31
Oli estaba nerviosa, la moto era más grande que la Harley en la que ya sí estaba acostumbrada a montar, el traje le apretaba y se sentía algo ahogada y la sensación de marcharse lejos sin que su padre lo supiera hacía que el pellizco del estómago no se fuera del todo. Pero poco a poco, mientras pasaban las horas y se alejaban, se fue relajando.
Al principio sentía que caía con cada curva que Travis tomaba, la Kawasaki o Kawa como la llamaba el motero, tumbaba mucho más hacia los lados al girar que la Harley y eso le asustaba, se quedaba rígida y se acercaba mucho más al motero, apretando sus manos a su cintura. Poco a poco fue fundiéndose con él y la moto. Una vez que se había relajado, ella, la moto y Travis eran un todo, era incluso relajante tomar las curvas y dejarse caer a la par que él lo hacía, cuando aceleraba, agacharse sobre la espalda del motero, o cuando bajaban la velocidad, volver a incorporarse, incluso separarse un poco y agarrarse a la parte trasera de la moto dejando que el viento moviera el pelo que caía por detrás del casco.
Poco a poco Oli comenzó a sentirse simplemente libre.
El camino fue cambiando y se fueron adentrando en una zona de bosque. El color verde la rodeaba, todo a su alrededor eran árboles, arbustos y matorrales. Los árboles eran tan altos que no podía ver casi el cielo, porque lo cubrían. Incluso en varias ocasiones había árboles, que aun separados por la carretera se fundían en uno en la parte alta de sus ramas.
Oli miraba la carretera por encima del hombro de Travis, era como un enorme y largo río de asfalto en medio de un precioso bosque verde y salvaje. Se sentía bien allí, libre y tranquila. Se prometió a sí misma que le agradecería a su amiga la idea de decir a su padre que se quedaría en su casa a dormir.
Travis se sentía tranquilo, la carretera siempre lo relajaba. Pasar las horas muertas en su Kawa era lo que más le gustaba, pero pasarlas con Olimpia, simplemente era mejor. Tenía a la chica detrás de él, agarrada a su cintura, sentía su respiración en la espalda, la fuerza que hacía con las piernas en las suyas cuando cogía una curva. Al principio notaba como se tensaba y se ponía nerviosa al girar, era divertido y le gustaba que se acercase tanto, así que procuraba coger alguna que otra curva más cerrada para poder volver a sentirla más cerca, aunque poco a poco la chica se fue relajando y aprendiendo a tumbarse a la vez de él. Eso también le gustó.
Unas horas más tarde, cuando Travis comenzaba a escuchar claramente por encima del ruido del motor sus tripas decidió que debía parar para comer algo. Un cartel le indicaba que a cinco kilómetros había un área de descanso, seguramente habría un bar/restaurante donde podrían sentarse a comer.
Oli bajó de la moto y se desperezó, cinco horas seguidas sin parar ni una sola vez eran demasiadas. Le dolía el trasero y algo la cara interna de los muslos por la fuerza con la que se apretaba a Travis, además tenía los brazos un poco cansados, ya que apenas los había separado de la cintura del motero. Es cierto que podía haberlo hecho más veces y por más tiempo, ya que sabía dónde podía agarrarse en la moto, pero le gustaba sentir la respiración de él. De alguna forma le tranquilizaba estar agarrada a Travis.
Se quitaron los cascos y los dejaron en las alforjas. Oli cogió de su bolso su cartera, y entraron. Preguntó por el baño y una de las camareras le indicó. Entró, cerró y se miró al espejo. El pelo se le había quedado aplastado por culpa del casco, y comenzaba a agobiarse con ese mono. Se quedó pensando cómo demonios podía orinar sin tener que quedarse en ropa interior, pero tras darse una vuelta y mirarlo bien, se dio cuenta de que no había manera, de formas que desistió y entró en el pequeño habitáculo dónde estaba el váter. Mientras se estaba volviendo a colocar el mono, unas chicas entraron en el aseo.
─¿Has visto al motero que ha entrado? Ese sí que tiene un buen polvo.
