5
El miércoles, Olimpia volvió a su ensimismamiento y tristeza. Por un lado, no sabía cómo afrontar el decirle a su hermana que había aceptado la beca para ir a estudiar fuera. Tal vez durante las vacaciones de verano fuese un buen momento, estarían solas y nadie las molestaría; podría explicarle cómo se sentía, y lo que significaba para ella poder estudiar fuera, la oportunidad que representaba. Y, por otro lado, no se quitaba de la cabeza el hecho de que Travis la considerase una borde. Sabía que le costaba comportarse con la mayoría de los chicos, pero no creía que llegase a ser una borde siempre. Pensó que lo mejor sería preguntarle a otra persona. Aunque había tratado de hablar con su hermana del tema, esta se había burlado y no la había tomado en serio. La verdad era que desde el viernes que se dieron contra la parte trasera de la camioneta mohosa, Diana estaba algo distraída; no dejaba de mirar el móvil y enviarse mensajes con Max.
Mientras le daba vuelta a todos esos pensamientos una vez más durante el descanso para la comida, Oliver se acercó a la chica y se sentó a su lado, como muchas veces hacía.
Se encontraban en un rincón del enorme patio del instituto. Entre los árboles y los arbustos; era el lugar favorito de Olimpia cuando no se sentía bien. Oliver la miró por encima de sus gafas.
─¿Qué te ronda esta vez? ─Olimpia sintió la respiración de su amigo sobre su cuello y el susurro en su oído le hizo cosquillas. Rio tratando de apartar al chico de su lado, pero fue en vano; persistente, Oliver volvió a acercarse y esta vez acarició el cuello de la chica con la punta de su nariz, provocando que un escalofrío placentero le recorriese la columna a la chica de principio a fin. Olimpia lo miró traviesa, sabía bien que quería de ella.
Lo apartó de nuevo, esta vez con un empujón firme y se encogió de hombros antes de responder.
─¿Crees que soy una borde?
La chica lo miraba con cara de pena. Normalmente no le importaba que pensaran que era una borde, pero hasta los más fuertes e indiferentes se sienten atacados por las burlas en algún momento de bajón.
─A veces eres una borde ─le contestó mientras ponía la mano con la manzana sobre sus hombros y acercaba de nuevo su boca a su cuello. Esta vez comenzó a besarla lentamente y entre beso y beso continuó. Olimpia se derretía bajo las atenciones de su amigo.
─Pero a mí no me importa, siempre me has gustado así.
Olimpia hizo un mohín, a veces creía que su amigo no entendía cómo funcionaba su relación. Eran amigos que se acostaban juntos, pero nada más. A ella no le gustaba, no como pareja; sólo le gustaba como lo que era, su más fiel amigo. Y cuando en las raras ocasiones en las que Oliver había ligado con otra chica, ella siempre le animaba y se sentía muy feliz por él, pero no creía que al revés fuese igual. Al menos no siempre.
─Oliver ¿tú y yo estamos bien? Es decir, seguimos como siempre ¿verdad? somos amigos y nada más ¿no?
La sonrisa de Oliver le atravesó el corazón. Olimpia recorrió su rostro deteniéndose en aquel hoyuelo tan gracioso en la mejilla. No era un chico feo; el problema que Oli veía en él es que no sabía cuándo debía estar callado, además de la ropa que usaba. Siempre pensaba que su Oliver fuese capaz de cambiar su estilo de vestir y olvidar las tonterías que decía, seguramente se convertiría en un Casanova. Lo miró con detenimiento de nuevo, moreno azabache con ojos negros y piel blanca, sus labios carnosos y casi rojos, parecía que estaban pintados. La nariz del chico era lo más bonito, el conjunto completo de su rostro era lo que ella consideraba perfecto. Lo había tomado como modelo varias veces; aunque debía admitir que desnudo no era para tirar cohetes, al menos no a primera vista.
─Estamos bien, ya sé cómo funciona esto, llevamos así tres años, por favor, deja de preguntarme lo mismo. Solo somos folla-amigos ─la respuesta del chico la tranquilizó─. Además, quería hablar contigo, porque creo que me gusta una chica.
─¿Y esa chica es? ─le preguntó Olimpia con curiosidad mientras veía cómo se ruborizaba hasta el extremo.
─Si te pasas esta tarde por mi casa te lo cuento, estoy algo desanimado y me apetece estar contigo a solas, ya me entiendes, por eso de la calidez de tu amistad y tal... ─dijo con cierta ironía.
