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Capítulo 8.

Tras las palabras de Sengoku, la plaza se pone de nuevo en movimiento. Los hermanos de Marco también se lanzan a la batalla una vez más, algunos atravesando la marea de enemigos para tratar de alcanzar a los dos civiles indefensos. Thatch, Izo y Jinbe se toman la tarea de proteger a Luffy como algo personal cuando empiezan a llover balas sobre ellos, el problema es que Luffy no hace que sea tarea fácil. En vez de resguardarse tras la figura escudera de Jinbe, el chico se escabulle por un hueco para golpear a un marine que se ha acercado demasiado.

Luffy pelea como un novato, lo cual es una agradable sorpresa. Marco nota que, a pesar de no ser rival para los vicealmirantes de la marina, no está nada mal para alguien que viene del mar más débil. Dice mucho del resto de los marines que este civil inexperto, sin importar de quién sea hijo o hermano, logre derribar a muchos de ellos con solo puños y patadas.

Un gigante aparece, echa a un lado a los soldados a su alrededor y retira a un montón de presos con su mazo. Luffy lo esquiva saltando a una altura increíble. Marco está comenzando a pensar que tiene algún tipo de habilidad; la forma en que rebota en el suelo no es natural, eso es seguro. Con otro salto inhumano, Luffy derriba al gigante de un puñetazo sacando algunos gritos de incredulidad de la gente a su alrededor.

"¡El hermano menor de Ace es un monstruo!" Exclama Rakuyo mirando distraído mientras su bola de acero clava sus púas a voluntad indiscriminadamente entre los marines.

Volviendo a sus cavilaciones anteriores, Luffy debería ser el objetivo más débil de la guerra por edad e inexperiencia, entre otras cosas. Sin embargo, ahí está él, dejando en vergüenza tanto a marines como a piratas mientras toma control de la guerra él solo. Sus aliados ayudan, por supuesto, incluso la tal Dadan, que agita su mazo con un perverso placer. Sin embargo, Luffy es el receptor de la mayoría de ataques.

"Por favor, marchaos," oye a Ace decir apretando los dientes.

El ensañamiento hacia Luffy sigue mientras que los piratas de Barbablanca tratan de abrirse camino hacia él y hacia el patíbulo al mismo tiempo. 

"¡Cuidado!"

En un momento del caos, Marco empuja a sus atacantes y deja el lado de su padre cuando ve una bala directa a la espalda del chico. Se convierte en fénix y salta al aire, pero nadie podría ser lo suficientemente rápido como para llegar a su lado a tiempo. Cuando la bala impacta en el chico, oye gritos, incluidos los que salen de su propia garganta.

A ojos de Marco, sucede a cámara lenta, como una intrincada pesadilla. La bala atraviesa al chico y, si Marco parpadea, casi puede ver la sangre cayendo a chorreones de su pecho.

Esto resulta ser una ilusión vívida de su cerebro. La bala ni atraviesa a Luffy ni la sangre gorgotea de su cuerpo, lo que sí hace su piel es reaccionar estirándose fascinantemente antes de devolver la bala hacia su atacante. Luffy ni siquiera se inmuta en este angustioso momento en el que el campo de batalla se paraliza, sino que sigue enfrentando todos los ataques valientemente sin siquiera rascarse el pecho con incomodidad.

"¡¿Qué demonios eres tú?!" Le grita un marine retrocediendo con un tartamudeo.

Luffy sonríe como si hubiera estado esperando este momento.

"¡Comí la Gomu Gomu no Mi y ahora soy un hombre de goma!" Exclama estirando su brazo para golpear al hablante.

"Un hombre de goma," dice Haruta boquiabierto, ganándose un grito de Vista por bajar sus espadas y dejarse expuesto a cualquier ataque. "Un hombre de goma," repite. "Estoy viviendo una pesadilla."

Marco asiente. Toda su experiencia, desde el intento de asesinato hacia Thatch, la captura de Ace y ahora la presencia de Luffy en Marineford, pueden resumirse exactamente como una pesadilla muy realista.


Capítulo 8: Sombrero de Paja Luffy.

Katakuri está sentado en el gran salón del castillo de Whole Cake con su madre y muchos de sus hermanos repartidos a su alrededor. Hay un banquete ocioso sobre las mesas, los dulces no paran de salir uno tras otro. En la pared se reproducen las imágenes del Den Den Mushi de transmisión que muestra la ejecución pública de Portgas D. Ace.

"El hijo de Roger," masculla su madre llenándose la boca de pastel. "Quién iba a pensar que ese desgraciado dejaría descendencia. Si lo hubiera sabido antes, lo habría comprometido con alguna de mis hijas."

Katakuri gruñe en voz baja. Su madre no tiene ni idea del peligro que correría cualquier mujer asociada con Ace: ante el peligro de una posible continuación del linaje de Roger, se asegurarían de matar a cualquier posible amante del pirata para evitar que la historia se repita.

"Pero aún hay oportunidad con el hijo de Dragon," dice Perospero con sorna. "Si es que sale vivo."

Los demás se ríen y Katakuri lucha contra el impulso violento de atravesar la lengua de su hermano mayor con su tridente. No entiende cómo pueden ser tan necios, tan ciegos. ¿Acaso no ven lo que realmente es ese mocoso? Brûlée fija su mirada en la pantalla, su atención completamente enfocada en Luffy. Ella ha vislumbrado el verdadero poder del chico y conoce bien el peligro que representa para sus enemigos actuales; así como tanto ella como Katakuri saben que podría llegar el día en el que ese mismo peligro amenace incluso a su propia familia.

Los movimientos de Luffy son torpes en comparación con otros guerreros más experimentados, pero hay algo en él... una intensidad, una voluntad inquebrantable. La curiosidad que Katakuri sintió tras conocer al chico se va transformando lentamente en una inusual sensación de inquietud. ¿Es miedo a un niño sin suficiente fuerza? No. Miedo a la aterradora habilidad que Luffy posee.

Primero fueron Katakuri, Izo y Thatch; cayendo en sus redes como presas. Luego Ivankov y su séquito de travestis, y algunas grandes potencias como Crocodile y Jinbe. Una marea de criminales. Barbablanca y sus aliados. Como un tsunami que arrasa con todo a su paso, Luffy tiene la increíble habilidad de hacer que todos los que lo rodean se unan a él como moscas a la miel. Eso es todo lo que piensa mientras ve al chico abrirse paso entre los soldados mientras que otros más poderosos a su alrededor lidian con los Shichibukai y vicealmirantes que tratan de atraparlo.

"Tienen suerte de que la Marina no supiera la relación entre Puño de Fuego y Barbablanca," dice Brûlée en voz baja. "Si la marina hubiera traído a todas sus fuerzas, los piratas estarían en problemas."

Su hermana tiene razón. Hay menos de una veintena de vicealmirantes y el resto de marines son tan débiles que incluso los presos del nivel 1 pueden enfrentarlos sin problemas. Los Shichibukai tampoco parecen muy entusiasmados por luchar: probablemente no pensaban que se encontrarían en esa situación cuando aceptaron.

Por otra parte, aún hay un grupo que no se ha movilizado. Los tres almirantes vigilan la lucha desde un escalón a medio camino del patíbulo. Solo el perezoso Aokiji usó su hielo antes de desplomarse en su silla con cansancio. Ahora, los tres están más atentos, más mentalizados a actuar. Akainu, especialmente, clava su mirada en Luffy como si estuviera imaginándolo en una estaca. Katakuri quiere apuñalar todos los órganos del almirante.

"¿Qué está haciendo el idiota?" Pregunta Cracker con un bufido de diversión.

Katakuri aleja su mirada de Akainu para ver a Luffy. El chico sigue peleando, algunas veces usa su Akuma no Mi y otras se conforma con puñetazos, patadas, codazos e incluso cabezazos. Sin embargo, todo lo hace con un objetivo claro, y ese es alejarse del patíbulo.

No tiene ningún sentido. El lugar en el que se encuentran todos los que salieron de Impel Down está convenientemente cerca del estrado de ejecución, solo necesitan encontrar una manera de subir. Para Luffy, aparentemente, ese no es un plan. En cambio, trata de abrirse camino en la dirección contraria, el lugar del que Barbablanca aún no se ha movido. Los presentes en la guerra parecen tener reacciones varias:

"¡Luffy! ¡No te vayas solo!" Grita Thatch con ese molesto complejo de mamá gallina que ha adoptado desde que conoció al chico.

"¡No, está bien!" Dice la voz profunda de Jinbe por encima del ruido de la guerra. "¡Con Oyaji estará a salvo!"

"¡¿Dónde demonios va el mocoso después de que vinimos aquí por él?!" Espeta el payaso con molestia.

"¡Luffy, cabeza hueca, vuelve aquí!" Exclama Dadan tan malhumorada como siempre.

Como es común en él, Luffy ignora todo y a todos mientras sigue haciéndose un camino entre el mar de personas. Cuando la habilidad le falla, siempre hay alguien ahí para salvarlo. Vista, el espadachín, evita que Ojo de Halcón le corte un brazo al chico. Haruta, el comandante bajito, lo salva de un vicealmirante robusto y luego choca los cinco con él. Incluso cuando no hay nadie para ayudarlo, la suerte parece bañarlo como un ángel de la guardia. Un marine se resbala con el hielo cuando intenta apuñalarlo, otro recibe una bala perdida.

Es surrealista, pero cree que es una buena manera de describir la imprevisibilidad que es Luffy en general.

"¡Marco! ¡Ponlo a salvo!" Grita Ace desde el patíbulo con más vida de la que tenía antes de que llegara su hermano. "¡Por favor, Barbablanca! ¡Por favor...!"

Hay algo de remordimiento en los ojos del joven pirata, Katakuri cree que puede ser por la historia que Thatch contó sobre los incansables intentos de Ace de matar al Emperador. El tonto no debería sentirse culpable, pues probablemente no logró causarle ni siquiera un picor a la leyenda, sin embargo, cuando la vida de su hermano depende de ese hombre, casi puede entenderlo.

Barbablanca sonríe y asiente. "¡Como pidas, hijo mío!"

Ace abre la boca y, por su expresión, está a punto de soltar una respuesta mordaz. Se detiene cuando parece darse cuenta de la posición en la que está y baja un poco la cabeza con sumisión. Por su boca moviéndose, está claro que dice algún tipo de respuesta, pero solo Garp y Sengoku a ambos lados pueden oírlo.

Marco se toma la petición de Ace como una tarea y consigue atrapar a Luffy en el aire con la velocidad de un ave rapaz. Al principio, Luffy se agita al verse volando, pero cuando lo dejan caer en el Moby Dick, casi parece triste de no haberlo disfrutado lo suficiente.

Un peso invisible se desvanece de los hombros de Ace cuando su hermano llega a la seguridad del Moby Dick. Katakuri, por su parte, solo está curioso por la forma en la que Luffy está mirando a Barbablanca en estos momentos.

"Mocoso," saluda el hombre mientras que el chico se pone de pie, haciendo que el ruido del campo de batalla se atenúe un poco. "Ese sombrero me resulta familiar. Se parece mucho al que solía usar el Pelirrojo."

Katakuri no se ha parado a pensarlo, pero ahora que el viejo lo ha señalado, el destartalado sombrero de paja que una vez perteneció a Roger y más tarde a su grumete es inconfundible. Por alguna razón, a ojos de Katakuri, que los ha conocido a los tres, el sombrero encaja sobre Luffy de una forma distinta. Se pregunta si será su sombrero lo que lo caracterizará cuando se convierta en pirata. Los ojos de Luffy, que estaban estudiando al enorme hombre, se iluminan ante la mención del otro Emperador.

"¡Viejo!" El nombre es completamente ofensivo y hace que piratas y marines se atraganten. Big Mom suelta una risa encantada ante la falta de respeto y Katakuri sabe que no se reiría tanto si se diera cuenta de que el chico respondería con la misma parsimonia si estuviera frente a ella. "¿Conoces a Shanks? Él me pidió que lo cuidara."

A la larga lista de personas que han caído inevitablemente por Luffy, ahora se une otro emperador. Es inaudito que un chico del East Blue pueda tener tantas conexiones a pesar de haberse criado lejos del mundo de la piratería.

"No deberías estar aquí, moco..." 

La declaración con un tinte de amenaza de Barbablanca se interrumpe cuando el chico salta sobre él. El movimiento habría sido recibido por la muerte si se hubiera tratado de cualquier otra persona, pero Barbablanca acepta a Luffy en la palma de su mano y se la acerca a la cara para aceptar esa cercanía que el chico pide. Ambos conversan con indiferencia ante la temerosa curiosidad de todos los que lo observan. Parece una charla entre iguales, una discusión en la que ninguno de ellos quiere ceder. Katakuri desearía poder oír el intercambio entre el adolescente y el anciano, pero se conforma con ver con deleite como Barbablanca termina asintiendo con renuencia.

 "Marco, te nombro niñera honoraria," dice Barbablanca con toda la seriedad con la que un pirata puede decirle eso a su mano derecha.

Marco el Fénix, aquel que siempre está un paso por delante, parpadea con confusión mientras mira a su capitán. Ladea un poco la cabeza como si no hubiera escuchado bien.

"¿Qué?" Pregunta el primer comandante.

Barbablanca le da a su hijo una mirada solemne. "Haz lo que te pida y no dejes que lo maten," dice asintiendo para sí mismo con un toque de satisfacción.

Marco sigue mirando a Barbablanca como si realmente no pudiera creer que esas palabras salieron de la boca del hombre. Con impaciencia, Luffy salta de la mano de Barbablanca y patea el suelo.

"¡Venga! ¡No hay tiempo que perder!" Exclama señalando a su espalda. "¡Súbete a mi espalda!"

"¿Qué demonios está diciendo el mocoso?" Pregunta Perospero con el ceño fruncido.

"Luffy," dice Marco pacientemente, aunque su voz tiembla un poco. "Querrás decir: 'déjame subirme a tu espalda', ¿no? De los dos, yo soy el que puede volar."

Luffy mira al primer comandante como si fuera estúpido y luego le da una sonrisa conocedora. "¡Vamos! ¡No hay tiempo que perder!"

Bajo su bufanda, Katakuri hace una mueca. Marco aún parece perdido, pero Katakuri no necesita haki de observación para saber lo que está a punto de pasar y no envidia en absoluto al pirata de Barbablanca.

...

¡Quedan dos capítulos! O eso creo jejeje. Prometí que terminaría esta historia antes de que termine el año, pero prefiero romper una promesa antes que presionarme a escribir y que no salga bien <3 Aún así, esto está cerquita del final. ¡Gracias por leer!

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