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Este pequeño fic es parte de la Kyman Week 2022

Era para ayer pero ¿cuándo han visto que publique algo a tiempo?

Día 1: Negación

Portada del artista Scarlett Croix (Tw: Ultramar5unset)

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Pingüinos antárticos

Kyle está completamente seguro de que más de la mitad de los adultos de South Park son unos idiotas y el resto son llanamente estúpidos, sus padres incluidos más veces de las que le gustaría para su desgracia; por supuesto, no es como que fuera a compartir ese pensamiento en voz alta si quiere seguir respirando o en su defecto no ser castigado hasta el día de su muerte. Aún así le frustra enormemente que nadie más que él haga algo con respecto a los estúpidos planes de Cartman, especialmente luego de que el gordo pedante vaya anunciándolos a los cuatro vientos y nadie más que él presta la suficiente atención para armarse un plan y detenerlo.

Ni siquiera sus amigos se habían molestado en comentar sobre el último plan de Cartman, convencerlos de que debían detenerlo antes de que fuera demasiado tarde fue inútil por lo que no tuvo más remedio que dirigirse personalmente a la casa del castaño.

—Ridículo —murmura para si mismo pateando pequeños montones de nieve congelada en el camino, solo pensar en la sonrisa triunfal del gordo cuando se acercó al grupo de amigos para contar como planeaba utilizar un montón de pingüinos del Antártico, esclavizarlos y obligarlos a luchar por él, con el objetivo de invadir el Polo Norte por razones desconocidas, le hace hervir la sangre.

¡Era un plan estúpido! Y aún así ahí se encuentra dispuesto a detenerlo personalmente a falta de algún adulto sensato que quiera ayudar o que esté dispuesto a hacerlo, seguro pensaban que Cartman no sería capaz de algo así, o que era una broma o alguna excusa sin sentido que se inventaban los mayores para desestimar los problemas de los más jóvenes.

Se detiene frente a la casa de Cartman frunciendo aún más el ceño preguntándose porque esas cosas siempre pasaban; si, es una verdad universal que los adultos del pueblo tenían la cabeza llena de mierda, pero no es como si no se hubieran enfrentado juntos a otras amenazas, ¿Por qué entonces solo cuando la amenaza es Erick Cartman lo ignoraban? Claramente, se responde a si mismo tocando la puerta, porque es la única persona que realmente le presta atención al otro niño. Francamente no sabe si eso es triste o realmente patético.

—Oh, hola, Kyle —la voz de la señora Cartman le hace alzar la vista encontrándose con la cálida aunque algo cansada sonrisa de la mujer.

—Hola señora Cartman —saluda de vuelta, porque podría estar enojado con Cartman pero eso no significa que no tiene modales—, ¿se encuentra Cart... Erick?

—Sí, está en el patio con unos adorables pingüinos, ¿Viniste a jugar con ellos también? —de haber estado mirando en otra dirección se hubiera perdido el cambio en la sonrisa de la mujer demostrando que no le parecía bien tener a los animalitos en su casa.

—Eh, sí, a eso vine. Gracias, señora Cartman —sin esperar una respuesta, tomando la sonrisa de la mujer como invitación para entrar, la bordea caminando directamente a la puerta que da hacia el patio.

La señora Cartman es otro adulto que a veces Kyle no puede entender, siendo la madre del castaño debería ser capaz de detenerlo o al menos meter algo de cordura en la cabeza de su hijo, pero al mismo tiempo no puede culparla pues ha sido testigo de la forma en que Cartman la manipula. Esos son conflictos internos para otro momento, ahora su misión es parar la locura pingüinesca.

—¡Cartman! —llama abriendo la puerta corrediza, deteniéndose en seco al ver a Cartman correteando a unos cuántos pingüinos tratando de poner nieve en sus cabezas, siendo perseguido a su vez por otros tantos que tratan de picotear sus piernas, riendo como si no fuera el mayor mal en la vida de Kyle.

—¡Kahl! —Cartman se detiene, probablemente al sentirse observado, jadeando dramáticamente. —¿Qué crees que haces aquí? ¡No! no respondas ¡sé porque estás aquí! Y la respuesta es no, no tendrás parte de mi botín cuando logre conquistar el Antártico.

Si bien Kyle está escuchando las estupideces que salen de la boca de Cartman, toda su atención está en el color rojizo que se extiende por sus regordetas mejillas y el sudor que se empieza a formar en su frente a pesar de que la temperatura no debe ser muy agradable en la parte del jardín en la que está, sin su gorro o abrigo, ambos objetos perdidos entre la nieve donde algunos pingüinos empiezan a preparar un nido con más entusiasmo del que deberían.

—Oh no, no es eso, quieres detenerme ¿verdad? Pues no podrás estúpido judío, estoy un paso más cerca de... ¡*Filomena no hagas eso! —el castaño desvía su vista un segundo para perseguir a un travieso pingüino que trataba de picotear sus guantes y cuando finalmente la atrapa tiene el descaro de dejar escapar una alegre carcajada.

El sonido se extiende por todo el jardín, Kyle lo ve girarse hacia él y empezar una nueva diatriba, seguramente sobre como no será capaz de detenerlo, pero no registra nada de lo que dice. Lo único que ocupa su mente en ese momento es la forma en que el sol del atardecer se refleja sobre la nieve congelada tras Cartman dándole un aura encantadora, el sonrojo de sus mejillas haciéndolo ver adorable y la sonrisa que no termina de borrarse de sus labios casi lo hace suspirar.

''Joder, ¿desde cuando el gordo es tan lindo?'' el pensamiento no ha terminado de formarse en su mente cuando todo su cuerpo se tensa y todo color abandona su rostro. ¿Lindo? ¿Cartman lindo?

—Oh no —susurra bajo horrorizado de sus propios pensamientos.

—... y nunca... ¿Kahl? —Cartman parpadea confundido por la falta de respuesta del pelirrojo viéndolo intrigado por su anormal silencio. —¿qué carajos te pasa judío?

Sin molestarse en responder Kyle da media vuelta caminando con tanta calma como puede colectar mientras recita en su mente una y otra vez un mantra de ''oh no'' y ''mierda'', no escuchando como la señora Cartman llama por él cuando atraviesa la puerta preguntando porqué no se quedaba a cenar con ellos. Una vez fuera acelera el paso metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo apretando sus manos con fuerza.

No, no y mil veces no. Al carajo el Polo Norte o el mundo entero, todo se podía ir a la mierda si de él dependía el detener a Cartman porque no va a hacerlo, no piensa interferir ni acercarse al castaño nunca más en cuánto encuentre la forma de borrar de su memoria ese pensamiento que definitivamente no pudo ser suyo, ¿verdad? Era un error, una fluctuación extraña causada por la adorabilidad de los pingüinos jugando en la nieva y totalmente no por el jodido gordo de mierda y su estúpida sonrisa. Él pensando que Cartman es lindo, tonterías.

Al llegar a casa sube directo a su habitación sin siquiera saludar a su hermano sentado en el sofá jugando video juegos, una vez en su pequeño santuario personal se asegura de cerrar la puerta, sube en su cama tomando una almohada cubriendo su rostro con ella y deja escapar un grito frustrado. Eso no había pasado, no había pasado.

Va a dormir un rato, luego bajará a cenar y tendrá una noche normal, y no volverá jamás a pensar algo similar sobre Cartman.

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