42
Más de una semana ha pasado desde que Oli aceptase salir con Travis en aquella playa de Florida. Los días pasan uno tras otro, llenos de cariño, besos y caricias a escondidas, sonrisas y miradas llenas de ternura. Travis se sentía feliz por primera vez en muchos años, mientras Olimpia, descubría lo que era sentir aquello que su hermana y amigas siempre le contaban pero que hasta ese momento y con ese hombre no había comprendido.
El martes sobre las cuatro de la tarde, mientras Olimpia se esmeraba en limpiar la barra del restaurante, entran en el local dos hombres, uno joven, de unos treinta años, moreno, con el pelo corto y ojos verdes muy claro, y otro señor más bajo, rechoncho y calvo, ambos vestían botas de cowboy, vaqueros desgastado, el más joven llevaba un sombrero en las manos y una camiseta verde caqui estrecha, mientras en más anciano llevaba una camisa blanca con un lazo Tejano en el cuello con el símbolo de un caballo que se eleva sobre sus dos patas traseras. La chica se quedó mirando a la peculiar pareja algo extrañada, no solían tener visitantes tan llamativos y el señor mayor, le resultaba vagamente familiar.
La pareja se sentó en una de las mesas cercanas al ventanal y esperaron tranquilos. Oli y Anne cruzaron una mirada, para ver quien de la dos se acercaba a servirles. Al ver que Anne era reclamada por una mesa cercana a su lado, Olimpia no le quedó más remedio que atender a la peculiar pareja.
─Buenas tardes, ¿qué van a tomar señores?
─Un par de cafés con leche y un par de trozo de tarta si te quedan, jovencita.
El acento sureño del señor mayor era muy marcado. Le sonreía amable y Oli no pudo más que corresponderle con otra sonrisa, casi era contagiosa. Sus mofletes regordetes y rojos hacían que se le cerrasen los ojos mucho y al sonreír casi se perdían entre sus arrugas.
Las horas de salir se acercaba, pronto podría ir a cambiarse al vestuario y Travis pasaría a recogerla. Estaba deseando quedarse con él a solas un rato, desde que volviera de la playa paseaban a diario por el lago, y para Olimpia era uno de los momentos más tranquilos y relajantes del día. Aunque sentía que se estaba volviendo igual de ñoña que su hermana mayor, no podía evitar ansiar ese momento de la tarde.
Sobre las cinco y media Travis entró en el restaurante, normalmente no salía tan temprano. La chica lo miró sorprendida mientras terminaba de fregar los platos del almuerzo. El muchacho al entrar la ignoró, buscaba algo con la mirada y no era a ella. Localizó lo que buscaba a su derecho, en la tercera mesa. Fue en ese momento cuando Olimpia cayó en la cuenta de quienes eran la extraña pareja que había llegado hacía ya más de una hora.
Travis se sentó junto a su padre, frente por frente del que era su hermano. La mirada de Travis paseaba de uno a otro, entre sorprendido, extrañado y casi mal humorado.
─¿Cómo estás hijo? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.
Travis no sabía qué contestar, estaba petrificado, su mente se había paralizado, había hablado con su padre muchas veces desde que se marchara de Texas, pero nunca le había dicho dónde estaba. Con su hermano, sin embargo, no había vuelto a hablar, y lo tenía allí delante, mirándolo, mirándose serios uno al otro, casi sin parpadear.
─¿Cómo sabíais dónde estaba?
Fue lo único que alcanzó a decir, no había parado de darle vueltas a esa pregunta desde que su padre y Luke aparecieran hacía más de una hora por el taller. Luke fue quien contestó a su pregunta.
─Recibí una llamada, desde tu móvil.
Eso sorprendió y descolocó aun más a Travis. Él no había llamado a casa y mucho menos lo había llamado a él, precisamente a él. No entendía que estaba pasando. Su padre al ver el rostro descolocado de su hijo, le puso una mano sobre su hombro y tras darles unas palmaditas se explicó.
─Fue una chica, dijo que te conocía, que era tu amiga, supongo que sería tu novia. Le dijo a Luke dónde trabajabas, y por qué te fuiste de casa... hemos aprovechado que íbamos camino a Ohio y hemos parado aquí para verte, sólo estaremos esta noche, mañana volveremos al aeropuerto a Atlanta. Queríamos verte y Luke quería hablar contigo.
─¿Y quieres que hablemos Luke, ahora, después de tanto tiempo?
El tono de Travis rozaba la amenaza, no le gustaba estar junto a su hermano mayor.
