2.- Reacción
En la tarde mientras camino rumbo al apartamento olvido todo lo relacionado con el trabajo. En mi mente solo ha sido una fantasía de alguna de las novelas que leo, solo algo que me hubiese gustado que me ocurriera, nada más. Introduzco la llave en la cerradura y en cuanto abro los gritos se escuchan en la casa.
—¡Mama!—mis hijas gritan y corren en mi dirección.
Las dos se enganchan en mis piernas y no me sueltan. Camino con ellas hasta lanzarme en el sofá mientras ellas ríen a carcajadas. detrás de ellas nuestro perro comienza a aullar, tengo que saludarlo también o no parará de hacerlo. Doy unos toques en mi muslo y el corre hacia nosotras muy contento.
—Bien, ya saludé a todos. ¿Ya cenaron?
—No, responde la mayor—extraño. Miro el reloj son casi las 8:00pm
—¿Dónde está su padre?
—En su oficina.
Me separo de mis hijas y voy hacia la oficina. Al entrar él está al teléfono y al verme pausa la llamada.
—¿Necesitas algo?—pregunta cubriendo el auricular.
Me acerco a él que aparta su mirada de la mía y comienza a apuntar algo en un papel.
—¿Las niñas no han cenado? —pregunto mientras él me hace una seña para que espere.
—Lo siento, debo cerrar este contrato—retoma la llamada y termina por ignorarme.
Salgo de allí molesta. Está conducta suya ya me está cabreando. Llevo a las niñas para la habitación y las visto para salir. Paso por su estudio para informarle, pero al final no lo interrumpo, sé que no desea que lo haga.
Me llevo las niñas a comer al centro comercial en su pizzería favorita. Dejo que se diviertan en el parque y para cuando regresamos a casa la más pequeña está dormida. La cargo en brazos hasta su cama y la mayor se acuesta también, están agotadas. Me meto en la ducha y me doy un baño antes de ir para la cama. Estoy agotada. Unos minutos después mi esposo me acompaña en la cama.
A pesar de que estoy molesta con él, justo lo que necesito ahora es un masaje y algo de sexo no vendría mal. Pero como últimamente sucede, hay que pedirle las cosas pues él no se percata de nada. Se gira hacia su lado de la cama y se olvida de que existo. Justo hoy con todo lo que me ha sucedido y el actúa así.
Sin poderlo evitar pienso en mi jefe una vez más y sus últimas palabras.
***
Cuando llego a la oficina a la mañana siguiente, no tengo el mejor aspecto. No he podido pegar ojo en toda la noche. «¿Cómo puedes olvidar algo que te ha hecho sentir viva nuevamente?» El maquillaje ha hecho un excelente trabajo, pero mi rostro exhausto se refleja en mi saludo matutino.
—Buenos días—saludo a mis compañeros que están esperando el ascensor y contengo un bostezo que quiere escapar.
—Buenos días Ashley, ¿mala noche?—me pregunta Karen a mi lado.
—No pude pegar un ojo.
—¿Preocupada por algo?
Voy a responder pero en ese instante alguien se detiene a mi lado y puedo ver por el rabillo del ojo quien es. El causante de mi desvelo.
Las puertas del ascensor se abren y entramos. Me acomodo al fondo y él se detiene justo a mi lado. Lo miro de reojo y el me mira de regreso frunciendo el ceño. Regreso mi mirada al frente. El saca su móvil del bolsillo y teclea algo. El mío suena y lo saco para leer el mensaje.
—"No me mires así"—es de él. Lo vuelvo a mirar y el teclea otra vez—"Si no vas a terminar no empieces a jugar".
Le sonrió con diversión pues esta mañana mientras me duchaba, tomé una decisión. Guardo el móvil y regreso mi mirada al frente. El hace lo mismo. Y sin pensarlo muevo mi mano hacia su trasero al cual le doy un apretón sin dejar de mirar su rostro. Él sonríe divertido pero no aparta su mirada del frente. Las puertas se abren y aparto mi mano.
—Ashley, ¿puedes traerme un café a mi oficina?
—Enseguida—respondo mientras me dirijo hacia mi puesto de trabajo y dejo el bolso en la mesa.
Toco a su puerta cinco minutos más tarde con el café en la mano y el corazón en la boca.
—Adelante—su enérgica voz me invita a entrar. En cuanto estoy dentro mi vista se queda fija en él. Su mirada me hipnotiza y no puedo moverme del lugar—. Cierra y ven aquí—palmea su lado del sofá—me acerco y me siento a su lado. El me quita la taza de las manos y la deja en la mesita del centro—. ¿Meditaste con la almohada anoche? —pregunta risueño.
—En realidad no pude dormir en toda la noche.
—¿Que te hizo cambiar de opinión? —pregunta mirando hacia mi boca.
—No lo se—pero si lo sé.
Necesito algo nuevo en mi vida y salir de la monotonía y la rutina en que se ha convertido mi día a día. Si lo sé, sé que no es justo con mi esposo lo que estoy haciendo, pero necesito sentirme viva nuevamente y Taylor me hace sentir así.
—¿Estás segura de tu decisión? Después de esto, no hay vuelta atrás.
—Lo estoy, no diré que no nuevamente—me le quedo mirando su rostro cansado—. ¿No has dormido tampoco?
—No mucho—responde recostando la cabeza hacia atrás en el sofá y cerrando sus ojos.
—Sé que hacer para quitarte el sueño—murmuro divertida—. Dejaré que adivines lo que traigo debajo de la falda.
Rápidamente abre sus ojos y mira hacia mi falda corta de color azul.
—¿Un hilo? —pregunta intrigado.
—No—respondo mordiéndome el labio inferior.
—No sé. ¿Un tanga?
—Acertaste, pero, ¿de qué tipo?
—No lo sé. De los que quedan por debajo de las nalgas.
Me acerco para susurrarle al oído.
—Es de color azul y de encaje.
—Tentadora. ¿Me lo vas a mostrar?
—No lo sé— me pongo de pie y camino hasta el ventanal de su oficina. Desde aquí arriba la vista es hermosa.
El hace lo mismo y se detiene detrás de mí.
—Puedo convencerte para que me lo enseñes—murmura besando mi cuello y colocando sus manos en mi cintura.
—Mete la mano y toca—susurro atrevida en un jadeo.
Introduce una de sus manos y acaricia la tela mientras deja escapar un gemido de satisfacción.
—¿Te lo has puesto para mí? —pregunta curioso deslizando el pulgar por el frente.
—Mete más la mano—le pido una vez más.
Su mano se introduce dentro del tanga y me acaricia el sexo con un roce suave y lento. Jadea en mi oído.
—Deliciosa—murmura satisfecho ante mi depilado pubis.
—Dentro—pido una vez más mientras apoyo mis manos en el cristal.
Introduce un dedo en mi interior y lo mueve un poco haciendo que yo jadee de placer.
—Estas deliciosamente mojada como para tener algo más dentro de ti.
Sus palabras me excitan y me hacen desear algo que nunca antes he deseado. Saca el dedo curioso y me gira entre sus brazos. Su rostro se acerca al mío y detiene su boca pegada a la mía. Esta vez soy yo quien lo besa sosteniéndolo por el cuello. Su lengua está en mi boca en un segundo y una de sus manos entre mis piernas. Jadeo y me entrego con anhelo y pasión al ansiado beso. Me toma por las caderas y me carga sin esfuerzo alguno sentándome en su mesa. Aparta su boca de la mía y me mira sonriente.
—Aquí o prefieres ir a otro lugar—tiro de su chaqueta hacia mí y se la saco antes de desabrochar su pantalón—Entendido.
Sube mi falda y mete los dedos dentro para deshacerse del tanga de encaje azul que hace mucho tiempo que tenía abandonado en el cajón de mi armario.
—El azul es uno de mis colores favoritos. ¿Te lo has puesto para mí?
—Sí—respondo mordiéndome el labio inferior que tanto le gusta a él chupar.
—Entonces lo conservaré—susurra mientras se lo guarda en el bolsillo del pantalón.
—Hay algo que debes saber antes—me mira expectante—. Llevo un tiempo sin tener sexo.
—¿Un tiempo? —pregunta intrigado
—Dos meses—no puedo creer que esté contándole el tiempo que llevo sin tener sexo.
—¿Quieres que vaya con cuidado?—murmura acercando su boca a la mía.
—No—respondo con la respiración acelerada.
—¿Gritas mucho?—levanto una ceja ante su pregunta curiosa.
—A veces—respondo mientras él sonríe con diversión y acerca su boca a mi cuello.
—¿Sabes contener los gritos? —me besa haciendo que deje escapar un jadeo.
