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17


Jacksonville era el lugar favorito en cuanto a un día de chicas se refería, era enorme y en sus calles se podían encontrar cosas muy variopintas, desde un edificio de oficinas a una tienda hippie donde adquirir comida bio, cosa que fascinaba a Anne. Además, Jacksonville contaba con un hospital, un campus universitario, una playa preciosa con chiringuitos repartidos a lo largo de toda ella donde se celebran fiestas de estilo hawaiano casi todas las noches de verano y lo que más gusta a las tres amigas el enorme centro comercial. Un edificio moderno blanco muy grande, con una cantidad desorbitante de tiendas variadas a gusto de todos. Y allí es a donde las chicas se dirigen.

Las chicas salieron muy temprano en el coche de Roger, quien se lo había prestado a regañadientes. Pero Diana le puso por excusa que tenía que ir a comprar el vestido para el baile de graduación y ya lo habían aplazado demasiado, de forma que a Roger no le quedó más remedio que ceder ante la exigencia de su hija mayor.

Cuando entraron en el coche pusieron un cd de música variada que Didi ha creado por ordenador para los días de chicas. Salieron sobre las ocho de la mañana, demasiado temprano tanto para Anne como para Olimpia, que se quejaron cuando la chica las obligó a levantarse casi a las seis. Como protesta, tanto su hermana como Anne se quedaron dormidas en el trayecto.

Tras llegar a Jacksonville, y darse cuenta de que ninguna de las dos chicas hizo el mínimo intento de abrir un ojo, aprovechó un semáforo en rojo para frenar bruscamente y despertarlas de un susto.

─¡Ups!... perdón ─dijo con una sonrisa pícara en el rostro.

Tanto Anne como Olimpia la miraron enfadada, pero prefirieron no decir nada.

Olimpia consultó el reloj de su BlackBerry, habían tardado más de lo que esperaba; el camino era de dos horas, y sin embargo, habían tardado muchísimo más. La chica comenzó a sospechar que su hermana se había perdido en el trayecto, algo bastante común en Diana.

─¿Cómo es posible que hayamos tardado casi tres horas en llegar Didi? ¿Te has vuelto a perder y no nos has despertado? ─preguntó desperezándose al salir del coche.

─Yo no me he perdido, de todas formas, estamos aquí y tenemos todo el día por delante, vamos coged los bolsos y entremos.

Las chicas hicieron lo que Didi les ordenaba, no sin antes reírse un poco dela torpeza de la conductora para orientarse en caminos largos. Ya en la entrada pudieron ver un enorme cartel con el listado y ubicación de las tiendas.

─Vamos, es en la zona oeste ─Anne miraba concentrada el cartel y señalaba el lugar con el dedo índice─ ¿Qué tal si miramos las tiendas de más cara a más barata?... Así podemos coger ideas de lo que se lleva en las de alta costura y comprarlo en las más barata.

─Vale, es una gran idea ─asintió Didi.

─Bueno... pero a las doce paramos a comer algo, ya me ruge el estómago ─se quejó Olimpia mientras se tocaba la barriga tratando de dar lástima. Las dos chicas pusieron los ojos en blanco a la vez.

─En serio... ¿ya tienes hambre? ─Olimpia rio entre dientes, su hermana era siempre la más ingenua─. Pero ni siquiera son las once de la mañana...pararemos a comer más tarde ─sentenció su hermana mientras Anne se reía sabiendo que todo era una farsa para exasperarla antes de entrar. Olimpia adoraba molestar a Diana cuando salían de compras.

Tras dar un paseo tranquilas por el centro comercial, comenzaron por una de las tiendas que Anne había elegido, Olimpia sabía que la pelirroja era la que más gusto tenía de las tres, y que Diana la seguiría de compras allá donde fuera. Durante unos segundos envidió a su amiga, deseaba saber vestir bien, maquillarse y sacarse partido como lo hacía ella y su hermana, aunque luego recordó que eso le quitaría mucho tiempo de estar frente a sus pinceles, y abandonó la idea.

