¿Qué es esto que siento?

Este dolor me atormenta, me lleva a un vacío conocido que hace tiempo no sentía.

Comenzó con un punzón en lo más profundo de mi estómago. Las ganas de comer, que siempre están presentes, se desvanecieron junto al positivismo con el que extrañamente me desperté el día de hoy.

Luego prosiguió el cansancio, a causa de la falta de comida. Mi cuerpo no podía más estar de pie, pero mi mente seguía activa recordándome todos los quehaceres que he dejado de realizar por este repentino sufrimiento. Los trabajos, la limpieza, las responsabilidades, acciones que me esmero por hacer diariamente y que ahora, por un azar de mi catastrófico destino, no puedo realizar.

Afortunadamente mis pensamientos se apagaron conforme a las horas de dolor, ya eran las 7 de la noche y estaba completamente tirada en el sofá de mi departamento, mientras mi cuerpo se ahogaba en un mar de tortura y desolación. Ya había perdido la cuenta de las tantas veces que me había dicho a mi misma "en media hora pasará", "solo debo esperar un poco más", "si duermo ahora, cuando despierte todo volverá a la normalidad", estaba equivocada; no pasó, en vez de eso, empeoró fatidicamente.

Después de las 8 en punto decidí que ya no podía más, realmente no quería molestar a mi familia con esto, pero a mis buenos 15 años no es fácil subsistir en la soledad de un tormento de tal magnitud. Llamé a mi madre, para pedir ayuda. Muchos a este punto me tildarán de exagerada, no tengo manera de convencerlos que no es así, es solo mi palabra contra la suya y si les soy sincera, no tengo la fuerza para darles la contra justo ahora.

No es la primera vez que tengo este tipo de padecimiento, antes mis dolores iban y venían; posteriormente, junto a un diagnóstico de gastritis crónica, se volvieron cotidianos.

Las incoherencias de mi actual dolor estomacal son los siguientes. Uno, no es ese tipo de dolor al que estaba acostumbrada antes, y lo sé más que bien, no sufrí por gusto 3 años esa enfermedad. Dos, no tengo ninguna recaída hace más de un año, así que es casi imposible tenerla justo ahora, que llevo el régimen nutricional más saludable que he tenido en mis cortos años.

Entonces, ¿por qué?

Talvez, nunca lo descubra.

Mi madre llegó una hora después de mi llamada, aparentemente estaba preocupada. Mis dolencias afligen mucho a mi familia, al ser casi nulas. En adición, he de admitir que cada vez que tengo alguna, lo callo lo más que puedo, únicamente alzo mi voz en momentos gravemente dolorosos, en los que no puedo hacer nada  por mi misma.

En ese momento, yo estaba en mi cuarto llorando en posición fetal, mi cabeza daba vueltas y aunque mi estómago se retorcía y me gritaba que me levante a prepararme si quiera un té de manzanilla, yo no tenía las fuerzas suficientes.

Me cuestionaba que era más doloroso, si la resignación mental de no haber logrado nada de lo que me propuse hoy, o si el propio dolor causado por ese horripilante retorcimiento en la parte de mi vientre.

Con mi rostro apoyado en mi almohada, no podía pensar en más que eso, mientras unas lágrimas traicioneras de frustración descendían por mi rostro anunciando la triste derrota que no había querido aceptar.

No pude escuchar, cuando mi mamá entró en silencio a mi cuarto y al verme en tan horripilante estado, solo se retiro y empezó a prepararme sopa de pollo y té de apio.

No pude escuchar, porque estaba sumergida en mi propia derrota, y aunque era consciente de que no podía ni puedo hacer nada más, no soy capaz de aceptarlo.

No siempre puedes prevenir cuando algo del estilo está por pasar, a veces simplemente aparece de la nada y aunque no está bien, es normal. Es completamente normal sentirse mal un día y dejar todo a un lado para dedicarte a recomponer tu integridad física o psicológica. El único problema es tu mente que lo único que hace es culparte de algo por lo que no tienes el control.

Nicole, mi niña, no tienes la culpa, te lo juro. Tan solo has sido víctima de un triste destino. Por suerte, cada día es una nueva realidad y estoy segura que mañana estarás mejor y podrás estar en paz contigo misma.

Para no preocupar a nadie más me dije a mi misma, en el silencio mental que era acompañado con el sonido de los carros que pasan cerca de mi calle.

Por fin logré levantarme de mi cama, después de varios intentos. Mi madre me sirvió un poco de sopa que acababa de preparar se veía muy preocupada y me alentó con palabras dulces, pero tras una media hora tuvo que volver a ir, el trabajo no puede esperar más.

- Vendré en 1 hora. Toma la sopa ¿si? Te hará bien

- Sí, muchas gracias, está deliciosa.

Me sonrió, con una de esas sonrisas, que solo reflejan intranquilidad y salió del departamento.

Yo empecé a comer, lentamente, reprochándome internamente por haber pensado hace relativamente poco que talvez morir era mejor en estos momentos. No lo pensé en serio, solo fue el temor del momento; el temor al sufrimiento.

Mis dos perros me alientan en silencio ahora, mientras permanezco sentada en el sillón de mi sala. Ya estoy mejor, no se preocupen por mi, estoy mejor en mi propio limbo de paz que me esmero en crear en situaciones complicadas como esta. Dadas las 11 de la noche, en punto, puedo decir que mañana será un mejor día, solo queda poder comprobarlo por mi misma.

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Ese día (Hace más de un año que lo escribí) no me sentía bien, como siempre Nicole me hace poder sacar todos estos sentimientos. Amo esto, porque puedo escapar de una realidad que a veces duele. La realidad de tristeza en la que mi mente me obliga a creer que le importo a pocos y me duele tan solo respirar porque me asfixio con el oxígeno.

No quiero que esto suene mal, solo quiero desahogarme. No sé quién llegue a leer esto, pero si estás pasando un mal momento espero que puedas mejorar pronto.

Atte: Sullivan ❤️