─Si, es guapo, pero creo que tiene novia, antes me ha preguntado una chica por el servicio, por la pinta...creo que venían juntos ─. Oli reconoció la voz de la camarera, se quedó escuchando tras la puerta del aseo a las dos chicas. La otra chica debía ser una de sus compañeras.
─¿Y qué? ─. La camarera se acercó al espejo del aseo, y comenzó a recolocarse la melena ─¿quieres apostar?
La compañera la miró con los ojos en blanco ─No, no quiero apostar nada, siempre terminas ganando.
Oli sintió una punzada en el estómago, esa camarera intentaría ligarse a Travis sabiendo que posiblemente tuviera novia y delante de ella. ¿eso se creía esa tipeja? Muy bien, ella también jugaría. Esperó un rato más, hasta que las chicas salieron para continuar trabajando, luego se acercó al aseo, se echó agua en la cara, se recogió el pelo en una coleta alta con una gomilla que llevaba en la muñeca y se desabrochó un poco el mono, no demasiado, pero si lo justo para llamar la atención de cualquiera.
─Has tardado mucho-
─Perdona, ¿has pedido ya? ─. Dijo, y se sentó tranquila, preguntándose quien sería la camarera a la que había oído hablar.
─Si.
Oli lo miró seria, había pasado su oportunidad, seguramente la chica ya habría coqueteado con él en vista de que estaba solo. Travis se percató de la mirada hostil que le había lanzado y algo nervioso le preguntó.
─Pero no he pedido el almuerzo, solo un par de botellas de agua, no te preocupes.
Oli se relajó, eso estaba mejor. Sonrió a Travis, sin dejar de mirar a su alrededor, ¿dónde estaría esa camarerucha?
─Aquí les traigo el agua. ¿saben lo que van a pedir?
La chica era bajita, más o menos de la estatura de Oli, era morena con mechas demasiado claras, llevaba el pelo suelto. Su uniforme consistía en una camiseta muy ceñida y unos pantalones excesivamente cortos. Mascaba un chicle con la boca abierta y despreocupada. Las chicas se miraron y rápidamente el aire que envolvía a los tres se tensó. Durante los segundos que duró la mirada, Travis había pasado a un Segundo plano. Las chicas se hablaron sin necesidad de mover los labios.
Travis miró la carta e intentó pedirle algo a la camarera. Pero no fue hasta la segunda vez que éste le habló que la chica desvió la mirada.
─Un número dos para mí.
─Por supuesto guapo.
La chica le sonreía dulce, y sacó de la parte trasera de su pantalón un cuadernito, y de entre sus pechos un bolígrafo. Menuda ordinariez, pensó Oli. Comenzó a apuntar lo que le había pedido el motero.
Oli se puso a mirar la carta para decidir qué pedir.
─¿De dónde sois? ─, preguntó la camarera mirando a los ojos a Travis y dejándose de caer un poco sobre el respaldo de la silla de éste, dejando deliberadamente el escote a la altura exacta.
Travis le respondió y la chica siguió con su conversación, cada vez más cerca, con la voz dulce y el contoneo propio del coqueteo.
─¿Cuál es tu moto? ─, y haciendo como la que miraba por la ventana para poder alcanzar a verla, se agarró al brazo del motero ─Vaya, estás muy fuerte.
Oli levantó la vista del menú, ese truco era demasiado Viejo, Travis no caería. Pero Oli se equivocaba, el motero había caído, le seguía el juego a la camarera, incluso le parecía intuir un leve rubor en las mejillas de Travis cuando la chica comenzó a adularlo de forma descarada. Ya se estaba cansando.
─Para mí lo mismo, por favor.
La chica trató de ocultar su molestia, pero no lo consiguió, no al menos para los ojos de Olimpia. Apuntó lo que le pedían y se quedó mirando a Travis un poco más, dedicando una sonrisa.
─¡Eh! Guapita de cara, tenemos hambre ¿puedes moverte? ─. Le dijo sonando más borde de lo que pretendía.
La chica se marchó hacia la barra, y la pareja se quedó sola. Travis miraba a Oli con una sonrisa pícara que no pasó desapercibida. Se había dado cuenta, se dijo la chica.