Al entrar en la tienda, las dependientas las miraron de arriba abajo, con una ceja en alto, haciendo que Olimpia bufara a la vez que miraba al techo. Aquella era una tienda de vestidos de novia y fiesta bastante caras, por lo que seguramente ellas no se parecían en nada a las clientas que normalmente podían entrar en aquel establecimiento. Olimpia repasó su atuendo, unos vaqueros rotos, una camiseta de algodón ancha y unas converse negras bastante ajadas, Anne iba vestida con un peto vaquero de minifalda corto y unas deportivas blancas y Didi con un minivestido de flores rosa palo y unas balerinas a juego.

Ignorando las miradas de dos de las dependientas, Diana las arrastró hasta el mostrador sonriendo.

─¿Qué desean chicas?

─Hola, estamos buscando unos vestidos para nuestro baile de graduación, es esta semana ¿tendrían algo para nosotras?

La dependienta era joven, tal vez un par o tres años mayor que Didi, y con una sonrisa encantadora, se acercó a una de las estanterías que tenía detrás para sacar varios catálogos para ir enseñándoselo a Didi.

ras un rato, que parecía para Olimpia interminable, la dependienta les indicó que la acompañara para probarse los modelos que tanto Anne como Didi habían elegido.

La dependienta las llevó a un anexo que había dentro de la misma tienda, era una especie de habitación con un sofá a un lado; en una esquina había una tarima rodeada con espejos, justo en frente, un enorme sofá de piel blanca y cojines color champán. Olimpia se sentó a esperar a que su hermana y su amiga se probasen los primeros vestidos.

─¿Tu no quieres probarte nada?

─¿Yo? No, que va, gracias ─Olimpia miró entretenida su Blackberry, ignorando así a la dependienta.

─¿Ya tienes el vestido o es que no vas a ir al baile de graduación?

Olimpia levantó la vista hacia la dependienta; no estaba segura del tono con el que le había hecho la pregunta, y su primera intención era responderle sarcástica, pero no podía ser borde nada más llegar, sobretodo porque aquella chica que la miraba desde la puerta, estaba perdiendo un tiempo precioso en atender a Diana y Anne, aun sabiendo que no pretendían comprar ningún vestido.

─Yo...no voy a ir ─y dicho eso, desvió la mirada hacia la pantalla de su teléfono.

─¿Es porque no tienes pareja?

Volvió a mirarla, y esta vez, la chica ya no estaba de pie, sino que se estaba sentando a su lado, observándola con lo que creía era lástima. Se estaba compadeciendo de ella, se sorprendió; aquella chica pensaba que no tenía pareja y que seguro lo estaba pasando muy mal. Olimpia torció el gesto, los pensamientos de la dependienta estaban muy lejos de la realidad. Cierto que no tenía pareja, pero no la quería porque no pensaba asistir al baile.

─No, no es eso, es simplemente que no me apetece ir.

─Pues deberías, la fiesta de graduación es solo una vez en la vida. Seguro que hay alguien por ahí que estaría dispuesto a llevarte ─le sonrió pícara la dependienta mientras ella miraba exasperada al techo sin responder. Sabía que había alguien que estaba dispuesto a llevarla al baile de graduación, pero ella simplemente no le apetecía ir al baile.

Tras unos segundos de silencio, salieron tanto Didi como Anne de los probadores, y por turnos, se subieron a la tarima. Estaban preciosas, pensó Olimpia mientras las miraba con una sonrisa enorme en los labios. Anne llevaba un vestido corto por la rodilla amarillo pastel con tul debajo de la falda, lo que le daba un aire pin up. Además, al ser pelirroja el color le sentaba de maravilla. Didi en cambio había elegido un vestido magenta oscuro, largo y ceñido, con cuerpo de sirena y palabra de honor.

Tras una hora de probarse, mirarse y remirarse en los espejos, las tres amigas se marcharon de la tienda agradeciendo al a dependienta el tiempo dedicado.

─¿Ya habéis decidido qué queréis o aun tenemos que pasar por otra tienda de esas? ─Olimpia comenzaba a cansarse. Ir de compras no le apasionaba mucho, puesto que no era muy buena eligiendo ropa, y eso, en el fondo, le molestaba, haciendo que se impacientase y desease marcharse a casa casi antes de llegar a la primera tienda.

─Ya hemos decidido, así que ¡empiezan las compras! ─gritó Anne y chocó los cinco con Didi, antes de salir al paso en busca de alguna tienda en la que pudieran comprarse algo acorde a su economía.

─¿Esta tienda es europea no Didi? ─preguntó Anne señalando uno de los escaparates que tenía a su izquierda.

─Si, es española y está muy de moda, además tiene unos precios muy buenos y es enorme... vamos a entrar.

Olimpia se paseó tranquila y cogió algunas prendas que le llamaron la atención. Un par de faldas, unas camisetas y un jean, antes de ir al probador y encontrarse con Anne haciendo cola para entrar.

─¿Compartimos probador? ─Olimpia asintió.

Una vez entraron y ambas se desnudaron, Olimpia sintió la mirada de Anne fija en su muslo derecho.

─Me encanta tu tatuaje ¿por qué nunca lo enseñas?

─Pues no lo sé, la verdad ─se encogió de hombros.

─Oye... el chico que vimos ayer... ¿es a quien querías poner celoso? ─asintió y se dio la vuelta para comenzar a probarse una de las camisetas, intentando que Anne no siguiera la conversación. No le gustaba hablar de Travis.

─Es guapo, ¿te liaste con él?

─Sí, al final sí.

─¿Te gusta de verdad o solo fue una vez?

Olimpia meditó la respuesta. La verdad era que, aunque ese tipo le sacase de sus casillas, no le importaba volver a verlo y besarle de nuevo, y más ahora que ya no tenía a Oliver para desahogarse.

─No lo sé ─respondió torciendo el gesto, aunque no le importase volver a besarlo, tampoco deseaba ir contándoselo a la gente─. ¿Qué vas a hacer con Oliver, le darás una oportunidad?

Anne se terminó de abrochar el vestido y se miró al espejo.

─Mm... pues, como te dije ayer ─comenzó mientras miraba cómo le quedaba el vestido por la parte de atrás─. Iré al baile con él, lo de la oportunidad solo se la daré si me demuestra que tú no le gustas.

Olimpia se miró al espejo también, tenía puesta la minifalda de cuero que dejaba al aire parte de su tatuaje, la bajó un poco y lo tapó al completo. Le gustaba mucho esa falda.

─¿Cómo te va a demostrar eso? Por cierto, te sienta bien ese vestido ─continuó con la conversación sonriendo a su amiga, que se ruborizó al momento.

─Y a ti esa falda, va a juego con la moto que traía ayer ese chico.

─Oye, no me has contestado ─sintió como a ella también se le subían los colores─, ¿cómo quieres que te demuestre Oliver que está enamorado de ti?

─Pues lo cierto es que no lo sé, supongo que tendrá que ganarse mi confianza poco a poco, si no tiene paciencia para hacerlo, es porque no le intereso ¿no crees?

Oli le sonrió y asintió, mientras seguía probándose ropa.

─¿Sabes Oli? Deberías comprarte un vestido e ir con nosotros al baile ─sugirió la pelirroja mientras se vestía de nuevo.

─¿Yo?... No. Ya os he dicho que no me apetece, y no tengo con quien ir.

En ese momento la cabeza de Didi asomó por entre las cortinas del probador.

─¿Por qué no se lo dices a Travis? ─preguntó y luego entró para enseñar su modelito. Era un vestido sencillo, en color rojo, ceñido, estilo ejecutivo y con mucho escote─. ¿Qué os parece? Es el que más me gusta, es muy sexy ¿no?

Anne asintió terminando de colocar el suyo en la percha.

─Yo también he elegido mi vestido, solo queda Oli.

─No, yo me quedo con mi falda. Nada más, gracias.

─Ni en broma ─respondió Didi─, te vas a comprar un vestido, aunque sea por darnos el gusto. Vamos Anne, elijamos algo bonito.

Didi agarró del brazo a su amiga, a quien sacó casi a rastras del probador, mientras le gritaba a su hermana que no se moviera de allí.

Olimpia se apoyó contra el espejo, sabía que cuando su hermana se empecinaba en algo lo mejor era dejarla hacer. Al fin y al cabo, siempre podría devolver el vestido cuando su hermana no mirase. Siguió probándose el resto de la ropa que había elegido, pero nada le gustaba tanto como aquella falda de cuero. Sonrió al probársela por segunda vez, Anne tenía razón, aquella falda combinaba muy bien con la preciosa Harley de Travis. Olimpia se mordió el labio, tratando de esconderse a sí misma una sonrisa.

Tras unos minutos, la cortina del probador volvió a abrirse de golpe.

─Vamos pruébatelos ─le apremió Didi mientras le entregaba el vestido que ella había elegido. Olimpia la miró con una ceja en alto.

─¿Rosa? ¿En serio?... A veces creo que eres idiota... ¡Sabes que odio el rosa!

Tras Diana, apareció Anne con otro vestido en las manos. La chica le sonreía orgullosa de su elección. Selo tendió y Olimpia lo desplegó para poder mirarlo bien. Era un sencillo vestido negro con cuello de barco y la espalda al aire, amplio, pero ceñido en las caderas. Al principio Olimpia pensó que tal vez sí podría ir con ese vestido al baile, pero una vez se lo probó, pudo comprobar que era excesivamente corto. Miró a su amiga a través del espejo con las cejas en alto.

─¿Para qué llevas un tatuaje si no es para enseñarlo? ─le guiñó su amiga─.

─Te queda genial. ¡Cómpratelo! Con unos tacones negros, Travis se te tirará al cuello ─sentenció Didi con una sonrisa traviesa en los labios. Olimpia se miró de nuevo en el espejo torciendo el gesto.

Tras una larga discusión que terminó con una llamada de atención por parte del a dependienta encargada de los probadores, las tres amigas salieron de la tienda con sus respectivos vestidos, incluida Olimpia.

Pasado el mediodía, las tres amigas se sentaron a almorzar tranquilamente en una pizzería. Mientras comían Olimpia sacó su BlackBerry para revisarla.

─¡Oh! Vaya, tengo un mensaje ─se limpió las manos y desbloqueó la pantalla, a la par que sentía el peso de Anne sobre su hombro, seguramente para tratar de leerlo con ella.

─¿De quién es? ─Oli, le acercó la pantalla del móvil y abrió el mensaje, al fin y al cabo era su mejor amiga.

De: Travis

Anoche no quisiste invitarme a cerveza,

tal vez quieras invitarme hoy ¿no?

Olimpia sintió como un cosquilleo que creía era ira, le subía por el estómago hasta crearle un nudo en la garganta.

─Es un descarado... paso.

─¿Por qué?... Vamos dile que sí, sal con él.

Didi, miró divertida a su hermana, y echó mano de su móvil también.

─¿Y si salimos todos esta noche?... Mandaré un mensaje a Max, y tú Anne se lo mandas a Oliver ─agregó con una sonrisa de fingida inocencia─. ¡Oh! Vamos, no seáis muermos las dos, tú ─dijo señalando a Anne ─, tienes que hablar con Oliver y decirle que irás con él al baile de graduación antes de que le dé por tirarse de un puente, y tú ─dijo señalando a Olimpia─, saldrás con Travis porque es la segunda vez que te lo pide.

Anne sonrió avergonzada a sus amigas, y levantando las manos en señal de derrota habló:

─Pues... en ese caso, habrá que comprarse algo para esta noche, ¿no os parece? Creo que a Oli le ha gustado una falda de cuero y yo he visto un top precioso.

Olimpia puso los ojos en blanco, y al ver que ninguna de las dos cedía, pulsó responder y envió un mensaje al motero.

Tras un par de horas más de paseos por el centro comercial terminaron las compras pasando de nuevo por la tienda de ropa, la zapatería y un stand de maquillaje que a Diana le encantaba, traspasando el umbral de la casa de las hermanas pasada las siete de la tarde, dándole tiempo suficiente a las amigas para ducharse y arreglarse tranquilamente.

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