Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo diecisiete | primera parte


Inclinado hacia delante, con las manos entrelazadas y los brazos apoyados en las rodillas, Nathan escuchaba el constante sonido de un reloj a cada segundo que pasaba. Ya los había contado todos hasta llegar a quinientos. Tres veces. Estaba nervioso, le costaba mantener sus piernas quietas. ¿Cuánto más tendría que esperar?

Se encontraban en un viejo taller —abandonado hace mucho tiempo si las capas de polvo y el desorden eran una señal—. A su lado estaba Blas, inmerso en un libro con toda la tranquilidad del mundo. Más allá, aun más tranquilo, se encontraba el señor Villalta. Silbaba mientras desarmaba algunos revólveres y los limpiaba.

Y el reloj seguía marcando segundos. Y segundos.

Y más segundos.

—¡Ay, por Dios! —gritó por fin Nathan, poniéndose en pie de un salto— ¡¿Cuánto tiempo más vamos a esperar?! ¡Han pasado días, quién sabe si semanas y todavía no tenemos a Dante! ¡Siempre es lo mismo, estoy harto!

Aunque tenso, Blas no despegó su mirada de las páginas. El señor Villalta tampoco interrumpió su tarea, sino que respondió con una media sonrisa.

—¿Desde hace cuánto has querido decir eso?

—Desde que el día que llegamos aquí.

La sonrisa de Villalta se hizo más notoria. Dejó el arma que tenía en las manos sobre un trozo de tela y dirigió su mirada a Nathan. En sus ojos había un rastro de compasión, de ternura. Suspiró antes de hablar.

—Hoy comenzaremos con el plan —afirmó—. Estoy esperando a algunas personas que nos serán de ayuda. Estarán aquí en una hora.

Los ojos verdes del moreno se iluminaron como si de dos estrellas se tratase. Todos sus gestos denotaban una inmensa felicidad. Había estado esperando tanto por ese momento que pensó que se volvería loco si pasaba un día más.

—¡¿De verdad?!

—Sí —respondió Villalta—, pero debes ser paciente, Nathan. Recuérdalo siempre.

—Lo sé. Es solo que... —Nathan hizo una pausa, sin saber cómo organizar sus emociones para decir lo que quería—. Ha pasado tanto tiempo. Todo lo que sabemos de Dante es que lo tienen cautivo y están experimentando con él. He estado tan preocupado desde el principio. ¿Sabe lo que impotente que me siento? ¡Yo estaba ahí! ¡Yo pude haber defendido a Dante! El confiaba en mí. Confiaba en mí y yo no hice nada. Se lo llevaron y no supe ni por dónde empezar a buscar. Yo solo quiero que él esté bien. Solo necesito encontrarlo y que todo esto termine. Lo encontraremos, ¿verdad, señor? Tenemos que hacerlo, tenemos que encontrarlo. No se me ocurre qué haría si no lo volviera a ver nunca más y saber que el último recuerdo que tengo de su voz son sus súplicas por mi ayuda me rompe el corazón. Él va a estar bien. Vamos a estar bien. Estaremos bien, ¿cierto? ¿Lo vamos a encontrar?

Para cuando terminó de hablar, las lágrimas habían ya nublado sus ojos. Estaba temblando de desesperación, de rabia y de miedo a la vez. No le costó mucho tiempo darse cuenta de que el señor Villalta ya no estaba allí. Podía escuchar su tarareo distante. Blas se giró hacia él y le sonrió, poniendo una mano sobre su hombro.

—No tomes en cuenta a mi padre —dijo—. Le gusta estar muy relajado antes de entrar a la acción. Es la mejor forma de canalizar sus pensamientos.

Nathan apartó sus lágrimas y recibió un cálido abrazo de Blas. No mucho después, Blas volvió en silencio a su lectura. El moreno se deslizó en la silla y se cruzó de brazos. Su amigo había heredado muchas cosas de su padre, incluso sus manías. Era muy curioso verlos a ambos siguiendo el mismo ritual antes de la batalla. Él intentó hacer lo mismo. Cerró sus ojos y se relajó como no había hecho en mucho tiempo. A los pocos minutos, se quedó dormido.