─Basta Travis, esta noche cenaremos los tres, y lo hablaremos tranquilamente.
Travis miró a su hermano serio, su respiración era fuerte y agitada. En ese momento, una taza blanca de porcelana era colocada frente a él, un olor almizcleño que conocía perfectamente lo envolvió, levantó la vista y allí estaba Olimpia, con una sonrisa tímida y miedo en los ojos.
─Café solo.
Travis la miró malévolo. Había sido ella, sus ojos la delataban. Desvió el rostro a su padre.
─La chica que llamó y os contó porqué me marché, es esta preciosidad que me sirve el café a diario. Olimpia.
Oli tragó saliva y miró a Travis con la boca abierta. El motero le cogió la mano libre y le dio un ligero beso mientras la miraba a los ojos. Oli no podía distinguir nada en su mirada, estaba enfadado, pero le sonreía travieso. Oli miró a Luke y al padre de Travis y forzó una sonrisa, mientras trataba de deshacerse de la mano del motero, cosa que no conseguía ya que éste la tenía bien agarrada. La gente que había en el restaurante miraban cómo éste le agarraba y no la soltaba. Seguramente Ofelia la vería o alguien se lo diría a su padre y difícilmente podría librarse esa vez de una buena bronca.
─Hola jovencita, mi nombre es Peter y este es Luke.
El hermano mayor de Travis la miraba con los ojos abiertos como platos, luego desvió la mirada a su hermano y de vuelta a la chica.
─Encantada ─tartamudeó ─. Si me disculpan, tengo que seguir trabajando.
Finalmente se soltó de la mano del motero y se marchó roja como un tomate.
Luke volvió a mirar a su hermano menor.
─Travis, es una niña ¿qué edad tiene?
Travis centró su mirada en el café que la chica le había dejado, se sirvió el azúcar y lo removió, encogiendo los hombros sin dar importancia.
─Edad suficiente para saber lo que hace.
Peter se rascó el mentón, pensativo. Miraba a Olimpia recoger la barra y servir a otro cliente al fondo del local, y luego desvió los ojos hacia el menor de sus hijos, quien también la miraba fijamente.
─¿Por qué no la traes esta noche? Cenaremos a las nueve en el hotel Madison, está...
─Sé dónde está papá, sólo hay un hotel en este pueblo ─, interrumpió Travis molesto antes de tomarse de un sólo sorbo su café.
La pareja de tejanos se levantó y se marcharon tras despedirse del motero. Que se quedó sentado esperando a la chica que se la había jugado.
Travis la llevó a casa en moto, esta vez no pararon en el parque. El motero estaba bastante serio y no le había dirigido la palabra. Pero antes de que la chica se diera la vuelta Travis la paró agarrándola de la mano.
─Vendré a buscarte a las ocho y media, mi padre quiere conocerte.
Oli lo miró seria y asintió. Travis la soltó y arrancó la moto violentamente. Estaba bastante cabreado y Oli lo sabía. Entró en casa cabizbaja y preocupada. Apenas hacía una semana que habían empezado a salir y Travis se había enfadado, y no le faltaba razón, sabía que había sido mala idea llamar a su hermano, pero sentía mucha lástima por él. Se apoyó en la puerta de su dormitorio, suspiró fuerte, y sin darle muchas vueltas buscó algo de ropa que ponerse.
El hotel Madison no era nada del otro mundo, pero era bastante bonito. Era un viejo edificio de cuatro o cinco plantas con unas cincuenta habitaciones. El restaurante era lo más elegante que podían tener en el pueblo, y tampoco era gran cosa, pero los camareros siempre vestían con frac negro y camisa blanca, llevaban una servilleta en el brazo. La decoración era dorada y roja casi toda, algo anticuada, pero el sitio era bonito. Casi todas las parejas del pueblo habían celebrado su boda, o su aniversario allí. El chef y el servicio era muy bueno y el dueño del hotel se sentía muy orgulloso de ello.
Oli se alegró de haber cogido un vestido sencillo de su hermana. Era rosa palo, de tirantes anchos y escote recto, se puso unas bailarinas y el colgante que Travis le había regalado, aunque lo cierto era que no se lo había vuelto a quitar desde la noche que éste se peleó con el surfista. Travis vestía algo más informal, unos vaqueros negros y una camiseta blanca con su chupa de cuero. Oli se agarró a él en cuanto distinguió a lo lejos a Luke y Peter sentados en una de las mesas centrales. Tenían un par de vasos largos con cerveza y una jarra en el centro a medias.
La pareja se sentó con ellos tras los saludos de cortesías en los que Peter le regaló a Olimpia un abrazo y dos besos sonoros, lo que le recordó un poco al abuelo de Anne.
La cena fue bastante bien, Peter no había dejado de poner al corriente a Travis de cómo estaba la granja, los caballos, el ganado, su madre Abigail, los vecinos y demás. Luke apenas había abierto la boca, se limitaba asentir y comer, no se le veía muy cómodo, se decía Olimpia, aunque si lo pensaba bien, ella tampoco se sentía muy cómoda.
─¿Y a qué te dedicas?
Fue Luke quien, tras traer el postre, preguntó a Olimpia directamente. Estaba serio. Oli le sonrió tímida y luego desvió la mirada hacia Peter y a Travis. Éste entrelazó sus dedos a los de la chica, le regaló otro beso tierno en el dorso de la mano y levantó las cejas para que ella hablase, Oli sabía por la expresión de su rostro que estaba muy enfadado con ella, pero se estaba aguantando bastante bien.
─Pues... acabo de terminar el instituto. Trabajo en la cafetería durante el verano.
─¿No vas a estudiar nada?
Luke la miraba curioso, le llamaba la atención cómo era posible que su hermano saliera con una cría de instituto, simplemente no le entraba en la cabeza. Ante la pregunta, la mirada de Olimpia se ensombreció y se quedó seria en silencio un instante. Desvió la mirada a Travis, ese era un tema del que no le apetecía mucho hablar, acababa de empezar una bonita historia con el motero y esa pregunta le recordó que el final llegaría pronto. Travis se dio cuenta de la tristeza de la chica, y trató de cambiar el tema.
─¿De qué querías hablar conmigo Luke?
Luke se removió incómodo en la silla, miró a su padre y éste con un movimiento de su mano derecha lo apremió para que hablase. Se habían desviado hasta allí para que Travis y él hicieran las paces, para que por fin su hijo menor pudiera volver a casa.
─Bueno... ─Luke se restregaba las manos nervioso─. Travis, Olimpia nos explicó el porqué de tu marcha. Yo no sabía que tú y Dennis estabais juntos. Nunca hemos hablado del tema, y cuando me enteré, bueno lo hablamos... quiero disculparme.
Los ojos de Travis irradiaban ira y odio.
─¿Disculparte? ¿Quieres disculparte ahora?
Había alzado la voz más de la cuenta y el resto del restaurante los estaban mirando. Oli se acercó a él y le colocó una mano en la espalda para tranquilizarlo.
─¿Qué puedo decirte Travis? Han pasado muchos años, y éramos unos críos, no sabía que estabais juntos, Dennis dijo que sólo estabais tonteando.
─¿Unos críos? Te tiraste a mi novia a mis espaldas durante meses y que yo recuerde tenías casi veinte años Luke, no eras un crío y ella tampoco.
Luke miraba avergonzado su vaso de cerveza casi vacío. No tenía excusa ninguna, había traicionado a su hermano, aunque no sabía que lo estaba haciendo en ese momento pasado, hacía ya ocho años.
─Basta los dos, os estáis comportando como niños ─, era Peter quien hacía callar ahora a sus dos hijos, los miraba serio a ambos, casi daba miedo. Olimpia se encogió un poco, le recordaba a su padre cuando se enfadaba, y por instinto desvió la mirada a otro lado.
─Lo que pasó, no debía haber pasado, pero fue así. Luke, se la jugaste a tu hermano, te acostaste con su novia por meses y debías haberte enfrentado a él, tuviste muchas oportunidades. Tú por tú parte Travis, te marchaste sin dar explicaciones y tampoco las pediste, has estado ocho años fuera de casa. Ahora después de este tiempo mi hijo mayor está casado y el menor ha encontrado a una chica preciosa que nos ha traído aquí para recuperarle. Así que vais a callaros los dos, dejar este tema en el pasado y volveremos a empezar todos como una gran familia. ¿habéis entendido?
Los hermanos se miraron recelosos y molestos uno al otro. Peter paseó su mirada por los dos un par de veces. Luego su mirada se relajó al igual que todo su cuerpo. Miró a Olimpia que estaba muy incómoda observándose las manos enlazadas a Travis. El hombre le dio un par de palmaditas a la chica.
─Siento si te he asustado jovencita, pero a veces un padre debe poner orden. ─Volvió a mirar serio a sus hijos que ignoraron el comentario ─. ¿Qué te parece si vamos a algún lugar a tomar un helado? Estoy seguro de que habrá algún buen sitio por aquí.
