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6


Didi no paraba de sacar ropa de su armario, pero no daba con nada que le gustase para su hermana; a las ocho estaría todo el grupo en el Turqoise con la tarta y la banda de rock del instituto listos para comenzar la noche de locura que debía ser el cumpleaños de Oli.

─Por favor ¡decídete de una vez! Me estoy cansando de ser tu muñeca ─Olimpia se quejaba mientras exasperada miraba el techo.

Didi le acercó una minifalda negra y una camisa, que automáticamente ambas desestimaron al unísono. Finalmente, Olimpia se decantó por una falda negra larga, una camiseta con cuello de barco blanca y sus balerinas que siempre guardaba para ocasiones especiales.

─¡Estas genial! No habrá chico que se te resista ─Diana le sonreía mientras separaba la silla y la invitaba a sentarse frente al tocador─. ¿Cómo quieres que te peine?

─Estoy en tus manos ─un gritito histérico de Diana hizo que Olimpia diera un bote en la silla. La miró a través del espejo, su hermana estaba feliz de poder usarla como su muñeca. Olimpia esperaba no tener que arrepentirse.

Diana preparó las planchas del pelo y mientras cogían la temperatura necesaria, comenzó a cepillar a su hermana.

─Didi... ¿qué se supone que tengo que hacer cuando aparezca Travis? ─Olimpia miró con tristeza a su hermana; comenzaba a sentir un pellizquito en el estómago por los nervios.

─Pues, te diría que fueses tu misma, pero está claro que eso no te funciona, así que ni idea. ─Las chicas se miraron y se sonrieron cómplices ─. No sé, prueba a dejar que sea él quien lleve la iniciativa, acércate mucho, no como para caerte encima, pero si algo más de lo que te sueles acercar...humm... ríe mucho, no en plan histérica, sólo mantén la sonrisa.

Oli iba asimilando todo lo que su hermana le decía mientras soportaba los tirones que le daba. La verdad es que su hermana no era muy delicada en cuanto a cepillar se refería.

─Está bien, sonreír y acercarme, dejar que él lleve la iniciativa; parece fácil.

Roger vio abajar a sus hijas arregladas por las escaleras y se acercó a ellas para darles un beso y un abrazo a cada una, entreteniéndose en Olimpia un poco más.

─Vamos papá, que no nos vamos a la guerra, sólo vamos a salir.

─Mis niñas se hacen mujeres ─dijo con un tono triste en su voz, para luego añadir con aire autoritario ─. Nada de llegar por separado, no me importa a la hora a la que volváis, pero siempre que lo hagáis las dos juntas ¿entendido? ─Las chicas asintieron y le volvieron a dar un beso a su padre.

Una vez llegaron al aparcamiento del Turqoise, Didi paró a su hermana antes de que saliera del coche.

─Espera Oli, quiero darte algo ─dijo mientras buscaba en su bolso ─. No es gran cosa, es sólo una tontería, pero quería regalártelo.

Diana le entregó un precioso choker negro sencillo de terciopelo. Los ojos verdes de Olimpia se clavaron en los suyos y con una sonrisa de felicidad, saltó para abrazarla.

─Es precioso Didi, me encanta ─se apresuró en ponérselo y mirarse en el espejo retrovisor del coche.


***


─¡¡Felicidades!! ─gritaron los amigos a coro mientras acercaban a Olimpia al rincón que habían reservado y le lanzaban papelillos y purpurina. Las chicas no eran de tener muchos amigos, por lo que su grupo era algo reducido; pero para ambas, eran los mejores del mundo. Anne, Oliver, Roberta, Thomas, Rosmarie y Ginny, era su grupo original de amigos, y estos habían invitado a otros compañeros que tanto Olimpia como Diana conocían de haber visto en clase, pero no habían tenido mucho contacto salvo algún hola y adiós. La banda que Anne había invitado en honor a su amiga, comenzó a tocar para los que estaban allí.

Olimpia sonreía feliz a todos disfrutando de cada momento, pero por alguna razón que no llegaba a explicar, sentía que algo no iba bien. Era una sensación algo extraña, de forma que decidió llamar a su hermana; no sabía por qué, pero debía hablar con ella, ese era el momento, algo en ella se lo gritaba.

─Didi, ¿podemos hablar? quiero decirte algo importante.

Olimpia sentía la urgencia en todo su cuerpo, sus ojos verdes rogaban a Diana su atención. Su hermana asintió y entrelazando sus dedos se dejó guiar hasta un rincón alejado de todos. En ese momento, el vocalista del grupo anunciaba un descanso.

─Didi, tengo que decirte algo, y creo que no te va a gustar... pero es importante para mí explicártelo.

─¿Oli? ¿Oli, dónde estás? ─Oliver reclamaba la presencia de su amiga. Los ojos de Olimpia se desviaron hacia el improvisado escenario─. Por favor, que la chica del cumpleaños se acerque.

Diana tiró de la mano de su hermana y le sonrió dulce, haciendo que los miedos que atenazaban a la chica aumentaran hasta desencajar su rostro en una mueca extraña.

─Luego me lo cuentas, anda, es tu cumpleaños, disfruta. ─Olimpia se agarró con fuerza a la mano de su hermana, no quería soltarla.

─Bueno, aquí estás. Como tu mejor amigo, es mi deber dar este discurso, así que bueno, ¿por dónde empezar? ─Oliver le sonreía cómplice.

─¡Vamos Oliver! ¡Termina ya, no nos aburras! ─gritó alguien del grupo.

─Vale, vale... ─Olimpia miraba con los ojos desorbitados a Oliver, deseaba que se callara para poder hablar tranquila con su hermana. Aquel momento le parecía interminable─. Bueno, sólo quería decirte que eres la mejor amiga que alguien pueda desear, cierto que a veces te comportas como toda una cabrona...

Su hermana abucheó a Oliver y luego le sonrió dulce arrugando la nariz. La respiración de Olimpia se aceleraba al compás con su corazón; apretó más fuerte la mano de su hermana cuando ésta desvió de nuevo sus ojos al muchacho delgaducho que seguía con su discurso. Olimpia lo ignoraba, sólo quería decirle a Diana lo que la carcomía desde hacía varias semanas.

─Vale, vale. Tranquila Didi... a lo que iba, Oli eres una amiga de la que uno se siente orgulloso, y por eso quería desearte aquí, delante de todo el mundo, la mejor de las suertes en tu viaje a Inglaterra. Felicidades por la beca Oli, te la mereces y estoy seguro de que alcanzarás tu sueño. ¡Por Oli!

En ese momento, el tiempo se paró bajo los pies de Olimpia. Oliver había hecho público aquello que Olimpia deseaba decir tranquilamente a Diana. Miró temerosa a su hermana. Diana estaba perpleja, la miraba sin ver, casi en estado de shock. Olimpia podía intuir expresión ni sentimientos en su rostro.

Los amigos de Olimpia fueron acercándose a ella uno a uno para felicitarla y darle la enhorabuena, separándola así de su hermana. Oli correspondía a los besos y abrazos, pero no dejaba de buscar a Diana con la mirada, quería que la dejaran. Necesitaba ir con ella, explicarle todo. Cuando Anne la abrazó, Oli la buscó de nuevo, y la vio cruzando la puerta del bar hacia la calle. Soltó a Anne y salió corriendo tras ella.

Era de noche, ya pasaban las diez, y el frescor nocturno le acariciaba los hombros. Buscó en el aparcamiento y apoyada contra su espalda, en la parte trasera del coche de su padre, encontró a Didi. Estaba seria, mirando la punta de sus zapatos. El pelo rubio le caía en cascada, se lo había alisado y le tapaba el rostro. Pero los pequeños espasmos que sufrían sus hombros no podían esconder el hecho de que estaba llorando.

─Didi... ─comenzó mientras se acercaba a su hermana, y le apoyaba una mano en el brazo derecho. La chica la miró y Oli pudo ver como las lágrimas le caían por las mejillas, haciendo que se le corriera el rímel─. Quería contártelo, pero no encontraba el momento, por favor deja que te lo explique...

Olimpia pudo ver cómo Diana trataba de sonreír en vano. Sorbió por la nariz, y rebuscó un pañuelo de papel de su bolso para mientras se secaba las lágrimas. Olimpia esperó hasta que su hermana terminase para escuchar lo que quería decirle.

─No tienes que explicarme nada, es tu vida y tu sueño, ya sé lo importante que es para ti pintar. Es lo que has decidido y no tengo derecho a enfadarme, solo quiero que me prometas algo ─Diana se acercó a ella, y tomó sus manos fuertes sin desviar sus ojos llorosos.

─Lo que sea, dime...

─Quiero que me prometas que volverás, pase lo que pase, si las cosas no van bien, quiero que cuentes conmigo ¿vale? ─Diana la miraba con desesperación. Olimpia tragó saliva, y asintió nerviosa. Diría y haría cualquier cosa por calmar y consolar a su hermana en aquel momento.

─Por supuesto, volveré... volveré siempre que pueda, esto no va a cambiar nada. Siempre estaremos juntas ¿vale? ─Oli la abrazó y le dio un beso en la mejilla. Sintió como al terminar la frase, Didi se relajaba─. Vamos, te estás poniendo muy fea y así no podrás ligar con ningún chico.

Diana sonrió mientras terminaba de secarse los ojos con el pañuelo que ahora estaba negro por el maquillaje.

─Tienes razón, Max está a punto de llegar y Travis también, vamos a retocarnos al baño ─Diana le tendió la mano a su hermana para marcharse de vuelta al bar.

─Oli, Oli, ¿cómo estoy? ... ¿se me nota mucho que he llorado? ─preguntó Diana se giraba para encarar a su hermana tratando de limpiarse el rostro con el dorso de las manos.

─Pues claro que se te nota, para eso vamos al baño ─no entendía muy bien el por qué su hermana le preguntaba esa tontería.

─No podemos entrar Oli, en la puerta está Max, no puede verme así ¿qué hago? ─La chica estaba muy nerviosa y miraba a todas partes, sin encontrar una solución.

─Está bien, yo entretendré a Max y tu entrarás corriendo y cuando estés dentro, entraré con él ¿vale? ─respondió Oli mirando a su hermana mientras ésta asentía.

Olimpia esperó a que Diana se escondiera tras una de las camionetas que había aparcada en la misma acera que daba a la entrada del bar. Tras eso, tragó saliva y se encaminó derecha hacia Max. La idea que había tenido era bastante buena, pero no sabía cómo entretenerlo. No había hablado nunca con él. Fue meditando qué iba a decirle durante el trayecto, el cual se hizo demasiado corto en opinión de la chica, pues cuando llegó hasta él aun no se le había ocurrido que decir.

Estaba de espaldas, así que llamó su atención dando un par de palmaditas en el hombro del muchacho. De forma que este se giró y al verla le regaló una enorme sonrisa y le plantó un beso en la frente, seguido de un fuerte abrazo y comenzó a felicitarla por su cumpleaños. Cómo no sabía que responder, la chica sólo desvió la mirada y le dio las gracias. Luego, miró hacia dónde estaba su hermana y la encontró agachada esperando para poder salir corriendo y entrar en el bar sin ser vista. Oli se percató justo en ese momento, que Max estaba frente por frente de la entrada y que, si no desviaba la atención del chico hacia otra parte, sería imposible que no viera aparecer a su hermana con la cara llena de rímel. Lo único que se le ocurrió fue agarrar al chico por los brazos, que descubrió Oli que eran más grandes de lo que en realidad parecían, lo miró fijamente a los ojos y le dio la vuelta. Algo que no tenía mucho sentido al menos para él. Y se apresuró a decir

─¿Te gusta mi hermana?

No soltó al chico en ningún momento y lo miraba fijamente a los ojos, de forma que Max estaba atrapado, no podía moverse ni ver otra cosa que no fuera la cara de idiota que tenía Oli, porque eso era lo que pensaba ella que estaba haciendo, la idiota.

Por encima del hombro de Max, en una rápida pasada Olimpia pudo ver cómo su hermana salió de su escondite y corrió para entrar en el bar. En ese momento, Diana se paró unos segundos mirando a su hermana con una sonrisa cómplice y, a su vez, Max comenzó a balbucear.

─Si ... esto .... bueno, claro que me gusta ...

Didi sonrió al escucharlo y se metió corriendo en el bar. Al ver que ya había entrado, Oli soltó al chico y se relajó, luego recordó lo que su hermana le había dicho. Siempre debía sonreír para agradar a los hombres, así que Oli forzó una sonrisa, aunque se dio cuenta, que más que tranquilizar a Max, lo que consiguió fue asustarlo más, si aquello era posible.

─Vamos, dentro está Didi, te acompaño ─y señaló la puerta del bar, dejando que el aturdido Max entrase primero.

Oli necesitaba un poco de aire, en cuestión de minutos había pasado por un carrusel de emociones, así que se paró frente a la puerta, miró al cielo y tomó aire. La noche sólo acababa de comenzar, aun quedaba la prueba de fuego, pensó para sí misma, recordando que se había propuesto liarse con Travis sólo para demostrarle que ella no era una borde cómo él le decía. En el momento de entrar oyó que una voz amortiguada la llamaba.

─¡Eh! tú, la borde...

Oli se giró rápidamente reconociendo casi al instante la voz, pero sin ver al chico al que pertenecía. Frente a ella sólo había una enorme Harley Davidson negra. El dueño de la moto era un tipo alto, vestía unos vaqueros negros algo desgastados, una camisa gris bastante ceñida, y llevaba un casco negro. Se acercó hasta dejar aparcada la moto, le puso la pata de cabra y se quitó el casco. Y allí estaba, su prueba de fuego.

Oli lo miró de arriba a abajo, su primera intención fue soltarle alguna frase hiriente, pero antes de eso, se lo pensó mejor. Tranquila Oli, haz lo que te ha dicho Didi, sonríe, se amable y deja que el crea que controla la situación. Así que le regaló su mejor sonrisa y armándose de toda la paciencia que pudo, le respondió

─¿Vamos?

Y mediante un movimiento de cabeza le señaló la entrada del bar, se giró y entró tranquilamente.

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