32
El motel no era nada del otro mundo. Era pequeño y algo mugriento, pero qué más daba, Oli estaba disfrutando de su paseo en moto y de poder estar una noche fuera de casa.
─Habrá que cenar algo ¿no crees?
Le dijo a Travis mientras abría su bolsa y buscaba entre sus cosas su neceser. Desde el baño, éste le respondió:
─Si, deja que me duche y vamos a ver dónde podemos cenar.
Oli dio con el neceser un rato después, sacó su ropa interior limpia, su falda de cuero y su camiseta. Mientras colocaba sus cosas sobre una de las sillas oyó cómo Travis abría el agua caliente. Sonriendo traviesa para ella misma, abrió la cremallera del mono, se lo quitó completo, no sin esfuerzo, luego su ropa interior, cogió la pequeña toalla que traía y entró con sigilo en el aseo.
Había mucho vaho, incluso el espejo estaba empañado. Era un baño bastante viejo, pero estaba limpio. Los azulejos eran verde oscuro y el suelo gris casi negro. Había una placa de ducha a la izquierda bastante amplia, cogía toda la pared. Travis estaba dentro, sólo podía ver su silueta, ya que la mampara era semicopada. El motero estaba mirando hacia el chorro de agua que le caía por la cara, justo de espaldas a la chica. Oli volvió a sonreír, dejó la toalla en el pomo de la puerta y abrió la puerta de la mampara para entrar.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Travis al notar como una ola de viento fresco entraba en la placa dónde estaba. Se giró extrañado, creía que estaba sólo, pero se había equivocado. Detrás de él, observándolo con sus ojos verdes estaba Olimpia, completamente desnuda, se había cubierto un poco con los brazos, pero sabía que no era por vergüenza, sino más bien por frío. De forma que la agarró por la cintura y la atrajo hacia él colocándola debajo del chorro de agua caliente.
Oli cerró los ojos al contacto con el agua, levantó la cabeza, dejó que se le empapara el pelo y las gotas le acariciara el rostro. Quemaba un poco, demasiado caliente, pero podía aguantarlo. Sintió que las manos de Travis la giraban para ponerla de espaldas frente a él, le retiró el pelo ya casi empapado hacia el hombro derecho y comenzó a besarla lentamente en el lado izquierdo del cuello, desde el lóbulo de su oreja hasta el hombro. El motero colocó una de sus manos en el vientre de Oli y la otra en el hombro dónde la besaba. La chica correspondió a sus besos, girándose y enredando los dedos en su pelo. Sus lenguas jugaban, se enredaban y se saboreaban lentamente bajo el agua. Las pupilas dilatadas de Travis miraban con deseo desesperado a Oli que, haciendo un enorme esfuerzo por controlarse ella, lo mantenía a raya. Su idea no era darle lo que él le pedía en silencio, quería provocarlo, encenderlo, pero a la vez hacerlo sufrir. La chica jugaba con su labio inferior, lo besaba, succionaba y mordía. Sentía en su vientre la erección que en ese momento y lugar era completamente imposible esconder ni disimular. Travis gruñía con cada provocación de la chica. Era muy difícil para él no ir más lejos, pero no parecía que la chica quisiera. La agarró aun más fuerte contra él y tras un largo beso, el más salvaje de todos le susurró:
─Vamos a la cama.
La chica le sonrió maliciosa y en un rápido movimiento con una de sus manos cambió de posición el monomando de la ducha que estaba a su lado, pasando de agua caliente a fría en cuestión de segundos. El cambio radical también le dolió a ella. Sentía como si mil agujas se le clavasen en el cuerpo en un solo Segundo y por instinto trató de alejarse del chorro de agua. Aunque no fue la única que lo intentó, ya que Travis tras soltar un grito ahogado saltó hacia el otro lado de la placa alejándose todo lo posible del agua fría. Oli cerró el grifo temblando de frío y sin poder desviar la mirada de los ojos del motero, comenzó a reírse como una loca histérica. Travis la miraba entre sorprendido y bastante molesto, comenzó a temblar él también, sin decir ni media salió de la ducha y cogió una toalla. La chica se acercó a la mampara y desde la ducha le gritó.
─Vamos, Travis, sólo es una broma, no te enfades. Ven, anda, vamos a ducharnos.
El motero cerró la puerta tras él dejando a la chica sola en la ducha. Oli volvió a reírse y terminó de ducharse. Al salir, Travis se había vestido, llevaba una camiseta negra muy estrecha de cuello redondo, con los tres botones de delante desabrochados dejando al aire la parte alta de su pecho, era de mangas largas, pero las había remangado a la altura del codo, unos vaqueros azul marino con algunas roturas y sus botas negras. El pelo no se lo había secado del todo y no se había peinado. Oli llevaba sólo su toalla al rededor del cuerpo, había dejado toda su ropa encima de la silla. Comenzó a buscar su ropa interior, pero sólo encontró el sujetador, ni rastro de las braguitas. Travis se había sentado a los pies de la cama mirándola tranquilamente. La chica se giró y se dio cuenta que entre los dedos del motero estaba sus braguitas, eran sencillas, blancas de algodón, su hermana le había dicho que llevara ropa sexy, pero ese no era su estilo.
