VI
VI. Celos.
[Explícito]
Sintió completamente a Tony en su interior y gimió de placer.
El mayor no tardó en embestirlo y comenzar a tocar su punto dulce, haciéndolo gritar de placer. Peter agradeció que la cafetería estuviera sola, porque de otra manera alguien ya los habría encontrado.
—Mírate —Tony susurró sobre su oído—, luces precioso mientras te follo. Apuesto a que él quisiera follarte alguna vez así también.
Lloriqueó cuando sintió que Tony volvía a tocar su próstata. Solo entonces decidió verse en los espejos de los baños y supo a qué se refería el mayor.
Se miraba completamente jodido por el placer.
—Tony... por favor —ni siquiera sabía qué demonios le estaba pidiendo, solo sabía que no quería dejar de sentirse en el cielo.
—Díme qué quieres, precioso —Tony dijo, mientras lo seguía penetrando—. Dímelo y te lo daré.
Peter gimió bajamente.
Una de las manos de Tony subió hasta sus labios para delinearlos con los dedos.
—Fóllame más —pidió—. Por favor, no pares.
Tony se enloqueció un poco más al escucharlo hablar así y aumentó la profundidad de las embestidas. Peter lo sintió en las entrañas y supo que no duraría mucho.
—Dime, precioso, ¿alguna vez has pensado en él mientras estás conmigo?
Peter se sintió más excitado con la pregunta.
No, jamás lo había hecho, pero los celos habían que Tony se pusiera más salvaje y Peter lo disfrutaba con creces.
—¿Tú qué crees? —preguntó, estaba jugando con fuego pero él quería quemarse. Tony gruñó, aún más celoso. Peter supo que no podía excederse—. ¿En serio piensas que voy a pensar en él mientras te siento así, en mi interior? Mientras tú me follas como si fuera la última vez. Jamás lo haría. Te amo más que a nadie y lo sabes. Ahora no dejes de follarme así nunca, por favor.
Tony volvió a delinear sus labios, era una costumbre que tenía siempre mientras estaban teniendo sexo o haciendo el amor. Una vez le había dicho que amaba ver a sus labios entreabrirse de placer, así que por eso lo hacía. La otra mano del mayor bajó hacia su pene para masturbarlo.
Chupó uno de los dedos, el índice, y gimió más ruidosamente. Notando que sus gemidos eran amortiguados por el dedo en su boca.
—Te amo —Tony gimió—. Te amo, Peter. Te amo más que a nadie.
El mayor le dió dos embestidas más y se corrió en su interior, Peter sintió el semen del mayor dar en el punto indicado y se corrió también.
Luego se inclinó hacia el lavamanos, sintiéndose cansado pero a la misma vez relajado.
—Te amo.
—Te amo más, precioso.
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