Capítulo Dos
Giovani
Mi mejilla ardía ferozmente. Papá empuñaba un cinturón en la mano, en su cara se veía el odio y asco que sentía por mí, por su hijo.
Los llantos agudos de mamá me torturaban...
—Déjenla en paz hijos de puta—. Mi boca escupía sangre con cada palabra, pero eso no tenía ningún efecto, solo carcajadas por parte de mi progenitor.
Un gorila de hombre le sujetaba a mamá los brazos, la cual yacía tendida en el piso, luchando hasta que las fuerzas la abandonaron, mientras que el otro...
El aire en mis pulmones salía entrecortado mientras que el sudor empapaba todo mi cuerpo, otra vez no.
Otra pesadilla buscando atormentarme, casi todas las noches me provocaba pánico tener que cerrar los ojos.
Tomé de mi mesa de noche un vaso de agua, porque mi garganta se partía de lo seca que estaba. Bebí aquel líquido como si llevara necesitándolo ya hacía mucho.
El amanecer comenzaba a hacerse presente, giré mi cabeza hacia la derecha y mi atención fue ocupada.
Cada curva que le pertenecía a esta mujer era perfecta, la luz que se filtra por los grandes cristales que dan a la costa y su cuerpo a medio cubrir la volvían una diosa.
Una diosa bien usada.
Nuestro trato desde el comienzo fue solo sexo, nada de sentimientos.
Aunque ella lo rompió hace ya mucho tiempo, pero aún así me respetaba.
—Buenos días—. Sus dedos empezaron a recorrer mi entrepierna. En esos ojos que me cautivaron desde el primer momento se podía ver la lujuria, pero yo no estaba de ánimos.
Le tomé la mano y la quité de mí.
Ya una vez fuera de la cama, le recordé.-Iré a darme una ducha, y cuando regrese espero que te hayas ido-. Sin mirarla en ningún momento me perdí en el cuarto de baño.
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Después de casi una hora de luchar por despejar mi mente con agua tibia, envolví una toalla en mi cintura mientras que con otra traté de secar la humedad de mi oscuro cabello.
Crucé la habitación y me dirigí hasta el gran armario que contenía todas las prendas que necesitaba y más.
Escogí un traje negro, camisa blanca y zapatos de punta negros, este día no usaría corbata. Me gusta como se ve mi cuello tatuado por debajo de los botones desabrochados.
Una vez listo, el día comenzaba para mí.
Después de ocho horas de duro trabajo, mi día laboral concluía. Tomé mi portafolio y salí de la oficina, bajé tres pisos en el ascensor hasta el estacionamiento de la empresa y me subí a mi BMW X1 que ya me esperaba listo.
Tomé la calle alternativa hasta llegar a " The Box" mi gimnasio habitual e intercambié el portafolio por el bolso que contiene mi ropa de entrenamiento.
Una vez ya en los vestidores y listo para entrenar, abandoné la habitación.
Las mujeres del lugar se me quedaban viendo, y sabía que provocaba eso.
Hoy llevaba puesto un short deportivo y una remera sin mangas, pero eso no era lo que provocaba que los ojos de todas las mujeres de la habitación se fijaran en mí, sino los tatuajes que cubrían mis brazos y piernas, me hacían parecer un chico malo y eso a ellas les encantaba.
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—Voy de camino en este momento, Max—. Le dije antes de cortar, mi noche estaba a punto de comenzar.
Después de salir del gimnasio me dirigía a casa para darme una ducha, alistarme y cenar algo.
Y ahora detrás del volante iba de camino a mi lugar de siempre.
Estacioné en frente del club nocturno " La Perdición", el nombre lo decía todo.
Antes de bajarme, Hugo, el portero, estaba esperando para llevar a mi bebé al estacionamiento.
Le entregué las llaves antes de abrochar el botón de mi saco, el club era cinco estrellas por lo que no todos podían entrar, pero yo era uno de los favoritos, y el que mejor pagaba.
Mujeres, droga y más era lo que este lugar servía, en sí el nombre le quedaba al pelo.
Erick, el gigante de seguridad me esperaba con una sonrisa.
—Bienvenido señor Belicov—.Luego de cruzar saludos, abrió la puerta para que yo pasara.—Que se divierta.