─¿Buscas esto?
Oli entrecerró los ojos y lo fulminó con la mirada.
─Son mías, devuélvemelas.
─Creo que me las voy a quedar.
─Oye, lo siento ¿vale? Sólo era una broma, por favor devuélvemelas, no seas así.
La chica se puso delante de él mirándolo suplicante. Sólo había traído esas bragas y no estaba dispuesta a quedarse sin ellas. Si debía suplicarle en ese momento por ellas, lo haría. Viendo que Travis no se movía ni respondía, la chica colocó sus manos sobre los hombros anchos de él, y lo fue empujando hasta tirarlo en la cama y colocarse ella a horcajadas sobre él. Le dio un beso largo y húmedo, y con la voz ronca continuó suplicando, sabía que eso era algo que los hombres adoraban.
─Por favor, dámela y prometo compensarte por lo del baño.
Y sin darle tiempo a responder, paseó su lengua por la parte descubierta del pecho del motero, pasando por su cuello y terminando en el lóbulo de su oreja derecha muy lentamente. Oli sentía las manos de Travis en sus nalgas y la erección que antes le había quitado de un plumazo había vuelto. Continuó besándolo, mordiéndolo y lamiéndolo hasta que finalmente el motero accedió a devolvérselas.
─Gracias ─. Y una vez las consiguió, le regaló un último beso inocente en la nariz, se levantó y cogió su ropa para terminar de vestirse fuera de las miradas de Travis.
En la piscina que el motel tenía, parecía que había una especie de fiesta. El camarero le indicó que podían pasar, era una barbacoa que el motel estaba dando para todos sus clientes esa noche, sólo debían abonar el precio del menú, un precio irrisorio a cambio de poder comer y beber cuánto quisieran.
La pareja se hizo con un plato cada uno y un par de costillas a la barbacoa, así como con un par de botellines de cerveza. El motel había colgado largas guirnaldas de bombillas amarillas, otras estaban pintadas a mano de colores, pero más que cambiar el color de la luz lo único que conseguía es que la bombilla se fundiera. Había niños correteando por la piscina y tirándose en bomba, parejas jóvenes y mayores disfrutaban bailando al otro lado, la barbacoa estaba en una de las zonas de césped bastante alejada, la atendían un par de camareros, uno joven y mulato que se movía con rapidez y llevaba una bandana roja en la frente, y por un señor delgado y más mayor que le pasaba los platos y se los entregaba a los clientes. Al lado había una gran mesa con una chica que servía las bebidas, había muchas clases tanto alcohólicas como refrescos y zumos, una fiesta para todas edades.
Comenzaron a devorar sus platos, Oli comía lentamente y observaba a Travis. Éste devoraba con ansias lo que tenía en su plato. Tras varias pasadas por la barbacoa y la barra libre la pareja se sentó en una de las hamacas que había junto a la piscina mientras disfrutaban, uno del último trozo de Costilla a la barbacoa y la otra de su tercera cerveza. Uno de los niños pasó por detrás de ellos y terminó chocando con la espalda del motero, haciendo que se manchase el pantalón con el resto de la Costilla que le quedaba.
─¡Tened más cuidado! ─gritó a los críos que se marcharon corriendo y riendo─, ¿tienes una servilleta?
Le pidió a Oli mientras dejaba en el suelo el plato. La chica le sonrió y se levantó para rebuscar en sus bolsillos. Travis cogió el pañuelo blanco que Oli le tendía, pero al tratar de desplegarlo se dio cuenta que no era un pañuelo, sino las braguitas que antes había intentado quedarse. La chica le guiño un ojo y se marchó tranquilamente para dejar el plato de plástico que tenía en una de los cubos de basura.
Travis la siguió con la mirada y las braguitas en la mano. Esa mujer lo iba a volver loco. Se guardó rápidamente la prenda en el vaquero, oteó a los lados esperando que nadie se hubiera dado cuenta de lo que había pasado. Se levantó y fue a buscar una servilleta. Pidió otra cerveza y fue a buscar a Olimpia que estaba tranquilamente apoyada contra el tronco de uno de los árboles en la zona de césped que habían preparado para el baile. Se escuchaba por los altavoces música Latina, bachata o salsa, Travis no sabía diferenciarla, pero lo que sabía era que esa música era perfecta para bailar muy pegados.
La chica lo miraba traviesa, sabía que lo había provocado un poco más con ese gesto, pero lo que Travis no sabía era que la chica aun no había terminado. La cogió de la mano y la acercó a él para bailar, levantó las manos de ella para dejarlas sobre su cuello, y luego bajó las manos por la espalda de la camisa blanca que ella llevaba hasta la cintura de ella.
