IV. Familia.

Llevaban más de quince minutos sin hablar después de haberse corrido.

Tony estaba sorprendió porque Peter siempre solía ser el primero en hablar después del sexo, pero al parecer la cosa ahora sí estaba seria.

—Precioso —llamó, Peter estaba acostado boca abajo y miraba hacia la pared—. No te enojes conmigo, sabes que no lo soporto.

Esperó por un par de minutos pero no obtuvo una repuesta.

Suspiró.

Dejó que su mano acariciara la espalda de Peter, de la misma forma que el chico lo hacía con él: trazando líneas imaginarias. Peter relajó los hombros notablemente y cuando estuvo casi completamente relajado, bajó su mano más hasta llegar a su espalda baja.

El chico soltó un suspiro en anticipación al saber que estaba a punto de hacer.

Tony sonrió para si mismo cuando Peter tembló al mismo tiempo que él apretó sus nalgas.

—Así no puedo estar enojado contigo —Peter lloriqueó—. Esto es tan injusto.

—Shh, precioso, debemos hablar sobre esto y lo sabes —Peter giró su rostro para mirarlo—. No me gusta estar enojado contigo.

—A mi tampoco —Peter dijo—. Lo siento tanto. Sé que no es fácil para ti, pero tampoco lo es para mí, así que lo siento si a veces insisto tanto.

Negó con la cabeza, mientras palmeó la nalga derecha del chico. Peter se quejó pero él sabía que le gustaba, así que sólo sonrió.

—Lo haremos —respondió—. Hablaremos con tu tía sobre lo nuestro, pero necesito un poco de tiempo para prepararme mentalmente y que ella no acabe conmigo en cinco minutos.

—Tony, si no quieres hacerlo y has cedido solo por mi berrinche...

—No, precioso —lo detuvo—. No cedí por eso. Llevo pensándolo desde la semana pasada que lo insinuaste y yo también creo que sería lo mejor. Así que si lo hago, es porque quiero. Sé que May es lo más importante para ti. Es tu única familia y no quiero que tengamos tanto problema con ella tampoco.

Peter asintió y se inclinó hacia el para besarlo.

—Te amo.

Por un instante, el chico pareció con miedo, pero ese miedo se esfumó cuando lo vió sonreír.

—Te amo más, precioso.