Capítulo 19
—Vete.—Brama girándose sin siquiera dirigirme la mirada.
Es entonces cuando diviso el montón de instrumentos médicos desparramados por el suelo y la sangre goteando de su rostro y nudillos.
—¡Oh por dios! Estás sangrando…
—No, estoy segregando kétchup ¿No te jode?
Ignoro su comentario sarcástico y me apresuro a colocar todo en su lugar nuevamente, al parecer intentaba curarse a sí mismo y fue un fracaso.
—Déjame ver…—Intento tomar una de sus manos pero la aparta bruscamente.
—Te dije que te fueras, la enfermera seguramente vendrá en unos minutos…
—Para entonces las heridas quizás se hayan infestado y tu rostro se hinche hasta parecer una pelota de básquet.
—Eso no es de tu incumbencia, ve a hacer cosas patéticas y a llorar por ahí…
Vuelvo a hacer caso omiso de sus palabras, aunque debo admitir que su indiferencia me hiere, pero sé discernir que ahora hay cosas más importantes que preocuparme por mí misma.
Intento tomar su mano nuevamente pero comienza a forcejear para alejarla de mi alcance.
—No entiendes cuando te digo que…
—¡Déjame ver la puta mano! No tengo la obligación de ayudarte siquiera, no debería ni importarme si se infecta y te la amputan por necio, pero me preocupa porque soy una patética ¿No? Supongo que ese es mi problema y no te incumbe tampoco, así que para de chillar como un chiquillo mimado y deja que haga bien las cosas ¡Joder!
Los ojos marrones de Jeon se abren en demasía ante la sorpresa por mis exclamaciones y palabras, incluso yo comienzo a ruborizarme por la vergüenza, se supone que yo no soy así de violenta e impulsiva. Nunca había tratado a nadie de esa forma…
Supongo que Jeon saca lo peor de mí.
Me mantengo firma, sosteniéndole la mirada aunque por dentro no me siento con el valor de hacerlo. Espero por su risa o algún comentario sarcástico y de mal gusto…pero nada de eso llega.
Sorprendiéndome por completo y sin decir nada, Jeon toma asiento en la camilla tras él y extiende su mano hasta que esta roza mis dedos muy levemente.Aún sin apartar su mirada de la mía incluso cuando yo permanezco enfocada en pasar el algodoncillo con alcohol por sus nudillos, a pesar de que tal cosa debe de arderle en demasía…en ningún momento deja de mirarme.
Continúo mi labor de vendar sus nudillos y limpiar la sangre seca del resto de su mano, mis dedos tiemblan levemente ante los nervios y la constante atención de sus pupilas clavadas en cada uno de mis gestos como si fuese la primera vez que esto le sucediera.
Una vez finalizo con sus manos, carraspeo para darle a entender que el trabajo en esa zona ha terminado. Al cabo de unos segundos, deja de mirar mis ojos para observar sus nudillos limpios y vendados, una sonrisa de medio lado casi indivisible surca sus labios y algo dentro de mí se agita…una cosquilla indescriptible que se pasea desde mi pecho hasta mi abdomen.
—Gracias por…
—No lo hice por ti, solo no tolero la suciedad de la sangre y el desorden que hiciste en la enfermería.—Le interrumpo haciendo alusión a las palabras similares que me había dicho en el almuerzo cuando quise agradecerle por limpiar luego de la fiesta.
Él se queda atónito y unos segundos después sonríe, está claro que sabe que intento vengarme de alguna forma.
—Touché.
—Dos más pueden jugar a este juego Jeon.—Le respondo.
—¿A qué juego te refieres, Eun Mi?—Pregunta sin dejar de sonreír.
—No sé, dime tú Jeon ¿A qué juegas? —Pongo las manos en mis caderas y me siento como una madre sermoneando a su hijo, cuando hace apenas unos minutos era él quien me gritaba.
Su sonrisa se desvanece lentamente hasta convertirse en una mueca nostálgica y triste.
—Ojalá todo fuese un juego, Eun Mi.
No sé qué responder ante eso, en estos momentos Jungkook se ve tan…vulnerable, tan sensible y triste. Su expresión dista mucho de la habitual, de su comportamiento cruel y despectivo.
Lo sabía, eres una fachada Jeon. Tú también estás roto pero…vaya máscara tan desagradable escogiste para ocultarlo.
La pregunta es… ¿Por qué?
Y la respuesta es: Eun Mi, no te importa. Deja el tema en paz.
Y sí, es lo que debo hacer. Lo ayudé porque, lejos de todo el desprecio o dolor que Jeon me causa y lo mucho que desearía no haberme cruzado en su camino nunca, soy humana y sensible, y ese lado humanista me hace querer ayudarlo incluso cuando sé que me lastima.
Porque sé que lo de Taehyung le duele al igual que las heridas de la pelea…y entiendo muy bien lo que se siente estar solo momentos como este.
Pero ya mi trabajo está hecho, ya curé sus nudillos. Y si él me dejara, tal vez pudiera consolarlo sobre lo otro pero…algo me dice que es mejor alejarme cuanto antes de Jeon.
Decidida, me giro para salir de la habitación. Sin embargo, una mano vendada aprisiona mi muñeca deteniendo mi andar.
—¿No curarás las otras heridas también…Eun Mi?
¿Por qué dentro de mi cabeza le encuentro un sentido oculto a esa pregunta?
¿Qué tan profundas son tus heridas Jungkook?
Quisiera saber… ¿ Acaso son tan dolorosas como las mías?
—¿Qué? —Atino a preguntar de forma despistada.
—Las de mi rostro, curaste mis nudillos pero no mi rostro.—Sonríe señalando la herida cerca de su labio inferior.
—Ah…no. Hazlo tú mismo.—Quito su mano de mi muñeca y me dispongo a salir hasta que escucho su voz nuevamente.
—No seas mala, Eun Mi ¿Cómo puedo hacerlo correctamente con mis manos vendadas? Si vas a hacer el trabajo hazlo bien hasta el final.
Mis puños se presionan a cada lado de mi falda… ¿Se piensa que soy su sirvienta personal o qué?
Dispuesta a dejar fluir mi ira, me giro para encararlo, sin embargo me quedo en completo estupor al encontrarse mi mirada con su rostro.
Jungkook me observa suplicante, con sus grandes y brillantes ojos marrones, en sus labios permanece un adorable puchero que infla sus mejillas dándole un aspecto algo…lindo…
Parece un perrito tierno e indefenso esperando la aprobación de su dueño…
¡Pero qué rayos pienso!
Es Jeon Jungkook, la persona que amarga más aún mis días con su presencia, la persona que quizás más me desprecia últimamente. No puedo darme el lujo de bajar la guardia ante él.
—No va a funcionar. Cúrate tú mismo…
—¡Bien! Sí limpié por ti. Me molestó que Jae Sook hablara de ti como una sirvienta cualquiera y que tuvieras que ocuparte de todo el desastre por tu cuenta de forma injusta. Lo dije… ¿Contenta?—Espeta de repente interrumpiéndome.
Mi mano descansaba en la perilla de la puerta, a punto de girarla para salir, pero sus palabras me detuvieron al igual que a mi corazón que dejó de palpitar por un nanosegundo ante esa confesión.
—¿Por qué me dices esto ahora cuando antes pudiste haber sido más amable?
—Murmuro luego de unos segundos, aún sin girarme.
—No lo entenderías, además ya te dije, quiero que me cures…
—¿Qué es lo que no entendería, Jungkook? —Me giro bruscamente dispuesta a encontrar las respuestas que busco.
Jungkook oprime sus labios en línea recta y al poco tiempo suspira con resignación.
—Que todo depende de ti.
—¿A qué te refieres…?
—¡¿Bueno me vas a curar la cara o no?! —Me sobresalto ante su exclamación y le dedico una mirada severa.—Lo siento, solo no quiero tener el rostro hinchado como una pelota de básquet.—Sonríe y yo ruedo los ojos exasperada por sus cambios de actitud.
—Como sea...