Esa noche estaba preciosa, se decía, sólo con una camisa blanca, que extrañamente a Travis se le hacía conocida, su falda de cuero negra y las converse, llevaba también su choker negro puesto al cuello, se había dejado el pelo secar al aire, por lo que se le había ondulado un poco, más bien lo llevaba despeinado. La chica lo miraba con sus ojos verdes ahora más sensuales, tenía las pupilas algo dilatadas del alcohol y se movía lenta entre sus brazos. Tras un par de canciones y varios besos cálidos y dulces, la chica se acercó al cuello del motero y le susurró.
─¿Por qué no buscas en mi bolsillo izquierdo?
Travis hizo lo que le decía, y sin disimulo metió la mano izquierda en el bolsillo trasero de la falda, notó como una tela de encaje, algo liviano jugaba entre sus dedos, tiró de ella y miró lo que había capturado. Era un sujetador negro de encaje, no se había equivocado en cuanto al tipo de tela. Se lo guardó en el mismo bolsillo trasero dónde ya tenía las braguitas de Oli y volvió a mirar a su alrededor, pero esta vez sí que lo habían visto. Un señor mayor de color que estaba sentado en una de las sillas del fondo del patio le hizo un ademán con la cabeza y le dedicó una sonrisa cómplice. Tal vez lo que viera le había recordado a sus años de juventud y las locuras cometidas entonces. Travis no daba crédito de lo que había pasado desde que entraron en el restaurante a almorzar. Olimpia estaba cambiada, o tal vez siempre fuera así y por primera vez se había relajado.
─Me estás volviendo loco ─, le susurró al oído a la chica.
─Esa es la idea, por cierto, la camisa que llevo es tuya.
Travis la volvió a mirar de arriba a abajo, ¿cómo no había reconocido la camisa antes? Aunque si lo pensaba bien era difícil, la chica la había remetido por dentro de la falda, había remangado las mangas por encima de los codos y llevaba los botones abiertos de forma que uno de los hombros sobre salía del cuello. Sin resistir la tentación y sabiendo que no llevaba nada debajo de la ropa, Travis la mordió en el hombro.
La chica gimió y le mordió en el cuello sin piedad. Comenzó así un baile de besos, caricias y mordiscos. Dejaron pasar así un par de canciones y ya notándose la pareja observada por el resto de los asistentes, sin necesidad de hablar se marcharon. Una vez salieron de las miradas indiscretas de los asistentes a la fiesta, Oli se abalanzó sobre el motero, éste correspondió a su pasión levantándola del suelo y llevándola en volandas. Oli lo rodeo con las piernas para no caerse, y la pareja inmersa en un beso largo, fue dando tumbos hasta encontrar la habitación.
─Oli... no puedo abrir la puerta contigo encima ─, la chica no hizo caso al comentario y siguió besándolo y mordiéndole en el cuello. Unos minutos más tarde Travis pudo abrir la puerta de la habitación. Cerró de una patada y dejó a Olimpia sobre el pequeño escritorio que había frente a la cama. La besó lentamente en el cuello y con rapidez le desabrochó la camisa dejando a la vista los pechos cálidos. Se tomó su tiempo para besarlos y lamerlos. Oli le quitó la camiseta, quería sentir el cuerpo fuerte del motero contra el suyo. Entre jadeos y gruñidos la chica terminó por quitarle el pantalón, aunque no del todo. Le bajó la ropa interior, sólo lo justo, no era necesario mucho más. Travis la acercó hacia él y le levantó la falda. Se fundieron en un beso largo y húmedo, caliente y dulce. Travis estaba fuera de sí, lo había provocado demasiado, deseaba tenerla allí en ese momento, no era capaz de controlarse. La mordía y agarraba fuerte contra él. Pero la chica lo volvió a parar de nuevo.
─¿tienes uno?
─Pararé a tiempo ─, le dijo en un susurro mientras volvía a besarla y apretarla contra él. La chica volvió a separarse de él.
─Travis ¡no! ─La chica lo miró seria y el motero comprendió que no habría manera de convencerla. A regañadientes buscó en su pantalón la cartera y sacó lo que la chica le pedía. Ella le regaló una sonrisa y se lo quitó de las manos. Lo besó de nuevo, le mordió el labio inferior, y éste gruñó y clavó sus uñas en las piernas suaves de la chica. Oli con manos hábiles consiguió ponerle el condón sin que casi se diera cuenta. Pasó sus manos por su cuello y cerrando las piernas alrededor de las caderas de Travis dejó que entrara en ella. La chica se dejó llevar por las embestidas salvajes de él. Le mordía y la besaba y ella le correspondía de la misma forma. Sus cuerpos se fundieron en uno. Tras un rato de pasión salvaje desbordada, la última embestida del motero los transportó a ambos al clímax, cayendo desmadejados uno sobre el otro. El sudor caía por la frente de éste, que se apoyó en el hombro de la chica, posando allí el último beso de la noche.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro