51
Olimpia miró a su alrededor, el cuarto era amplio y la cama algo más grande que la suya, aunque no llegaba a ser tan amplia como la que Travis tenía en su piso. Había algunos posters de varios modelos de Harley Davidson, maquetas hechas de madera, seguramente las habría tallado el motero cuando aun vivía allí, otra hecha con tornillos y pequeñas piezas metálicas. Olimpia la cogió entre sus manos, pesaba bastante y estaba fría al tacto. Le gustaba mucho esa maqueta, era como una pequeña obra de arte hecha con cariño y mimo.
Se acercó a la maleta que Travis le había dejado sobre la mesa y buscó algo de ropa para cambiarse. Allí hacía mucho más calor que en Georgia, y a Oli le apetecía darse una ducha. Cogió su camiseta blanca con el elefante hecho de tribales que ella misma había pintado y una falda vaquera que Didi le había prestado, ropa interior y sus converse negras.
Travis estaba apoyado en la encimera de la cocina, se había despedido de Luke, esa noche cenarían todos juntos, por lo que se marchaba para recoger a Dennis y el pequeño Jhonas. Fue Abby quien comenzó la conversación.
─Cariño, estoy tan contenta de tenerte en casa de vuelta...
Travis la miró serio, el tono con el que su madre hablaba en ese momento le decía que había una réplica que no le iba a gustar.
─¿Pero?
La mujer dejó caer los hombros. Se acercó a la mesa de la cocina y se sentó cruzando los dedos de las manos.
─Pero es una niña, Travis.
─Mamá, todo está bien. Me hace feliz y no me importa la edad que tenga.
─¿Y sus padres? ¿Qué dicen ellos?
Travis no respondió. La conversación que tuvo con Roger cuando le dijo que viajaría a Texas con Olimpia volvió a su mente. En ese momento era feliz y no le apetecía recordar que todo terminaría en cuestión de semanas.
Olimpia apareció por la puerta de la cocina, aun tenía el pelo húmedo. Miró a Travis y le sonrió tímida. Éste alargó una mano demandando que se acercara. Cuando la tuvo al lado, la rodeó con sus fuertes brazos y le regaló un beso en la cabeza. Miró de nuevo a su madre.
─Mamá, sin Olimpia no estaría aquí. La quiero, me da la felicidad y la vida. Ya no sé qué haría sin ella.
Olimpia se sonrojó y se encogió de hombros, mirando a Travis atontada por las palabras que acaba de escuchar.
Abigail miraba a la pareja, no había visto a su hijo tan feliz desde que era niño. Olimpia lo miraba también embelesada y se lo había devuelto de nuevo. Peter y Luke le habían hablado un poco de la chica y parecía buena. Sí, se veía el amor que se tenían. A regañadientes, y sólo en su interior, dio la razón a su hijo. Si ellos eran felices ¿quién era el resto del mundo para decirles lo que debían o no debían hacer?
Abby les sonrió y se levantó para acercarse a Olimpia con los brazos extendidos.
─Si mi pequeño es feliz, yo también lo soy. Olimpia... ─Abby la abrazó como sólo una madre sabe abrazar. El olor a lavanda que la mujer desprendía embriagó a la chica ─. Bienvenida a la familia Mills.
Tras comer un poco en la cocina, Peter se llevó a la pareja a pasear por el rancho. Les mostró las reses y todos los cambios que habían hecho desde que Travis se marcharan. Habían ampliado y reparado el viejo granero, tenían nuevas camionetas y nuevos trabajadores que Travis saludaba, pues a alguno los conocía de cuando era niño y trabajaban para otros ranchos de la zona. Pasearon también a todo lo largo de las tierras, para mostrar a la chica lo precioso que era su rancho. Verde y amarillo, con vacas, terneros y caballos sueltos, Peter se mostraba orgullos de todo el esfuerzo y los años de trabajo. Por último, llevó a la chica a los establos para mostrarle los caballos que tenían y con los que pastoreaban las reses.
Olimpia se detuvo delante del corral de un caballo negro y elegante. Éste sacó su enorme cabeza demandando sus caricias. La chica paseó su mano sobre la ternilla y la frente del animal lentamente, disfrutando del tacto suave de su pelaje.
─Ahora sólo tenemos unos pocos caballos, pero todos preciosos y muy buenos. ─Peter hizo una pausa y se quedó pensando ─. Travis sabe montar muy bien, seguro que querrá enseñarte.
El motero comenzó a reírse a carcajadas ante el comentario de su padre. La chica se sonrojó un poco y desvió la mirada de los ojos de Peter, azorada. El hombre no entendía ninguna de las reacciones que su comentario había causado en ambos. Parpadeó un par de veces intercambiando su mirada de Olimpia a Travis.
─¿Qué? ¿He dicho algo malo?
Travis le dio un par de palmaditas a su padre en el hombro.