Tras un rato, Travis se levantó y se dirigió al baño, para acto seguido llegar la camarera con los platos del almuerzo. No eran gran cosa, un par de bistecs a la plancha con patatas y ensalada. Pero suficiente para reponer fuerzas y seguir con su paseo en moto.
─Aquí os lo dejo todo ─. Dijo mientras se agachaba un poco para colocar más fácilmente todo sobre la mesa. La camarera dejó un trozo de papel bajo el plato de Travis disimuladamente, pero no pasó desapercibido ante los ojos de Olimpia que la miraba atenta. Antes de que se girase Oli la cogió rápidamente del brazo y la agachó hasta colocar sus caras una frente a otra muy cerca.
─Escúchame camarera de tres al cuarto, te oí hablar en el baño con tu amiga y no soy idiota ─. La chica la miraba asustada. Oli cogió el pedazo de papel que la camarera había dejado bajo el plato del motero y se lo colocó delante de las narices.
─Llévate esto y si intentas cualquier otra tontería te parto las piernas ¿me oyes? ─. Le susurró amenazándola más de lo que pretendía. El rostro de la camarera estaba rojo y su respiración muy agitada. Travis apareció por detrás de las chicas y se quedó mirando a Olimpia. La chica se dio cuenta y soltó a la camarera, le dedicó una falsa sonrisa y la chica se marchó. No volvió a acercarse a la mesa dónde estaban los dos.
─¿Esto es un ataque de celos? ¿por esa camarera? ─le dijo en un susurro mientras se sentaba.
Oli lo miró a los ojos mientras cogía los cubiertos. Se encogió de hombros. Eso bastó a Travis como confirmación de lo que había pasado. Se echó a reír, estaba disfrutando de lo lindo.
Al terminar fue Oli quien se ofreció para pagar la cuenta. Le había costado convencerlo, pero al final lo consiguió. Se acercaron a la barra para pagar y fue la misma camarera la que estaba en la caja para cobrarles. Miró a Travis algo cohibida y luego a Olimpia algo asustada.
─Serán quince dólares ─. Le dijo seria. Oli sacó el dinero de su cartera, un billete de veinte era lo único que tenía. Cuando la chica le dio el cambio Oli se dio cuenta de cuánto está disfrutando Travis con su arranque de celos, eso la molestó bastante más que lo que hizo la camarera, de forma que decidió cambiar un poco la situación.
─Vamos, no te pongas así ─le dijo a la chica con una sonrisa dulce ─tampoco es tan bueno en la cama, no te pierdes nada ─. Y con una sonrisa triunfante y descarada miró a Travis y se marchó por la puerta.
Ya en la calle Travis la abordó, la colocó entre la moto y él, la agarró por la cintura, repasó con la mirada sus ojos, sus labios y bajó por la cremallera del mono que aun tenía abierta hasta su pecho. El mono era estrecho y le apretaba haciendo que se le marcasen bastante el escote. Era todo un espectáculo, mucho más que el de la camarera. Acercó sus labios a los de Olimpia y con un susurro preguntó:
─Así que no soy tan bueno en la cama ¿no?
La chica sonrió traviesa y desvió la mirada sin querer hacia el restaurante. Tal vez la camarera estuviera viéndolos se dijo así misma. Volvió a mirar a Travis a los ojos azules.
─Ya no me acuerdo.
─Eso tiene solución ─. Y le regaló un beso largo y salvaje. La acercó aun más hacia él. La chica respondió a su beso con un gemido y enredó sus manos a su pelo.
Continuaron su camino varias horas más, se adentraron más en el parque natural. Subieron un par de montañas y terminaron sentados en un mirador en lo alto de uno de los acantilados. El sol estaba bajo, se podía ver un vasto manto verde bajo ellos. Oli se quedó sin palabras, era precioso. Se quedaron allí, fundidos en un abrazo íntimo y silencioso, el abrazo dio paso a un largo beso, y este a otro y así, bajo la atenta mirada de un sol que se ponía para dar paso a una noche tranquila se quedaron un rato. Tras eso, la pareja siguió su camino, Travis conocía un motel cerca de donde estaban, harían noche allí y volverían por la mañana temprano a casa.
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