Afrodita si escucha
Pigmalión y Galatea, son un mito de la antigua Grecia, la leyenda cuenta que Pigmalión era un Rey que buscaba el amor, pero no lo hallaba en ninguna parte, ninguna mujer podía llegar a deslumbrarle tanto como para enamorarle, y tras años de búsqueda se rindió. Había abandonado toda esperanza de encontrar a esa quien, como se diría, sería su media naranja.
Cansado de estar solo se dedicó a sus trabajos, esculpiendo estatuas hermosas y bien talladas, trabajaba incansablemente, hasta que creó a Galatea, una escultura de mujer, ante sus ojos, era la mujer más perfecta que hubiera conocido, lástima que fuera de piedra, lástima que no tuviera vida, y lástima que jamás lo podría ver a él con los ojos que él la veía a ella...
Durante las noches se quedaba a contemplar su perfección, y de día le prestaba los más dedicados cuidados que podía ofrecerle. Afrodita, diosa del amor y la belleza se apiadó de ese pobre ser que se había enamorado de un objeto inanimado. Bajó una noche desde el cielo del Olimpo hasta la tierra de los mortales, y mediante un sueño le cumplió el deseo de darle vida a Galatea. Y aunque Pigmalión le costó creer que su hermosa amada era ahora un ser humano, de más está decir que juntos vivieron felices y enamorados.
Afrodita... si tan sólo ella pudiera oír éste corazón y calmar el dolor de un amor imposible como en aquella historia, si realmente ella pudiera darle vida humana a algo que no fue creado por las manos de un Dios...
TaeHyung cerró el libro de mitología Griega con aquella idea en su mente, aquella historia era la que más había capturado su atención después de haber leído varias leyendas. Desde que llegaron al planeta tierra, TaeHyung, un soldado descendiente de dos planetas extintos, se había interesado en investigar mucho sobre el planeta, y más sus historias antiguas y pasadas, así como lo era la leyenda de Pigmalión y Galatea.
Por su vida lejos del planeta dudaba si fuera real o si tan sólo era algún invento de alguien con mucha imaginación, pero a él y a su corazón le gustaba creer que aquello era real.
La razón para ello, era su amor, sí, TaeHyung estaba enamorado, de un amor imposible así como Pigmalión, de un amor que él mismo había creado, así como Pigmalión, de un ser que no tenía vida real, así como Pigmalión. Se había enamorado del robot que el mismo con sus propias manos había creado, se había enamorado de aquel a quien había nombrado Jimmy.
Jimmy era un robot creado por TaeHyung cuando él y el comandante SeokJin tuvieron problemas en el planeta Tierra, se había pasado días enteros dándole forma, personalidad, y perfeccionándolo hasta el más mínimo detalle, y tanta dedicación le llevó a tener un sentimiento especial... un sentimiento paternal.
TaeHyung estaba feliz con su obra maestra, había conseguido los resultados que esperaba, incluso más de ello, Jimmy era totalmente servicial a él y acataba todas sus ordenes, divertido, entusiasta, deslumbrante, perfecto. Los planes de rehabilitación de su pueblo en nuevas tierras iba viento en popa, gracias a que contaban con la disposición indispensable de su creación.
Sin embargo, no todo en aquel robot estaba bien, y no todo en TaeHyung era felicidad, se sentía orgulloso, sí, pero con el tiempo, al observarlo, el estar junto a él, enseñarle sus costumbres, compartir risas, tristezas, enojos y demasiadas cosas juntos, había llevado al científico de BTS a una profunda angustia que le comía por dentro. No sabía a que se debía aquello, jamás se había sentido así por dentro, y culpó a los terrícolas por esos sentimientos tan absurdos.
Sin darse cuenta en que momento comenzó a entender esas historias de amor que se reflejaban en las películas que tanto le encantaban ver, se le oprimía el pecho cada vez que el protagonista estaba junto a su amada, comprendió ese sentimiento de soledad que se reflejaba de aquellos que se iban a la guerra, y entendió la felicidad que provocaba una carta de esa persona amada desde la distancia en los momentos difíciles. Era una sorpresa para él que cada sentimiento de amor expresado, él pudiera comprenderlo...y siempre que alguien hablaba de amor, la imagen de su robot venía a su mente.
Aquel sentimiento paternal o de científico loco después de haber creado a Frankenstein, se fue desvirtuando, a medida que el robot estaba junto a él, rozaba su piel, le abraza, o le depositaba un beso en la mejilla; ante aquellas acciones TaeHyung se sentía débil, impotente, ante lo que su cuerpo experimentaba, corazón acelerado, manos sudadas, cierto nerviosismo asemejado a un revoloteo dentro de su estomago, y principalmente aquello que llaman piel de gallina. Y ya no podía negarlo más, estaba totalmente enamorado de aquel robot, pero, eso era, un robot, no tenía vida realmente, ¿cómo él podría amarle?