Lo despertaron unas voces amortiguadas que provenían de la sala contigua. Algo desorientado, se dirigió hasta allí para descubrir a un grupo de personas dejando algunas bolsas de tela sobre la mesa y saludando a Blas y a su padre.

—¡Oh, Nathan! —dijo el señor Villalta—. Veo que ya has despertado. Este es mi equipo. Equipo éste es Nathan. Vamos a ponernos cómodos y podremos presentarlos en mejores condiciones.

El grupo siguió al señor Villalta a través de un pasillo. Entraron a un cuarto con muy poca iluminación, igual de desordenado que el resto del lugar. Al frente había una pizarra blanca, a donde se dirigió Villalta sin perder tiempo, y alrededor algunas sillas y taburetes. Era el peor intento de recrear una sala de conferencias que Nathan hubiera visto, pero funcionaría.

Con un gesto de su padre, Blas se levantó de su sitio al lado de Nathan y se dirigió hasta una mesa que había en el fondo. Sobre ella descansaba un viejo proyector. Se encendió con un chirrido y algunos golpes para proyectar la película justo a un lado de donde estaba el señor Villalta. Nathan no pudo contener su sorpresa en cuanto su amigo volvió a sentarse.

—Wow —dijo—. Wow, wow, wow. ¿Tenemos presentación con diapositivas y todo?

—Lleva casi una semana trabajando en esto —confesó Blas—. Mi padre... Digamos que está un poco obsesionado con las películas de acción.

«Ya me di cuenta», pensó Nathan. La proyección solo mostraba una pantalla de configuración. Sus ojos verdes aprovecharon para echar un vistazo a su alrededor. Había algunos rostros conocidos dentro del grupo. Para empezar, estaba la anciana que había permanecido con ellos desde que huyeron. Con la poca luz, le pareció reconocer también a la mujer que la había llevado hasta el edificio. Nathan contaba al menos dos personas más que nunca había visto.

—Bien, compañeros —comenzó el señor Villalta—. Supongo que saben por qué he querido reunirlos a todos. Desde este momento, comenzaremos una doble misión. Como conocemos, la WWL ha vuelto a la carga con otro de sus experimentos y, por alguna razón, ha tomado a Dante Montgomery como sujeto de prueba. Nuestra tarea es descubrir qué traman, por qué se han llevado a Dante y cómo lo recuperarlo. Una vez hayamos completado esa primera parte, todos los integrantes nuevos se retirarán y los demás continuaremos.

—Esperen. ¿Hay una segunda misión además de detener a la WWL? —preguntó Nathan.

—Acabar con ella.

Luego de contestar con el tono soberbio y rudo que le caracterizaba, el señor Villalta prosiguió a presentar a su equipo más cercano. Señaló a un hombre joven, de cabello negro y anteojos.

—Éste es Jason Knight —afirmó a la vez que el muchacho se puso de pie—. Es una pieza clave de nuestra investigación. No solo es el mejor conductor que he conocido, sino que es nuestro infiltrado en la WWL. Jason trabaja en las oficinas centrales de la empresa, donde no hay precisamente mucho movimiento ilegal, pero a veces recibe pistas muy útiles. Gracias a él sabemos algunas localidades donde suelen operar.

El hombre esbozó una sonrisa tímida y tomó asiento. Junto a él se levantó una mujer con gesto muy serio. Nathan quedó sorprendido con su encanto. Tenía un cabello hermoso, rubio ceniza, unos ojos de gata que hasta parecían brillar en la oscuridad, un rostro preciosísimo y, más importante quizás, un arma dentro de su funda de cuero a cada lado de la cintura. Con la boca casi fruncida, Nathan hubiera dicho que se veía enojada.

—Diana Flores —anunció Villalta—. Mi querida Diana. Es rápida, astuta y muy... explosiva. En todos los sentidos. Nos ayudará si las cosas se ponen feas. Estuvo conmigo cuando detuvimos los experimentos de Astracán. Todavía recuerdo esa pelea en el puente.

Diana pareció recordar el mismo momento y sonrió victoriosa. Nathan se sentía cada vez más dentro de una película. Sí conocía que el padre de Blas era un gran investigador y que sabía usar un arma, pero de ahí a librar batallas en... ¿Ascatrán, había dicho? Sonaba importante.

Sin dar muchos más detalles —por no conocerlos—, el padre de Blas presentó a la anciana. Se llamaba Marianne y sabía algunas cosas de la WWL. Luego, Villalta hizo lo mismo con Laura, la florista. A Nathan lo presentó como la pareja del sujeto a rescatar, dispuesto a cooperar con todo lo que se le pidiera. Y cuánta razón tenía. El moreno estaba listo por arriesgarlo todo con tal de recuperar a su novio.

—Y bien, ¿qué les parece si empezamos? —propuso Villalta y cambió de diapositiva—. A finales de la década de 1950, en un rincón de Rusia se funda una nueva compañía farmacéutica pequeña. Algunos años más tarde, expande sus fronteras para establecerse en los Estados Unidos. Hasta aquí, nada fuera de lo común. Sin embargo, a principios de los 70, la compañía fue acusada de violar varios códigos de ética en la experimentación de sus medicamentos.

El señor Villalta hablaba con total dominio de su conocimiento. Nathan estaba totalmente concentrado para no perderse ni un solo detalle. Su mente trabajaba como una computadora, procesando, interpretando y almacenando todo para luego analizar la fotografía desde lejos. La potente voz de Villalta continuó el relato.

—Aunque nunca se probó nada, la actividad de la farmacéutica disminuyó hasta casi la mitad en los próximos años. No es hasta una década más tarde que se la comienza a relacionar con proyectos de clonación. En los años siguientes se comentaron muchas cosas sobre la compañía. Los rumores más benevolentes la asociaron con experimentos de mutación en Japón, creación de inteligencia secreta en los Estados Unidos, asesinatos sin resolver en varias localidades de Berlín, entre muchas otras. Nada pudo demostrársele durante todo ese tiempo. La farmacéutica siguió operando como una empresa común, aunque los detectives tras ella sabían que se trataba de algo mucho más grande. ¿Su nombre? La White Water Lillies. Por su traducción al español, Lirios de Agua Blancos y que, de ahora en más, conoceremos simplemente como la WWL.

—Nenúfares —interrumpió Laura desde su asiento. Villalta la miró enarcando una ceja—. El nombre en español de esa planta sería nenúfar.

—Gracias por la aclaración —respondió Villalta con media sonrisa y volvió a cambiar de diapositiva—. Con esta introducción, pasemos a lo que nos concierne por ahora. Nuestra primera sospechosa implicada: Glorianna Reyes. Sabemos que está conectada de algún modo a la WWL, pero no parece ser la cabeza detrás de todo esto. Sería imprudente de nuestra parte descartarla como un simple peón, pero podemos considerarla como algún tipo de mensajera. ¿Trajo lo que necesitábamos, señorita Laura?

—Oh, claro. Aquí está —respondió la mujer, agitando un cartapacio en el aire.

—Marianne, ¿quiere explicarles a los demás?

La señora cerró los ojos según asentía. Tomó agua y se dirigió al resto del grupo.

—Conozco un poco acerca de la WWL. Hemos tenido algunos roces en el pasado —dijo—. No es un mito, ni un rumor. Eso al menos puedo asegurárselos. La WWL está tan viva como nunca había estado. Sé algunas de sus excentricidades. Como todas las cosas, tiene sus patrones. Le pedí a Laura que buscara sus registros de los pasados doce meses. ¿Puedes decirnos con cuánta frecuencia Glorianna Reyes visitó tu floristería, cariño?

Laura asintió, abriendo de inmediato el cartapacio y rebuscando entre los papeles. Revisó uno por uno hasta el final.

—Llego a contar unas tres veces —afirmó la florista—. Aunque en los métodos de pago su nombre aparece más. Mucho más. ¿Doce veces?

La anciana sonrió en señal de victoria.

—¿Doce veces? ¿Una vez cada mes? —preguntó Nathan con el ceño fruncido—. ¿Para qué querría tantas flores Glorianna?

—Oh, jovencito —dijo la señora—. Quizás la pregunta por la que deberíamos empezar sea otra. Laura, ¿qué tipo de flores se pagaron con la tarjeta a nombre de Glorianna, si podemos saber?

La florista volvió a revisar su archivo. Pareció palidecer al darse cuenta. Verificó una vez más y, después de un silencio frío, levantó la cabeza.

—Nenúfares blancos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro