Capítulo 10
Apresuro mis pasos en cuanto diviso la entrada del edificio, no me molesto siquiera en apartar los rebeldes cabellos que se han soltado de mi trenza y se adhieren de forma incomoda a mi nuca y mejillas, tampoco me permito calmar mis jadeos o limpiar el sudor de mi frente, sinceramente ahora lo que más me preocupa es llegar a tiempo.
Solo espero que la fiesta aún no haya comenzado y que Kwan Chul ya se haya marchado a la convención, no quisiera tener que lidiar con su mal carácter justo hoy que ha sido un día bastante agradable dentro de lo que cabe…o al menos si omitimos la parte de Jeon.
Pobre chico, y pensar que todo este tiempo ha estado padeciendo de una condición médica y yo lo he juzgado, con razón es tan extraño su comportamiento. Definitivamente le pediré a SeokJin los detalles sobre su enfermedad.
Una vez frente a la puerta de cristal, me sostengo del manubrio para ralentizar mi desbocada respiración, y luego de un profundo suspiro, me armo de valor para entrar de una vez.
Aún debo tomar el ascensor hasta el segundo piso, no tenemos escaleras para ello, solo las de emergencia fuera de cada habitación y eso es algo preocupante en mi opinión, no soy muy entusiasta de los ascensores.
—¡Señorita Sang! —Una voz a mis espaldas me detiene justo antes de presionar el botón que abriría las compuertas.
Sonrío con amabilidad y le dedico una leve reverencia al guardia de seguridad del edificio, comenzó a trabajar aquí hace pocos años pero aún así mantiene una muy buena relación con todos los inquilinos. Había tenido que quedarme sola en casa en muchas ocasiones y, cuando el aburrimiento me vencía, bajaba para acompañarlo o ayudarlo a repartir el correo.
—Buenas tardes, señor Hyun.—Le saludo cortésmente.
Al sonreír, las arrugas en las esquinas de sus rasgados ojos se vuelven más pronunciadas y en un asentimiento de cabeza diviso cómo se mecen sus hebras canosas reflejo de la vejez.
—Disculpa que la moleste señorita Sang, sucede que justo ahora estoy solo en el turno de servicio y debo entregar un paquete de carácter urgente en el piso 6.—Señala una enorme caja a su costado, que no había notado antes.
—Pero también debo hacer una entrega en uno de los apartamentos de este piso y temo que no tendré el tiempo suficiente, me preguntaba si quizás usted pudiera ayudarme con eso.—Puedo captar la vergüenza en su tono de voz, sé que no le agrada pedirme ese tipo de cosas aunque yo siempre acepto cooperar en vista de que es un señor mayor y gran parte de su trabajo puede ser demasiado agotador para su edad, sobre todo cuando se encuentra solo en su turno de servicio.
Aún así dudo unos segundos, mi mirada viaja desde el ascensor hasta su rostro preocupado. Sé que quizás me arriesgue a llegar tarde a casa, pero no puedo negarme cuando sé que lo correcto en este momento es ayudarlo, ya lidiaré con la furia de Kwan Chul o Jae Sook más tarde.
—Descuide, yo lo llevo.—Respondo con convicción.
El señor Hyun , luego de dedicarme repetidas reverencias y agradecimientos, deposita en mi mano el sobre, que supongo es el correo que debo entregar en este piso; y se dispone a,con mucho esfuerzo, introducir la inmensa caja en el ascensor.
Una vez se ha ido, me dispongo a revisar la dirección del sobre para identificar a qué departamento está destinado.
Mientras busco el número correcto, releo la portada del sobre. No me sorprendo al identificar el logotipo y nombre del Hospital Sang, el condominio familiar es uno de los centros de salud más populares de la ciudad y muchos conocidos se atienden en él.
Sin embargo, esto no parece ser un simple recibo de cuentas o resultados de exámenes, pareciera una carta preparada por la dirección del hospital. Vi muchas de este tipo cuando el abuelo trabajaba, normalmente se utilizan para tratar temas confidenciales sobre pacientes o casos delicados y particulares.
A pesar de la curiosidad, no es algo que me incumbe. Además de que ni siquiera conozco a la persona a la que le fue enviada la carta, no debería seguir pensando en ello siquiera.
Me detengo justo en la puerta 4, e inmediatamente mis manos comienzan a temblar y mi respiración se torna irregular.
Vuelvo a revisar el sobre solo para asegurarme de que estoy en el departamento correcto….y efectivamente, es este.
¿Por qué aquí?
¿Por qué tengo que volverme a encontrar precisamente frente a este lugar después de tanto tiempo?
El inmenso repertorio de recuerdos y sentimientos me invaden y simplemente quiero cerrar los ojos y desaparecer. Porque a pesar de que ya lo sabía, no quería reconocer que todavía su ausencia me afecta en demasía. Que aún, por mucho tiempo que haya pasado, mi pecho duele y la agonía es colosal con el solo pensamiento de que se ha ido y que quizás no regrese, que quizás ya me haya olvidado o nuestro amistad no haya sido suficiente como para retenerlo a mi lado.
Y eso solo atrae cuestionamientos tortuosos como el que Jae Sook siempre me repite: Todos aquellos que se encariñan conmigo terminan muriendo…o en este caso, marchándose.
¿A caso no soy suficiente para nadie?
He pensado mucho en que quizás tuvo sus razones, sabía que su vida estaba pasando por un momento difícil, pero nunca imaginé que me alejaría de él, que se iría sin una despedida…
Entonces entrelazo sucesos en mi cabeza y es cuando me doy cuenta de que la mudanza de hace poco ha sido a este departamento.
“Esa familia ya no vive aquí”
Sí, el lugar había estado abandonado desde que se fueron, nadie lo había ocupado hasta ahora. Y aquello en parte me incomoda, porque en mi esperanzado raciocinio, me aferraba a la idea de que solo estaba aguardando a que él regresara, pero ya todo se ha ido al demonio con esa posibilidad.
No demoro más, no me hace ningún bien estar aquí. Así que golpeo la puerta con la intención de ser recibida con rapidez para poder marcharme. Sin embargo, nadie responde. Pruebo unas cuantiosas veces más sin éxito alguno, hasta que me veo obligada a desistir. No hay nadie en casa.
Suspiro con resignación y deslizo el sobre por la hendidura inferior de la puerta, quizás no sea la manera más eficiente de entregar un correo, pero no tengo la energía suficiente como para sopesar mis opciones.
Así que luego de actuar, me retiro con rapidez hacia los ascensores. Esta vez regresando a la realidad, a la oscura y cruel realidad en la que se ha tornado mi vida.
En cuestión de segundos me encuentro en el piso 2, y avanzo a grandes zancadas hasta el departamento de Kwan Chul. Cruzando mis dedos porque la maldita fiesta no haya empezado y él ya no se encuentre en casa.
Antes de entrar, acerco mi cabeza a la puerta para escuchar. No distingo sonido alguno que indique que se lleva a cabo una celebración, así que suspiro de alivio, aún no ha iniciado.
Coloco la clave y entro en el lugar, automáticamente mi expresión serena es sustituida por una aterrorizada y nerviosa.
Kwan Chul está aquí, sentado en uno de los sillones del amplio salón revisando algunos documentos del trabajo. Casi por inercia su vista se posa en mí, y no me pasa desapercibido el destello de repugnancia y furia que empapa su mirada en cuanto sus ojos recorren mi anatomía.
Yo en cambio, he comenzado a sudar nuevamente, y de repente el solo acto de tragar saliva se ha vuelto dificultoso debido a la sequedad en mi mucosa bucal. No me muevo y él tampoco dice nada.
Se limita a colocar los papeles en la pequeña mesa del centro para luego levantarse de su asiento. Ante su imponente presencia, mi cuerpo se amedranta un poco y por reflejo comienzo a retroceder.
—¿Dónde estabas? —Pregunta al cabo de unos segundos, su voz gruesa e intimidante, un sonido cargado de desprecio y amenaza.
No respondo, no puedo pensar con claridad en una buena excusa que decirle porque ya puedo ver el final de esto. Sé perfectamente cómo terminará esta situación, y sinceramente, no me siento preparada a pesar de ya haberlo vivido un centenar de veces.