La angustia crecía, Jimmy jamás se alejaba de su lado, y su corazón se rompía cada vez que recordaba, que ese niño no tenía sentimientos, porque ni siquiera podía saber que era aquello...a tanta tecnología no había llegado. Era como una estatua, como Galatea, distante, con mirada fría y perdida, seca y sin lágrimas, cuerpo gélido y fuerte, inocente, y con escaso tiempo de vida, que a penas duraba un día, para a la noche, volver a cargar su batería. Se consolaba con la idea de que por lo menos, él podía hablar, moverse y reírse, su sonrisa era hermosa, ya sea que fuera acompañada con mirada pícara o ingenua, su sonrisa deslumbraba; en cambio Galatea no...una y otra vez releía la historia, Afrodita, ¿se apiadaría de él?
- Hyung ¿por qué leemos ésta historia otra vez? -nuevamente el líder había reabierto el libro, y el robot a su lado, deseaba que lo cerrara de una vez, pues estar en una cama, en un día lluvioso, sólo leyendo esa historia una y otra vez, le era aburrido.- ¿No quieres que veamos alguna película de guerra? -su sonrisa adornó su bello rostro, TaeHyung le miró perdiéndose en aquella visión delante de él.
- No tengo ganas ahora Jimmy -susurró mirándole a los ojos, el robot pudo ver la tristeza en ellos, y afligió las facciones de su rostro, TaeHyung suspiró y volvió su vista al libro.
-¿Por qué te gusta tanto esa historia? Es aburrida -hizo un puchero recostando la espalda en la almohada mientras pateaba la sábana, TaeHyung miró de reojo como el menor comenzaba a ver la pared como si encontrara algo interesante en ella.
El científico cerró el libro sin despegar la vista sobre Jimmy, le observó serio, por varios segundos en silencio hasta que el menor volteó a verlo, se sorprendió un poco aquel robot al ver a su dueño observándole de aquella forma, pero decidió sostenerle la mirada, observándole por igual. El mayor sentía su corazón galopar con fuerza en su pecho y sus ojos se desviaban a aquellos labios que él mismo había tallado, hoy en día se maldecía por haberle creado tan lindo, si no hubiera sido así, ahora no pasaría por esto.
Estuvo varios momentos sin hacer o decir algo, se mantenía preso de aquella hermosa visión que le obsequiaba el robot de blanca piel y cabello rubio.
No pudo resistirse mucho, sus instintos le llevaron a acercarse más, había pasado tanto tiempo desde que mantenía sus sentimientos en secretos después de descubrirlos, que deseaba dar rienda suelta a lo que en su interior surgía y rogaba por salir. Se acercó más, chocando su respiración en la sólida piel del menor, sintió como rebotaba el aire, más no emergía nada del cuerpo ajeno, el corazón se le oprimió, pero continuó, cerró sus ojos para no ver aquellos abiertos ojos que no parecían tener intenciones de cerrarse ante las sensaciones del acercamiento, guió sus labios hasta los fríos ajenos y un escalofrío le recorrió la piel.
Eran gélidos, sin vida, pero que con el contacto constante podían entibiarse un poco, TaeHyung se estremeció separándose al momento que los ojos se le llenaron de lágrimas, y una de ellas se liberaba rodando por su mejilla izquierda, deslizó su rostro sin ganas de siquiera levantarse, verlo a los ojos le provocaría más dolor, apoyó su cabeza en el pequeño pecho debajo de él y cerró sus ojos dejando escapar más lagrimas al momento que suspiraba.
- Hyung ¿qué-qué haces?- Jimmy estaba confundido, no entendía, su dueño jamás actuaba así, era lógico que en cierto modo se asustara, pero aun así, se sentía, alegre... en paz, pues aunque le preocupara el estado del mayor, la verdad es que TaeHyung estaba abrazándole, y eso era algo que debía agradecer a sea cual sea el mal que recorría el interior de su hyung.
TaeHyung le sintió hablar, mas dentro no retumbó su voz, sabía perfectamente como era que se emitía aquel sonido, él lo había colocado dentro del robot, él lo había creado, sabía cada parte interna de ese pequeño, todos sus cables, tuercas, baterías, todo... pero no había un corazón. Con rabia e impotencia oía el silencio que emitía, pues aunque tuviera su oído pegado al pecho ajeno, no sentía un latido, no sentía el bombeo de un corazón rebosante de vida, de hecho no se sentía nada, y si por casualidad, entre tanto silencio se sentía algo, aquello era ruido de maquinaria. Apretó sus dientes maldiciéndose, rogando porque aquella diosa de gran belleza le viera esta vez.
- Afrodita... -susurró entre sus labios escasamente abiertos. Jimmy le miró con sorpresa hacía abajo, observando su cabello castaño.
Y lentamente la mano del robot se deslizó a su cabeza, acariciándole el pelo lentamente, se preguntaba una y otra vez el porqué de TaeHyung rogar tanto a aquella diosa de la historia antigua, y cuando sus ojos observaron la mano sobre la cabeza se sintió mal, él no tenía tacto, no podía sentir aquello que decían de la suavidad de un cabello ajeno, deseaba tanto poder sentir a TaeHyung de una manera más humana, más real, pero ni aunque apoyara su palma entera en su cabello lograba sentirlo, y fue cuando deseó que aquella diosa lo convirtiera en un ser real, así como convirtió aquella estatua, sin siquiera notarlo, ese mito se había convertido en su historia favorita ahora, pues deseaba con toda su alma, que Afrodita se apiadara de él.
Y sin saberlo ambos anhelaban lo mismo, tener un final como el de Pigmalión y Galatea.
Al notar aquello, Jimmy se sintió algo desolado, con un gran vació en su interior, era extraño ya que era un robot, pero allí estaba esa sensación carcomiéndole por dentro, curioso, sostuvo a TaeHyung obligándole a levantarse un poco, el mayor se sorprendió pero se volvió a erguir en la cama, sentándose en ella, el maknae imitó las acciones anteriores, llegó hasta los labios ajenos y deposito un beso.
Un beso que se robó el alma de TaeHyung, y ciertamente no tenía ganas de separarse, quería besar más profundamente a ese pequeño, pero el otro se alejó, deslizó su nariz por el cuello, provocándole escalofríos deliciosos a medida que sus ojos se cerraban, y siguió bajando, pasó por su clavícula rozándola con sus labios, y terminó por recostar su cabeza en el pecho ajeno, tal cual TaeHyung había hecho anteriormente.
El corazón se aceleró de un momento a otro, pareciendo querer escapar de él, Jimmy lo sintió en sus pequeños oídos, sus aparatos auditivos podía captar perfectamente la frecuencia que se producía dentro del cuerpo ajeno, y su tristeza aumentó, él no tenía aquello, quería poder sentir en su pecho algo así, pues era tan mágico, que el interior de su hyung tuviera cierto ritmo tranquilizador, que le provocaba cerrar los ojos y dormir, estar en paz, una calma que él jamás había sentido, una melodía que adormecía.
El mayor se abrazó al pequeño cuerpo sobre él, transmitiéndole todo el calor que pudiera, y mientras sus labios volvían a pronunciar el nombre de la diosa, sus ojos se cerraron en el silencio de aquella habitación, durmiéndose de inmediato.
-¡Tae! ¡Tae! -una sacudida le fue despertando poco a poco, sus ojos se abrieron con pesar, encontrándose a si mismo en la sala, miró a su alrededor, y con dificultad pudo divisar a Jimmy mirándole con preocupación.
Se sentó en el sofá mientras llevaba una mano a su cabeza, rascándose levemente, mientras se preguntaba cómo de dormirse en la cama había aparecido allí. Miró a Jimmy, le veía algo extraño, como si no comprendiera algo.
-¿Estás bien? Hace rato que estas murmurando Afrodita...- Jimmy se agachó quedando frente a él, hasta poder verle el rostro. TaeHyung aun parecía adormilado.
-¿Murmurar?... ¿qué, qué hora es? ¿Dónde estoy? ¿Y los demás? -apretaba sus ojos con su dedo índice y pulgar intentando que a su memoria vinieran recuerdos.
- Son las tres de la tarde, tenemos que ir a grabar el performance de Ego, por eso venía a llamarte y me asuste cuando te vi hablando dormido -le miró preocupado, su amigo parecía no estar bien.
TaeHyung le miró fijamente, el otro correspondió aquella mirada con una propia, ambos se observaron en silencio, y lentamente la mano del menor se deslizó a la mejilla ajena, provocando un sonrojo notable y cierto nerviosismo que el mayor no logró ocultar, el corazón de TaeHyung se aceleró más, y su pecho tembló ligeramente mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, la piel bajo su tacto era caliente y suave.
