3.- Consecuencias
Los encuentros con Taylor continuaron a escondidas. Nos veíamos en su oficina y en cualquier rincón que pudiéramos. Coincidíamos siempre en el ascensor cuando llegábamos o para salir a almorzar. Y siempre aprovechaba la oportunidad para tocarme a escondidas de todos. Pero eso no era suficiente para ninguno de los dos y los encuentros furtivos se convirtieron en tardes o días en una habitación de hotel en que estábamos reunidos o trabajábamos de casa. Mi apetito sexual aumentó y después de una tanda de sexo con Taylor llegaba a casa deseando más. Taylor me advirtió que no comparará, que eso solo lo arruinaría todo. Pero no pude evitar hacerlo.
Había una diferencia enorme entre ambos. El sexo era duro, ardiente y como me gustaba. Pero los besos y las caricias de Taylor no tenían comparación. Mi esposo se había olvidado de esa parte tan importante de nuestra conexión.
Los encuentros, no solo eran para tener sexo, conversábamos mucho y eso solo hizo que comenzáramos a compenetrarnos cada vez más. Hablamos de nuestros problemas en nuestras relaciones y nos damos consejos. Me gusta su forma de pensar y he descubierto que tenemos mucho en común.
Y así comienza a pasar el tiempo entre encuentros fortuitos y beso robados en la oficina.
***
Han pasado 4 meses desde que comencé lo que sea que tengo con Taylor. Hoy no ha venido a trabajar. Le envío un mensaje preocupada y espero su respuesta mientras me pongo a trabajar.
A la hora de irme no he obtenido respuesta de mi mensaje y eso me preocupa. Cuando monto en mi auto está a punto de llover. Necesito saber de él, pero no puedo ir a su casa y preguntar.
Justo en ese instante mi móvil suena, es el.
—Dime—respondo ansiosa.
—Nos vemos en el hotel.
—Salgo enseguida
Cuelgo y no pierdo ni un segundo.
Diez minutos después estoy tocando a la puerta de la habitación. El semblante con el que me recibe no es el mejor. Lo conozco lo suficiente para saber qué algo ha sucedido.
—¿Estás bien? —pregunto preocupada.
—Me he ido de la casa.
Miro a mi alrededor y veo muchas maletas.
—¿Qué ocurrió?
—Ya nuestra relación no daba más. Ella nunca va a confiar en mí palabra no importa lo que yo diga.
Solo entonces reparo en el golpe que tiene en su mentón.
—¿Que te sucedió? —pregunto ahora preocupada mientras voy por hielo a la nevera.
Lo envuelvo en un paño y se lo llevo. Lo tomo por las manos y lo hago sentarse. Me paro entre sus piernas y le pongo el hielo con cuidado.
—Su padre se ha pasado de la raya. Teníamos una cena familiar y como siempre llegó tarde. Siempre que hay fiestas él se emborracha, pero está vez cuando estábamos solos vino sobre mí y sin ningún motivo me golpeó. Me lo quité de arriba dándole un puñetazo y entonces el comenzó a gritar. Cuando su hija llegó, lo tenía presionado por el cuello en el suelo. Lo solté y comenzó a gritar que lo quería matar.
—Pero si el comenzó.
—Pero me creyó a mí, le creyó como siempre al borracho de su padre. Y es la última vez que eso va a ocurrir. Merezco algo mejor que alguien que no confía en mi—se queda mirándome fijamente. —Ven a vivir conmigo.
Se me cae el hielo de la mano.
—¡Que!
—Vives en un matrimonio atascado en la rutina desde hace tiempo. ¿Acaso no sientes nada por mí?
—No solo puedo pensar en mí, también están mis hijas, no voy a dejarlas atrás.
—Tráelas contigo.
—Taylor, sabes que no te puedo dar un hijo.
—No me importa. Solo quiero tenerte junto a mí, nada más importa.
Esto es mucho que procesar. Cuando comenzamos todo esto, nunca pasó por mi mente que llegáramos a más. Era sexo sin compromiso, justo lo que habíamos acordado. Nada de enamorarse o involucrar sentimientos. Éramos dos personas necesitadas que se encontraron para satisfacer sus necesidades. Me aparto de su lado mientras el corazón se me acelera. No sé qué responder, no sé qué hacer. Estoy aterrada y solo puedo hacer una cosa. Salir corriendo de allí.