Tomo un taburete de la oficina de la enfermera y lo coloco frente a la camilla. Me siento delante de Jeon, para que nuestros rostros estén próximos y así poder curar correctamente las magulladuras de su rostro.
Humedezco el algodón con un poco de alcohol y lo paso con cuidado por las aberturas de sus heridas, comienzo por aquella en su sien derecha que ha sangrado bastante, retiro el exceso de linfa y prosigo a cubrirla. Continúo aplicando una de las cremas en la magulladura de su mejilla y repitiendo el proceso en su ceja y mentón.
Permanecemos en silencio mientras hago lo propio.
—Sabes…no creo que me ayudes porque seas patética.
—¿Ah no? ¿Qué otra razón según tú hay entonces? ¿Me dirás que soy despreciable o muy estúpida? O quizás….
—Es porque, a pesar de todo, tú eres buena Eun Mi. Eres muy buena…y eso es malo.
—¿Por qué debería serlo? —Murmuro sorprendida por sus últimas palabras.
Jungkook sonríe y coloca su mano cerca de mi mejilla haciendo que sus dedos la rocen levemente.
—Porque las personas buenas siempre sufren más que el resto.
—¿Quién dijo eso?—Inquiero incrédula.
—Nadie lo dice, la vida te lo enseña. Las personas negativas tienden a corromper lo que no pueden tener…las personas malas encuentran disfrute en lastimar a las buenas. Y las buenas lo son tanto que les cuesta detenerles.
—Entonces tú… ¿Te consideras una mala persona? —Pregunto asociando sus palabras con los malos tratos que he recibido de su parte.
Ahora su mano sostiene por completo mi mejilla, su pulgar acaricia la zona y es extraño...
Quiero que se detenga, pero se siente tan bien…
—Tal vez.
¿Tal vez? ¿Cómo debería tomarme eso?
¿Cómo un "aléjate" o un "no soy tan malo" ?
Me quedo mirando sus ojos marrones, intentando descubrir algo en ellos que me guíe en el significado de sus palabras, que me explique dónde se esconde siempre este Jungkook tan diferente y afable… y de dónde proviene aquel arrogante y cruel.
Repentinamente carraspea. Retira su tacto de mi piel y su mirada de la mía.
—Curas muy bien ¿Lo has hecho antes?
Oh sí, lo he hecho tantas veces…cada vez que Kwan Chul me golpea, en frente del espejo del cobertizo donde duermo, curo por mi cuenta mis heridas…o al menos las externas.
Pero eso, Jeon, no debes saberlo.
—Tal vez.—Sonrío repitiendo su respuesta anterior y él me dedica una media sonrisa de comprensión…
Aunque no sé a qué se deba cuando ni siquiera sabe por lo que paso cada día.
—Taehyung sabe que Myung Soo mintió.—Digo de repente y él dirige su atención a mí esperando a que prosiga.—Estoy segura de que vendrá a hablar contigo, a escuchar tu versión de los hechos, ya sabe que fue ella quien te besó y no al revés…
—¿Tú le dijiste, verdad?—Me interrumpe.
Asiento en silencio y bajo mi cabeza, pero antes de que mi mirada se encuentre con nuestros pies, una de sus manos toma mi mentón y la eleva nuevamente hasta que una amplia y radiante sonrisa me recibe.
—Eres muy buena Eun Mi, muy buena. Descuida, no va a pasarte…no a ti. Te prometo que no dejaré que suceda. No lo soportaría de nuevo, al menos no contigo…
—¿Qué quieres decir? —Frunzo el ceño confundida por su extraño balbuceo.
Pero Jungkook parece reaccionar y antes de decir algo más, se aleja por completo de mi alcance y se coloca de pie con rapidez.
Toma su abrigo y se encamina hacia la puerta.
—¡Espera! Aún no he curado tu labio…
—Creo que podré hacerlo solo, descuida. Ten una buena tarde, Eun Mi.
Y sin decir nada más, salió por completo del cubículo dejándome más confusa y aturdida que antes con esta nueva actitud.
Maldito demente. La próxima vez, si es que la hay y no anda de agresivo, le recomendaré en serio el examen psicológico.
Y al final…
La enfermera nunca llegó.
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