Dentro, las luces de colores me segaron hasta que mis ojos se acostumbraron a ellas, la música estaba muy fuerte, provocando que los cuerpos que se encontraban en medio de la misma se volvieran locos.
El edificio tiene dos pisos. El primero es en donde se encuentra la pista, el bar, y los sofás de cuero para descansar y beber algo.
El segundo piso está ocupado por reservados, y pequeños cubículos con una cama y juguetes para aumentar la diversión, todo eso estaba separado de la gente, risas, música y demás por una cortina gruesa.
Me acerqué a la barra para pedir mi trago habitual, Vodka con limón.
Tomé entre mis dedos el vaso que el bar Man dejó para mí, de espaldas a la barra mis ojos viajaban por todas partes hasta que se detuvieron en algo en específico.
Rubia, piernas largas, grandes senos y un cuerpo de infarto, mi entrepierna sabía que hoy iba a disfrutar.
Ella también me miraba, esos ojos negros denotaban deseo y muchas otras sensaciones. Antes de poder tomar la iniciativa, nuestra conexión fue cortada.
Max, el idiota importunando una vez más.
—Hermano aquí estás—. Extendió su mano para que yo la tomara, hoy estaba animado.—¿ Que tal la noche?—. Él era casi un hermano desde pequeños, y mi compañero de trabajo.
—Excitante hasta que tú llegaste.
—Y ahora, ¿qué hice?—. Preguntó.
—Nada amigo—. Tomé de un solo trago lo que quedaba del líquido ardiente.— Disfruta la noche, nos vemos mañana—. Palmeé su hombro antes de desaparecer de su campo de visión.
La rubia sexy estaba esperándome, todo de ella gritaba " fóllame duro", y eso haría.
—Hola.
—¿Quieres un trago?—. Ofrecí, quiero sexo, sí. Pero ante todo soy un caballero.
—Contigo quiero más que un trago—.Me guiñó un ojo, juguetona como a mí me gustan.
—¿A qué te dedicas?—. Preguntó.
—Pues de día soy contador en una empresa, mientras que de noche soy un chico malo.
Su curiosidad aumentó.—¿Qué clase de maldad ?.
—Eso es un secreto—.Enrollé un mechón de su cabello en mi dedo.— ¿ Por qué no vamos a un lugar más privado?—.Un brillo apareció en sus ojos, mientras se mordía su carnoso labio carmesí.
Subimos las escaleras que daban a los cubículos, pasamos los apartados hasta conseguir nuestra privacidad.
Una vez dentro cerré la cortina de un tiro, para comenzar con nuestro excitante jueguito...
Dos horas después de la diversión me encontraba en el BMW de camino a mi departamento, pero algo me inquietaba.
Desde que tomé la interestatal, un auto me seguía.
Después de años de trabajo sabía quién era. Conduje hasta llegar a visualizar un gran y viejo edificio en medio de la nada, con un descampado perfecto para lo que iba a hacer.
La adrenalina comenzó a hacerse presente junto con el deseo, deseo de sangre.
Frené de golpe y me bajé apresuradamente del vehículo, el otro fue más lento.
Antes de bajar empuñé el calibre 24 que vivía en mi guantera, y una vez fuera le apunté al hijo de puta que se atrevía a querer joderme la noche.
—¿Acaso tu jefe no se cansa de molestar?—.La puerta del auto estaba abierta así que le indiqué que saliera.—Le daremos un mensaje—.Antes de que pudiera contestar disparé.
Una bala perforó su estómago impulsando al hombre hacia el suelo, ver su sangre me provocaba un gran placer, pero ver la vida desaparecer lentamente en sus ojos eso no tenía precio.
El sujeto vestido todo de negro comenzó a arrastrarse en dirección contraria a mí, eso era tan divertido.
Vi la figura de un cuchillo en el bolsillo de su pantalón, eso serviría.
Caminé hacia donde él estaba, tomé el mango del cuchillo y, sin pensar pasé la hoja lento y con fuerza por su garganta.
La sensación del tejido abriéndose fue embriagador.
Después de concluir con mi grandiosa obra y como si lo intuyera giré mi cabeza hacia la derecha, ahí estaba ella, quien quiera que fuera, mirándolo todo por la ventana, y parecía gustarle.
Créditos: YayiRmz
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