Olimpia miró al hombre a los ojos, ahora volvía a sonreír algo cansado. La discusión lo había hecho envejecer en cuestión de segundos, pero sus mofletes regordetes y sonrosados le volvían a dar ese aspecto de Papá Noel amable y bonachón. La chica asintió con una trémula sonrisa.
Tras un paseo en los que sólo hablaba Peter con Olimpia, los cuatro llegaron a la plaza central. El anciano se acercó con la chica a la heladería, mientras sus dos hijos se quedaron sentados en una de las mesas metálicas de la terraza. Travis miraba a Olimpia ensimismado, esa chica se la había jugado, tendría que hablar con ella, no le gustaba la encerrona que le había preparado, pero estaba tan bonita esa noche y lo que había hecho, lo hizo por él, para devolverle su familia. No, no podía enfadarse con ella. Luke carraspeó un poco.
─Travis, lo siento, de verdad. No sé qué puedo decirte, no tengo excusa, salvo que no tenía ni idea de nada, Dennis tenía que haberme dicho algo. Si lo hubiera hecho, si lo hubiera sabido, tal vez no te hubieras marchado.
El motero seguía mirando a Olimpia, le sonreía a su padre y éste a ella. La veía hablar tranquila y feliz y la felicidad que esa chica irradiaba llenaba su corazón. Durante años se había odiado así mismo, a su hermano y a todo cuanto había pasado, pero si eso no hubiera pasado... Travis desvió la mirada a su hermano y le sonrió sincero.
─No Luke, no te disculpes, es lo mejor que me ha podido pasar en la vida.
Su hermano lo miró extrañado. Travis volvió a desviar los ojos a la chica de la que estaba completamente enamorado. Su hermano buscó lo que el motero miraba, lo cierto es que aun lo descolocaba. Sólo era una niña, nueve o diez años menor que su hermano.
─¿Estás bien, entonces?
Travis miró travieso a su hermano y señaló a Olimpia con la cabeza. Peter y la chica volvían con dos tarrinas cada uno en las manos.
─Luke, tengo un buen trabajo, una casa y una Harley y, además, me acuesto con una cría que acaba de salir del instituto, ¿en serio me preguntas si estoy bien?
Luke comenzó a reírse a carcajadas justo mientras llegaban para sentarse su padre y Olimpia. La chica le entregaba una tarrina con una bola de helado de café a Travis mientras miraba reírse a su hermano. En un acto reflejo le acarició el pelo con cariño al motero, sin darse cuenta que estaba siendo observada por Peter y Luke. Era la primera vez que mostraba afecto al motero delante de nadie.
Tras terminar los helados, Travis se llevó a Olimpia de nuevo a casa, se hacía tarde y la chica debía ir a trabajar al día siguiente. El coche de su padre estaba en la puerta de su casa aparcado, pero no había luz en la planta baja, seguramente estuviera dormido. Oli se quedó mirando al motero. Estaba serio, pero no enfadado, ya estaba algo más tranquilo.
─Al final no ha salido tan mal la cosa ¿no?
Oli lo miraba de reojo, estaba avergonzada por lo que había pasado. No lo habían hablado, pero quería disculparse, era lo menos que podía hacer. Travis se quitó el casco y la miró serio.
─Olimpia, te has metido en mi vida sin pedir permiso, has provocado esta encerrona, y has contado a mi hermano por qué me he marchado. Lo que has hecho...
─Lo siento, tienes razón ─susurró sincera mirando al motero a sus ojos azules.
Travis parpadeó un par de veces. No estaba enfadado, ya no, sólo molesto por la intromisión de ella en su vida, pero no podía negar que todo había salido bien. La chica le había devuelto su familia y, además, se estaba disculpando, todo un logro de lo que pensaba aprovecharse.
─Disculpa ¿has dicho algo? ─La voz de Travis sonaba divertida. La chica puso los ojos en blanco y volvió a disculparse en un susurro aun más suave que el anterior. El motero tiró de ella por su cintura y acercó sus labios a los de ella.
─No te he oído. Repite lo que has dicho.
Olimpia sonrió y buscó sus labios, no era de las que se disculpaban y sabía que la había oído la primera vez. Le regaló un beso largo y húmedo. Estaba frente a su casa, sabía que podían verles, pero no le importó, cada vez le importaba menos que la vieran.
─Acepto tus disculpas.
Travis le sonrió y se despegó de ella a regañadientes.
─Vamos, entra en casa, alguien podría vernos.
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