─No tengo nada que hacer y la verdad, es que tengo curiosidad, así que está bien.
Oliver se acercó y comenzó a besarle lentamente, Olimpia no podía negar que aquel chico besaba bien, pero eso no hacía que dejara de darle vueltas al hecho de que Travis la consideraba una borde.
La campana sonó anunciando el final del descanso, y ambos se separaron lentamente, para terminar las clases y luego continuar con las caricias en la buhardilla de Oliver.
Olimpia miraba los mensajes del día anterior que Travis le había enviado, mientras, Oliver se levantaba para ponerse algo de ropa y tirar el condón usado. Tras unos instantes, Olimpia sintió el peso de Oliver sobre la cama, lo miró a los ojos marrones y le sonrió distraída antes de volver a la pantalla de su BlackBerry.
─¿Te mandas mensajes con alguien? ─la voz curiosa de Oliver la sacó de su ensimismamiento justo antes de que éste tratara de arrebatarle el móvil: pero ella fue más rápida y se apartó a un lado. Oliver se lanzó a hacerle cosquillas y terminaron revolcados por la cama riéndose a carcajadas. Tras un rato, se quedaron mirándose a los ojos y Oliver empezó a jugar con un mechón de pelo de su amiga.
─Oliver, en serio ¿crees que soy borde con la gente? ─la pregunta salía de su garganta con apenas un hilo de voz triste.
─Bueno, no eres lo que se suele decir la más amable y simpática del lugar, eso está claro, tienes tu carácter, nada más. Y conmigo no eres una borde ─Oli seguía seria, aquella respuesta no le ayudaba mucho─. ¿Por qué me preguntas esto?
─Es que... no soy capaz de ser amable con ningún chico que no seas tú. Y no entiendo por qué.
─Será que te gusto Oli, soy un Casanova nato, y las chicas no podéis resistiros a mis encantos ─Olimpia lo miró con una ceja en alto, mientras Oliver, ignorándola colocaba los brazos de la misma manera que hacen los culturistas.
─¡Oh! vamos Oliver, ¿eso es enseñar músculo? pero si eres un flacucho. ¡Músculo es lo que tiene Travis! ─esa última frase se le había escapado sin pensar haciendo que tanto Oliver como ella se quedasen mudos de la sorpresa.
─¿Travis? ¿Quién es Travis? Vamos suéltalo... ¿es el que te ha llamado borde y por eso estás así? ¿Te gusta? ─Oliver se sentaba a su lado mientras la chica trataba de evitar su mirada curiosa. Sentía el calor subirle desde los hombros hasta las mejillas.
Olimpia se decidió a contarle la historia de todo lo que le había sucedido y terminó por enseñarle los mensajes. Al fin y al cabo, era su mejor amigo y al ser un chico tal vez podría ayudarle.
─No se Oli, es un tío algo confuso. Tal vez le gustes, tal vez solo es un idiota. Es como si quisiera algo contigo, pero a la vez no, lo siento, no puedo ayudarte ─el rostro de Olimpia se oscureció, esperaba que su amigo pudiera ayudarla; pero si Oliver no lo tenía claro, poco más creía ella que se podría hacer─. ¿Por qué no te lías con él y sales de dudas?
Olimpia miró con sorpresa el rostro de Oliver; la miraba con franqueza, en su pregunta no había intención de reírse de ella.
─¡¿Cómo pretendes que me líe con ese tío si no deja de llamarme borde?!
─Pues no sé ─Oliver se encogió de hombros─. Habla con tu hermana, tal vez ella te pueda dar algunos trucos. A Didi se le da mejor que a ti ligar... y si no te convence lo que ella te dice, puedes probar a ir a bocajarro. Lo pillas de frente y le metes un buen morreo ─tras la respuesta efusiva de Oliver, éste la agarró fuerte por los brazos y la atrajo hasta él, buscando desesperado sus labios. Olimpia respondió con la misma intensidad a aquel beso que no parecía tener fin.
─Creo que tienes razón ─normalmente las ideas de Oliver no eran muy buenas, pero aquella sí lo era. Si Olimpia conseguía ligárselo, le demostraría que no era una borde, consiguiendo así que Travis cayera rendido a sus pies.
─¿Si? ¿vas a liarte con el tal y como lo veas? ¿Sin importar nada?