—Sí
Deja varios besos en mi cuello y después acerca su boca a la mía. Me besa tirando de mi labio inferior y después se separa de mí. Sus manos se acercan a mi blusa y desabrocha lentamente los botones. La deja abierta y después baja su boca hacia mis pechos. Aparta a un lado el sujetador y devora uno de mis senos. Me aferro con las manos a la mesa mientras lo dejo chupar, morder y tirar de mis pezones a su antojo. Mi cuerpo se retuerce de placer y mi vientre se contrae.
—Si te toco ahora, ¿estarás mojada?
—Sí—jadeo.
Sus manos bajan por mi cuerpo, se cuelan entre mis muslos y un dedo se desliza con lentitud en mi interior. Lo mueve en círculos y presiona contra la parte frontal de mi vagina. Saca su dedo y termina de desabrocharse el pantalón bajándolo por sus piernas junto a sus bóxers. Me muerdo el labio inferior mientras observo su erección dura y lista para mí.
Se posiciona en mi entrada y frota su miembro contra ésta haciéndome estremecer.
—¿Estás lista para mí? —susurra mientras tira de mi labio inferior.
—¡Sí! —exclamo deseosa de mucho más.
—No tengo preservativos aquí.
Me extrañaría que los tuviese en este mismo instante.
—No importa—respondo ansiosa evitando que me deje pensar en la locura que estoy cometiendo.
Se vuelve a colocar en mi entrada y muy lento se introduce en mi interior. Me muerdo el labio y contengo un gemido de delicioso placer.
—¿Te duele? —pregunta deteniéndose cuando ha entrado del todo.
—¡No! —exclamo mientras enredo las manos en su cuello.
Y comienza a moverse en mi interior con movimientos pausados y lentos. Me aferro a su cuello y tiro de su rostro hacia el mío. Necesito su boca. Mientras se mueve en mi interior y su boca devora la mía contengo mis gemidos. Esto es celestial.
Taylor acelera sus movimientos y yo enredo mis piernas en su cintura.
—¿Te gusta así?
—Sí—respondo contra su boca.
Separa su boca de la mía y me quedo mirando su rostro. Tiene los labios entreabiertos y su mirada intensa fija en la mía. Gimo y me muevo al encuentro de sus embestidas. Pero no cierro los ojos. Me deleito viendo su rostro que comienza a descomponerse de placer y muy lentamente comienza a bajar la intensidad de sus movimientos.
Acerca su boca a la mía y me besa con ternura.
—¿No te has venido? —me pregunta y niego con la cabeza. Sale de mi interior y allí nos quedamos abrazados.
Esta es la primera vez que hago algo como esto. Nunca me había pasado por la mente engañar a mi marido. No soy de esas personas que van por ahí abriéndose de piernas sin importar nada más. Pero sus besos y sus caricias han sacado una parte de mí que creí olvidada. La parte seductora y atrevida. Hacía mucho tiempo que no me sentía así de deseada por alguien.
Con el pasar de los años nuestra relación se convirtió en rutinaria y monótona. Los besos fueron desapareciendo de nuestra relación y creo que eso es lo que más extraño. Los besos y las caricias. Los preliminares del sexo han quedado olvidados, reducidos a tocarme las tetas y meterme la polla. Sin preliminares alcanzar el orgasmo se ha vuelto algo cada vez más difícil. Cuando estoy por llegar, ya él ha terminado y eso es todo.
Sí, lo sé, podría endurecerlo y seguir a la otra ronda, pero en cuanto ha terminado se marcha a la ducha. Y allí me quedo yo, acostada, caliente e insatisfecha.
Necesito mucho más. Quisiera que nuestra relación fuera diferente, como cuando nos conocimos. Pero ha cambiado mucho a lo largo de los años. Lo único que continúa siendo igual es su desconfianza. Llegué a pensar que con el pasar del tiempo lograría que confiara plenamente en mí, pero no ha sido así. Su ex marcó una herida muy profunda en él difícil de sanar.
Y eso es algo que he odiado siempre. Que no confíen en mí.
No me malinterpreten, amo a mi esposo, pero el amor se ha ido transformando en el tiempo y a falta de caricias y besos se siente como una gran amistada a veces.
Taylor no sabe la verdad de mi decisión. No sabe porque he decidido hacer esto.
La gota que colmó el vaso, fue que olvidara nuestro aniversario de bodas.
Y ahora estoy tirando 16 años de relación, pero necesito sentirme viva nuevamente y junto a mi esposo, ya no me siento así. Junto a él no siento nada. Aún me atrae, pero necesito más que atracción. Es un buen padre, no lo niego, pero lo nuestro está muriendo desde hace tiempo y el sexo solo, no lo va a resucitar.
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