—Lo siento, debo irme—respondo mientras me visto a toda velocidad y salgo corriendo de allí.
Afuera llueve a cántaros y mi auto está estacionado lejos. Mientras la lluvia caes sobre mí, sus palabras regresan a mi mente
"Ven a vivir conmigo"
—Ashley, no te marches—tira de mi mano y me gira cuando llego a mi auto.
—Tengo que hacerlo, no puedo.
—Si puedes. Por una vez Ashley, solo por una vez, deja de pensar en el que dirán y en los demás y piensa en ti. Tú felicidad es más importante que cualquier otra cosa.
—Mis hijas son mucho más importantes que mi felicidad.
—Tus hijas lo entenderán cuando sean grandes. No vale la pena seguir estancado en algo que no funciona.
—Taylor, no sé. No sé qué decirle.
—Solo dile la verdad. Estás enamorada de alguien más que te ama con locura.
No puedo creer sus palabras.
—Taylor—me besa evitando que diga algo más y el calor de su boca sobre la mía me hace olvidarme de todo.
—Quédate conmigo—susurra contra mis labios—. Mañana lidiaremos con las consecuencias de esta locura. Salgamos de la lluvia.
Regresamos a la habitación y me saco la ropa mojada. Taylor se acerca a mí y me seca con una toalla mientras deja besos en mi cuello que me hacen estremecer.
—No has cenado, ¿cierto? —me pregunta de repente.
Niego con la cabeza y él se separa de mí. Va hacia el teléfono y pide servicio a la habitación. Son estos detalles de él que me hacen desearlo cada vez más.
Envío un rápido mensaje anunciando que llegaré tarde y después mi móvil se queda sin batería.
Ambos cenamos envueltos en un albornoz y en medio de una conversación informal hablamos sobre nuestra infancia, nuestros padres y hermanos.
Después de cenar nos recostamos en la cama mientras el enciende el TV de la habitación en algún canal. Me acaricia dulcemente y lo miro de reojo de vez en cuando. Me besa el cuello y me giro para unir mi boca a la suya. Un beso corto. Le sonrió y dirijo mi boca hacia su cuello y hombro, sé que ese es su punto débil. Deslizo mi lengua por ahí. Le doy una ligera y suave mordida y de repente estoy acostada bajo su cuerpo.
—Eso no se hace.
—No pude resistirme, me encanta tu olor.
—Me sucede lo mismo—murmura mientras acerca su boca a mi cuello y comienza a besarme—. Pero justo ahora, solo puedo pensar en saborearte.
—No te detendré, quiero sentir tu boca dándome placer.
Abre mi albornoz y de repente lo tengo entre mis piernas. Las abre con sus fuertes manos y su lengua se desliza sobre mi clítoris.
Jadeo y me sostengo de su cabeza. Traza círculos sobre el clítoris acercándome a cada instante más al inevitable orgasmo. Cuando todo mi cuerpo se tensa en anticipación, desliza su lengua por mi abertura.
—¡Fuck!—dejo escapar una serie de maldiciones mientras me dejó ir.
Lo siento reír contra mi seño.
—Es la primera vez que me percato que maldices cuando alcanzas el orgasmo.
—¡Cállate y hazme maldecir de nuevo!
Su risa es contagiosa, pero sin dudarlo hace lo que le pedí. Se deshace de su albornoz y me sube las piernas sobre sus hombros.
—Todas las veces que desees—murmura antes de undirse en mi interior.
Marca un ritmo salvaje que yo acompaño con movimientos de mis caderas. Pero él me sonríe y se sale de mi interior.
—¿Qué haces?
Me da la vuelta y me pone a gatas en la cama.
—Sé que es lo que te gusta—su penetración llega hasta el fondo y me hace gritar—. Se cómo hacerte maldecir una y otra y otra vez.
Con sus estocadas me impulso hacia su cuerpo y grito. La punzada de dolor se transforma en placer y eso es justo lo que necesito. No me detengo ni le digo que pare, solo le exijo.
—¡Rápido!
Y ante mi comando el acelera. Jadeo grito y me estremezco mientras él me posee como un salvaje hasta que no puedo devolverle las embestidas y me dejó caer temblando de placer en la cama.
—¡Me vengo!—grita extasiado y eso solo me reanima.
Me muerdo los labios y me impulso contra él. Mi orgasmo comienza a elevarse y formarse uno nuevo.
—¡No pares!—le exijo y el aferra con más fuerza sus manos en mi cintura.
—¡Ashley!
—Confío en ti.
Y con mis palabras lo siento dejar escapar el aire y jadear. Siento mucho calor en mi interior y eso solo me hace moverme contra el con mayor intensidad. Y con unos cuantos movimientos más maldigo y me dejó ir contra el colchón.
Taylor se recuesta contra mi cuerpo y me abraza con fuerza. Deja besos en mi espalda y susurra esas palabras que hace mucho tiempo dejé de escuchar.
—Te amo.
Las lágrimas de felicidad escapan de mis ojos. Nunca creí que encontraría el amor nuevamente después de tanto tiempo. Reconozco que no luzco como en mis veinte. Tengo dos hijos y mi cuerpo tiene las huellas del sacrificio de ser mamá. Nunca creí que podría encontrar a alguien que no se fijará en esas imperfecciones y que me aceptará justo como luzco. Con mi celulitis y mis estrías.
Me giro debajo de su cuerpo y el recuesta su cabeza en mi pecho.
—Te amo—susurro las palabras mientras le acaricio el cabello largo.
Justo ahora no me importan las consecuencias de lo que sucederá. Cierro los ojos y respiro lentamente mientras sonrío.
La alarma de mi reloj me despierta y la realidad me golpea de repente. Me tiro de la cama y Taylor a mi lado se despierta con mis movimientos.
—¿Qué haces?
—Debo regresar a casa, mis hijas—Taylor se acerca a mí.
—¿Hablarás con él?
No le respondo, cojo mi ropa y me visto a toda velocidad. Me acomodo el cabello, recojo mi móvil y me dirijo hacia la puerta. El me mira frunciendo el ceño. Me acerco a él. Lo beso y le sonrío.
—Te llamo cuando hable con él.
Todo el camino voy con el corazón en la boca. No sé qué diré cuando llegue a casa. Y mientras más me acerco más siento el salto en mi estómago. Abro la puerta sin hacer ruido y entro. Los juguetes siguen desordenados en el suelo. Los recojo y después me dirijo hacia el cuarto de las niñas. Aún duermen. Entro en nuestra habitación, aún duerme. Me meto al baño y me saco la ropa, me ducho y salgo envuelta en una toalla. Está sentado en la cama.
—¿Ya preparaste el desayuno?—me pregunta mientras me seco el cabello.
—No—respondo.
Se levanta de la cama y se mete en el baño. Me siento en la cama y me quedo mirando hacia el baño. No se ha dado cuenta que no dormí aquí anoche. Cuando sale del baño, aún estoy mirando fijamente la puerta.
—Debemos hablar—levanto mi mirada ante sus palabras. Se sienta a mi lado—. Lo nuestro ya no funciona Ashley y sé que tú también te has percatado de eso.
—Tienes razón—admito.
—Lo mejor por el bien de las niñas es que nos separemos en buenos términos. Ellas nos aman y no merecen sufrir un divorcio desastroso.
No puedo creer lo que estoy escuchando.
—En eso tienes razón. Somos amigos después de todo y últimamente siento que eso es lo único que queda en esta relación, la amistad, y debemos mantenerla.
—Llevo semanas dándole vueltas al tema, no sabía cómo lo tomarías.
—Honestamente, quería hablar contigo al respecto desde hace días, solo que no sabía cómo decírtelo.
—Pues ya lo hemos hablado. Hablaré con nuestro abogado hoy, te puedes quedar con el apartamento, así las niñas no tienen que cambiar de ambiente.
—¿Tu que harás?
—Iré a visitar a mis padres unos días.
—Siempre tendrás un lugar en mi corazón, lo sabes.
—Tu igual—me da un beso y se pone de pie.
Él se marcha a preparar el desayuno y me quedo allí sin poderlo creer. Todo ha sido muy fácil. Busco el teléfono y le marco a Taylor.
—¿Que sucedió?
—Nos vamos a divorciar.
La línea se queda en silencio por un instante.
—Que le dijiste?
—En realidad, no tuve que decir nada, él fue quien lo propuso.
—Nunca creí que sería tan fácil.
—Yo tampoco—pero me quedo pensativa—. Debo hablar con él, tiene que saberlo.
—¿Estás segura?
—Le debo honestidad.
Salgo hacia la cocina y él se gira al verme. Analiza mi rostro.
—Sucede algo?
—Sí—me siento en una banqueta—. No he sido del todo honesta contigo. Me gusta alguien más.
El no habla, solo me mira fijamente.
—¿Te hace sonreír? —su pregunta me sorprende.
—Sí—él me sonríe con cariño.
—Entonces seguro que serás feliz con él.
Me abre los brazos y nos abrazamos como viejos amigos.
Cuando llego al trabajo voy directo a la oficina de Taylor. Al abrir las puertas él me mira expectante.
—Como fue la conversación—pregunta mientras me acerco a él.
Giro su silla hacia mí y me paro entre sus piernas. Sus manos me aferran por la cintura.
—Bien, le conté que me gustaba alguien más y me dijo que esperaba que me hiciera feliz.
—¿Solo eso?
—Creo que él también se estaba viendo con alguien mucho antes de que comenzáramos lo nuestro. Justo desde entonces comenzó a distanciarse un poco.
—¿No le preguntaste?
—No tiene mucho sentido hacerlo.
—Entonces ya podemos amarnos libremente sin necesidad de escondernos—le sonrío mientras sostengo su rostro.
—Solo debes esperar un poco más, en cuanto esté el divorcio, podremos hacerlo oficial.
Uno mi boca a la suya y el aprieta mi cintura.
Dos meses después
Entro en la oficina después del mediodía mientras sostengo un file en la mano. Toco a su puerta y entro. Él mira fijamente el file en mi mano.
—¿Ya está?
—Listo, ya es legal. Soy oficialmente una mujer divorciada.
Llega donde estoy yo y me abraza haciéndome girar por los aires.
—Hora de salir a almorzar—murmura contra mis labios mientras me toma por la mano y me saca de su oficina.
Salgo conteniendo la risa y me dejó arrastrar hasta el ascensor. Todas las miradas están fijas en nosotros. Presiona el botón y me gira hacia él plantándome un beso en la boca que me deja sin aliento.
—¡Taylor!—lo reprendo por su muestra de cariño en público.
—He esperado mucho tiempo para hacerles saber a todos que nos amamos—grita con euforia.
—Tienes razón.
Tiro ahora de su rostro hacia el mío y devoró su boca dejando escapar un gemido. Las puertas del ascensor se abren y lo empujo dentro. El presiona el botón y después continuamos besándonos sin importar nada más.
Encontrar el amor es algo maravilloso. Encontrarlo dos veces en la vida, lo es aún más. Ahora nos queda un reto más por delante. Mis hijas.
Su padre y yo nos sentamos con ellas y les explicamos que no viviríamos más juntos, pero que seguíamos amándolas. Y hace aproximadamente un mes, les hablé de Taylor, pero solo que era un amigo y mi jefe. Cuando lo conocieron ambas quedaron encantadas y enamoradas de su sonrisa.
—" Son como su madre"—fueron las palabras de Tyler.
Además, que él supo cómo ganárselas. Su helado favorito, y un peluche gigante de Bob esponja. En cada visita que nos hacía, repetía la misma rutina. Las niñas lo veían llegar y corrían a ver qué les había traído.
Ahora queda el reto de contarles que somos algo más que amigos y que viviremos juntos. Pero sé que ellas no se opondrán a comer helado y que les regalen más peluches.
Lo que comenzó como sexo sin compromiso, deseo y satisfacción sexual, termino transformándose en mucho más. Es probable que Taylor me conozca sexualmente mucho mejor que yo misma. Nuestros temas de conversación cuando solo era sexo, eran sobre gustos y preferencias. Así descubrimos lo que nos gustaba a cada uno y el acto sexual se transformó en prácticas de conocimientos adquiridos. Así descubrimos que teníamos un similar apetito sexual y eso no es muy común. Los rápidos encuentros sexuales fueron incrementándose en tiempo e intensidad hasta que no pudimos ocultar más nuestros sentimientos crecientes.
Una mirada y un beso pueden cambiar toda tu vida. Y el resto solo debes hacer una cosa:
Dejarte llevar y solo sentir.
Fin
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Espero les haya gustado esta historia corta. No es a lo que están acostumbradas a leer, pero a veces solo hay que dejarse llevar y salir de tu zona de confort.
Disfruten de la historia y no olviden dejarme sus comentarios y votos
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