─No idiota, hablaré con Didi, que me enseñe a ligarme a cualquier tío ─respondió mientras miraba la hora en su BlackBerry─. Se hace tarde Oliver, tengo que irme a casa.
─Al final no te he contado quien me gusta ─la voz del muchacho sonaba decepcionada.
─Es cierto, ¿quién te gusta? ─Olimpia sentía la urgencia de marcharse de allí, quería hablar con Diana lo antes posible, pero no podía dejar al chico que acababa de ayudarle abandonado. Trató de sonar interesada.
─Es Anne, me gustaría invitarla al baile, es dentro de dos semanas, espero que no te importe ─Oliver desvió la mirada de los ojos verdes de Olimpia. Aunque desde siempre se prometieron que irían juntos al baile, aquella petición no la molestó. Anne era su mejor amiga, y sabía perfectamente que la chica aceptaría ir con Oliver. No pudo menos que alegrarse por él, ambos harían una bonita pareja.
─Me parece genial ─respondió con una sonrisa sincera─. La verdad es que no me apetece ir, tengo que preparar mi viaje.
─Es verdad... ¿al final la has aceptado la beca?
─Si, me marcho en octubre a Londres ─Olimpia se lanzó a los brazos de su amigo quien le animaba diciendo lo orgulloso que estaba de ella. Tras algunas bromas, la chica se marchó a casa.
***
El jueves por la noche, durante la cena, Didi se pasó el rato mirando el móvil y respondiendo a los mensajes que le entraban, Roger miraba entretenido el partido que daban esa noche.
Al finalizar, Roger dejó a las chicas recogiendo la cocina mientras él terminaba su día relajado con su cigarro en el salón. Diana fregaba entretenida tarareando una canción entre dientes.
─Didi, ¿puedo hacerte una pregunta? ─la voz suave y entrecortada de Olimpia la despertó de sus pensamientos. La miró de reojo y no pudo pasar por alto que su hermana estaba roja como un tomate; trató de aguantar una risita mientras esperaba que continuase. Cuando Olimpia se ponía así, debía ser algo relacionado con chicos─. Pero promete que no te reirás de mí ─los ojos verdes de Oli le suplicaban mientras con las manos aguantaba uno de los platos contra su pecho. Se mordió el labio, ¿cómo iba a reírse de ella? Era su hermana pequeña, su mitad, jamás podría reírse de ella aunque quisiera y tuviera todos los motivos del mundo. Sonrió dulce.
─Claro que no me reiré ¿qué te pasa?
─¿Cómo puedo hacer para ligarme al tío que quiera? ─los ojos de Diana se abrieron y una sonrisa divertida apareció en su rostro, no podía evitarlo. Ver a Olimpia deseando hablar de chicos era insólito, y algo le decía que tenía que ver con los dos que hacía poco habían conocido.
─Sé tú misma Oli, eres genial, encantadora y dulce. No tendrás problemas con ningún chico.
─La cosa es que el tío con el que quiero liarme, no estoy segura de que quiera algo conmigo ─Diana la miró de nuevo, realmente parecía preocupada; Olimpia no se comportaba nunca así, y menos por un chico. Había algo que ocultaba y estaba dispuesta a averiguarlo.
─No es necesario que el chico al que te quieras ligar quiera algo, pero dime... ¿Quién es?
─Te propongo un "intercambio de rehenes", tú me dices como puedo conseguir eso de lo que hablas y yo te digo el chico que es ─Didi suspiró, aquel juego casi siempre lo perdía, pero esa vez no daría su brazo a torcer; tenía en mente a un muchacho y quería saciar la curiosidad que comenzaba a carcomerla.
─No. Dime el chico que es, si lo conozco puedo darte mejores consejos ─como excusa no era muy buena, pero Diana sabía que su hermana andaba algo perdida en cuanto a ligar se suponía, por lo que tal vez ganase el juego esa vez.
─Estás aprendiendo muy rápido pequeña padawan ─Olimpia la miraba sorprendida y tal vez un poco orgullosa, había ganado ─. En fin, al final terminarás enterándote... terminemos de recoger y hablemos arriba mejor, las dos más tranquilas.
Así hicieron, y una vez se acomodaron en la cama de Didi, Olimpia contó todo lo sucedido con Travis y le enseñó los mensajes a su hermana. Diana no parecía muy sorprendida, y eso era algo que llamaba la atención de Olimpia. Finalmente, tras analizarlo todo, su hermana le aconsejó que lo mejor que podía hacer era preparar el camino, disculparse y comenzar desde el principio, y que el momento idóneo sería en su cumpleaños.
─¿Y cómo voy a hacer eso?
─Chica, pues le mandas un mensaje ahora mismo y te disculpas, intenta parecer más suave y dulce. A los tíos les gusta que seamos las princesitas que deben salvar del dragón.
─Pero yo no quiero ser una princesita, de todas formas, solo quiero liarme con él para darle en las narices por llamarme borde ─aquel gesto por parte de Travis era lo que destrozaba el orgullo de Olimpia.
Sin que le diera tiempo a pestañear, Diana le arrebató la BlackBerry de las manos, y comenzó a teclear rápidamente.
─¿Pero qué haces? ─los ojos de Olimpia se abrieron mientras volvía a hacerse con el móvil una vez había sonado el beep que indicaba que un mensaje había sido enviado.
─¿No quieres vengarte porque te ha llamado borde?... Pues lo mejor es empezar ahora, le darás en las narices este viernes por la noche.
***
Travis oyó el beep que indicaba que había recibido un mensaje. Estaba tirado en el sofá viendo el partido; eran las diez de la noche y estaba a punto de terminar, así que le incordió tener que levantarse para ver qué podía querer Max en ese momento.
Cuando desbloqueó el teléfono vio que el mensaje era de Oli, y se apresuró a leerlo con un pellizco nervioso encogiéndole el estómago.
De Olimpia:
¿Podemos hablar?
El partido estaba casi al terminar, miró la pantalla del televisor y luego de nuevo el mensaje. Dudo en llamar a la chica o enviarle un mensaje. Tal vez si hacía lo primero parecería un tipo desesperado por saber de ella, la mejor opción era el mensaje.
Se sentó de nuevo en el sofá con el teléfono en la mesa auxiliar, a la vista y bien cerca; sentía mucha curiosidad por lo que Olimpia deseaba decirle.
***
De Travis:
¿Quieres otra cita o qué?
─¿Ves? ¡Es un chulo! ─Olimpia estaba al borde de la exasperación, la idea de Diana no había servido de nada; Travis se estaba riendo de ella.
Su hermana volvió a hacerse con el control de su BlackBerry violeta.
De Olimpia:
Sólo quería disculparme por ser
tan borde contigo.
De Travis:
Ya iba siendo hora, me empezaba a
Preocupar que fuera patológico.
***
De Olimpia:
Mañana mis amigos y yo vamos al
Turqoise y me gustaría que vinieras.
Travis se quedó mirando a la pantalla, no estaba seguro si Olimpia le estaba vacilando o si eran ciertas sus disculpas. Aunque sólo era una niñata de instituto con apenas dieciocho años, tenía algo que le atraía. El recuerdo de aquel olor almizcleño y la visión del escote de Olimpia pasaron de nuevo por la mente de Travis. Su respiración y su corazón comenzó a acelerarse. Dejó pasar unos minutos para tranquilizarse y pensar qué hacer.
El beep de mensaje de entrada sonaba de nuevo.
De Olimpia:
¿Estás ahí?
Olimpia se estaba impacientando y él no estaba seguro de si debía o no seguirle el juego. Tal vez no fuera una jugarreta y sus disculpas eran sinceras, se dijo el mecánico.
***
Tras oír el beep, Diana comenzó a reír histérica.
─Didi... ¿qué ha dicho? ─pero antes de terminar la frase, Diana le lanzó el móvil con cara triunfante.
─Oli, tienes una cita mañana por la noche.
Olimpia no podía creerlo, tuvo que leer un par de veces el mensaje para asimilar que al día siguiente tendría la oportunidad de cobrarse su venganza y sanar su orgullo herido. No pudo menos que, en silencio, alabar las habilidades de su hermana con los chicos; tenía mucho que aprender de ella.
De Travis:
Estoy aquí, estaba pensando qué
ponerme para nuestra cita.
─Mañana tendrás que probarte todo mi armario, debemos encontrar algo que te siente bien.
Olimpia asintió aun asimilando lo que había pasado. Sonrió a Diana y se encaminó a su dormitorio. Ya en la cama, repasó los mensajes, y sin quererlo, los nervios se fueron apoderando de ella. Sólo conocía una manera para calmarse; se levantó de la cama, atravesó el jardín y se pasó varias horas haciendo lo que siempre la tranquilizaba: pintar.
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