—Te he hecho una pregunta , Eun Mi. ¿Dónde carajos estabas? —Repite la interrogante mientras se acerca con parsimonia.
—Estaba…yo…estaba con unos amigos.—Balbuceo con rapidez intentando sonar convencible.
Y creo que lo he logrado, hasta que las comisuras de su boca se curvan en una sonrisa conminativa y sacude su cabeza en negación.
—Tú no tienes amigos, Eun Mi. Nadie quiere estar a tu alrededor ¿Recuerdas? Todos se han ido.
Mis ojos escuecen por la crueldad con la que murmura sus palabras, tanto él como Jae Sook siempre se empeñan en maltratarme verbalmente, saben que soy una persona emocionalmente inestable y les complace verme sufrir. Aún así, apretando mis puños en los costados de mi falda, me contengo. No voy a llorar.
—Si tengo, yo…tengo personas que me quieren…
Una de sus cejas se eleva a la par que vuelve a sonreír.
—¿Ah sí? Déjame adivinar… ¿El niñato que juega a ser doctor en el hospital? ¿La enfermera de sentimientos frustrados? O quizás…ese chico… ¿Cómo se llamaba?
—Coloca su mano en su mentón de forma pensativa y yo reprimo las ansias de sollozar.
Está abriendo mucho más las heridas que durante todo el día de hoy he procurado mantener ocultas.
—Ni siquiera recuerdo su estúpido nombre.—Niega con diversión.—En fin, cariño, lo que debes entender es que tú estás sola. Ellos no se preocupan por ti, solo te soportaban por ser la nieta del director. Incluso el otro chico te abandonó.
—¡Eso no es verdad! —Exclamo con rabia y una decena de punzadas de angustia comienzan a calar en mi pecho.
—¿No? Te recuerdo que él te dejó, te olvidó, Eun Mi. En cuanto supo que no podía salvarte, que estar contigo sería la total perdición, él aprovechó la primera oportunidad para huir de ti. Te dejó sola, igual que tus padres.
—¡No hables así de mis padres! —Mi voz se eleva con fuerza, sin embargo, él no parece afectado y reanuda su andar acercándose un poco más.
—Te lo volveré a preguntar ¿Dónde estabas, Eun Mi? —Desvío la mirada una vez lo tengo en frente, y en cuanto su mano sostiene mi mentón con brusquedad, un sollozo adolorido escapa de mis labios.
—¿Todavía no entiendes verdad? Estás jodida, nadie va a salvarte, Eun Mi, nadie puede hacer nada para que arregles la gran mierda que es tu existencia. Solo nos tienes a Jae y a mí, nosotros somos tu familia y aún así osas comportarte de esta forma….
—Ustedes no son mi familia.—Escupo con rabia y con la voz entrecortada debido a la presión violenta de sus dedos en la carne de mis mejillas.
Su pecho comienza a ascender y descender con frenesí y su agarre se intensifica, su tez adquiere una tonalidad escarlata a la par que su mandíbula se tensa y las venas en su cuello resaltan con furia.
Poco basta para que su otra mano, convertida en un férreo puño, colisione con extraordinaria fuerza en la blanda dermis que abarca desde mi nariz hasta el final de mi mentón.
Poco basta para que del impacto, mi cuerpo se desequilibre hasta caer de costado y el sabor metálico de la linfa embriague mis papilas. Un hilo de sangre mezclado con saliva gotea de mis comisuras hasta perderse en las baldosas de mármol níveo, y la hemorragia que germina en mi nariz ensucia la blanca camisa del uniforme.
Es cuestión de segundos para que la sensación de miles de filosas cuchillas perforando mi cráneo me impulsen a levantarme nuevamente en contra de mi voluntad, con sus dedos sosteniendo mi cabello con fuerza, jalándolo hasta tenerme nuevamente frente a él e ignorando por completo mi llanto y súplicas.
Sus nudillos arremeten contra mis costillas, logrando un alarido ahogado y agonizante que débilmente soy capaz de reconocer como mío.
Mi cabeza impacta contra el suelo nuevamente y sin permitirme asimilar aquel dolor siquiera, sus pulidos zapatos aparecen en mi campo de visión, es en cuanto uno de ellos se eleva y golpea mi vientre con rabia, que me permito gritar y sostener mi magullado cuerpo.
Allí, en posición fetal a sus pies, esperando a que la mínima esencia de humanismo y piedad le haga detenerse, permanezco inerte, y cada convulsión de mi diafragma a causa de las lágrimas es todo un suplicio para mis músculos magullados.
—¿Tú crees que nos agrada eso? ¿Crees que estamos felices de estar emparentados con alguien como tú?
—Las palabras escuecen, pero no tanto como el dolor físico.
Acto seguido, mi estómago se revuelve al notar cómo junto a mi rostro ha caído un pequeño bulto de saliva, consecuencia del desprecio con el que ha escupido en mi dirección.
—Si estás aquí, si te soportamos, es porque no nos queda más opción. Quizás debiste morir ese día también, junto con la perra de tu madre y el imbécil de tu padre. Nos habrías hecho un inmenso favor a todos.
No sé de donde, tampoco cómo ni de qué forma, pero una corriente de fuerza y valentía, gracias al coraje y la rabia que me han ocasionado esas precisas palabras, hace que encuentre la entereza suficiente como para elevar mi brazo hacia su cuerpo arrodillado junto al mío y golpear su mejilla haciendo que su cabeza se gire a un costado.
Sé que será peor, sé que quizás no logre escapar ilesa de esto, pero no me arrepiento, no cuando ha hablado de mis padres de esa forma tan soez.
Espero su reacción y me preparo para lo peor en cuanto localizo su puño a centímetros de mi rostro, y cierro los ojos como si tal acto pudiera aminorar el dolor.
Sin embargo, estos se abren en cuanto escucho el sonido de la puerta y pasos entrando al lugar. Kwan Chul también se detiene, dejando sus nudillos a una casi inexistente distancia de mi mejilla.
—Por el amor de dios, papá .—Bufa Jae Sook rodando los ojos mientras deposita la bolsa de bebidas en la mesa. —La fiesta empieza en unos minutos y es cuestión de tiempo para que todos lleguen ¿No podías dejar eso para después o hacerlo en otra parte? —Inquiere con molestia y yo me limito a bajar la cabeza.
No puedo creer lo miserable que soy.
—Lo siento hijo, pero tienes que entender que hay ciertos comportamientos que no tolero. Y esta perra ya ha sobrepasado la línea…
— Sí, ya lo sé. Pero en serio, puedes desfigurar su ya feo rostro en otra parte de la casa o en otro momento. No quiero pasar por la humillación de que mis amigos la vean.—Responde con repugnancia mientras me dedica un gesto despectivo.
Kwan Chul se coloca de pie informando que de todas formas ya debe irse, arregla su camisa oscura y peina su cabello justo como si nada hubiese ocurrido, como si no me hubiese golpeado salvajemente hace solo unos minutos.
—Levántate imbécil.—Me toma de mi brazo y tira de él hasta que logra colocarme de pie, a pesar de que ni siquiera puedo caminar correctamente ni dejar de curvearme por el dolor en mi vientre. —Ahora irás a tu puta habitación y no saldrás de ahí hasta que acabe la noche ¿Entendiste?—Sacude mi cuerpo con violencia y entre lágrimas me limito a asentir.
—Bien, y no creas que esto ha terminado para ti.—Murmura con asco antes de girarse por su maletín, y luego de intercambiar algunas palabras más con Jae Sook, se marcha de la estancia.
—Por cierto Eun Mi, lindo maquillaje, hace juego con tu cara quejumbrosa.—Se burla Jae Sook de la desagradable mezcla de lágrimas, sudor y sangre que ensucia parte de mi rostro.
—Ahora quítate de mi camino y desaparece. Ya sabes el resto, si te encuentro fuera de tu habitación en medio de la fiesta papá se enterará y ¿Qué crees? Tu cara va a terminar impresa en una de las baldosas del piso, y no de una manera artística.
—Empuja mi cuerpo con brusquedad al pasar junto a mí, logrando que pierda el equilibrio y tenga que sostenerme de una de las paredes a mi costado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro