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༒ᚓ ᚓ OJOS ROJOS ᚓ ᚓ༒


El agua tibia caía sobre el cuerpo de la chica, tiñendose de rojo por las heridas ya curadas, más de una cicatriz había en su cuerpo... muchas mas de las que podía recordar,  las tocaba con la yema de los dedos para obligarse a recordar el porque fue procreada, ella era la última de su especie por lo tanto siempre seria matar o morir.

Pero aún así, ella optó por algo neutro, cuando su padre murió, decidió alejarse escondiéndose en lo profundo del bosque, solo un hombre sabía de su paradero, uno que le dio a entender que no todos los seres sobrenaturales eran malos. Jeon Dong Wook, un vampiro de Miles de años, fue su primera tarea, la que había fracasado. Lo recordaba con algo de cariño. Dio un suspiro, debía cumplir la promesa de cuidar a su hijo, le debía la vida, además, el fue como el padre que ella jamás tuvo.

Cerró el grifo del agua, tomo una toalla  y envolvió su cuerpo, resignada salió de allí.


Enteresa Nana, Enteresa.


Al salir, sobre su cama aún estaba el vampiro vestido de negro, sus heridas ya habían sanado, el veneno había sido eliminado, solo quedaba esperar a que su cuerpo se adaptará al antídoto, el resto de la cama era suciedad, sangre, algodón y compresas. Miro al joven... admitió internamente la belleza del joven y pensó que al despertar, seguramente ya tendría los ojos rojos, adiós a aquellos pardos amarillentos brillosos. Tendría la mirada de un asesino.

Se acercó a él, viendo la perfección de su rostro, la blanquecina piel que brillaba como millones de diamantes por el sol que se colaba por la ventana, quitó el vendaje de la palma de su mano, con su dedo índice entreabrió mas su boca, luego levanto la mano y sobre sus labios apretó en un puño, dejando caer un pequeño y caliente chorro de su sangre, cuando el muchacho se saboreo, detuvo el movimiento. Acomodo el vendaje mientras caminaba a la puerta y lo dejo descansar.

Tiempo más tarde, Jeon abría sus ojos de golpe, había un aroma extraño en el aire, un aroma muy parecido al que tenía con el de su madre, se sentía cobijado, se sentía como un hogar. Mientras luchaba por despertar podía escuchar el aceite caliente burbujear por la fritura, al mismo tiempo que escuchaba el cuchillo cortar verduras sobre alguna tabla, el característico aroma del arroz recién hecho y carne cruda aun con sangre.

Su estómago gruño de hambre y sus colmillos crecieron, aún mareado se levantó para sentarse en la cama, miro cada detalle del lugar que se encontraba, no era lindo, solo era limpio, si ignorabas el desastre a su alrededor; Se vio con la ropa mal puesta y rasgada en algunas partes, pero sus heridas ya no estaban, es decir, ninguna de ellas.

Rascándose la cabeza y con mucho esfuerzo recordó la noche anterior a la perfección y se pregunto, que había sido de la chica, Camino directo al baño, dio el grifo para tomar agua con sus manos y lanzarla a su rostro, solo así, despabilaría un poco más.

Tomo la toalla de cara a un lado y se seco levantando la vista al espejo frente a el.

Algo era diferente, sus ojos, ya no eran del anaranjado por beber sangre animal, eran rojos, un rojo vivo y profundo, un rojo que le sentaba bien, solo esperaba que no fuera por el perder el control y asesinar a alguien utilizándolo de alimento.

Entonces, algunos recuerdos vagos vinieron a él.

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— Jeon... Jeon despierta, debemos irnos.

— Vete —dijo moribundo.

— Lamento hacer esto sin tu consentimiento —Tomo la mandíbula de el y abrió, acomodo su muñeca en la boca y con la palma cerró la mandíbula con fuerza para que sus colmillos se enterraran en la piel. Era doloroso pero necesario.

Para Jeon el sabor dulce y metálico fue un golpe de adrenalina pura, chupo y chupo de ella extasiado, saciando su sed.

— Para!! —rogo ella intentado jalar su mano— Jungkook!! —jalo un poco mas, no podía controlarse, pero las lágrimas que ella derramó en ese momento provocaron miedo y de a poco detuvo la succión.

Un sonido a la lejania, lo hizo apartarse de su brazo, escucho pasos, sus pupilas estaban dilatadas, drogado por aquel sabor que acababa de probar, incluso le había devuelto y multiplicado la fuerza.

La chica rasgaba su blusa para vendar su brazo, hipeando por el miedo que sintió en ese momento.

— Debemos irnos.

— Si nos vamos nos seguirán, tu sangre es muy llamativa.

— No tengo fuerzas para pelear.

— Pero yo sí —se levanto poniéndose en frente, escondiendo a la joven, relamio sus labios que aún tenían pequeñas gotas de la mejor sangre que jamás había probado y sonrió levemente.

En un abrir y cerrar de ojos corrió hasta los caras pálidas, peleando contra ellos, y asesinando a quien intentará algo en contra de cualquiera de los dos.

Había vencido, camino a la chica decidido y como todo un héroe, pero sus piernas flaquearon y cayó en desmayo a mitad de camino.

— Idiota —gruño ella y se levantó hacía el.

Como pudo, lo levanto, acomodo en la motocicleta y se fueron en tranquilidad.


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Ahora ya tenía la respuesta del porque sus ojos estaban así, por lo menos ella estaba viva, no la había matado y eso hizo que su corazón volviera a latir de una forma descontrolada. Todo su pecho suavemente, jamás había tenido ese sentir y perfectamente ella le daría respuestas, además, ella sabía incluso su nombre, lo que le era extraño.

Camino por el pasillo sigilosamente, bajo las escaleras de aquella pequeña cabaña hasta llegar a la cocina y se quedó viéndola a escondidas, sus piernas eran un verdadero paraíso, tonificada y hermosas, su aroma, no solo el de su sangre, su aroma en si lo descontrolaba, su boca se hizo agua al recordar el sabor de su sangre, quería volver a beberla sea como sea.

Miro la mesa, perfectamente acomodado todo para tres personas... ¿3? Pensó con duda, una molestia se alojó en su pecho y frunció su ceño en el momento.

Justo cuando iba a preguntar la puerta se abre, dejando entrar a un hombre, con velocidad se escondió detrás del pasillo.

— Llegaste ... ¿Cómo te fue?

— Bien, abandone la motocicleta en un callejón y luego volví escondiendo mi aroma —llego un silencio incómodo a sus oídos, unos latidos que no eran los suyos presurosos y se atrevió a mirar.

Ella se besaba con aquel muchacho, lo que le hizo hervir la sangre de furia, quería cortarle la cabeza a aquel, beber su sangre y dejarlo vacío, pero... ¿Cuál era ese monstruoso sentir que había en el?

Las manos de el se metieron bajo la bata tocando sus piernas, Jeon respiro pesado y agitado, y solo para que la soltase, aclaro su garganta para llamar la atención.

— Vaya!!... Tu amigo despertó — la mirada de aquel sujeto lo intentaba intimidar pero no lo lograria— ¿que le paso a su ropa? —miro a la chica de la misma manera.

— Luego te explico —beso sus labios una vez más, y queriendo llegar a el dio un par de pasos.

Pero aquel sujeto la tomo de su muñeca para detenerla de una manera fría, Jeon llegó en menos de un segundo y tomo de su muñeca apretando con fuerza para que la soltase.

— ¡No me dijiste que el maldito es un vampiro! —grito con molestia al ver sus ojos y colmillos asomados.

— Taeck... Cálmate!

— Sabes que nuestras especies no se llevan Nana —mostro también sus colmillos y los ojos le brillaron a un pardo.

— Licántropo —susurro Jeon.

— Alto — empujo a ambos de sus pechos para apartarlos.

— Tu —le indico al palido— Ve al cuarto —Kook la miro intrigado— Ve! —repitió y con pasos lentos se perdió en el pasillo, pero aún usando su sentido auditivo para escuchar cada palabra.

— Estás loca!...

— Jamás lo entenderías.

— ¿Que cosa? ... Ya estás en peligro conmigo, con el podrías morir.

— Nadie sabrá nunca dónde me encuentro.

— Nana!!... —exclamo en intento de que recapacitara.

— Gracias por tu ayuda, Taeck —dijo ella y los pasos se sintieron en la casa.

En la escalera, aún estaba Jeon, ambos cruzaron miradas que se podrían matar el uno al otro, El lobuno salió con molestia y luego de un suspiro, ella apareció en su visual.

— Dije al cuarto.

— ¿Y crees que te obedecería? ... No eres nadie como para darme órdenes.

— Perfecto —dijo ella y abrió un armario, tomo algo de ropa y se la lanzo— Cambiate y lárgate de mi casa.

— No lo haré.

— Es mi casa.

— Me debes respuestas.

— ¿que...? ... — rio con sarcasmo— tu me debes a mi... —se acercó paso por paso— por TU culpa me secuestraron, por TU culpa intentaron matarme, TU bebiste de mi sangre y además... —subio y bajo su mirada— «Me distraes» — pensó y Jeon escucho con claridad.

— ¿Además qué?

— Cómo ya sabes, mi novio es Licántropo, y no se llevan para nada con los chupa sangres.

— Prefiero el termino Vampiro.

— Cómo sea... Creo que es mejor que te vayas.

— Pues no lo haré, necesito algunas respuestas y solo tu puedes darmelas —ella se cruzó de brazos, quiso saber que más había en su mente pero nada, todo estaba en silencio. Eso es extraño.

— Vístete —dijo y giro en su eje para volver a la cocina.

Fue ahí mismo, en inicio de la sala, a pie de la escalera, que se acomodo el otro pantalón, solo que mas ancho que lo usual para el y una franela bastante amplia, se sentia pequeño, nada de las ropas negras ajustadas, aquello era un gris de comodidad, asi que cuando termino volvió a observar a la chica a escondidas.

— Si la tocas, Juro que te mataré —escucho en susurro, sabía perfectamente quien le hablaba y no pudo evitar sonreír ladino.


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