labial.

Ninguna sabía cuánto había durado, pero sus pulmones gritaban ante la necesidad de aire, obligándola a separarse.

Cuando se separó su cerebro estaba derretido, sentía una sensación de necesidad dentro de ella.

—¿Qué seremos después de esto? — chappell preguntó en cuanto el aire llegó a ella, su respiración aún agitada.

Emma la miró, riendo al notar su labial embarrado en los labios de la chica, llevó sus dedos pasándolos suavemente por ellos.

—Lo que siempre fuimos, unas completas desconocidas.

Había besado a una chica, esta vez no estaba bajo la influencia del alcohol, y Dios le había encantado.
















































it's me
Renee es una bear mom y estoy viviendo para eso, bye espero les guste 🤟

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