─Nada papá, no has dicho nada. No te preocupes...─Travis miró a Olimpia travieso ─. Montaré con Olimpia por el racho. Le enseñaré como se hace.
Peter miraba a su hijo aun descolocado. Justo en ese momento uno de sus trabajadores lo reclamaba, por lo que no le quedó más remedio que dejar a la pareja en el establo para poder atender su rancho.
Olimpia esperó a quedarse los dos solos y luego miró divertida a Travis.
─Eres imbécil.
A la caída del sol mientras la pareja ayudaba a Abby a preparar el patio para la cena de esa noche, un monovolumen plateado aparcó junto a las dos camionetas que había bajo la pérgola.
Luke salía de él, y por la puerta del copiloto hacía su aparición Dennis, una mujer alta y esbelta, aunque se notaba en sus caderas las consecuencias del reciente embarazo. Su media melena ondulada era rubia y sus labios carnosos; mostraba una sonrisa radiante y preciosa con ojos ambarinos y manos cuidadas con una manicura roja bonita. La mujer desprendía belleza y sensualidad por todos lados. Se paró en la puerta trasera del monovolumen para cargar en brazos al pequeño Jhonas que comenzaba a lloriquear un poco.
Travis comenzó a descender de la escalera en la que estaba subido colocando una larga guirnalda de bombillas para poder iluminar bien la zona en la que comería toda la familia Mills al completo por primera vez en ocho años, Olimpia y algunos de los trabajadores que dormían en un pequeño barracón que Peter había preparado para ellos y vigilaban en ganado por las noches.
Olimpia se acercó al motero y lo miró a la cara. No estaba segura de su reacción, aunque no esperaba que fuera a enfadarse. Luke se acercó a su hermano seguido por su esposa y su pequeño.
─Travis, bueno...Olimpia más bien, esta es mi esposa, Dennis.
Olimpia se acercó a la mujer y le dio dos besos que ella correspondió. Le sonreía, pero su incomodidad era palpable en el ambiente. Un poco forzada saludó a Travis casi sin mirarlo a los ojos.
Los cuatro se quedaron allí, en silencio, sin saber muy bien cómo actuar y hablar. Olimpia no tenía mucha paciencia en ese tipo de situaciones, por lo que decidió romper el hielo.
─¿Puedo cogerlo? ─sonrió a Dennis mientras estiraba los brazos hacia el bebé que la miraba con sus ojos abiertos y una media sonrisa. La mujer sonrió agradeciendo que rompiera la incomodidad del momento y le tendió al bebé.
─Por supuesto, mientras iré metiendo sus cosas en la casa, gracias.
Dennis soltó a Jhonas en los brazos de Olimpia y luego se dirigió al coche para coger la bolsa con las cosas del bebé y de paso saludar a sus suegros.
El pequeño miraba a Olimpia, mientras ella le sonreía y se acercaba a Travis.
─Hola pequeñajo, ¿quieres conocer a tu tío? ─Olimpia miró a Travis y le sonrió ─. Vamos, es tu sobrino acércate y dile algo.
Travis se acercó y cogió la manita del bebé. Se parecía mucho a Luke, aunque tenía la boca de Dennis.
─¡Hey! Vamos a pasarlo muy bien tú y yo, enano. Ya lo verás.
Y tras decir eso una enorme sonrisa se dibujó en los labios del motero. Esa era su familia y estaba en casa, de vuelta. Abrazó a Olimpia mientras seguían haciendo muecas y divirtiendo al risueño bebé que no dejaba de juguetear y reírse.
La hora de la cena había llegado. Todos se habían sentado en la enorme mesa que ya estaba preparada y llena de platos que con solo olerlos quitaban el hambre. Peter presidía la mesa con su esposa a su derecha, Travis a su izquierda seguido de Olimpia, en frente y al lado de Abby estaban Luke y su esposa, y en el resto de los asientos se encontraban los seis trabajadores internos a los que Peter había invitado.
La cena estaba deliciosa y todo estaba yendo de maravilla. Dennis y Luke comenzaban a sentirse cada vez más cómodos con la presencia de Travis y Olimpia. Peter sonreía a su esposa y esta a su vez sonreía a todos los asistentes. Algunos de los trabajadores de Peter contaron historias, anécdotas y algunos chistes. Pero una vez el postre se hubo servido y estos lo terminaron, todos en tropel decidieron marcharse para dejar tranquila a una familia que había vuelto a unirse después de tanto tiempo.
Dennis era muy simpática con Olimpia, aunque no tanto con Travis, ya que no se hablaban mucho. Pero eso era algo que tanto Olimpia como Luke prefirieron pasar por alto.
─Bueno, Jhonas es hora de tu biberón ─le dijo la madre a su pequeño mientras se acercaba a Olimpia─. Olimpia ¿quieres dárselo tú? Creo le has caído muy bien a Jhonas.
Olimpia asintió y cogió al niño. Lo sentó en su regazo y éste se recostó sobre su pecho esperando su cena. La chica comenzó a dárselo y sonrió a Dennis.
─Quiero mucho a mi pequeño, pero a veces es una liberación que otro se ocupe de él. Es agradable cenar tranquila de vez en cuando.
Dennis se sentó al lado de su marido de nuevo que le pasó un brazo por los hombros. Travis hizo lo mismo con Olimpia mientras la miraba embelesado.
─Y dinos Olimpia, ¿sigues trabajando en la cafetería? ─Era Luke quien preguntaba a la chica.
─No, ayer fue mi último día.
Jhonas seguía tomando el biberón mientras jugueteaba con el colgante violeta de la chica y la miraba a los ojos detrás de la tetina blanca.
─¿Y entonces? ¿No estudiarás nada? ─Dennis preguntó curiosa.
Olimpia se quedó seria mirando como el pequeño terminaba su cena. Retiró el biberón e incorporó a Jhonas en su regazo, que seguía entretenido con su colgante y su pelo. Travis respondió serio antes de que lo hiciera Olimpia.
─Olimpia ha conseguido una beca para estudiar arte en una buena universidad en Londres. Es una gran artista.
Peter examinó el rostro de Olimpia. Estaba seria y triste a pesar del orgullo con el que hablaba su hijo de sus logros.
─¿Vas a marcharte, jovencita?
─Yo... aun no lo he decidido.
Travis la miró sorprendido.
─Eres joven, y aquí muy buenas universidades, no tienes porqué marcharte tan lejos. ─Era Abigail quien hablaba mientras se servía un poco más de limonada en su vaso. Olimpia sonrió a Abby y luego miró de reojo a Travis que la atravesaba con su mirada. Estaba confuso.
Olimpia se despidió con un beso del pequeño Jhonas. Dennis y Luke la invitaron a pasarse por su casa en cuanto quisieran. Se paseó un poco por el patio para terminar de recoger la mesa. Se quedó mirando en la oscuridad de la noche la casa de la familia Mills; las luces de la cocina estaban encendidas y se podía ver a Abby reorganizando un poco los platos y vasos, y colocando la comida sobrante en el frigorífico.
Travis la miraba desde la oscuridad del porche. No había vuelto a sonreír desde que la chica había hablado sobre sus dudas ante la beca. Su corazón se aceleraba ante lo que podía significar aquello. Al pasar ésta por su lado, el motero la agarró por la muñeca.
─Vamos, quiero dar un paseo.
Olimpia entró y dejó los platos que llevaba. Salió de nuevo, Travis la esperaba. Entrelazó sus dedos a los de él y dejó que la guiara por la oscuridad del campo. Las estrellas brillaban, no había nada que iluminara el camino salvo la luz de la luna. Se habían alejado bastante de la casa; estaban rodeados de campo, nada había ya. Sólo el cantar de los grillos, el ulular de algún que otra ave y el silbido de la suave brisa nocturna de septiembre. A pesar de ser noche casi cerrada, aun hacía algo de calor en el ambiente.
Travis la abrazó por la cintura y la acercó a él. Se perdió por unos segundos en el calor de su cuerpo, en su perfume almizcleño; dejó caer su cabeza para sentir la suavidad de su cabello en el rostro. Paseó sus labios por la piel de su hombro descubierto, dejando a su paso un suave beso que erizó la piel de la chica. Olimpia correspondió a su abrazo y su contacto posando sus manos en su cuello y su cabeza. Le acariciaba el pelo y hundía su rostro en su camisa. Podía oír el latir de su corazón, y eso la tranquilizaba.
─Te quiero Olimpia. No he querido a nadie como te quiero a ti. No lo olvides nunca.
Olimpia tragó saliva y lo abrazó con más fuerza. Quería responderle, quería decirle que lo quería, pero las palabras se quedaban en su garganta. El miedo no las dejaba salir, no le dejaba ser feliz del todo. ¿Por qué no era capaz de decirle lo que sentía por él cuando lo tenía tan claro? ¿Tal vez realmente había aceptado que aquello terminaría? No podía ser, a Diana le había dicho que no quería separarse de él; la respuesta que Didi le dio era la misma que le había dado Abby: quedarse. Dejarlo todo por él. Estaba segura que Travis lo haría por ella. ¿Por qué ella dudaba tanto?
Los pensamientos que invadían su mente y alimentaban sus dudas y sus miedos hacía que se marease. Terminó por barrerlos todos; no quería pensar en aquello, no allí, no en ese momento, en esos días. Tenía que disfrutar de aquellos momentos con él. Cuando volviese pensaría qué hacer.
Buscó los labios del motero con desesperación. Sólo cuando se perdía en sus caricias y mimos era capaz de dejar de pensar en todos sus miedos y dejarse llevar hacia la calma y la tranquilidad de su amor por él. Un amor completamente correspondido.
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