- Me escuchó... -susurró -cumplió mi deseo -sus ojos brillaban con intensidad ante Jimmy mientras llevaba su otra mano a la otra mejilla del mayor, le sostenía con algo de fuerza, el otro cada vez comprendía menos.
- Tae ¿e-estás bien? -tragó saliva nervioso, sintiendo su cuerpo temblar ante el tacto del contrario.
TaeHyung se levantó aun maravillado por su sorpresa, con una amplia sonrisa que adornaba su rostro, Jimmy se levantó junto con él, y se avergonzó mucho más cuando vio que el menor parecía inspeccionarlo con sus manos y sus ojos, tocándole, y revisándole como si fuera un policía a un delincuente. Sin descuido sus manos fueron hasta un lugar fuertemente deseado, introduciéndose debajo de la remera que llevaba el mayor, erizándole la piel al instante en que las yemas de sus dedos rozaban su cuerpo, y se apoyaron en su pecho transmitiéndole calor.
Las palmas de TaeHyung pudieron notar el fuerte y rápido palpitar del corazón del otro, rió y sin poder creerlo aun elevó su vista, Jimmy tenía sus ojos brillosos, su rostro completamente rojo y sus labios entreabiertos dejando pasar un poco de aire ya que el respirar por nariz se le dificultaba ante la sorpresa y pena que aquello le dio al encontrarse totalmente desprevenido.
- T-Tae? -preguntó con algo de temor, TaeHyung fue borrando su sonrisa al darse cuenta de la idiotez que estaba cometiendo.
Sacó las manos de debajo de la remera, bajó su cabeza avergonzado también, sus mejillas se sonrojaban fuertemente, mientras llevaba su mano a su boca, apoyando su nariz en el dedo índice, totalmente apenado. Recién ahora conseguía tener noción, él no era un extraterrestre, eso tan sólo fue una fantasía provocada por manifestaciones oníricas y Jimmy no era su robot.
La verdad es que él tan sólo era un ser humano, que al igual que el pequeño joven, tenía 24 años, llamado en la realidad JiMin y el apodo era similar a su personaje de bt21, quien había luchado con él para cumplir sus sueños, transmitiendo su música al mundo.
Todo había sido un sueño... más bien, una pesadilla.
- Pe-perdón, yo no... -intentó disculparse, su acción había sido completamente indebida, pero apenas sus labios se abrieron, con sorpresa en sus ojos observó como el vocalista se aventaba hasta él y le besaba en ellos.
Aquel tacto de sus labios era muy distinto al del sueño, no era frío, era tibio, cálido, húmedo, efectivamente era humano, era real, tenía vida, y no pudo desaprovechar esa oportunidad que se le dio, correspondió el beso del mayor, rodeando su cintura con sus brazos uniéndolo más a su cuerpo, podía sentir el calor corporal, la costosa respiración ajena, que sensación más divina.
JiMin se dejó llevar, abrazo más su cuello, sonreía en el beso, algo torpe y tímido intentaba seguirle el ritmo al menor, que disfrutaba de sus labios como si fuera un fruto deseado.
Lentamente el movimiento de sus bocas disminuía, y cuando el menor mordió levemente el labio inferior del otro, el beso se dio por finalizado, se miraron a los ojos conectándose entre ellos, como en las historias de amor, como en las descripciones de los libros.
- Pensé que jamás me corresponderías Tae -susurró el mayor pegando su frente a la ajena, ambos respirando agitadamente aun.
JiMin había estado enamorado de TaeHyung desde el día en que le conoció, pero el temor de no saber que sentiría él, le impidió confesarse todo este tiempo... hasta hoy que de las caricias del menor, tomó impulso para demostrarle sus sentimientos con acciones, y de más está decir que TaeHyung correspondía aquellos sentimientos, pues siempre deseó al mayor, y aquel sueño que había tenido se lo confirmaba nuevamente. Pero esta vez se sentía diferente, JiMin le quería, y ahora no habían temores ni excusas para estar separados, ambos eran humanos, ambos eran reales, ambos se amaban, y por ahí dicen que si alguien desea algo en conjunto con la persona que ama, ese deseo se convierte en realidad.
Quizás, Afrodita, después de todo, sí les escuchó, como a Pigmalión y Galatea.
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Qué tal?? Qué les pareció???
Cuando era más joven lo leí y me había inspirado, aunado el hecho de que en los inicios de ciertos grupos estaba unos rumores que... bueno sólo alentaron a mi imaginación
Es un fic alterno al que estoy escribiendo 😁
Pero más o menos ahí está algo de la trama de la que trata... y...🤔
Qué me dicen??
Espero les haya gustado!🤩
Nos leemos bellezas 😘😘 se me cuidan!😘
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